Consejos sobre Mayordomía Cristiana

Capítulo 10

Llamamiento a una mayor diligencia

El mundo y las iglesias están transgrediendo la ley de Dios, y hay que dar esta advertencia: "Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira". Apocalipsis 14:9, 10. Puesto que esta maldición pende sobre los transgresores del santo sábado de Dios, ¿no deberíamos manifestar mayor diligencia y mayor celo? ¿Por qué somos tan indiferentes, tan egoístas, tan dedicados a los intereses temporales? ¿Se hallan nuestros intereses separados de Jesús? ¿Ha llegado a ser la verdad demasiado aguda, demasiado próxima a nuestras almas en su aplicación y como resultado de esto, lo mismo que los discípulos de Cristo que se ofendieron, ¿nos hemos vuelto hacia las cosas miserables del mundo? Gastamos dinero en propósitos egoístas y en complacer nuestros propios deseos, mientras las almas mueren sin el conocimiento de Jesús y la verdad. ¿Durante cuánto tiempo continuará esto?

Todos deberían tener una fe viviente, una fe que obre por amor y que purifique el alma. Hombres y mujeres están listos a hacer cualquier cosa con tal de complacerse a sí mismos, ¡pero cuán poco están dispuestos a hacer por Jesús, y por sus semejantes que perecen por falta de la verdad!...

Invertid ahora en el banco del cielo

¿No ha llegado el tiempo cuando deberíamos comenzar a reducir nuestras posesiones? Que Dios ayude a los que podéis hacer algo ahora por invertir en el banco del cielo. No pedimos un préstamo sino una ofrenda voluntaria, una devolución al Maestro de sus propios bienes que os ha prestado. Si amáis a Dios sobre todas las cosas y a vuestro prójimo como a vosotros mismos, creemos que daréis pruebas tangibles de esto en términos de ofrendas voluntarias para nuestra obra misionera. Hay almas que deben ser salvadas, y ojalá que vosotros seáis colaboradores con Cristo en la salvación de esas almas por quienes él dio su vida. El Señor os bendecirá en los buenos frutos que podéis llevar para su gloria. Ojalá que el mismo Espíritu Santo que inspiró la Biblia se posesione de vuestros corazones y os guíe a amar su palabra, que es espíritu y vida. Ojalá que él abra vuestros ojos para que descubráis las cosas del Espíritu de Dios. La razón por la que hoy existe tanta religión atrofiada es porque la gente no ha introducido en sus vidas en forma práctica la abnegación ni el sacrificio.--The Review and Herald, 8 de enero de 1889.

La lluvia tardía pospuesta

El gran derramamiento del Espíritu de Dios que ha de alumbrar toda la tierra con su gloria, no sobrevendrá hasta que tengamos un pueblo esclarecido que sepa por experiencia lo que significa ser colaboradores juntamente con Dios. Cuando tengamos una consagración completa y sincera al servicio de Cristo, Dios reconocerá el hecho derramando su Espíritu sin medida; pero esto no ocurrirá mientras la parte más grande de la iglesia no trabaja juntamente con Dios. Dios no puede derramar su Espíritu cuando el egoísmo y la complacencia propia se manifiestan en forma tan notoria, cuando prevalece un espíritu que, si se lo tradujera en palabras, constituiría la respuesta de Caín: "¿Soy yo guarda de mi hermano?"--The Review and Herald, 21 de julio de 1896.

Subordinad todo interés mundano

Queridos hermanos, os hablo con amor y ternura. Todo interés mundano debe subordinarse a la gran obra de redención. Recordad que en las vidas de los seguidores de Cristo deben verse la misma devoción y la misma sujeción a la obra de Dios de cada interés social y de cada afecto terreno, como se vio en su vida. Siempre hay que dar el lugar, el más destacado, a las pretensiones de Dios. "El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí". Mateo 10:37. La vida de Cristo constituye nuestro libro de texto. Su ejemplo debe inspirarnos a desplegar un esfuerzo incansable y abnegado para el bien de otros...

