El Colportor Evangélico

Capítulo 6

Una obra para salvar vidas

Un medio de traer a las personas a Cristo

Necesitamos comprender la importancia del colportaje como gran medio de hallar a los que están en peligro, y de llevarlos a Cristo. Nunca debe prohibirse a los colportores que hablen del amor de Cristo, que relaten lo que han experimentado al servir a su Maestro. Deben quedar libres para hablar u orar por los que se han despertado. La sencilla historia del amor de Cristo hacia el hombre les abrirá las puertas, aun en las casas de los incrédulos.--Joyas de los Testimonios 2:543 (1900).

El que emprende el colportaje como debe hacerlo, ha de ser educador y estudiante. Mientras procura enseñar a otros, él mismo debe aprender a hacer la obra del evangelista.

Cuando los colportores salgan con corazón humilde y llenos de fervorosa actividad, hallarán muchas oportunidades de dirigir una palabra oportuna a las personas a punto de perecer en el desaliento. Después de trabajar por estos menesterosos, podrán decir: "En otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor". Efesios 5:8. Cuando ven la conducta pecaminosa de otros, pueden decir: "Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios". 1 Corintios 6:11.--Joyas de los Testimonios 2:551 (1900).

Hermanos y hermanas, recuerden que un día se presentarán delante del Señor de toda la Tierra para dar cuenta de los hechos realizados en el cuerpo. Entonces el trabajo de ustedes aparecerá como es en realidad. La viña es grande, y el Señor está llamado a obreros. No permitan que nada los distraiga de la tarea de salvar vidas. La obra del colportaje constituye un modo muy exitoso de salvar vidas. ¿No la probarán?--The Review and Herald, 2 de junio de 1903.

El colportor ha de revelar a Cristo

Los intereses de Cristo son los primeros y más elevados. Él tiene que obtener una propiedad en este mundo, salvada para su reino eterno. Sus mensajeros saldrán en su nombre por la gloria de su Padre y por la gloria del Hijo; porque ellos y él son uno. Han de revelarlo en el mundo. Los intereses de él son también los de ellos. Si trabajan como colaboradores con él, serán hechos herederos de Dios y coherederos con Cristo de una herencia inmortal (Ibíd.).

Hablar palabras de verdad

La obra del colportaje es una obra de gran responsabilidad, y significa mucho no sólo para los que se ocupan en ella, sino también para la gente por quien se trabaja. Recuerde el colportor que su obra es de naturaleza evangélica, y que Dios quiere que aquellos a quienes él encuentre sean salvados. Mantenga su corazón bajo la influencia del Espíritu Santo. Conserve la Biblia a mano para referencia, y cuando se presenta una oportunidad de hablar palabras de verdad, ore por gracia para hablar sabiamente, con el fin de que sus palabras resulten sabor de vida para vida a quienes habla.--The Review and Herald, 16 de junio de 1903.

Para cazar y pescar hombres

Se necesitan colportores evangélicos para cazar y pescar hombres. La obra del colportaje debe ser emprendida ahora con fervor y decisión. El colportor cuyo corazón es manso y humilde puede realizar mucho bien. Saliendo de dos en dos, los colportores pueden alcanzar a una clase que no podría ser alcanzada por nuestras reuniones generales. Llevan el mensaje de la verdad de una casa a otra. Así llegan a relacionarse estrechamente con la gente, y hallan muchas oportunidades para hablar del Salvador. Canten y oren con quienes se interesen en las verdades que tienen para impartir. Hablen a las familias las palabras de Cristo. Pueden esperar éxito; pues suya es la promesa: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Los colportores que salgan con el espíritu del Maestro tienen la compañía de los seres celestiales.

Ruego a los que tienen responsabilidades en la causa de Dios que ninguna empresa comercial se interponga ente ellos y la obra de salvar a los hombres. No se permita que ningún negocio absorba el tiempo y los talentos de los obreros que deben estar en condiciones de preparar a un pueblo para la venida del Señor. La verdad ha de brillar como la lámpara que arde. El tiempo es corto; el enemigo hará todos los esfuerzos para magnificar en nuestra mente los asuntos de menor importancia, e inducirnos a considerar en forma liviana precisamente la obra que más necesita ser hecha.--The Review and Herald, 2 de junio de 1903.

