Consejos sobre Mayordomía Cristiana

Capítulo 31

Trampas de Satanás

A medida que el pueblo de Dios se acerca a los peligros de los últimos días, Satanás sostiene fervientes consultas con sus ángeles en cuanto al plan de mayor éxito para derribar su fe. El ve que las iglesias populares están ya arrulladas para dormir gracias a su poder engañador. Mediante una sofistería agradable y milagros engañosos puede continuar teniéndolas bajo su dominio. Por lo tanto dirige a sus ángeles para que coloquen trampas especialmente destinadas a los que esperan la segunda venida de Cristo y se esfuerzan por guardar todos los mandamientos de Dios.

Dice el gran engañador: "Debemos vigilar a los que están llamando la atención del pueblo al sábado de Jehová; ellos inducirán a muchos a ver las exigencias de la ley de Dios; y la misma luz que revela el verdadero sábado revela también la ministración de Cristo en el santuario celestial, y muestra que la última obra por la salvación del hombre se está realizando ahora. Mantened la mente de la gente en tinieblas hasta que esa obra termine, y aseguraremos el mundo y también la iglesia...

"Id, haced que los poseedores de tierras y de dinero se embriaguen con los cuidados de esta vida. Presentad el mundo delante de los hombres en su luz más atractiva, para que depongan su tesoro aquí y fijen sus afectos en las cosas terrenales. Debemos hacer todo lo que podamos para impedir que los que trabajan en la causa de Dios obtengan medios para usar contra nosotros. Mantened el dinero en nuestras filas. Cuanto más medios obtengan ellos, más perjudicarán nuestro reino arrebatándonos nuestros súbditos. Preocupadlos más por el dinero que por la edificación del reino de Cristo y la difusión de las verdades que nosotros odiamos, y no necesitamos temer su influencia; porque sabemos que toda persona egoísta y codiciosa caerá bajo nuestro poder, y finalmente será separada del pueblo de Dios".--Testimonios para los Ministros, 480, 482.

Peor que una pérdida terrenal

Satanás es el archiengañador. Los resultados de nuestra aceptación de sus tentaciones son peores que cualquier pérdida terrenal que podamos imaginar; sí, peores que la muerte misma. Los que compran el éxito al terrible costo de la sumisión a la voluntad y los planes de Satanás, descubrirán que han realizado una mala adquisición. En el negocio de Satanás todo se consigue a un precio elevado. Las ventajas que presenta son un espejismo. Las brillantes perspectivas que ofrece se consiguen con la pérdida de cosas que son buenas, santas y puras. Que Satanás siempre sea confundido por estas palabras: "Escrito está". "Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien". Salmos 128:1, 2...

La senda trazada para los rescatados del Señor está muy por encima de todo programa y prácticas mundanales. Los que andan por ella deben mostrar mediante sus obras la pureza de sus principios.--The Signs of the Times, 24 de febrero de 1909.

Una experiencia religiosa enana

Los ricos se sienten tentados a emplear sus recursos en la complacencia de sí mismos, en la gratificación del apetito, en el adorno personal o en el embellecimiento de sus hogares. Los cristianos profesos no vacilan en gastar su dinero libremente, y aun con extravagancia, para conseguir estos objetivos. Pero cuando se les pide que den para la tesorería del Señor, para edificar su causa, y para promover su obra en el mundo, muchos presentan objeciones. El rostro que brillaba de interés al hacer planes para la gratificación de sí mismo, no se enciende de gozo cuando la causa de Dios recurre a su generosidad. Tal vez, sintiendo que no pueden hacer de otro modo, dan de limosna una suma limitada, muy inferior a lo que gastan liberalmente en la complacencia en cosas innecesarias. Pero no manifiestan ningún amor real por Cristo, ningún interés fervoroso en la salvación de las almas preciosas. ¡No es extraño que la vida cristiana de esta clase de gente sea, en el mejor de los casos, tan sólo una existencia enana y enfermiza! A menos que tales personas cambien su conducta, su luz se convertirá en tinieblas.--The Review and Herald, 16 de mayo de 1882.