Consejos sobre Mayordomía Cristiana

Capítulo 24

Nuestros talentos

La parábola de los talentos, debidamente comprendida, eliminará nuestra codicia, a la que Dios llama idolatría.--Testimonies for the Church 3:387.

Dios ha confiado a los hombres talentos: un intelecto donde se originan las ideas, un corazón para que sea el asiento de su trono, los afectos para que fluyan como bendiciones para otros, una conciencia para que convenza de pecado. Cada uno ha recibido algo del Maestro, y cada uno debe hacer su parte para satisfacer las necesidades de la obra de Dios.

Dios desea que sus obreros lo consideren como el Dador de todo lo que poseen, que recuerden que todo lo que tienen y todo lo que son procede de él, cuyos consejos son admirables y cuyas obras son excelentes. El delicado toque de la mano del médico, su poder sobre los nervios y los músculos, su conocimiento del delicado organismo del cuerpo, constituyen la sabiduría del poder divino que debe emplearse en beneficio de la humanidad doliente. La habilidad con que el carpintero usa el martillo y la fuerza con que el herrero hace resonar el yunque proceden de Dios. Él ha dado a los hombres habilidades, y desea que éstos acudan a él en busca de consejos. Así podrán emplear sus dones con una eficacia infalible, y podrán testificar que son obreros juntamente con Dios.

La prosperidad es un talento. El Señor ha enviado este mensaje a su pueblo: "Vended lo que poseéis, y dad limosna". Lucas 12:33. Todo lo que poseemos pertenece al Señor, sin ninguna duda. Él nos invita a despertarnos, a compartir las cargas de su causa para que su obra tenga prosperidad. Cada cristiano debe llevar a cabo su parte como un mayordomo fiel. Los métodos de Dios son razonables y justos, y debemos negociar con nuestros centavos y pesos para entregarle nuestras ofrendas voluntarias a fin de sostener su obra, para llevar almas a Cristo. Sumas cuantiosas y pequeñas deben afluir a la tesorería del Señor...

El habla es un talento. De todos los dones impartidos a la humanidad ninguno debería apreciarse tanto como el don del habla. Debe utilizarse para proclamar la sabiduría y el maravilloso amor de Dios. Así es como han de comunicarse las riquezas de su gracia y sabiduría.

El Salvador que mora en lo interior es manifestado por las palabras. Pero el Espíritu Santo no mora en el corazón del que se fastidia cuando otros no están de acuerdo con sus ideas y sus planes. De los labios de tal persona proceden severas observaciones que hacen que el Espíritu se retire afligido y desarrollan rasgos con características satánicas antes que divinas. El Señor desea que los que se relacionan con su obra anden en todo tiempo con la humildad de Cristo. No os impacientéis cuando sois provocados. Manifestad la delicadeza de la que Cristo nos ha dejado un ejemplo en su vida...

La fuerza es un talento, y debe emplearse para glorificar a Dios. Nuestros cuerpos le pertenecen. El pagó el precio de la redención por el cuerpo tanto como por el alma... Podemos servir a Dios mejor con el vigor de la salud que con la decrepitud de la enfermedad; por lo tanto debemos colaborar con Dios en el cuidado de nuestros cuerpos. El amor a Dios es esencial para la vida y la salud. La fe en Dios es indispensable para la salud. A fin de poseer una salud perfecta, nuestros corazones deben estar llenos de amor, esperanza y gozo en el Señor...

La influencia es un talento que constituye un poder para el bien cuando el fuego sagrado encendido por Dios es llevado a nuestro servicio. La influencia de una vida santa se siente en el hogar y fuera de él. La benevolencia práctica, la abnegación y el sacrificio, cuando caracterizan la vida de un hombre, poseen una influencia para el bien sobre las personas con quienes éste se relaciona...

Según la habilidad del que recibe

El plan de Dios contempla una diversidad en la distribución de talentos. Un hombre recibe un talento, otro cinco y un tercero diez. Esos talentos no son distribuidos en forma caprichosa sino de acuerdo con la habilidad del recipiente.

Las utilidades que se exigirán estarán de acuerdo con los talentos otorgados. La obligación más pesada descansa sobre quien ha sido hecho mayordomo de grandes habilidades. Una persona que posee diez libras esterlinas es responsabilizada por todo lo que podría hacer con esas diez libras si las usara correctamente. El hombre que tiene sólo diez peniques es responsable tan sólo por esa cantidad...

La fidelidad con que se ha usado la cantidad recibida es lo que gana la aprobación del Señor. Si queremos ser reconocidos como siervos buenos y fieles, debemos llevar a cabo una obra cabal y consagrada en favor del Maestro. El recompensará el servicio diligente y honrado. Si los hombres confían en él y reconocen su compasión y benevolencia y si andan humildemente delante de él, él colaborará con ellos. Multiplicará sus talentos.

"Negociad entre tanto que vengo"

Dios, en su ausencia, nos ha encargado de sus bienes. Cada mayordomo tiene su propia obra específica que debe hacer para promover el reino de Dios. A nadie se excusa. El Señor nos pide a todos: "Negociad entre tanto que vengo". Lucas 19:13. De su propia sabiduría nos ha dado instrucciones para el empleo de sus dones. Los talentos del habla, la memoria, la influencia, las propiedades, deben amontonarse para la gloria de Dios y la promoción de su reino. El bendecirá el uso debido de esos dones.

Pretendemos ser cristianos que esperan la segunda venida de nuestro Señor en las nubes del cielo. ¿Qué haremos entonces con nuestro tiempo, nuestra comprensión y nuestras posesiones, los que no nos pertenecen, sino que nos han sido confiados para probar nuestra honradez? Llevémoslos a Jesús. Utilicemos nuestras riquezas para el adelantamiento de su causa. En esa forma obedeceremos esta orden: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtar. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón". Mateo 6:19-21.--The Review and Herald, 9 de abril de 1901.

A cada uno su obra

Algunos creen que los talentos han sido dados tan sólo a cierta clase favorecida, con exclusión de muchos, quienes por supuesto no son invitados a participar de los trabajos ni de las recompensas. Pero la parábola no enseña las cosas en esa forma. Cuando el Señor de la casa llamó a sus siervos, a cada uno dio su obra. Toda la familia de Dios está incluida en la responsabilidad de utilizar los bienes de su Señor...

En un grado mayor o menor, todos están encargados de los talentos de su Señor. Las aptitudes espirituales, mentales y físicas, la influencia, la posición social, las posesiones, los afectos, la simpatía, todos son talentos preciosos que deben emplearse en bien de la causa del Maestro para la salvación de las almas por quienes Cristo murió.--The Review and Herald, 26 de octubre de 1911.

¿Por qué se conceden habilidades?

El pueblo de Dios debería comprender que Dios no les ha dado habilidades para que se enriquezcan con bienes terrenales, sino con el fin de que coloquen un buen fundamento para el tiempo que está por venir, a saber, la vida eterna.--The Review and Herald, 8 de enero de 1895.