Consejos para los Maestros

Capítulo 50

El Peligro de las Diversiones

INCIDENTES recientemente ocurridos en nuestros colegios y sanatorios me inducen a presentar de nuevo las instrucciones que el Señor me dio para los maestros y alumnos de nuestra escuela de Cooranbong, Australia.

Durante abril de 1900, en la escuela de Avondale se decretó un día de asueto para los obreros cristianos. El programa del día requería una reunión en la capilla por la mañana, en la cual varias otras personas y yo nos dirigimos a los alumnos llamando su atención a lo que Dios había hecho para la edificación de esa escuela, y a sus privilegios y oportunidades como alumnos.

Después de la reunión, los alumnos dedicaron el resto del día a diversos juegos y deportes, algunos de los cuales eran frívolos, rudos y grotescos.

Durante la noche siguiente, me pareció estar presenciando las actuaciones de la tarde. La escena me fue presentada claramente, y se me dio un mensaje para el administrador y los maestros de la escuela.

Me fue mostrado que en las diversiones de la escuela aquella tarde, el enemigo había ganado una victoria; los maestros habían sido pesados en la balanza y hallados faltos. Sentí mucha angustia y preocupación al pensar que los que ocupaban puestos de responsabilidad hubiesen podido abrir la puerta y, por así decirlo, invitar al enemigo; porque fue lo que hicieron al permitir las diversiones que se realizaron. Como maestros, debieran haberse mantenido firmes y haberse opuesto a dar lugar al enemigo en cualquier manera. Por lo que ellos permitieron, mancillaron su foja de servicios y agraviaron al Espíritu de Dios. Los alumnos fueron estimulados en una conducta cuyos efectos no se iban a borrar fácilmente. No tiene fin la senda de las diversiones vanas, y todo paso dado en ella es un paso en la senda por la cual Cristo no ha viajado.

Esta introducción de planes erróneos fue la primera cosa contra la cual debieran haberse puesto celosamente en guardia. La escuela de Avondale fue establecida, no como las escuelas del mundo, sino, según Dios lo reveló, para ser una escuela modelo. Y puesto que esto había de ser, los encargados de ella debieran haberlo perfeccionado todo de acuerdo con el plan de Dios, descartando cuanto no estuviese en armonía con su voluntad. Si sus ojos hubieran estado untados con el colirio celestial, se habrían dado cuenta de que no podían permitir, sin deshonrar a Dios, las actividades que se realizaron aquella tarde.

El miércoles de mañana, cuando dirigí a los alumnos y a los demás que se habían congregado las palabras que el Señor me dio que hablara, no sabía nada de lo que había de realizarse después; porque no se me había comunicado nada de ello. ¿Cómo podían los que dirigían la escuela armonizar con las palabras pronunciadas las cosas que siguieron, que eran de un carácter tal que anulaban las instrucciones que acababan de llegarles de Dios? Si sus percepciones no hubiesen estado grandemente oscurecidas, habrían comprendido que esas instrucciones reprobaban todo proceder de esa naturaleza.

Yo sentía profundamente la importancia de las palabras que el Señor me dio en esa ocasión para maestros y alumnos. Esas instrucciones presentaban a los alumnos deberes del más alto orden; y cuando, por las diversiones a las cuales se dedicaron más tarde, se borraron las buenas impresiones hechas, era decir virtualmente: "No queremos tu camino, oh Dios; queremos el nuestro; queremos seguir nuestra propia sabiduría".

Durante la noche fui testigo de lo que se realizaba en los terrenos de la escuela. Cumplieron el propósito del enemigo los alumnos que participaban en la grotesca pantomima que se vio, y algunos de ellos lo hicieron en forma muy inconveniente. Me fue presentada una visión en la cual vi a los alumnos jugando partidas de tennis y cricket. Luego se me instruyó acerca del carácter de esas diversiones. Me fueron presentadas como una especie de idolatría, como los ídolos de las naciones.

Había más espectadores que los visibles en el terreno. Satanás y sus ángeles estaban allí, haciendo impresiones en las mentes humanas. Los ángeles de Dios, que ministraban a los que han de heredar la salvación, estaban también presentes, no para aprobar, sino para desaprobar. Se avergonzaban de que una exhibición tal fuese presentada por los profesos hijos de Dios. Las fuerzas del enemigo obtuvieron una victoria decidida, y Dios fue deshonrado. El que dio su vida para refinar, ennoblecer y santificar a los seres humanos, quedó agraviado por lo que se realizó.

Oyendo una voz, me di vuelta para ver quién me hablaba. Entonces con dignidad y solemnidad Alguien dijo: "¿Es ésta la manera de celebrar el aniversario de la apertura de la escuela? ¿Es ésta la ofrenda de gratitud que presentáis a Dios por las bendiciones que os ha dado? El mundo podría traer una ofrenda tan aceptable como ésta en esta ocasión memorable. Los maestros están cometiendo el mismo error que se ha cometido vez tras vez. Deben adquirir sabiduría de los incidentes pasados. El mundo negligente y ateo puede ofrecer muchas ofrendas como ésta, de una manera mucho más aceptable".

Dirigiéndose a los maestros, dijo: "Habéis cometido un error cuyos efectos será difícil borrar. El Señor de Israel no queda glorificado en la escuela. Si en este momento el Señor permitiese que acabase vuestra vida, muchos se perderían, eternamente separados de Dios y de los justos".

