"Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde". Malaquías 3:10. ¿Obedeceremos a Dios y le llevaremos todos nuestros diezmos y ofrendas, para que haya alimento a fin de satisfacer las necesidades de las almas que sienten hambre por el pan de vida? Dios nos invita a ponerlo a prueba ahora mismo, cuando el año viejo se aproxima a su final; hagámoslo así y permitamos que el año nuevo nos encuentre con la tesorería de Dios reabastecida...
Él nos ha dicho que abrirá las ventanas del cielo y derramará sobre nosotros bendiciones, hasta que sobreabunde. El empeña su Palabra: "Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos". Malaquías 3:11. De manera que su palabra constituye nuestra seguridad de que nos bendecirá de tal modo que llegaremos a dar diezmos y ofrendas aún mayores. "Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos". Malaquías 3:7.
Hermanos, ¿cumpliréis con las condiciones? ¿Ofreceréis en forma voluntaria, con gozo y abundantemente? Las misiones extranjeras necesitan los recursos que proceden de los Estados Unidos. ¿Pedirán en vano? Las misiones nacionales tienen gran necesidad de dinero; han sido establecidas por fe en diferentes lugares del campo. ¿Serán dejadas para que languidezcan y mueran? ¿No nos levantaremos para obrar? Que Dios ayude a su pueblo a hacer lo mejor que pueda.
No se corre ningún riesgo
¡Oh, qué seguridad benigna, plena y completa se nos da, si tan sólo hacemos lo que Dios requiere! Proceded en este asunto como si creyeseis que el Señor hará tal como ha prometido. Arriesguemos algo contra la Palabra de Dios. Muchas personas, en su celo por enriquecerse, corren grandes riesgos; pasan por alto cosas de importancia eterna y sacrifican nobles principios; y sin embargo pueden perderlo todo en el juego. Pero al cumplir con las invitaciones eternas nosotros no corremos ningún riesgo. Debemos aceptar la Palabra de Dios, y con fe sencilla debemos avanzar confiando en la promesa, y dar al Señor lo que es suyo.--The Review and Herald, 18 de diciembre de 1888.
Una causa de adversidad
Muchos que profesan ser cristianos proveen abundantemente para ellos mismos, y suplen todas sus necesidades imaginarias mientras no prestan atención a las necesidades de la causa del Señor. Piensan que es ganancia retener todos los dones del Señor, o una proporción egoísta de ellos. Pero encuentran pérdida en lugar de ganancia. Su conducta provoca la suspensión de los beneficios y bendiciones. Los hombres han perdido mucho a causa de su espíritu egoísta y avaro. Si hubiesen reconocido con plenitud y voluntariamente los requerimientos de Dios y si los hubiesen satisfecho, su bendición se habría manifestado aumentando la producción de la tierra. Las cosechas habrían sido más abundantes. Las necesidades de todos habrían sido ampliamente satisfechas. Cuanto más demos tanto más recibiremos.--The Review and Herald, 8 de diciembre de 1896.
Los mandatos de Dios van acompañados de promesas
El deber es el deber, y debe cumplirse por esa misma razón. Pero el Señor tiene compasión de nosotros en nuestra condición caída y acompaña sus mandatos con promesas. Pide a su pueblo que lo pruebe y declara que recompensará la obediencia con las bendiciones más ricas... Nos estimula a darle y declara que lo que él nos retribuya estará en proporción con los donativos que le hagamos. "El que siembra escasamente, también segará escasamente". 2 Corintios 9:6. Dios no es injusto para que se olvide de vuestro trabajo y de vuestras acciones de amor.
¡Cuán tierno y fiel es Dios con nosotros! Nos ha dado en Cristo las bendiciones más escogidas. Mediante él puso su firma en el contrato que ha hecho con nosotros.--The Review and Herald, 3 de diciembre de 1901.