El Colportor Evangélico

Capítulo 7

Una completa consagración a Dios

Los elementos básicos

Los que se ocupan en la obra del colportaje deben ante todo consagrarse en forma completa y sin reservas a Dios. Cristo nos ha invitado: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yudo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga".--Manuscrito 26, 1901.

Redimir el tiempo

Si han descuidado el tiempo de la siembra, si han permitido que pasaran sin ser aprovechadas las oportunidades que Dios les ha concedido, si se han dedicado a agradarse a ustedes mismos, ¿no se arrepentirán ahora, antes que sea para siempre demasiado tarde, y tratarán de redimir el tiempo? La obligación de usar sus talentos en el servicio del Maestro descansa pesadamente sobre ustedes. Vayan al Señor y háganle una entrega completa de todo lo que tengan. No pueden permitirse perder un día. Prosigan la obra que han descuidado. Abandonen su quejosa incredulidad, su envidia y sus malos pensamientos, y vayan a trabajar con fe humilde, y con la ferviente oración de que el Señor les perdone los años en que les faltó la consagración. Pidan ayuda al Señor. Si lo buscan con fervor, con todo el corazón, lo encontrarán, y él los fortalecerá y bendecirá.--The Review and Herald, 7 de enero de 1903.

Humildes y dispuestos a aprender

Al elegir a hombres y mujeres para su servicio, Dios no pregunta si son instruidos, elocuentes o ricos en bienes de este mundo. Pregunta: "¿Andan con tal humildad que yo pueda enseñarles mis caminos? ¿Puedo poner mis palabras en sus labios? ¿Serán representantes míos?"

Dios puede emplear a cada uno en la medida en que le es posible derramar su Espíritu en el templo de su ser. El trabajo que él acepta es el que refleja su imagen. Sus discípulos deben llevar, como credenciales para el mundo, las características indelebles de sus principios inmortales.--Joyas de los Testimonios 3:145, 146 (1902).

¿Por qué muchos han fracasado?

Los colportores necesitan estar diariamente convertidos a Dios, con el fin de que sus obras y hechos sean sabor de vida para vida y así puedan ejercer una influencia salvadora. La razón por la cual muchos han fracasado en la obra del colportaje es porque no eran verdaderos cristianos; no conocían el espíritu de conversión. Tenían una teoría en cuanto a cómo debía ser hecha la obra, pero no sentían que dependían de Dios.

Transformados por la contemplación--Colportores, recuerden que en los libros que venden no están presentando la copa que contiene el vino de Babilonia, las doctrinas erróneas ofrecidas a los reyes de la Tierra, sino la copa de las preciosas verdades de la redención. ¿Beberán ustedes mismos de ella? Vuestra mente puede estar sujeta en cautiverio a la voluntad de Cristo, y él puede poner sobre ustedes su propia inscripción. Contemplándolo, pueden ser transformados de gloria en gloria, de carácter en carácter. Dios quiere que vayan al frente, hablando las palabras que les dé. Él quiere que demuestren que estiman mucho a la humanidad, que ha sido comprada por la preciosa sangre del Salvador. Cuando caigan sobre la roca y sean quebrantados, experimentarán el poder de Cristo, y otros reconocerán el poder de la verdad en el corazón de ustedes.--Joyas de los Testimonios 2:536 (1900).

Vestirse de Cristo

Nadie puede ser un exitoso ganador de hombres hasta que él mismo no haya resuelto el problema de su entrega a Dios. Hemos de revestirnos individualmente del Señor Jesucristo. Para cada uno de nosotros él debe llegar a ser sabiduría, justificación, santificación y redención. Cuando nuestra fe se aferre de Cristo como nuestro Salvador personal, lo presentaremos [a Cristo] delante de otros en una nueva luz. Y cuando las personas contemplen a Cristo como él es, no disputarán acerca de doctrinas; correrán a él para lograr perdón, pureza y vida eterna.

La mayor dificultad a temer es que el colportor que encuentre a esas personas anhelosas no haya sido convertido él mismo; que él mismo no conozca por experiencia el amor de Cristo que sobrepuja todo entendimiento. Si él no tiene este conocimiento, ¿cómo puede hablar a los demás de la preciosa y antiquísima historia? Ha de enseñarse a la gente la misma esencia de la verdadera fe: la forma de aceptar a Cristo y confiar en él como el Salvador personal. Necesitan saber cómo pueden seguir sus pasos dondequiera que él vaya. Que los pies del obrero sigan las pisadas de Jesús paso a paso, y no señalen otro camino por el cual marchar hacia el cielo...

