Las instrucciones dadas por el Espíritu Santo por medio del apóstol Pablo concernientes a los donativos, presentan un principio que se aplica también al diezmo: "Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado". 1 Corintios 16:2. Aquí se incluye a los padres y a los hijos. Esto se dirige no sólo a los ricos sino también a los pobres. "Cada uno dé como propuso en su corazón [guiado por la sincera consideración del plan prescrito por Dios]: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre". 2 Corintios 9:7. Los donativos hay que darlos en consideración a la benevolencia de Dios manifestada hacia nosotros.
¿Y qué tiempo más apropiado podría elegirse para apartar el diezmo y presentar nuestras ofrendas a Dios? En el día de reposo pensamos en su bondad. Hemos contemplado su obra en la creación como una evidencia de su poder en la redención. Nuestros corazones están llenos de agradecimiento por su gran amor. Y ahora, antes de que vuelva a comenzar el tráfago de la semana, le devolvernos lo que es suyo, y con ello una ofrenda para manifestarle nuestra gratitud. En esta forma nuestra práctica constituirá un sermón semanal que declara que Dios es el dueño de todos nuestros bienes, y que él nos ha hecho mayordomos suyos para que los empleemos para su gloria. Cada acto de reconocimiento de nuestra obligación hacia Dios fortalecerá el sentido del deber. La gratitud se profundiza cuando la expresamos y el gozo que proporciona es vida para el alma y el cuerpo.--The Review and Herald, 4 de febrero de 1902.
Primero el diezmo y luego las ofrendas
El asunto de la dadivosidad no ha sido librado al impulso. Dios nos ha dado instrucciones definidas concernientes a él. Ha especificado que los diezmos y las ofrendas constituyen nuestra obligación, y desea que demos en forma regular y sistemática... Que cada uno examine periódicamente sus entradas, las que constituyen una bendición de Dios, y aparte el diezmo para que sea del Señor en forma sagrada. Este fondo en ningún caso debería dedicarse a otro uso; debe dedicarse únicamente para el sostén del ministerio evangélico. Después de apartar el diezmo hay que separar los donativos y las ofrendas, "según haya prosperado" Dios.--The Review and Herald, 9 de mayo de 1893.
Primero hay que satisfacer los derechos de Dios
El Señor no sólo reclama el diezmo como suyo, sino también establece cómo debería reservárselo para él. Dice: "Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos". Proverbios 3:9. Esto no nos enseña que debamos gastar los recursos en nosotros mismos y luego llevar al Señor lo que quede, aunque esto sea también un diezmo honrado. La porción del Señor debe separarse en primer lugar.--The Review and Herald, 4 de febrero de 1902.
No debemos consagrarle lo que queda de nuestras entradas después de haber satisfecho nuestras necesidades reales o imaginarias; antes de gastar nada debemos apartar lo que Dios ha especificado como suyo.
Muchas personas harán frente a todas las exigencias y los compromisos inferiores o secundarios, y dejarán a Dios únicamente los restos, si es que queda algo. Y si no queda nada, su causa tendrá que esperar hasta un tiempo más propicio.--The Review and Herald, 16 de mayo de 1882.