Alcanzar a todas las clases

Con el fin de alcanzar a todas las clases, debemos tratarlas donde se encuentran. Rara vez nos buscarán por su propia iniciativa. No sólo desde el púlpito han de ser los corazones humanos conmovidos por la verdad divina. Hay otro campo de trabajo, más humilde tal vez, pero tan plenamente promisorio. Se halla en el hogar de los humildes y en la mansión de los encumbrados.--El Deseado de Todas las Gentes, 126 (1898).

Por los caminos

Lleven los libros a los hombres de negocios, a los maestros del evangelio, cuya atención no ha sido llamada a las verdades especiales para este tiempo. El mensaje ha de ser dado "por los caminos": a hombres que están empeñados activamente en la labor del mundo, a los maestros y a los dirigentes del pueblo. Millares pueden ser alcanzados de la manera más sencilla y humilde. Los más intelectuales, aquellos a quienes se los considera los hombres y las mujeres más dotados de todo el mundo, son a menudo refrigerados por las sencillas palabras de alguien que ama a Dios, y que puede hablar de ese amor tan naturalmente como los mundanos hablan de las cosas que les interesan más profundamente. A menudo las palabras bien preparadas y estudiadas tienen poca influencia. Pero la expresión veraz y honrada de un hijo o una hija de Dios, hablada con sencillez natural, tiene poder para abrir la puerta de los corazones que por mucho tiempo ha estado cerrados para Cristo y su amor.--The Review and Herald, 20 de enero de 1903.

Los libros alcanzarán a personas a quienes no se puede llegar de otra manera, personas que viven lejos de todo centro grande de población. Yo denomino a esto los oyentes de "los vallados". A los tales nuestros colportores han de llevarles estos libros que contienen el mensaje de salvación.

Nuestros colportores han de ser evangelistas de Dios, que vayan de casa en casa por los lugares apartados, abriendo las Escrituras a las personas con quienes se encuentran. Hallarán a gente dispuesta y ansiosa de aprender de las Escrituras...

Deseo grandemente hacer todo lo que está de mi parte para alcanzar a quienes están en los caminos y en los vallados.--Carta 155, 1903.

En la vía pública

En los renombrados centros de salud y de movimiento turístico en el mundo, atestados de miles de personas que buscan salud y placer, debe haber ministros apostados y colportores capaces de llamar la atención de las multitudes. Que estos obreros estén atentos a las oportunidades de presentar el mensaje para este tiempo, y realicen reuniones a medida que tengan ocasión. Sean rápidos en aprovechar las circunstancias para hablar a la gente. Acompañados del poder del Espíritu Santo, presenten al público el mensaje de Juan el Bautista: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". La palabra de Dios ha de ser presentada con claridad y poder, con el fin de que los que tengan oídos para oír, puedan escuchar la verdad. Así el evangelio de la verdad presente será colocado en el camino de los que no lo conocen, y será aceptado por no pocos, y llevado por ellos a sus propios hogares en todas partes de la Tierra.--The Review and Herald, 25 de enero de 1906.

Auxiliar a los intemperantes

En su trabajo se encontrarán con personas que están luchando contra el apetito. Hablen palabras que los fortalezcan y animen. No permitan que Satanás apague la última chispa de esperanza en sus corazones. A los errantes que tiemblan y luchan contra el mal, Cristo les dice: "Venid a mí"; y él coloca sus manos debajo de ellos, y los levanta. La obra que realizó Cristo deben hacerla ustedes como sus evangelistas de lugar en lugar. Trabajen con fe, esperando que las personas sean ganadas para Aquel que dio su vida con el fin de que los hombres y las mujeres tomen posiciones al lado de Dios. Colaboren con Dios para ganar al adicto a la bebida y el tabaco, para que venza los hábitos que lo rebajan hasta alcanzar un nivel inferior al de las bestias que perecen.--The Review and Herald, 7 de enero de 1903.

Orar por los enfermos y desanimados

Cristo sembraba las semillas de verdad dondequiera que iba, y como seguidores suyos ustedes pueden testificar por el Maestro, realizando una obra muy preciosa en la labor que debe hacerse en la intimidad de los hogares. En esta manera de acercarse a la gente, a menudo hallarán personas enfermas y desanimadas. Si están colaborando estrechamente con Cristo, llevando su yugo, aprenderán todos los días de él a cómo llevar mensajes de paz y consuelo a los dolientes y chasqueados, a los entristecidos y desconsolados. Pueden señalar a los desanimados la Palabra de Dios y llevar a los enfermos al Señor en oración. Mientras oran, háblenle a Cristo como lo harían con un amigo de confianza y muy amado. Mantengan una dignidad dulce, libre y agradable, como hijos de Dios. Esto será reconocido.--Testimonios para la Iglesia 6:323, 324 (1900).

