CON el plan actual de la educación, se abre una puerta de tentación para los jóvenes. Aunque generalmente tienen demasiadas horas de estudio, tienen aún muchas horas sin nada que hacer. Pasan frecuentemente estas horas libres en forma descuidada... Muchísimos jóvenes instruidos religiosamente en casa, que van a las escuelas comparativamente inocentes y virtuosos, llegan a corromperse por el trato con compañeros viciosos. Pierden el respeto propio y sacrifican los principios nobles. Entonces están preparados para seguir la senda hacia abajo; abusaron de tal manera de la conciencia que el pecado ya no les parece tan excesivamente pecaminoso. Estos males... podrían remediarse en extenso grado, si se pudieran combinar el estudio y el trabajo...
Algunos alumnos dedican todo su ser a los estudios, y concentran su mente con el objeto de educarse. Hacen trabajar el cerebro, pero dejan inactivas las facultades físicas. El cerebro se recarga, y los músculos se debilitan porque no se los ejercita. Cuando estos estudiantes se diploman, es evidente que han obtenido su educación a expensas de la vida. Han estudiado día y noche, año tras año, manteniendo continuamente su mente en tensión pero no han ejercitado suficientemente sus músculos...
Las jóvenes se entregan frecuentemente al estudio, y descuidan otros ramos de la educación que son aun más esenciales para la vida práctica que el estudio de los libros. Y después de haberse educado, son con frecuencia inválidas para toda la vida. Descuidaron su salud, permaneciendo demasiado encerradas entre cuatro paredes, privadas del aire puro del cielo y de la luz solar que Dios nos da. Estas jóvenes podrían haber salido de la escuela con salud, si hubiesen combinado con sus estudios las labores caseras y el ejercicio al aire libre.
La salud es un gran tesoro. Es el bien más precioso que puedan tener los mortales. La riqueza, los honores y el saber se compran a precio muy alto, si es con la pérdida del vigor y de la salud. Ninguna de estas cosas puede asegurar la felicidad, si falta la salud...
La maldición de la inacción
En muchos casos, los padres ricos no sienten la importancia de dar a sus hijos educación en los deberes prácticos de la vida, tanto como en las ciencias. No ven cuán necesario es, para bien de la mente y la moral de sus hijos y para su utilidad futura, darles una comprensión cabal del trabajo útil. Es una deuda que tienen para con ellos, a fin de que, si la desgracia les toca, puedan mantenerse en noble independencia, sabiendo usar sus manos. Si tienen un capital de fuerza, no pueden ser pobres, aun cuando no tengan un peso.
Muchos de los que en su juventud se hallan en la opulencia, pueden verse privados de todas sus riquezas, y quedar con padres, hermanos y hermanas que dependan de ellos para su sustento. ¡Cuán importante es entonces, que a todo joven se le enseñe a trabajar, para que esté preparado para cualquier emergencia! Las riquezas son en verdad una maldición cuando sus poseedores permiten que sean un obstáculo para que sus hijos e hijas obtengan el conocimiento del trabajo útil, que los habilitaría para una vida práctica...
La pobreza, en muchos casos, es una bendición; porque previene a jóvenes y niños de la ruina por la inacción. Las cualidades físicas tanto como las mentales, deben desarrollarse debidamente. El primer y constante cuidado de los padres debe ser el procurar que sus hijos tengan una constitución robusta y sean hombres y mujeres sanos. Es imposible alcanzar este objeto sin ejercicio físico. Para su propia salud física y su bien moral, a los niños debe enseñárseles a trabajar, aun cuando no lo necesiten pecuniariamente. Para que tengan un carácter puro y virtuoso, deben recibir la disciplina del trabajo bien regulado, que pondrá en ejercicio todos sus músculos. La satisfacción que los niños tienen en ser útiles, y en sacrificarse para ayudar a otros, será el placer más saludable que puedan disfrutar...
Padres, la inacción es la mayor maldición que jamás haya caído sobre la juventud. No debéis permitir a vuestras hijas que se queden en cama hasta tarde por la mañana, durmiendo durante las preciosas horas que Dios les ha prestado para que las usen con el mejor propósito, y de las cuales tendrán que darle cuenta. Ocasiona gran perjuicio a sus hijas la madre que lleva la carga que, para su bien presente y futuro, ellas debieran ayudar a sobrellevar...