Guíen a los hombres al Redentor--Muchos cristianos profesos se separaron de Cristo, el gran centro, e hicieron de sí mismos el centro; pero si quieren tener éxito en atraer a otros al Salvador, deben ir ellos mismos a él, y darse cuenta de su total dependencia de su gracia. Satanás ha tratado hasta lo máximo por romper la cadena que une a los hombres con Dios; él desea atar a las personas a su propio carro, convertirlas en esclavos a su servicio; pero hemos de trabajar en contra de él, y llevar a los hombres al Redentor.--Manual for Canvassers, 38, 39 (1902).

Un ser llevado a Jesús con toda seguridad

Cuando una persona ha sido llevada a Cristo por medio de este trabajo personal, permitan que Dios obre en el corazón que se ha rendido y humillado; permitan que Dios lo inste a prestar el servicio que él considere adecuado. Dios ha prometido que su gracia será suficiente para cada uno de quienes vengan a él. Los que se entregan a Jesús, los que abren la puerta del corazón y lo invitan a entrar, estarán seguros. Él dice: "Yo soy el camino, y la verdad y la vida". Juan 14:6. Al poseer a Cristo, poseen la verdad. Estarán completos en él (Ibíd.).

Absoluta honradez

Si el colportor obra de manera equivocada, si pronuncia falsedad y práctica el engaño, pierde dignidad. Puede ser que no esté consciente de que Dios lo está mirando y que conoce todos sus negocios, que los santos ángeles pesan sus intenciones y escuchan sus palabras, y que será recompensado conforme a sus obras; pero aunque le fuera posible ocultar de la inspección humana y divina su mal proceder, aún así su actitud impropia sería perjudicial para su mente y carácter. Un acto no determina el carácter, pero derriba la barrera, y la próxima tentación se acaricia con más facilidad, hasta que finalmente se forma un hábito de prevaricación y falta de honradez en el negocio, y ya no se puede confiar en él.

Hay muchas personas en los hogares y en la iglesia que no dan importancia a las inconsecuencias evidentes. Hay jóvenes que aparentan ser lo que no son. Parecen ser honrados y leales, pero son como sepulcros blanqueados: atractivos por fuera, mas corrompidos por dentro. El corazón está manchado, teñido de pecado; y así permanece el registro en los atrios celestiales. Se ha llevado a cabo dentro de sus mentes un proceso que los ha endurecido hasta el punto de hacerlos insensibles. Pero si sus caracteres, los cuales son pesados en las balanzas del santuario, fueren pronunciados faltos en el gran día del Señor, sería para ellos una calamidad que ahora no comprenden. La verdad, preciosa y sin mancilla, ha de formar parte del carácter.

Pureza de vida--No importa el camino que se tome, el sendero de la vida está lleno de peligros. Si los obreros en cualquiera de los ramos de la causa se descuidan y no prestan atención a sus intereses eternos, se encuentran frente a una gran pérdida. El tentador buscará la manera de alcanzarlos. Tenderá redes a sus pies y los dirigirá por sendas extraviadas. Estarán seguros solamente aquellos cuyos corazones están guarnecidos con sanos principios. Como David, orarán: "Afirma mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen". Salmos 17:5. Hay que librar una constante batalla contra el egoísmo y la corrupción del corazón humano. A menudo parece que los impíos prosperan en sus caminos; pero quienes se olvidan de Dios, aunque sea por una hora o un momento, van por un camino peligroso. Quizá no se den cuenta de los peligros; pero, cuando se enteran, el hábito, como un aro de hierro, los mantiene sujetos a la maldad con la cual se han relacionado tan de cerca. Dios desprecia su comportamiento y su bendición no los acompañará.

No hemos de relacionarnos con el pecado--He visto que algunos jóvenes se dedican a esta obra sin vincularse con el cielo. Se plantan en el camino de la tentación para demostrar su valentía. Se ríen de las locuras de los demás. Conocen el verdadero camino; saben cómo conducirse. ¡Vean qué bien pueden resistir la tentación! ¡Ni pensar en que van a caer! Pero no han puesto a Dios como su defensa. Satanás les ha tendido una trampa engañosa, y son ellos mismos los que se convierten en el objeto de burla de los insensatos.