Con oración en los labios

Las demandas de Dios estarán siempre delante de nosotros. Nunca debemos olvidar que hemos de dar cuenta de los hechos realizados en el cuerpo. Impresionados con este pensamiento, los colportores velarán por las personas, y sus oraciones ascenderán de labios sinceros para pedir sabiduría con el fin de decir una palabra oportuna a quienes necesitan ayuda. Tales obreros elevarán y purificarán continuamente el espíritu por la obediencia a la verdad. Tendrán el verdadero sentido del valor de la vida, y aprovecharán al máximo toda oportunidad para dar a conocer las riquezas de la gracia de Cristo. Salgan los colportores con la siguiente oración en los labios: "Señor, ¿qué quieres que haga?" Trabajen como a la vista de Dios, y en la presencia de los ángeles celestiales; deseen en todas las cosas merecer la aprobación de Dios, y su obra no será sin fruto.

Necesitamos muchas menos discusiones, y mucha más presentación de Cristo. Nuestro Redentor es el centro de toda nuestra fe y esperanza. Los que pueden presentar su incomparable amor, e inspirar a los corazones a darle sus mejores y más santos efectos, están realizando una obra que es grande y santa. Por la diligencia en el trabajo, por la presentación fiel a la gente de la cruz del Calvario, el colportor duplica su utilidad. Pero aunque presentamos estos métodos de trabajo, no podemos trazar una línea fija para la conducta que cada uno deba seguir. Las circunstancias pueden alterar los casos...

Hablen del amor de Cristo--A menudo se presentan temas doctrinales sin ningún efecto especial, pues los hombres esperan que otros traten de imponerles sus doctrinas; pero cuando uno se espacia en el incomparable amor de Cristo, su gracia impresiona el corazón. Hay muchos que buscan sinceramente la luz, quienes no saben qué deben hacer para ser salvos. ¡Oh, háblenles del amor de Dios, del sacrificio hecho en la cruz del Calvario por salvar a los que perecen! Díganles que coloquen su voluntad del lado de la voluntad de Dios; y "el que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios". Juan 7:17.--Manual for Canvassers, 36-38 (1902).

Evitar los puntos controvertidos

Algunos de los que trabajan en el colportaje tienen un celo que no está de acuerdo con el conocimiento. Debido a su falta de sabiduría, debido a que han estado tan inclinados a actuar como ministros y teólogos, ha sido casi necesario imponer restricciones a nuestros colportores. Cuando la voz del Señor pregunta: "¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?", el Espíritu divino induce a los corazones a responder: "Heme aquí, envíame a mí". Isaías 6:8. Pero recordemos que primero debe tocar nuestros labios el carbón encendido proveniente del altar. Entonces, las palabras que hablemos serán sabias y santas. Entonces tendremos prudencia para saber lo que debe decirse y lo que debe callarse. No procuraremos revelar nuestra capacidad como teólogos. Tendremos cuidado de no despertar un espíritu combativo ni excitar los prejuicios al introducir puntos de doctrina controvertidos. Hallaremos bastante que decir que no excite oposición, cosas que abrirán el corazón para que desee un conocimiento más profundo de la Palabra de Dios.

Listos para dar una respuesta--El Señor desea que ganen a las personas; por lo tanto, aunque no deben imponer a la gente el estudio de las doctrinas, deben estar "siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros". 1 Pedro 3:15. ¿Qué han de temer? Teman que sus palabras tengan un sabor de importancia propia, no sea que hablen en forma imprudente, que sus palabras y maneras no concuerden con la semejanza de Cristo. Relaciónense firmemente con Cristo y presenten la verdad tal cual es en él.--Joyas de los Testimonios 2:543, 544 (1900).

Ensalzar a Cristo

Trabajen como lo hizo Pablo. Dondequiera que estuviera--ante el ceñudo fariseo o la autoridad romana, ante ricos o pobres, cultos o ignorantes, el lisiado de Listra o los pecadores convictos en la cárcel macedónica--, ensalzaba a Cristo como Aquel que odia el pecado y ama al pecador, como el que llevó nuestros pecados para poder impartirnos su justicia.--Manual for Canvassers, 34 (1902).

