LA BIBLIA contiene todo lo que es necesario para la salvación del alma, y al mismo tiempo es apta para disciplinar y fortalecer la mente. Usada como libro de texto en nuestras escuelas, resultará mucho más eficaz que cualquier otro libro para guiar sabiamente en los asuntos de esta vida, así como para ayudar al alma a ascender por la escalera que alcanza el cielo. La Biblia da al verdadero investigador un adiestramiento mental avanzado; sale de la contemplación de las cosas divinas con sus facultades enriquecidas. Se humilla el yo mientras que Dios y su verdad son ensalzados. Debido a que los hombres no están familiarizados con las verdades de la Biblia, se ensalza tanto al hombre y se honra tan poco a Dios.
Al escudriñar las páginas de la Palabra de Dios, nos movemos a través de escenas majestuosas y eternas. Contemplamos a Jesús, el Hijo de Dios, viniendo a nuestro mundo y participando en el misterioso conflicto que derrotó a las potestades de las tinieblas. ¡Cuán admirable, casi increíble, es que el Dios infinito consintiese en la humillación de su Hijo unigénito! Contemplen los estudiantes este gran pensamiento. No saldrán de una contemplación tal sin haber sido elevados, purificados, ennoblecidos.
La Palabra de Dios es el alimento espiritual con el cual el cristiano debe fortalecerse en espíritu y en intelecto, a fin de batallar por la verdad y la justicia. La Biblia enseña que todo pecado que nos asedia debe ser desechado, que debe sostenerse la guerra contra el mal hasta que toda mala tendencia haya sido vencida. El agente humano debe colocarse como estudiante voluntario en la escuela de Cristo. Mientras acepta la gracia que se le ofrece libremente, la presencia del Salvador en los pensamientos y en el corazón le darán decisión de propósito para poner a un lado todo peso, a fin de que el corazón sea henchido con toda la plenitud de Dios.
La sencillez de la verdadera piedad debe impartiese en la educación de nuestros jóvenes, para que sepan escapar de la corrupción que hay en el mundo. Debe enseñárseles que los verdaderos seguidores de Cristo servirán a Dios no sólo cuando el hacerlo esté de acuerdo con sus inclinaciones, sino también cuando signifique abnegación y llevar la cruz. Los pecados que asedian deben ser combatidos y vencidos. Los rasgos objetables de carácter, sean hereditarios o cultivados, deben ser comparados con la gran regla de justicia, y luego vencidos en la fuerza de Cristo. Día tras día, hora tras hora, ha de continuar en el corazón una obra vigorosa de abnegación y santificación; entonces las acciones darán testimonio de que Jesús mora en el corazón por la fe. La santificación no cierra las avenidas del alma al conocimiento, sino que expande la mente y la inspira a buscar la verdad como tesoro escondido.
Una guía infalible
El joven que hace de la Biblia su guía, no está condenado a equivocar la senda del deber y de la seguridad. Este libro le enseñará a conservar su integridad de carácter, a ser veraz, a no practicar engaño. Le enseñará que nunca debe transgredir la ley de Dios a fin de lograr algo deseado, aunque el obedecer signifique un sacrificio. Le enseñará que la bendición del cielo no descansa sobre el que se aparta de la senda del deber; que aunque los hombres parezcan prosperar en la desobediencia, cosecharán seguramente el fruto de la siembra que hayan hecho.Recibe para dar
El estudio de la Biblia en nuestras escuelas dará a los estudiantes ventajas especiales. Los que reciban en su corazón los santos principios de la verdad obrarán con energía creciente. Ninguna circunstancia podrá alterar su resolución de alcanzar la norma más elevada que sea posible. Y lo que hayan recibido lo impartirán a otros. Mientras beben de la fuente de agua viva, brotarán de ellos raudales vivos para bendecir y refrigerar a otros.Una mente nueva
Las verdades de la Palabra de Dios no son simples sentimientos, sino las declaraciones del Altísimo. El que hace de ellas una parte de su vida llega a ser en todo sentido una nueva criatura. No se le dan nuevas facultades mentales, sino que se eliminan las tinieblas que mediante la ignorancia y el pecado han anublado el entendimiento.