Ventajas del trabajo físico
El ejercicio en las labores domésticas es de la mayor ventaja para las niñas. La labor física no impedirá que cultiven el intelecto; lejos de ello. Las ventajas obtenidas por el trabajo físico, darán equilibrio a una persona, e impedirán que su mente sea recargada. El trabajo recaerá sobre los músculos y aliviará el cerebro cansado... Se requiere un cuerpo sano para un intelecto sano. La sanidad física y el conocimiento práctico de todos los deberes caseros necesarios, no será nunca un impedimento para el intelecto bien desarrollado; ambas cosas son altamente importantes...
En generaciones pasadas, debiera haberse hecho provisión para impartir educación en una escala mayor. En relación con las escuelas, debieran haberse tenido establecimientos agrícolas y fabriles, y profesoras de labores domésticas para dedicar una porción del tiempo de cada día al trabajo, a fin de que las facultades físicas y mentales pudiesen ejercitarse igualmente. Si las escuelas se hubieran establecido de acuerdo con el plan mencionado, no habría ahora tantas mentes desequilibradas...
Un constante recargo del cerebro cuando los músculos permanecen inactivos, debilita los nervios y da a los estudiantes un deseo casi irrefrenable de cambio y diversiones excitantes. Cuando se los deja libres, después de haber estado confinados al estudio durante varias horas al día, están casi desenfrenados. Muchos hay que nunca fueron disciplinados en casa. Se les ha permitido seguir sus inclinaciones, y piensan que la restricción de las horas de estudio es una carga severa que se les impone; y como no tienen nada que hacer después de esas horas, Satanás les sugiere como cambio, deportes y travesuras. Su influencia sobre los otros estudiantes es desmoralizadora...
Si hubiese habido establecimientos agrícolas y fabriles relacionados con nuestras escuelas, y maestros competentes para educar a los jóvenes en los diversos ramos del estudio y del trabajo, que dedicasen una porción de cada día al progreso mental y otra al trabajo físico, habría ahora una clase de jóvenes más elevados para presentarse en el escenario de acción, y para ejercer una sana influencia para amoldar a la sociedad. Muchos de los jóvenes graduados de tales instituciones saldrían dotados de un carácter estable. Tendrían perseverancia, fortaleza y valor para superar los obstáculos, y principios que no se dejarían torcer por las malas influencias, por populares que fuesen.
Debería haber habido maestros expertos para dar lecciones a las señoritas en el departamento culinario. Debiera haberse enseñado a las jóvenes a cortar, hacer y remendar ropa, a fin de educarse para los deberes prácticos de la vida. Para los jóvenes, debiera haber habido establecimientos donde pudieran ellos aprender diversos oficios, que pusiesen en ejercicio sus músculos tanto como sus facultades mentales.
Si los jóvenes pueden obtener tan sólo una educación unilateral, ¿qué será de mayor consecuencia: un conocimiento de las ciencias, con todas las desventajas que significan para la salud y la vida; o un conocimiento del trabajo para la vida práctica? Contestamos sin vacilar: lo último. Si uno de los dos debe descuidarse, sea el estudio de los libros.
La educación de las niñas
Son muchas las jóvenes casadas, que tienen familias pero poseen poco conocimiento práctico de los deberes que incumben a una esposa y madre. Pueden leer y tocar un instrumento de música; pero no saben cocinar. No saben hacer buen pan, que es muy esencial para la salud de la familia. No saben cortar ni hacer ropas, porque nunca lo han aprendido. Consideran estas cosas como no esenciales, y en su vida matrimonial, dependen tanto de otras personas para hacer estas cosas como sus propios hijitos. Es esta ignorancia inexcusable de los deberes más primordiales de la vida lo que hace a tantas familias desgraciadas...
Distribución equitativa del trabajo
La mente de los pensadores trabaja demasiado arduamente. Con frecuencia usan pródigamente sus facultades mentales; mientras que hay otra clase cuyo blanco más elevado en la vida es el trabajo físico. Esta última clase no ejercita la mente. Ejercitan sus músculos, pero privan a su cerebro de fuerza intelectual, mientras que la mente de los hombres pensadores se recarga al paso que su cuerpo queda privado de fuerza y vigor por su negligencia en cuanto a ejercitar sus músculos... Si los intelectuales compartiesen hasta cierto punto las cargas de la clase trabajadora, y fortaleciesen así sus músculos, la clase trabajadora necesitaría hacer menos, y podría dedicar una parte de su tiempo a la cultura mental y moral. Los de hábitos sedentarios y literarios debieran hacer ejercicio físico, aun cuando no necesitasen trabajar para conseguir recursos. La salud debe ser un incentivo suficiente para unir el trabajo físico al mental.
