Consejos sobre Mayordomía Cristiana

Capítulo 41

Métodos populares de incentivo

En nuestros días vemos que las iglesias estimulan las comilonas, la glotonería y la disipación por medio de comidas, ferias, bailes y festivales establecidos con el propósito de reunir fondos para la tesorería de la iglesia. Este es un método inventado por mentes carnales para conseguir recursos sin realizar sacrificios.

Este ejemplo impresiona las mentes juveniles. Ven que las loterías, las ferias y los juegos de azar son aprobados por la iglesia, y piensan que hay algo fascinador en este modo de obtener recursos. El joven es rodeado por las tentaciones. Entra a la galería de juegos de bolos, al salón donde se practican juegos de azar, para ver de qué se trata. Ve el dinero que recibe el ganador. Eso le parece interesante. Parece una forma más fácil de obtener dinero que mediante el trabajo honrado que requiere energía perseverante y economía estricta. Piensa que eso no puede causar daño alguno, porque juegos similares han sido utilizados para obtener recursos para beneficio de la iglesia. ¿Entonces por qué él no podría ayudarse en la misma forma?

Posee un poco de dinero y se arriesga a invertirlo pensando que le proporcionará una gran suma. Sea que gane o pierda, ha iniciado el camino descendente que lo llevará a la ruina. Pero fue el ejemplo de la iglesia el que lo indujo a aventurarse por el camino falso.

Ofrendas cojas y enfermas

Alejémonos de todas estas corrupciones, disipaciones y festivales practicados en la iglesia y que ejercen una influencia desmoralizadora sobre jóvenes y adultos. No tenemos derecho de cubrirlo con una capa de santidad porque los recursos obtenidos hayan de emplearse para beneficio de la iglesia. Tales ofrendas son cojas y enfermas, y llevan la maldición de Dios. Son el precio de las almas. Aunque desde el púlpito se patrocinen los festivales, los bailes, las loterías, las ferias y las comilonas abundantes para obtener recursos para la iglesia, nosotros no debemos participar en ninguna de estas cosas, porque si lo hacemos experimentaremos el desagrado de Dios. No debemos proponernos estimular la concupiscencia del apetito o recurrir a los entretenimientos carnales para persuadir a los seguidores profesos de Cristo a dar de los recursos que Dios les ha concedido. Si no dan voluntariamente, por amor a Cristo, la ofrenda en ningún caso será aceptable para Dios.

Carácteres arruinados

La muerte, vestida con la librea del cielo, acecha en los caminos que recorren los jóvenes. El pecado está recubierto por la santidad de la iglesia. Estas diversas formas de diversión que se practican en las iglesias en nuestros días han arruinado a miles que, si no hubiera sido por ellas habrían podido permanecer firmes y llegar a ser fieles seguidores de Cristo. Estos festivales de moda de las iglesias y estas representaciones teatrales han hecho naufragar el carácter de muchos, y miles más serán destruidos; sin embargo la gente no se percatará del peligro ni de la terrible influencia ejercida. Muchos hombres y mujeres jóvenes han perdido sus almas a causa de esas influencias corruptoras.--The Review and Herald, 21 de noviembre de 1878.

Cuando se da por razones egoístas

En reuniones presuntamente cristianas Satanás arroja un manto religioso sobre placeres engañosos y jaranas impías para darles una apariencia de santidad, y las conciencias de muchas personas son aquietadas porque se reúnen recursos para sufragar los gastos de la iglesia. Los hombres rehúsan dar por amor a Dios, pero están dispuestos a entregar su dinero por amor a los placeres, la complacencia del apetito y razones egoístas.

¿Debe recurrirse a esta práctica para sostener financieramente a la iglesia debido a que no hay poder en las lecciones de Cristo sobre la liberalidad, en su ejemplo y en la gracia de Dios que obra en los corazones para inducir a los hombres a glorificar a Dios con sus recursos financieros? El daño causado a la salud física, mental y moral en estas reuniones de diversión y glotonería no es pequeño. Y el día del ajuste de cuentas final revelará que hay almas que se perdieron mediante la influencia de esas reuniones donde reinó la algazara y la locura.

