Todo creyente debe ser sincero en su unión con la iglesia. La prosperidad de ella debe ser su primer interés, y a menos que sienta la obligación sagrada de lograr que su relación con la iglesia sea un beneficio para ella con preferencia a sí mismo, la iglesia lo pasará mucho mejor sin él. Está al alcance de todos hacer algo para la causa de Dios. Hay quienes gastan grandes sumas en lujos innecesarios. Complacen sus apetitos, pero creen que es una carga pesada contribuir con recursos para sostener la iglesia. Están dispuestos a recibir todo el beneficio de sus privilegios, pero prefieren dejar a otros pagar las cuentas.
Los que realmente sienten un profundo interés por el adelanto de la causa, no vacilarán en invertir dinero en la empresa, cuando y dondequiera que sea necesario.--Joyas de los Testimonios 1:446.
Los que se regocijan en la preciosa luz de la verdad deben sentir un ardiente deseo de que se la difunda por doquiera. Hay algunos pocos fieles portaestandartes que nunca rehúyen el deber o las responsabilidades. Sus corazones y bolsillos están siempre abiertos a todo pedido de recursos para adelantar la causa de Dios. A la verdad, algunos parecen listos a sobrepasar su deber, como si temiesen perder la oportunidad de invertir su porción en el banco del cielo.
Hay otros que harán lo menos que puedan. Atesoran sus recursos, o malgastan medios en su propia persona, dando a regañadientes una ofrenda escasa para sostener la causa de Dios. Si hacen una promesa a Dios, se arrepienten luego y evitan su pago mientras pueden, si no dejan de pagarla por completo. Disminuyen el diezmo tanto como pueden como si temiesen que lo devuelto a Dios se perdiera. Nuestras diversas instituciones pueden estar abrumadas por falta de recursos, pero estas personas obran como si no les importara que prosperen o no. Sin embargo, dichas instituciones son instrumentos de Dios para iluminar al mundo.--Joyas de los Testimonios 1:556.
El voto bautismal
Cada uno de los que se vinculan con la iglesia hace por ese hecho un voto solemne de trabajar para el bien de la iglesia, y de juzgar este interés superior a toda consideración mundanal. Le toca conservar una relación viva con Dios, dedicarse con corazón y alma al gran plan de la redención y manifestar, en su vida y carácter, la excelencia de los mandamientos de Dios en contraste con las costumbres y los preceptos del mundo. Toda persona que ha profesado aceptar a Cristo se ha comprometido a ser todo lo que puede ser como obrero espiritual, a ser activa, celosa y eficiente en el servicio de su Maestro. Cristo espera que cada hombre haga su deber. Sea éste el santo y seña de todas las filas de sus discípulos...
Todos han de demostrar su fidelidad a Dios por el uso prudente del capital que les ha sido confiado, no sólo en recursos, sino en cualquier don que tienda a la edificación de su reino. Satanás empleará todo designio posible para impedir que la verdad llegue a aquellos que están sumidos en el error; pero la voz de la amonestación y la súplica debe llegarles. Y aunque son tan sólo pocos los que están empeñados en esta obra, millares debieran estar tan interesados como ellos.--Joyas de los Testimonios 2:160, 163.
Nuestra tarea
Hay un mundo que debe ser amonestado. Esta obra nos ha sido encomendada. Debemos practicar la verdad a cualquier costo. Debemos actuar como milicianos abnegados que están dispuestos a sufrir la pérdida de la vida misma, si es necesario, en el servicio de Dios. Hay una gran obra que debe hacerse en poco tiempo. Debemos comprender cuál es nuestro trabajo y hacerlo fielmente. Todos los que finalmente reciban la corona de victoria, mediante un esfuerzo noble y decidido para servir a Dios, habrán ganado el derecho de ser vestidos con la justicia de Cristo. El deber de cada cristiano consiste en formar parte de la cruzada contra Satanás y en levantar en alto el estandarte ensangrentado de la cruz de Cristo.
Esta obra exige sacrificio. La abnegación y la cruz están a lo largo de todo el camino de la vida. Cristo dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame". Mateo 16:24. Los que obtienen los tesoros de este mundo están obligados a trabajar y sacrificarse. ¿Deberían pensar los que van en pos de una recompensa eterna que no necesitan hacer sacrificios?--The Review and Herald, 31 de enero de 1907.
No esperéis que se os pida
Nuestro pueblo no debe esperar más llamamientos, sino que ha de emprender la obra y convertir en posibilidades aquello que parezca ser imposible. Que cada uno se pregunte: ¿No me ha confiado el Señor recursos para el adelantamiento de su causa?...
Seamos honrados con el Señor. Todas las bendiciones de las que disfrutamos proceden de él; y si él nos ha confiado recursos financieros a fin de que contribuyamos a llevar a cabo su obra, ¿nos echaremos atrás? ¿Diremos: "No, Señor; esto no complacerá a mis hijos, y por lo tanto me aventuraré a desobedecer a Dios y enterraré sus talentos"?
No debe haber demora. La causa de Dios exige vuestra ayuda. Os pedimos, como mayordomos del Señor, que hagáis circular vuestros recursos a fin de proporcionar las facilidades por medio de las que muchas personas tendrán la oportunidad de aprender qué es la verdad.
Podéis sentir la tentación de invertir vuestro dinero en tierras. Tal vez vuestros amigos os aconsejarán que lo hagáis. ¿Pero no hay una forma mejor de invertir vuestros recursos? ¿No habéis sido comprados por un precio? ¿No se os ha confiado vuestro dinero para que negociéis para Dios? ¿No podéis comprender que él desea que utilicéis vuestros recursos para ayudar a edificar casas de culto, para ayudar a establecer sanatorios donde los enfermos recibirán curación espiritual y física, y para ayudar a establecer colegios donde los jóvenes serán preparados para el servicio, a fin de que haya obreros para enviar a los países del mundo?
Dios mismo ha establecido los planes para el adelantamiento de su causa, y ha provisto a su pueblo con un exceso de recursos para que responda favorablemente cuando se le pida ayuda. Si sus hijos llevan fielmente a su tesorería los medios que se le han confiado, su obra adelantará rápidamente. Muchas almas serán ganadas para la verdad y se apresurará el día de la venida de Cristo.--The Review and Herald, 14 de julio de 1904.