El Colportor Evangélico

Capítulo 8

Plenamente preparados

Una preparación cabal

Se puede hacer una obra mucho más eficiente en el ramo del colportaje que la que se ha hecho hasta el momento. El colportor no debe estar conforme a menos que esté constantemente mejorando. Debe prepararse cabalmente, pero no debe contentarse con una presentación hecha de memoria; debe darle la oportunidad al Señor de obrar mediante sus esfuerzos y de impresionar su mente. El amor de Jesús que habita en el corazón lo habilitará para idear los medios de acercarse a individuos y familias.--Testimonios para la Iglesia 5:373 (1885).

Debe prepararse un equipo de colportores, por medio de una instrucción completa y práctica, para manejar las publicaciones que salgan de la prensa.--Carta 66, 1901.

El conocimiento de la palabra de Dios

En la mente de todos debe almacenarse un conocimiento de las verdades de la Palabra de Dios, para que estén listos, en cualquier momento, para presentar de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.--Obreros Evangélicos, 298 (1880).

Un conocimiento del libro que venden

Los colportores deben familiarizarse esmeradamente con el libro que están vendiendo y deben poder llamar la atención a sus capítulos importantes.--Joyas de los Testimonios 2:554 (1900).

El cultivo de la mente y del corazón

Se necesitan jóvenes que sean hombres de entendimiento, que aprecien las facultades intelectuales que Dios les ha dado, y que las cultiven con el mayor cuidado. El ejercicio engrandece estas facultades y, si no se descuida el cultivo del corazón, el carácter resultará equilibrado. Los medios para lograr el mejoramiento están al alcance de todos. Entonces, que ninguno defraude al Maestro cuando él venga buscando fruto y se le presenten sólo hojas. Una determinación firme, santificada por la gracia de Cristo, hará maravillas.--Testimonios para la Iglesia 5:380 (1885).

Sean los colportores estudiantes fieles, que aprendan a dar éxito a su trabajo. Mientras están así empleados, mantengan sus ojos, oídos y entendimientos abiertos para recibir sabiduría de Dios, con el fin de saber ayudar a los que perecen por falta del conocimiento de Cristo. Concentre cada obrero sus energías, y use sus facultades para el servicio más elevado, que consiste en rescatar a los hombres de las trampas de Satanás y vincularlos con Dios, asegurando la cadena de su dependencia por medio de Jesucristo, el amarre, al trono circuido por el arco iris de la promesa.--Joyas de los Testimonios 2:555 (1900).

La responsabilidad de los maestros de los colportores

Los maestros en la obra del colportaje tienen grandes responsabilidades. Los que comprendan correctamente su posición, dirigirán e instruirán a los que están bajo su cuidado con un sentido de su responsabilidad personal e inspirarán a otros a la fidelidad en la causa. Orarán mucho, comprenderán que sus palabras y acciones están haciendo impresiones que no se borraran con facilidad, sino que serán tan perdurables como la eternidad. Se darán cuenta de que ningún otro podrá venir después de ellos para corregir sus errores, o suplir sus deficiencias. Cuán importante es, pues, que el tema, el porte y el espíritu del maestro estén de acuerdo con las instrucciones de Dios.--The Review and Herald, 20 de mayo de 1890.

Para ser educados y preparados

Los presidentes de nuestras asociaciones y otras personas que ocupan posiciones de responsabilidad tienen un deber que cumplir en este asunto, para que los diferentes ramos de nuestra obra reciban igual atención. Se han de educar y adiestrar colportores para hacer la obra indispensable de vender los libros sobre la verdad presente que la gente necesita. Es necesario que se dediquen a esta obra hombres de profunda experiencia cristiana, hombres de mente bien equilibrada, fuertes y bien educados. El Señor desea que emprendan el colportaje quienes sean capaces de educar a otros, que puedan despertar en jóvenes promisorios de uno y de otro sexo un interés en este ramo de la obra e inducirlos a iniciar el colportaje con éxito. Algunos tienen el talento, la educación y la experiencia que los habilitarían para educar a los jóvenes para el colportaje de tal manera que se logre mucho más de lo que se logra ahora.

