EL VERDADERO objeto de la educación es formar hombres y mujeres idóneos para servir, desarrollar y poner en ejercicio activo todas sus facultades. La obra de nuestros colegios y escuelas preparatorias debe ser fortalecida año tras año; porque en ellas nuestros jóvenes han de prepararse para entrar en el servicio del Señor como obreros eficientes. El Señor invita a los jóvenes a ingresar en nuestras escuelas a fin de prepararse rápidamente para una obra activa. El tiempo es corto. Por doquiera se necesitan obreros para Cristo. Incentivos urgentes deben ofrecerse a los que debieran estar hoy empezados en un esfuerzo ferviente por el Maestro.
Nuestras escuelas han sido establecidas por el Señor; y si son dirigidas en armonía con su propósito, los jóvenes enviados a ellas serán rápidamente preparados para dedicarse a diversos ramos de la obra misionera. Algunos se alistarán para entrar en el campo como enfermeros misioneros, otros, como colportores, otros como evangelistas, y aun otros como ministros evangélicos. Algunos estarán preparados para encargarse de las escuelas de iglesia, en las cuales se han de enseñar a los niños los rudimentos de la educación. Esta obra es muy importante, y exige gran habilidad y estudio cuidadoso.
Satanás está procurando apartar a los hombres y mujeres de los principios correctos. El enemigo de todo bien desea ver a los seres humanos adiestrados de tal manera que ejerzan influencia de parte del error, en vez de usar sus talentos para beneficio de sus semejantes. Y muchos que profesan pertenecer a la verdadera iglesia de Dios caen bajo sus engaños. Los induce a desviarse de su fidelidad al Rey de los cielos.
Las señales demostrativas de la inminencia de la venida de Cristo se cumplen rápidamente. El Señor llama a nuestros jóvenes para alistarse como colportores y evangelistas, a trabajar de casa en casa en lugares donde la verdad no ha sido proclamada; todavía. Habla a nuestros jóvenes diciendo: "¿O ignoráis que... no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" ( Cor. 6: 19, 20). Los que salgan a la obra bajo la dirección del Maestro serán bendecidos maravillosamente.
El Señor pide voluntarios que quieran ponerse firmemente de su parte y que se comprometerán a unirse con Jesús de Nazaret, para hacer la obra que es necesario hacer ahora mismo. Los talentos del pueblo de Dios han de ser empleados para dar el último mensaje de misericordia al mundo. El Señor ordena a los que están relacionados con nuestras escuelas, sanatorios y casas editoras que enseñen a los jóvenes a hacer obra evangélica. Nuestro tiempo y dinero no deben emplearse en establecer sanatorios, fábricas de productos alimenticios, almacenes de dichos productos y restaurantes, hasta el punto de hacer descuidar otros ramos de la obra. Los jóvenes que debieran dedicarse al ministerio, a la obra bíblica y al colportaje, no deben ocuparse en empleos mecánicos.
Para fortalecer a los jóvenes contra las tentaciones del enemigo, hemos establecido escuelas donde pueden prepararse para ser útiles en esta vida y servir a Dios durante toda la eternidad. Los que son sinceros para la gloria de Dios desearán fervorosamente prepararse para un servicio especial; porque el amor de Cristo tendrá una influencia controladora sobre ellos. Este amor imparte una energía más que finita, y prepara a los seres humanos para realizaciones divinas.
La labor de Cristo por la humanidad
El trabajo de los que aman a Dios hará manifiesto el carácter de sus motivos; porque la salvación de aquellos por quienes Cristo pagó un precio infinito será el objeto de sus esfuerzos. Toda otra consideración: el hogar, la familia, los goces, serán hechos secundarios a la obra de Dios; ellos seguirán el ejemplo de Aquel que manifestó su amor por el hombre caído al abandonar un cielo de bienaventuranza y el homenaje de los ángeles para venir a este mundo. El Salvador trabajó con esfuerzo incansable para ayudar a los seres humanos. No se detuvo ante ningún sacrificio, no vaciló ante ningún renunciamiento; por amor de nosotros se hizo pobre, para que con su pobreza fuésemos enriquecidos. Su simpatía hacia los perdidos le indujo a buscarlos dondequiera que estuviesen. Y sus colaboradores deben trabajar como él trabajó, sin vacilar en la búsqueda de los caídos, sin considerar esfuerzo alguno como demasiado penoso ni excesivo sacrificio alguno, con tal que puedan ganar almas para Cristo. El que quiere ser obrero eficiente para Dios tiene que estar dispuesto. a soportar lo que Cristo soportó, a encontrar a los hombres como él los encontró.Los largos cursos de estudio
Son muchos los que piensan que a fin de ser aptos para un servicio aceptable, deben seguir un largo curso de estudio con maestros sabios en alguna escuela del mundo. Es verdad que deben hacer esto si desean obtener lo que el mundo llama educación. Pero no decimos a nuestros jóvenes: Estudiad, estudiad, manteniendo vuestra mente todo el tiempo en los libros. Ni les decimos: Debéis dedicar vuestro tiempo en la escuela a adquirir la así llamada "educación superior". La causa de Dios necesita obreros experimentados. Pero no debemos pensar que hay que trepar al más alto eslabón del conocimiento en cada ciencia. El tiempo es corto y debemos trabajar fervorosamente por las almas. Si los alumnos quieren estudiar la Palabra de Dios con diligencia y oración, hallarán el conocimiento que necesitan.El carácter de los maestros
El bienestar, la felicidad, la vida religiosa de las familias con las cuales están relacionados los jóvenes, la prosperidad y piedad de la iglesia de la cual son miembros, dependen mayormente de la educación religiosa que ellos reciban en nuestras escuelas. Debido a que nuestras escuelas han sido establecidas con un propósito tan alto y santo, los maestros deben ser hombres y mujeres cuya vida haya sido purificada por la gracia de Cristo, que sean cultos y refinados en sus modales. Y deben tener un sentido vívido de los peligros de este tiempo y de la obra que es necesario hacer para preparar a un pueblo que ha de permanecer en pie en el día de Dios. Deben siempre seguir una conducta que merezca el respeto de sus alumnos. Los jóvenes tienen derecho a esperar que un maestro cristiano alcance una norma elevada, y pronunciarán un juicio severo sobre el que no la cumpla.Ofrezcamos a Dios lo mejor que tenemos
Los estudiantes han de ofrecer a Dios nada menos que lo mejor que poseen. El esfuerzo mental se hará más fácil y satisfactorio cuando ellos se dediquen a la tarea de comprender las cosas profundas de Dios. Cada cual debe decidir que no será un alumno de segunda categoría, que no permitirá que otros piensen por él. Debe decir: "Lo que otras mentes han adquirido en la ciencia y en la Palabra de Dios, lo adquiriré por esfuerzo esmerado". Debe movilizar los mejores poderes de su mente, con un sentido de su responsabilidad para con Dios, y hacer lo mejor que pueda para vencer las dificultades. En cuanto sea posible, debe procurar la sociedad de los que pueden ayudarle, que pueden discernir sus errores, y ponerle en guardia contra la indolencia, la simulación y el trabajo superficial.