Toda facultad de los siervos de Dios debe mantenerse en ejercicio continuo a fin de llevar a muchos hijos e hijas a Dios. En su servicio no ha de existir la indiferencia ni el egoísmo. Cualquier alejamiento de la abnegación hacia la complacencia, cualquier disminución de las súplicas fervientes por las obras del Espíritu Santo, significa que el enemigo recibe así tanto poder. Cristo está pasando revista a su iglesia. ¡Cuántos hay cuya vida religiosa constituye su propia condenación!

Dios exige lo que no le damos: una consagración sin reserva. Si cada cristiano hubiera sido fiel a la promesa hecha al aceptar a Cristo, no se habría dejado en el mundo perecer a tantos en el pecado. ¿Quién responderá por las almas que han descendido a la tumba sin estar preparadas para encontrarse con su Señor? Cristo se ofreció como un sacrificio completo hecho en nuestro favor. ¡Con cuánto fervor trabajó para salvar a los pecadores! ¡Pero qué poco hemos hecho! ¡Cuán incansables fueron sus esfuerzos a fin de preparar a sus discípulos para el servicio! Y la influencia de lo poco que hemos hecho ha sido terriblemente debilitada por el efecto neutralizador de lo que hemos dejado sin hacer, o que una vez comenzamos sin nunca terminarlo, y por nuestros hábitos de descuidada indiferencia. ¡Cuánto hemos perdido por dejar de esforzarnos para cumplir nuestra obra dada por Dios! Como cristianos profesos deberíamos estar aterrados ante la perspectiva.--The Review and Herald, 30 de diciembre de 1902.

El espíritu de sacrificio

El plan de salvación se trazó en base a un sacrificio tan amplio, profundo y elevado que resulta inconmensurable. Cristo no envió a sus ángeles a este mundo caído mientras él permanecía en el cielo, sino que él mismo vino sin escolta y soportó el vituperio. Se convirtió en varón de dolores, experimentado en quebranto; él llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores. Y Dios considera la ausencia de abnegación en sus seguidores profesos como una negación del nombre de cristianos. Los que profesan ser uno con Cristo y sin embargo complacen sus deseos egoístas de poseer ropa y muebles elegantes y costosos, y alimento exquisito, son cristianos solamente de nombre. Ser un cristiano es ser como Cristo.

Y sin embargo, cuán verdaderas son estas palabras del apóstol: "Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús". Filipenses 2:21. Las obras de muchos cristianos no corresponden con el nombre que llevan. Obran como si nunca hubieran oído acerca del plan de redención llevado a cabo a un costo infinito. La mayoría procura forjarse fama en el mundo; adopta las formas y ceremonias mundanas, y vive para satisfacer la complacencia propia. Esta gente sigue en pos de sus propios designios con tanta ansiedad como lo hace el mundo, y así suprime su poder para ayudar a establecer el reino de Dios...

La obra de Dios, que debería progresar con diez veces más fuerza de la que posee actualmente, es retardada, como la primavera es detenida por los helados vientos del invierno, debido a que algunos cristianos profesos se están apoderando para sí mismos de los recursos que deberían dedicar a su servicio. Debido a que el amor abnegado de Cristo no está entretejido con las prácticas de la vida, la iglesia es débil cuando debería ser fuerte. Debido a su propio proceder ha apagado su luz y con esto ha privado a millones del Evangelio de Cristo...

¿Cómo pueden aquellos por quienes Cristo sacrificó tanto continuar disfrutando egoístamente de sus dones? Su amor y abnegación no tienen paralelo; y cuando este amor entra en la experiencia de sus seguidores, éstos identificarán sus intereses con los de su Redentor. Su obra contribuirá a edificar el reino de Cristo. Se consagrarán a sí mismos y a sus posesiones a él, y se usarán ellos mismos y sus riquezas como la causa lo requiera.

Esto no es nada más que lo que Jesús espera de sus seguidores. Ningún individuo que tenga delante de él un objetivo tan grandioso como es la salvación de las almas experimentará pérdida al inventar maneras de negarse a sí mismo. Esto constituirá una obra individual. Todo lo que podamos dar fluirá hacia la tesorería del Señor para ser usado en la proclamación de la verdad, para que el mensaje de la pronta venida de Cristo y las exigencias de su ley puedan ser proclamados en todas partes en el mundo. Hay que enviar misioneros para que hagan esta obra.

