El Colportor Evangélico

Capítulo 10

Una voz y un lenguaje agradable

El don del habla

De todos los dones que Dios ha concedido a los hombres, ninguno es más precioso que el don del habla. Si está santificado por el Espíritu Santo, es una fuerza para el bien. Con la lengua convencemos y persuadimos; con ella ofrecemos oración y alabanza a Dios; y con ella transmitimos ricos pensamientos acerca del amor del Redentor. Por el uso correcto del don del habla, el colportor puede sembrar en muchos corazones las preciosas semillas de la verdad.--Joyas de los Testimonios 2:552 (1900).

Debe darse más atención al cultivo de la voz. Podemos tener conocimiento, pero a menos que sepamos cómo usar la voz correctamente, nuestra obra será un fracaso. A menos que podamos revestir nuestras ideas de un lenguaje apropiado, ¿de qué valdrá nuestra educación? El conocimiento nos será de poca ventaja a menos que cultivemos el talento del habla; pero es un poder maravilloso cuando está combinado con la capacidad de hablar palabras sabias y útiles, y de pronunciarlas de un modo que capten la atención.--Testimonios para la Iglesia 6:383 (1900).

Jóvenes y señoritas, ¿ha colocado Dios en vuestro corazón el deseo de servirle? Entonces, por todos los medios, cultiven la voz hasta el máximo de su capacidad, de manera que puedan presentar en forma clara la preciosa verdad a los demás (Ibíd.).

Hablar clara y distintamente

Cuando hablen, que cada palabra esté completa y bien modulada, que cada frase sea clara y distinta hasta la palabra final. Muchas personas, al llegar al fin de una sentencia, disminuyen el tono de la voz, hablando en forma tan indistinta que se destruye la fuerza del pensamiento. Las palabras que merecen ser habladas, merecer ser dichas con una voz clara y distinta, con énfasis y expresión. Pero nunca escojan palabras que den la impresión de que son sabios. Cuanto mayor sea vuestra sencillez, mejor se entenderán vuestras palabras (Ibíd.).

Una cualidad indispensable

El colportor que puede hablar en forma clara y distinta acerca de los méritos del libro que presenta, encontrará que esto le resulta de gran ayuda para obtener el pedido. Puede tener oportunidad de leer un capítulo, y por el tono musical de su voz y énfasis colocado en las palabras, puede hacer que la escena presentada se destaque con tanta claridad en la mente del oyente, como si pudiera ser vista en la realidad.

La capacidad de hablar con claridad y en forma distinta, con tonos plenos y amplios, es valiosa en todo ramo de trabajo. Esta cualidad es indispensable en los que desean ser ministros, evangelistas, instructores bíblicos o colportores. Los que hacen planes para entrar en estas ramas de trabajo deberían aprender a usar la voz en forma tal que, cuando hablen a la gente acerca de la verdad, ésta haga una decidida impresión para el bien. La verdad no debe echarse a perder por comunicarla de manera defectuosa.--Manual for Canvassers, 23, 24 (1902).

Decirla con sencillez

Los hombres y las mujeres vagan en medio de las tinieblas del error. Desean saber qué es verdad. Díganselo, no con lenguaje presuntuoso, sino con la sencillez de los hijos de Dios.--Manual for Canvassers, 39, 40 (1902).

Palabras bien elegidas

No sean descuidados en sus palabras por estar entre los no creyentes, pues ellos los están juzgando. Estudien la instrucción dada a Nadab y Abiú, los hijos de Aarón. Ellos "ofrecieron delante de Jehová un fuego extraño, que él nunca les había mandado". Tomando fuego común lo colocaron en sus incensarios. "Entonces salió de la presencia de Jehová un fuego que los quemó, y murieron delante de Jehová. Luego dijo Moisés a Aarón: 'Esto es lo que Jehová afirmó cuando dijo: "En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado"'". Levítico 10:1-3. Los colportores deberían recordar que están trabajando con el Señor para salvar a los hombres, y que no han de introducir ninguna ordinariez o vulgaridad en su sagrado servicio. Que la mente se llene de pensamientos puros y santos, y que las palabras sean bien elegidas. No obstaculicen el éxito de vuestra obra por pronunciar palabras livianas y descuidadas.--Manual for Canvassers, 24 (1902).