La cultura moral, intelectual y física debe combinarse a fin de tener hombres y mujeres bien desarrollados y equilibrados. Algunos están preparados para ejercitar gran fuerza intelectual, mientras que otros se inclinan a amar y deleitarse en el trabajo físico. Ambas clases deben procurar perfeccionarse donde son deficientes, a fin de presentar a Dios todo su ser, en sacrificio vivo, santo y aceptable para él, que es su culto racional...
Los que se conforman con dedicar su vida al trabajo físico, y dejan a otros que piensen por ellos, mientras ejecutan simplemente lo que otros han planeado, tendrán músculos fuertes, pero intelectos débiles. Su influencia para bien es pequeña, en comparación con lo que podría haber sido si hubiesen usado su cerebro tanto como sus músculos. Esta clase cae más fácilmente si es atacada por la enfermedad, porque el organismo no está vivificado por las fuerzas eléctricas del cerebro para resistirla. Los hombres que tienen buenas facultades físicas, deben educarse a pensar tanto como obrar, y no depender de los demás para que les sirvan de cerebros.
El trabajo no degrada
Es un error popular entre una clase muy numerosa el considerar el trabajo como degradante; por eso los jóvenes anhelan educarse para ser maestros, dependientes, comerciantes, abogados, y ocupar casi cualquier puesto que no requiera trabajo físico. Las jóvenes consideran el trabajo doméstico como humillante. Y aunque el ejercicio físico requerido para las labores domésticas, si no es demasiado severo, es apropiado para fomentar la salud, procuran para educarse aquello que las hará idóneas para llegar a ser maestras o dependientes, o aprenden algún oficio que las encerrará entre cuatro paredes, o algún empleo sedentario...
Es cierto que tienen alguna excusa las jóvenes por no elegir el trabajo doméstico para emplearse, porque los que emplean jóvenes para la cocina las consideran generalmente como sirvientas. Frecuentemente no las respetan, sino que las tratan como si fuesen indignas de ser miembros de la familia. No les dan los privilegios que brindan a la costurera, a la dactilógrafa y a la maestra de música.
Pero no puede haber empleo más importante que el trabajo doméstico. El cocinar bien, el poner sobre la mesa alimentos sanos en forma atrayente, requiere inteligencia y experiencia. La persona que prepara el alimento que ha de ingerirse para que se convierta en sangre que nutra el organismo, ocupa un puesto muy importante y elevado. El puesto de copista, costurera o maestra de música, no puede igualarse en importancia al de la cocinera.
Una obra de reforma
El tiempo es demasiado corto ahora para realizar lo que podría haberse hecho en las generaciones pasadas; pero podemos hacer mucho, aun en estos postreros días, para corregir los males existentes en la educación de la juventud...
Somos reformadores. Deseamos que nuestros hijos estudien lo más ventajosamente posible. A fin de que puedan hacerlo, debe dárseles empleo que les haga ejercitar los músculos. El trabajo diario sistemático debe constituir parte de la educación, de los jóvenes, aun en este período tardío. Mucho puede ganarse ahora, relacionando el trabajo con nuestras escuelas. Al seguir este plan los estudiantes adquirirán agilidad de espíritu y vigor de pensamiento, y podrán realizar más trabajo mental en un tiempo determinado de lo que les sería posible si estudiaran solamente. Y podrán salir de la escuela con su constitución ilesa, y con fuerza y valor para perseverar en cualquier puesto en que la providencia de Dios los coloque.
Debido a que el tiempo es corto, debemos trabajar con diligencia y redoblada energía. Tal vez nuestros hijos no asistirán la universidad, pero pueden obtener en lo ramos esenciales una educación práctica que les dará cultura mental, y ejercitara sus facultades. Muchísimos jóvenes que han seguido un curso universitario no han obtenido aquella verdadera educación que pueden usar prácticamente (Testimonies for the Church, tomo 3, págs. 148-159).
Apelo a nuestras iglesias en las cuales hay escuelas, para que designen como maestros de los niños y jóvenes a quienes amen al Señor Jesucristo, y que hagan de la Palabra de Dios el fundamento de la educación. Deben enseñar a los jóvenes a conservarse sanos, obedeciendo las leyes del sano vivir. Los maestros y alumnos recibirán ayuda mental y espiritual de la abnegación, practicando los principios de la reforma pro salud. Hallarán ciertamente, como Daniel y sus compañeros, que se reciben bendiciones por conformar la vida a la palabra de Dios.
"Velad y orad", es una orden a menudo repetida en las escrituras. En la vida de los que obedezcan a esta orden, habrá una subcorriente de felicidad, que beneficiará a todos aquellos con quienes traten. Los que tienen una disposición agria e irritable, se volverán buenos y amables; los orgullosos se volverán mansos y humildes.