Consejos para los Maestros

Capítulo 63

Algunos Resultados del Estudio de la Biblia

LA BIBLIA contiene todo lo que es necesario para la salvación del alma, y al mismo tiempo es apta para disciplinar y fortalecer la mente. Usada como libro de texto en nuestras escuelas, resultará mucho más eficaz que cualquier otro libro para guiar sabiamente en los asuntos de esta vida, así como para ayudar al alma a ascender por la escalera que alcanza el cielo. La Biblia da al verdadero investigador un adiestramiento mental avanzado; sale de la contemplación de las cosas divinas con sus facultades enriquecidas. Se humilla el yo mientras que Dios y su verdad son ensalzados. Debido a que los hombres no están familiarizados con las verdades de la Biblia, se ensalza tanto al hombre y se honra tan poco a Dios.

Al escudriñar las páginas de la Palabra de Dios, nos movemos a través de escenas majestuosas y eternas. Contemplamos a Jesús, el Hijo de Dios, viniendo a nuestro mundo y participando en el misterioso conflicto que derrotó a las potestades de las tinieblas. ¡Cuán admirable, casi increíble, es que el Dios infinito consintiese en la humillación de su Hijo unigénito! Contemplen los estudiantes este gran pensamiento. No saldrán de una contemplación tal sin haber sido elevados, purificados, ennoblecidos.

La Palabra de Dios es el alimento espiritual con el cual el cristiano debe fortalecerse en espíritu y en intelecto, a fin de batallar por la verdad y la justicia. La Biblia enseña que todo pecado que nos asedia debe ser desechado, que debe sostenerse la guerra contra el mal hasta que toda mala tendencia haya sido vencida. El agente humano debe colocarse como estudiante voluntario en la escuela de Cristo. Mientras acepta la gracia que se le ofrece libremente, la presencia del Salvador en los pensamientos y en el corazón le darán decisión de propósito para poner a un lado todo peso, a fin de que el corazón sea henchido con toda la plenitud de Dios.

La sencillez de la verdadera piedad debe impartiese en la educación de nuestros jóvenes, para que sepan escapar de la corrupción que hay en el mundo. Debe enseñárseles que los verdaderos seguidores de Cristo servirán a Dios no sólo cuando el hacerlo esté de acuerdo con sus inclinaciones, sino también cuando signifique abnegación y llevar la cruz. Los pecados que asedian deben ser combatidos y vencidos. Los rasgos objetables de carácter, sean hereditarios o cultivados, deben ser comparados con la gran regla de justicia, y luego vencidos en la fuerza de Cristo. Día tras día, hora tras hora, ha de continuar en el corazón una obra vigorosa de abnegación y santificación; entonces las acciones darán testimonio de que Jesús mora en el corazón por la fe. La santificación no cierra las avenidas del alma al conocimiento, sino que expande la mente y la inspira a buscar la verdad como tesoro escondido.

Una guía infalible

El joven que hace de la Biblia su guía, no está condenado a equivocar la senda del deber y de la seguridad. Este libro le enseñará a conservar su integridad de carácter, a ser veraz, a no practicar engaño. Le enseñará que nunca debe transgredir la ley de Dios a fin de lograr algo deseado, aunque el obedecer signifique un sacrificio. Le enseñará que la bendición del cielo no descansa sobre el que se aparta de la senda del deber; que aunque los hombres parezcan prosperar en la desobediencia, cosecharán seguramente el fruto de la siembra que hayan hecho.

Únicamente los que estiman las Escrituras como la voz de Dios que les habla, son los que aprenden verdaderamente. Tiemblan a la voz de Dios, porque para ellos es una realidad viva. Abren su entendimiento a la instrucción divina, y oran por gracia, a fin de obtener una preparación para servir. Cuando el buscador de la verdad tiene en su mano la antorcha divina, ve en su propia flaqueza la desesperanza de mirarse a sí mismo en busca de justicia. Ve que no hay en él nada que lo pueda recomendar a Dios. Ora para que el Espíritu Santo, el representante de Cristo, sea su guía constante y que lo conduzca a toda verdad. Repite la promesa: "Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas" (Juan 14: 26).