Palabras que conquistan; una conducta amable y cortés

Aquellos que trabajan para Cristo han de ser íntegros y fidedignos, firmes como una roca en sus principios, y al mismo tiempo bondadosos y corteses. La cortesía es una de las gracias del Espíritu. El tratar con las mentes humanas es la mayor obra jamás confiada al hombre; y el que quiera obtener acceso a los corazones debe acatar la recomendación: "Sed... compasivos, corteses". El amor hará lo que no logrará la discusión. Pero un momento de petulancia, una sola respuesta abrupta, una falta de cortesía cristiana en algún asunto sin importancia, puede dar por resultado la pérdida tanto de amigos como de influencia.

El obrero cristiano debe esforzarse por ser lo que Cristo era cuando vivía en esta Tierra. Él es nuestro ejemplo, no sólo en su pureza sin mancha, sino también en su paciencia, amabilidad y disposición servicial. Su vida es una ilustración de la cortesía verdadera. Él tenía siempre una mirada bondadosa y una palabra de consuelo para los menesterosos y los oprimidos. Su presencia hacía más pura la atmósfera del hogar. Su vida era como levadura que obraba entre los elementos de la sociedad. Puro y sin mancha, andaba entre los irreflexivos, groseros y descorteses; entre injustos publicanos y samaritanos, soldados paganos, toscos campesinos y la muchedumbre...

La religión de Jesús ablanda cuanto haya de duro y brusco en el genio, y suaviza lo tosco y violento de los modales. Hace amables las palabras y atrayente el porte. Aprendamos de Cristo a combinar un alto sentido de la pureza e integridad con una disposición alegre. Un cristiano bondadoso y cortés es el argumento más poderoso que se pueda presentar en favor del cristianismo.

Las palabras bondadosas son como el rocío y suaves lluvias para el espíritu. La Escritura dice de Cristo que la gracia fue derramada en sus labios, para que supiese "hablar palabras al cansado". Y el Señor nos recomienda: "Sea vuestra palabra siempre con gracia", con el fin de que "dé gracia a los oyentes".

Puede ser que algunos de aquellos con quienes están en contacto sean rudos y descorteses, pero no sean ustedes menos corteses por causa de ello. Aquel que desee conservar su respecto propio debe tener cuidado de no herir innecesariamente el de los demás. Esta regla debe observarse religiosamente para con los más duros de entendimiento, para con los que más yerran.--Obreros Evangélicos, 127, 128 (1915).

La voz del salvador

La voz del Salvador era como música a los oídos de aquellos que habían estado acostumbrados a la prédica monótona y sin vida de los escribas y fariseos. Él hablaba lenta e impresionantemente, recalcando las palabras a las cuales deseaba que sus oyentes prestasen atención especial... La facultad del habla es de gran valor, y la voz debe cultivarse para bendición de aquellos con quienes tratamos.--Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 227, 228 (1913).

Sus palabras atraían los corazones

Hemos de hablar de Cristo a quienes no lo conocen. Hemos de obrar como lo hizo Cristo. Doquiera él estuviera--en la sinagoga, junto al camino, en un bote algo alejado de tierra, en el banquete del fariseo o en la mesa del publicano--, hablaba a las gentes de las cosas concernientes a la vida superior. Relacionaba la naturaleza y los acontecimientos de la vida diaria con las palabras de verdad. Los corazones de sus oyentes eran atraídos hacia él; porque él había sanado a sus enfermos, había consolado a los afligidos, y tomando a sus niños en sus brazos, los había bendecido. Cuando él abría los labios para hablar, la atención se concentraba en él, y cada palabra era para alguna persona sabor de vida para vida.

Así debe ser con nosotros. Doquiera estemos, hemos de procurar aprovechar las oportunidades que se nos presenten para hablar a otros del Salvador. Si seguimos el ejemplo de Cristo en hacer bien, los corazones se nos abrirán como se le abrían a él. No bruscamente, sino con tacto impulsado por el amor divino, podremos hablarles de Aquel que es "distinguido entre diez mil", y "todo en él codiciable". Cantares 5:10, 16. Esta es la obra suprema en la cual podemos emplear el talento del habla. Dicho talento nos ha sido dado para que podamos presentar a Cristo como el Salvador que perdona el pecado.--Palabras de Vida del Gran Maestro, 273, 274 (1900).