Los que tiene experiencia con los que no la tienen--Quienes han adquirido experiencia en este trabajo tienen un deber especial que cumplir en lo que se refiere a enseñar a otros. Eduquen, eduquen, eduquen a jóvenes de uno y otro sexo para que vendan los libros que los siervos del Señor escribieron, inducidos por su Espíritu Santo. El Señor desea que seamos fieles en educar a los que aceptan la verdad, para que puedan creer con un propósito y trabajar inteligentemente según el método del Señor. Relaciónense las personas inexpertas con obreros de experiencia para que puedan aprender a trabajar. Busquen muy fervorosamente al Señor. Pueden hacer una buena obra en el colportaje si obedecen las palabras: "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina". 1 Timoteo 4:16. Los que den evidencia de estar verdaderamente convertidos y emprendan el colportaje, verán que es la mejor preparación para otros ramos de labor misionera.

Si los que conocen la verdad la quieren practicar, idearán métodos para encontrar a la gente donde está. Fue la providencia de Dios la que en los comienzos de la iglesia cristiana dispersó a los santos y los hizo salir de Jerusalén a muchas partes del mundo. Los discípulos de Cristo no permanecieron en Jerusalén ni en las ciudades cercanas, sino que transpusieron los límites de su propio país y siguieron las grandes vías de comunicación, buscando a los perdidos para llevarlos a Dios. Hoy el Señor desea ver su obra realizada en muchos lugares. No debemos limitar nuestras labores a unas pocas localidades.--Joyas de los Testimonios 2:545, 546 (1900).

De dos en dos

Los colportores deben ser enviados de dos en dos. Los obreros sin experiencia deben enviarse con los que tengan más experiencia, y que puedan darles ayuda. Pueden conversar juntos y estudiar la Palabra de vida juntos, orando el uno por el otro. De esta manera, ambos, el cristiano más joven y el de más años, recibirán la bendición de Dios.--Manual for Canvassers, 17 (1902).

En el servicio de Dios

Los colportores deben ser impresionados por el hecho de que la obra del colportaje es la misma obra que el Señor desea que hagan. Deben recordar que están en el servicio de Dios.

Se requiere un esfuerzo esmerado; debe darse instrucción; debe mantenerse delante de los obreros un sentido de la importancia de la obra. Todos deben ejercer el espíritu de abnegación y sacrificio propio que fue ejemplificado en la vida de nuestro Redentor.

El capítulo 6 de Isaías--Lean los colportores el capítulo 6 de Isaías, y aprovechen sus enseñanzas:

"Entonces dije: '¡Ay de mí! que soy muerto!, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos'. Y voló hacia mí uno de los serafines, trayendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas. Tocando con él sobre mi boca, dijo: 'He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa y limpio tu pecado'. Después oí la voz del Señor, que decía: '¿A quién enviaré y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: 'Heme aquí, envíame a mí'". Isaías 6:5-8.

Esta representación se repetirá una y otra vez. El Señor desea que tomen parte en esta grandiosa obra muchas personas, que sean consagradas, cuyos corazones sean humildes, que estén dispuestas a ocuparse en cualquier ramo de trabajo que demande sus servicios.--Manual for Canvassers, 18, 19 (1902).

Progresos constantes

El seguidor de Jesús mejorará constantemente sus modales, hábitos, espíritu y trabajo. Esto lo logra fijando los ojos, no en los meros progresos externos y superficiales, síno en Jesús. Se verificará una transformación en la mente, en el espíritu, en el carácter. El cristiano es educado en la escuela de Cristo para anhelar las gracias de su Espíritu con toda mansedumbre y humildad. Se está preparando para asociarse con los ángeles celestiales.--Obreros Evangélicos, 300 (1915).

Dios desea que aprovechemos toda oportunidad de prepararnos para su obra. Espera que dediquemos todas nuestras energías a realizar dicha obra, y que mantengamos nuestros corazones susceptibles a su carácter tan sagrado y a sus temibles responsabilidades.--El Ministerio de Curación, 398 (1905).