Recibe para dar

El estudio de la Biblia en nuestras escuelas dará a los estudiantes ventajas especiales. Los que reciban en su corazón los santos principios de la verdad obrarán con energía creciente. Ninguna circunstancia podrá alterar su resolución de alcanzar la norma más elevada que sea posible. Y lo que hayan recibido lo impartirán a otros. Mientras beben de la fuente de agua viva, brotarán de ellos raudales vivos para bendecir y refrigerar a otros.

El estudiante diligente de la Biblia crecerá constantemente en conocimiento y discernimiento. Su intelecto abarcará temas elevados, y echará mano de la verdad de las realidades eternas. Sus motivos de acción serán correctos. Empleará el talento de la influencia para ayudar a otros a comprender más perfectamente las responsabilidades que Dios les ha dado. Su corazón será un manantial de gozo y el éxito acompañará a su esfuerzo de impartir a otros las bendiciones que ha recibido.

El talento del conocimiento, santificado y usado en el servicio del Maestro, no se pierde nunca. Un esfuerzo abnegado para hacer el bien, será coronado de éxito. "Somos colaboradores de Dios" (1 Cor 3: 9). El Señor cooperará con el obrero humano. A él se debe dar la gloria y la alabanza por lo que podemos realizar.

El Señor queda deshonrado por el deterioro o la perversión de los talentos que ha confiado a los hombres. Es deber y privilegio del cristiano utilizarlos sabiamente. Cristo dio su vida a fin de comprar para los hombres el privilegio de ser colaboradores de Dios. Sin embargo, miles de los que han recibido mucha luz y muchas oportunidades, no aprovechan las bendiciones que están a su alcance.

Solamente es sana y esencial la educación que conduce a un conocimiento del valor que Dios reconoce a la humanidad. A los que estudian en nuestras escuelas hay que enseñarles que son de valor a la vista de Dios, que han sido comprados a un precio infinito. Se les debe inculcar la importancia del debido uso de toda facultad del ser. Han de revestirse de Cristo; entonces usarán todas sus facultades en un trabajo perseverante e intenso para su servicio.

Se les ha de enseñar a socorrer a los que necesitan estímulo. Mientras procuran ayudar a otros, ellos mismos crecerán en gracia y "conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Ped 3: 18), y aumentarán su eficiencia. "Vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios" (1 Cor. 3: 9). Los cristianos cumplirán el propósito que Dios tiene para ellos, únicamente si crecen en conocimiento, y le devuelven en un servicio ferviente los dones que han recibido.

Una mente nueva

Las verdades de la Palabra de Dios no son simples sentimientos, sino las declaraciones del Altísimo. El que hace de ellas una parte de su vida llega a ser en todo sentido una nueva criatura. No se le dan nuevas facultades mentales, sino que se eliminan las tinieblas que mediante la ignorancia y el pecado han anublado el entendimiento.

Las palabras "os daré corazón nuevo" (Eze. 36: 26), significan, os daré una mente nueva. Ese cambio de corazón va siempre acompañado por un claro concepto del deber cristiano, por la comprensión de la verdad, que nos es proporcionada por la Palabra de Dios. El que presta a las Escrituras una atención detenida y acompañada de oración obtendrá una clara comprensión y un juicio sano, como si al dirigirse a Dios hubiese alcanzado un plano más alto de inteligencia.

Si la mente se dedica a la tarea de estudiar la Biblia, la comprensión se fortalece y se perfeccionan las facultades del raciocinio. Con el estudio de las Escrituras, la mente se expande y se equilibra más que si se dedicara a obtener información de libros que no tienen relación con la Biblia.