Consecuencia de apartarse una vez de lo recto

Estas cosas son una repetición de la conducta de Aarón, quien al pie del Sinaí permitió un primer comienzo de mala conducta al dejar que penetrase en el campamento de Israel un espíritu de holgorio y de vulgaridad. Moisés estaba en el monte con Dios, y Aarón había quedado encargado del pueblo. Manifestó su debilidad al no mantenerse firmemente contra las propuestas del pueblo. Podría haber ejercido su autoridad para impedir que la congregación hiciese el mal, pero así como en su casa fracasó con sus hijos, demostró la misma administración deficiente en el manejo de Israel. Su debilidad como jefe se vio en su deseo de agradar al pueblo, aun sacrificando los principios. Perdió su poder de mandar al conceder el primer permiso que dejó al pueblo contrariar las órdenes de Dios en el menor detalle. Y como resultado, entró el espíritu de idolatría, y la corriente puesta en movimiento no pudo ser detenida hasta que se hubieron tomado medidas severas y decisivas.

Se necesitó tiempo y mucho trabajo y pesar para borrar la influencia de lo sucedido en la escuela de Avondale en aquel miércoles de tarde. Pero el incidente fue una lección que ayudó a los encargados del colegio a comprender la tendencia de tales diversiones.

¡Qué exhibición fue aquella para que los alumnos informasen de ella a sus lejanos amigos y conocidos! Fue un testimonio que revelaba, no lo que Dios había realizado en la escuela, sino lo que Satanás había logrado. Grave es la consecuencia de una sola ocasión en que alguien se aparta así de la instrucción que Dios ha dado concerniente a nuestras escuelas. Una vez quebrantadas las vallas, el progreso del enemigo será importante, a menos que el Señor humille los corazones y convierta las mentes.

El esfuerzo para reconquistar lo que se perdió con las cosas que se hicieron en aquella tarde, costó a los maestros mucho trabajo. Fueron severamente probados. Entre los alumnos se mostró un deseo de más placeres, y menos consideración por la instrucción de la Palabra de Dios. El Señor del cielo quedó así deshonrado, y la complacencia de los deseos del corazón humano en el pecado y en el amor al placer, fue la educación recibida.

Gobiérnense a sí mismos de acuerdo con los altos y santos principios que Cristo ha dado en su Palabra los que educan a jóvenes. Recuerden ellos que, en cuanto sea posible, han de recuperar el terreno perdido, a fin de introducir en nuestras escuelas la espiritualidad que se veía en las de los profetas.

La Biblia como nuestra consejera

Los maestros necesitan un profundo conocimiento de la Palabra de Dios. La Biblia, y solamente la Biblia, debe ser su consejera. La Palabra de Dios es como las hojas del árbol de la vida. Allí se satisface toda necesidad de los que aman sus enseñanzas y las ponen en práctica en su vida. Muchos de los alumnos que vienen a nuestras escuelas son inconversos, aunque hayan sido bautizados. No saben lo que significa ser santificados por la fe en la verdad. Se les debe enseñar a escudriñar y comprender la Biblia, a recibir sus verdades en el corazón y ejecutarlas en la vida diaria. Así se fortalecerán en el Señor, porque los tendones y los músculos espirituales estarán nutridos por el pan de vida.

El Señor desea que sus dispensadores cumplan fielmente sus deberes, en su nombre y en su fortaleza. Creyendo en su palabra y actuando de acuerdo con sus enseñanzas, pueden avanzar venciendo y para vencer. Pero cuando los hombres se apartan de los principios de la justicia, conciben una alta opinión de su propia bondad y capacidad, e inconscientemente se exaltan a sí mismos. El Señor permite a los tales que anden solos y sigan su propio camino. Así les da oportunidad de verse tal como son, y manifestar a otros su debilidad. Él procura enseñarles que el camino del Señor debe seguirse siempre muy de cerca, que su Palabra ha de ser aceptada tal como se la lee, y que los hombres no han de idear planes de acuerdo con su propio juicio, sin tener en cuenta su consejo.

Nuestras escuelas han de ser como las de los profetas. En ellas se han de estudiar fervorosamente las verdades de la Biblia. Si son presentadas debidamente al intelecto y los alumnos se espacian reflexivamente en ellas, estas verdades les darán un deseo por lo que es infinitamente más elevado que las diversiones mundanales. A medida que se acerquen a Dios, llegarán a participar de la naturaleza divina, y las diversiones nacidas de la tierra se hundirán en la insignificancia. Las mentes de los alumnos se encaminarán más arriba, y contemplando el carácter de Jesús, se esforzarán por ser como él.

El empleo útil y el placer egoísta

En lugar de proveer diversiones que simplemente entretienen deben hacerse arreglos para que haya ejercicios benéficos. Los alumnos son enviados a nuestras escuelas para que reciban una educación que los habilite para salir como obreros de la causa de Dios. Satanás quisiera inducirles a creer que las diversiones son necesarias para la salud física; pero el Señor ha declarado que para ellos la mejor manera de obtener ejercicio físico es por medio del adiestramiento manual, y permitiendo que el empleo útil reemplace el placer egoísta. El deseo de diversiones, si es complacido, no tarda en desarrollar desagrado por el ejercicio útil y saludable del cuerpo y de la mente, que podría hacer a los alumnos eficientes para ayudarse a sí mismos y beneficiar a otros.

Dios les concede talentos a los hombres, no para que los sustraigan de la actividad o los empleen en la complacencia propia, sino para que los dediquen a beneficiar a otros. Dios les concede a los hombres el don del tiempo con el propósito de que le glorifiquen. Cuando ese tiempo se dedica al placer egoísta, las horas así pasadas son perdidas para toda la eternidad.

Nuestros jóvenes necesitan ser rodeados de influencias sanas y elevadoras. Deben ser mantenidos en el amor de la verdad. La norma presentada delante de ellos debe ser alta.