El amor de Cristo en el alma se revelará en palabras y acciones. El reino de Cristo ocupará el lugar más destacado. Se colocará el yo como sacrificio voluntario sobre el altar de Dios. Todos los que estén verdaderamente unidos con Cristo sentirán el mismo amor por las almas que hizo que el Hijo de Dios dejara su trono real, su elevada autoridad, y por amor a nosotros se hiciera pobre para que mediante su pobreza nosotros fuésemos hechos ricos.--The Review and Herald, 13 de octubre de 1896.

Un llamamiento a la consagración de la familia

Dios pide que los que conocen la verdad realicen un esfuerzo personal. Pide que las familias cristianas vayan a las comunidades que están en las tinieblas del error, que vayan a los campos extranjeros, que se familiaricen con un nuevo tipo de sociedad, y que trabajen con prudencia y perseverancia en favor de la causa del Maestro. Para contestar este llamado hay que tener abnegación.

Mientras muchos están esperando que desaparezca todo obstáculo, las almas están muriendo sin esperanza y sin Dios en el mundo. Muchos, muchísimos, por amor a las ventajas mundanales, por amor a la adquisición de conocimientos científicos, se aventuran a ir a regiones pestilenciales, y van a países donde piensan que pueden obtener ventajas comerciales; ¿pero dónde están los hombres y las mujeres que cambiarán su ubicación y trasladarán sus familias a regiones que necesitan la luz de la verdad, a fin de que su ejemplo influya sobre los que verán en ellos a los representantes de Cristo?

El llamado macedónico llega de todos los rincones del mundo, y los hombres dicen: "Pasa... y ayúdanos"; ¿y por qué no hay una respuesta decidida? Miles de personas deberían ser constreñidas por el Espíritu de Cristo a seguir el ejemplo de Aquel que dio su vida por la vida del mundo. ¿Por qué negarse a realizar esfuerzos decididos y abnegados a fin de instruir a los que no conocen la verdad para esta época? El Misionero principal vino a nuestro mundo, y ha ido ante nosotros para mostrarnos la forma como debemos trabajar. Nadie puede trazar una línea precisa para los que quieren testificar en favor de Cristo.

Los que poseen recursos indudablemente son responsables, porque esto significa que Dios se los ha confiado, y deben sentir su responsabilidad de promover la obra de Dios en sus diferentes ramos. El hecho de que la verdad ata a las almas por medio de sus eslabones dorados al trono de Dios, debería inspirar a los hombres a trabajar con todas las energías que Dios les ha dado, a comerciar con los bienes del Señor en regiones lejanas diseminando lejos el conocimiento de Cristo, entre los gentiles.

Muchas personas a quienes Dios ha confiado medios con los cuales bendecir a la humanidad, han dejado que éstos se conviertan en una trampa para ellas, en lugar de que sean una bendición para sí mismos y los demás. ¿Podría ser que hayáis permitido que la propiedad que Dios os ha dado se convierta en una piedra de tropiezo? ¿Dejaréis que los medios que se os han confiado, que se os han dado para que comerciéis con ellos, os aten y alejen de la obra de Dios? ¿Permitiréis que el legado que Dios ha hecho reposar sobre vosotros como sus mayordomos fieles, sirva para disminuir vuestra influencia y utilidad, impidiendo que seáis obreros juntamente con Dios? ¿Os dejaréis retener en el hogar para conservar los recursos que Dios os ha confiado para que los coloquéis en el banco del cielo? No podéis decir que no hay nada para hacer, porque todo está por hacerse. ¿Os conformaréis con disfrutar de las comodidades de vuestro hogar sin tratar de decir a las almas que perecen cómo pueden obtener las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que le aman? ¿No sacrificaréis vuestras posesiones a fin de que otros puedan obtener una herencia inmortal?--The Review and Herald, 21 de julio de 1896.