Consejos para los Maestros

Capítulo 78

Una Experiencia Alentadora

EN LA obra de salvar almas, el Señor convoca a obreros que tienen diferentes planes e ideas y diversos métodos de trabajar. Pero con esta diversidad de mentes, se ha de revelar una unidad de propósito. A menudo, en lo pasado, la obra que el Señor quería que prosperase ha sido estorbada porque los hombres procuraron poner un yugo sobre sus colaboradores que no seguían los métodos que ellos consideraban los mejores.

No se puede dar un modelo exacto para el establecimiento de las escuelas en nuevos campos. El clima, los alrededores, la condición del país, y los medios disponibles para trabajar, todo esto debe desempeñar un papel en la formación de la obra. Las bendiciones de una educación completa darán éxito a la obra misionera cristiana. Por su medio se convertirán almas a la verdad.

"Vosotros sois la luz del mundo", declara Cristo. "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mat. 5: 14, 16). En estos últimos días la obra de Dios en la tierra ha de reflejar la luz que trajo Cristo al mundo. Esta luz ha de disipar las densas tinieblas de los siglos. Hombres y mujeres que están en las tinieblas del paganismo deben ser alcanzados por quienes estaban antes en una condición similar de ignorancia, pero que recibieron el conocimiento de la verdad de la Palabra de Dios. Estas naciones paganas aceptarán ávidamente la instrucción que se les ha de dar en el conocimiento de Dios. Muy preciosa es para Dios su obra en la tierra. Cristo y los ángeles celestiales están velando sobre ella en todo momento. A medida que nos acerquemos a la venida de Cristo, más obra misionera debemos hacer. El mensaje del poder renovador de la gracia de Dios será proclamado a todo país y clima, hasta que la verdad circunde el mundo. Entre los que serán sellados habrá quienes vendrán de toda nación, tribu, lengua y pueblo. De todo país se reunirán hombres y mujeres que estarán delante del trono de Dios y del Cordero exclamando: "La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero" (Apoc. 7: 10). Pero antes que esta obra sea realizada, debemos experimentar aquí en nuestro propio país la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones.

No deben seguirse planes mundanos

Dios me ha revelado que estamos en positivo peligro de impartir a nuestra obra educativa costumbres y modos que prevalecen en las escuelas del mundo. Si los maestros no son precavidos, colocarán sobre el cuello de sus alumnos yugos mundanos, en lugar del yugo de Cristo. El plan de las escuelas que hemos de establecer en estos años finales del mensaje debe ser de un orden completamente diferente del seguido en las que hemos instituido.

Por esta razón, Dios nos ordena que establezcamos las escuelas fuera de las ciudades, donde, sin molestias ni estorbos, podamos llevar a cabo la educación de los alumnos de acuerdo con el solemne mensaje a nosotros confiado para el mundo. Una educación como ésta puede elaborarse mejor donde hay tierra que cultivar, y donde el ejercicio físico que hagan los alumnos sea de tal naturaleza que desempeñe un papel valioso en la edificación de su carácter, y los haga útiles en los campos a los cuales irán.

Dios bendecirá a las escuelas dirigidas de acuerdo con su designio. Cuando estábamos trabajando para establecer la obra educativa en Australia, el Señor nos reveló que esa escuela no debía adaptarse a ninguna escuela establecida antes. Había de ser una escuela modelo. Fue organizada de acuerdo con el plan que Dios nos dio, y él ha prosperado su obra.

Nuevos métodos

Se me ha mostrado que, en nuestra obra educativa, no hemos de seguir los métodos que han sido adoptados en nuestras escuelas más antiguas. Entre nosotros se propende demasiado a aferrarse a viejas costumbres, y debido a esto estamos muy rezagados en relación con lo que debiéramos haber alcanzado en el desarrollo del mensaje del tercer ángel. Debido a que los hombres no pueden comprender el propósito de Dios en los planes propuestos a nosotros para la educación de los obreros, se han seguido, en algunas de nuestras escuelas, métodos que han retardado más bien que adelantado la obra de Dios. Pasaron a la eternidad, con pocos resultados, años que podrían haber presenciado la realización de una gran obra. Si los obreros que trabajan en la tierra hubiesen hecho la voluntad del Señor como lo hacen los ángeles en el cielo, mucho de lo que aún queda por hacer estaría ya realizado, y se habrían visto nobles resultados como fruto del esfuerzo misionero.

La utilidad aprendida en la chacra de la escuela es la educación más esencial para los que salen como misioneros a muchos países extranjeros. Si al impartir esta educación se tiene en vista la gloria de Dios, se verán grandes resultados. Ninguna obra será más eficaz que la hecha por aquellos que, habiendo obtenido una educación en la vida práctica, salgan a los campos misioneros con el mensaje de verdad, preparados para instruir a otros como ellos han sido instruidos. El conocimiento que han obtenido en el cultivo del suelo y otros ramos del trabajo manual, y que llevarán consigo a sus campos de labor, hará de ellos una bendición aun en las tierra paganas (Special Testimonies, Serie B, No. 11, págs. 27-30).

El maestro no debe divorciarse de la obra de la iglesia. Los que dirigen las escuelas de iglesia y las escuelas mayores deben considerar como deber suyo, no sólo el enseñar en la escuela, sino también el dedicar a la iglesia con la cual están relacionados los mismos talentos que usan en la escuela. Por su obra e influencia, se ha de comunicar poder a la iglesia. Se esforzarán por elevarla a un nivel más alto.

A través de todas nuestras filas hay jóvenes que debieran prepararse para ocupar puestos de utilidad e influencia. Se necesita educación tanto para el debido cumplimiento de los deberes domésticos de la vida como para tener éxito en todo campo de utilidad. Bajo la dirección del Espíritu Santo, estos jóvenes pueden educarse y prepararse de tal manera que dediquen todos sus poderes al servicio de Dios.