El pastor como colportor

El colportor inteligente, que teme a Dios y ama la verdad, debe ser respetado, porque ocupa una posición igual a la del ministro evangélico. Muchos de nuestros ministros jóvenes y los que se están preparando para el ministerio harían, si estuviesen verdaderamente convertidos, mucho bien trabajando en el colportaje. Al encontrarse con la gente y presentarle nuestras publicaciones, adquirirían una experiencia que no pueden obtener por la simple predicación. Mientras fueran de casa en casa, conversando con la gente, llevarían consigo la fragancia de Cristo. Al esforzarse por bendecir a otros, serían ellos mismos bendecidos; obtendrían experiencia en la fe; aumentarían grandemente su conocimiento de las Escrituras; y aprenderían constantemente a ganar a las personas para Cristo.

Todos nuestros ministros deben considerar conveniente llevar consigo libros y colocarlos doquiera que vayan. A cualquier lugar que vaya un ministro, puede dejar un libro con la familia donde se hospeda, vendiéndolo o regalándolo. Esto se hacía mucho en los comienzos del mensaje. Los ministros actuaban como colportores y los recursos que obtenían en la venta de los libros se usaban para fomentar el progreso de la obra en lugares donde se necesitaba ayuda. Ellos pueden hablar con inteligencia de este método de trabajo, porque han tenido experiencia en él.

Nadie piense que empequeñece el evangelio al dedicarse al colportaje como medio de comunicar la verdad a la gente. Al hacer esta obra trabaja como trabajó el apóstol Pablo, quién dice: "Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que llegué a Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, con muchas lágrimas y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo". Hechos 20:18-21. El elocuente Pablo, a quien Dios manifestó de manera admirable, iba de casa en casa con toda humildad y con muchas lágrimas y tentaciones.--Joyas de los Testimonios 2:540, 541 (1900).

Tan importantes como la predicación

El evangelista que se ocupa en la obra del colportaje está realizando un servicio tan importante como el de predicar el evangelio ante una congregación sábado tras sábado. Dios considera al fiel colportor evangélico con tanta aprobación como a cualquier ministro fiel. Ambos obreros tienen luz, y ambos han de brillar en sus respectivas esferas de influencia. Dios pide que todo hombre coopere con el gran Obrero misionero médico, y que salga por los caminos y los vallados. Todo hombre, en su ramo particular de servicio, tiene una obra que hacer para Dios. Tales obreros, si están convertidos, son verdaderos misioneros.--Carta 186, 1903.

Hay quienes se prestan para la obra del colportaje, y pueden realizar más en este ramo que por la predicación. Si el Espíritu de Cristo mora en su corazón, hallarán oportunidad de presentar su Palabra a otros, y de dirigir las mentes a las verdades especiales para este tiempo.--Joyas de los Testimonios 2:541, 542 (1900).

Gozo en el servicio

Fue un gozo para Cristo ayudar a los que necesitaban ayuda, buscar a los perdidos, rescatar a quienes perecían, levantar a los agobiados, sanar a los enfermos, hablar con simpatía y consuelo a los afligidos y desconsolados. Cuanto más plenamente estemos imbuidos con su Espíritu, más fervorosamente trabajaremos por quienes nos rodean; cuanto más hagamos por los demás, mayor será nuestro amor por el trabajo, y mayor nuestra delicia en seguir al Maestro. Nuestros corazones estarán llenos del amor de Dios; y con fervor y poder convincente hablaremos del Salvador crucificado.

Pregunto a los que han recibido la luz de la verdad: ¿Qué van a hacer durante el año que comienza? ¿Se detendrán a reñir el uno con el otro, a debilitar y destruir la fe de la humanidad en la humanidad? ¿O dedicarán su tiempo a fortalecer las cosas que todavía quedan, y que están por perecer? Al empeñarse nuestro pueblo en una obra fervorosa por el Maestro, cesarán las quejas. Muchos serán despertados del desaliento que está minando el cuerpo y el espíritu. A medida que trabajen por otros tendrán interesantes experiencias, las que podrán compartir cuando se reúnan para adorar a Dios. Los testimonios que den no serán oscuros ni sombríos, sino llenos de gozo y ánimo. En vez de pensar y hablar acerca de las faltas de sus hermanos y hermanas, y de sus propias pruebas, pensarán y hablarán del amor de Cristo, y lucharán fervorosamente para llegar a ser obreros más eficientes para el Señor.--The Review and Herald, 7 de enero de 1903.