Nuestro gran adversario tiene agentes que constantemente buscan la oportunidad para destruir vidas, de la misma forma como un león caza su presa. Evítalos, joven; porque aunque aparenten ser tus amigos, solapadamente te introducirán en los malos caminos y las malas prácticas. Con sus labios te halagan y ofrecen ayudarte y conducirte, pero sus pasos llevan al infierno. Si escuchas sus consejos, tu vida puede llegar a su punto crítico. Una protección que se elimine de la conciencia, la práctica de un solo mal hábito, un solo descuido del elevado llamado del deber, puede ser el principio de un camino de engaño que te traspasará a las filas de aquellos que sirven a Satanás, mientras tú sigues profesando que amas a Dios y a su causa. Un momento de descuido, un solo mal paso, puede hacer virar toda la corriente de vuestra vida en una dirección equivocada. Posiblemente nunca sepan lo que ocasionó vuestra ruina, hasta que se pronuncie la sentencia: "¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!"

Evítense las malas compañías--Algunos jóvenes saben que lo que he dicho más o menos describe su proceder. Sus caminos no están ocultos para el Señor, aunque quizá lo estén para sus mejores amigos, aun para sus padres y madres. Tengo poca esperanza de que algunos de éstos cambien su comportamiento de hipocresía y engaño. Otros que han errado están procurando redimirse. Que el amado Jesús les ayude a poner vuestro rostro como un pedernal en contra de todas las falsedades y de las adulaciones de los que quieren debilitar su determinación de hacer el bien o inculcarles dudas o sentimientos de infidelidad para sacudir su fe en la verdad. Jóvenes amigos, no pasen ni una hora en compañía de quienes los incapaciten para hacer la obra pura y santa de Dios. No hagan nada en presencia de personas extrañas que no harían en presencia de su padre y su madre, o que les cause vergüenza ante Cristo y los santos ángeles.

Algunos pensarán que a los guardadores del sábado no les hacen falta estas precauciones, pero aquellos a quienes se aplican saben lo que quiero decir. Les digo jóvenes, cuídense; porque no pueden hacer nada que no esté descubierto ante los ojos de los ángeles y de Dios. No pueden hacer una obra mala sin que otros se vean afectados por ella. La conducta de ustedes, además de revelar de qué clase de material está hecho el edificio del propio carácter, ejerce también una poderosa influencia en los demás. Nunca pierdan de vista el hecho de que pertenecen a Dios, que él los ha comprado con precio, y que han de rendir cuenta ante él por los talentos que les ha encomendado. Nadie debiera tomar parte en la obra del colportaje si sus manos están manchadas de pecado o cuyo corazón no esté bien con Dios, porque tales personas seguramente deshonrarán la causa de la verdad. Los que son obreros en el campo misionero necesitan que Dios los guíe. Deben cuidarse de comenzar bien y luego continuar callada y firmemente en el camino de la rectitud. Deben ser resueltos, porque Satanás es determinado y perseverante en sus esfuerzos por derrotarlos.--Testimonios para la Iglesia 5:373-376 (1885).

Constante dependencia de Dios

El que en su obra arrostra pruebas y tentaciones debe sacar provecho de estas cosas y aprender a confiar más decididamente en Dios. Debe sentir que depende de él en todo momento.

No debe albergar quejas en su corazón ni expresarlas con sus labios. Cuando tiene éxito, no debe atribuirse la gloria a sí mismo, porque su éxito se debe a que los ángeles de Dios obran en los corazones. Recuerde que tanto durante los momentos alentadores como durante los desalentadores, los mensajeros celestiales están siempre a su lado. Debe reconocer la bondad de Dios, y alabarle con alegría.

Cristo hizo a un lado su gloria, y vino a esta Tierra a sufrir por los pecadores. Si encontramos penurias en nuestro trabajo, miremos a Aquel que es el autor y consumador de nuestra fe. Entonces no fracasaremos ni nos desalentaremos. Soportaremos las penurias como buenos soldados de Jesucristo. Recordemos lo que él dice acerca de todos los verdaderos creyentes: "Nosotros somos colaboradores de Dios; y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios". 1 Corintios 3:9.--Joyas de los Testimonios 2:550 (1900).

La mayor necesidad del mundo

La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus vidas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos.--La Educación, 57 (1903).