Resulta deplorable que las consideraciones sagradas y eternas no tengan el mismo poder de los tentadores sobornos de las comilonas y las diversiones corrientes, para abrir los corazones de los presuntos seguidores de Cristo a fin de que den ofrendas voluntarias para sostener el Evangelio. Es una triste realidad el que estos incentivos predominarán cuando las cosas sagradas y eternas no tendrán fuerza para influir en el corazón para que éste haga obras de benevolencia.

Moisés no instituyó el juego de lotería

El plan de Moisés puesto en práctica en el desierto para reunir recursos financieros tuvo un tremendo éxito. No fue necesario compeler a nadie. Moisés no preparó ningún gran banquete. No invitó a la gente a reuniones de alborozo, de baile y de diversiones comunes. Tampoco instituyó juegos de lotería ni cosa alguna profana para obtener recursos a fin de levantar el tabernáculo de Dios en el desierto. Dios ordenó a Moisés que invitara a los israelitas a llevar sus ofrendas. Moisés debía aceptar los donativos de cada persona que diera voluntariamente, con sinceridad de corazón. Esas ofrendas voluntarias llegaron en tanta abundancia que Moisés tuvo que decir que no llevaran más. No debían llevar más donativos porque habían dado abundantemente, más de lo que se necesitaba. Las tentaciones de Satanás vencen a los supuestos seguidores de Cristo en lo que se refiere a la complacencia del placer y el apetito. Disfrazado de ángel de luz, citará las Escrituras para justificar las tentaciones que coloca delante de los hombres para que complazcan el apetito y se dediquen a placeres mundanos que satisfacen el corazón carnal. Los presuntos seguidores de Cristo son débiles en fuerza moral y quedan fascinados por el soborno que Satanás les ofrece, y así éste gana la victoria.

¿Cómo considera Dios las iglesias que se sostienen recurriendo a tales métodos? Cristo no puede aceptar esas ofrendas porque no son dadas por amor y devoción a él, sino que son promovidas por la idolatría del yo. Esto se debe a que lo que muchos no harían por amor a Cristo lo hacen por amor a los manjares exquisitos que gratifican el apetito y por amor a las diversiones mundanales que complacen el corazón carnal.--The Review and Herald, 13 de octubre de 1874.

Repitiendo el pecado de Nadab y Abiú

Los cristianos presuntos rechazan el plan de Dios para reunir recursos para su obra; ¿y de qué echan mano para suplir la falta? Dios ve la impiedad del método que adoptan. Los lugares de culto son contaminados con toda clase de disipación idólatra, a fin de ganar un poquito de dinero de los amadores egoístas de los placeres para pagar las deudas de la iglesia o sustentar la obra que ésta realiza. Muchas de esas personas no darían por voluntad propia ni un chelín con propósitos religiosos. ¿Dónde en las instrucciones dadas por Dios para el sostén de su obra, encontramos mención alguna acerca de tómbolas de beneficencia, conciertos, venta de caridad y otros entretenimientos similares? ¿Debe la causa de Dios depender precisamente de las cosas que él ha prohibido en su Palabra--de esas cosas que apartan la mente de Dios, de la sobriedad, la piedad y la santidad?

¿Y qué impresión se realiza con esto sobre la mente de los incrédulos? Las elevadas normas de la Palabra de Dios son arrastradas en el polvo. Y así se atrae oprobio sobre Dios y el nombre cristiano. Los principios más corrompidos son fortalecidos por este método no bíblico de reunir recursos financieros. Y eso es lo que Satanás desea que ocurra. Los hombres están repitiendo el pecado de Nadab y Abiú. Están utilizando fuego profano en lugar de fuego sagrado en el servicio de Dios. El Señor no acepta tales ofrendas.

Todos estos métodos para llevar dinero a su tesorería constituyen una abominación para él. Es una falsa devoción la que promueve tales procedimientos. ¡Cuánta ceguera e infatuación afectan a muchos que pretenden ser cristianos! Los miembros de la iglesia están haciendo lo mismo que los habitantes del mundo que vivían en los días de Noé, cuando sus pensamientos se dirigían continuamente hacia el mal. Todos los que temen a Dios aborrecerán tales prácticas como una desfiguración de la religión de Cristo Jesús.--The Review and Herald, 8 de diciembre de 1896.

Liberalidad sin profundidad de principios

El ministro puede ser muy apreciado por algún hombre acaudalado, y como resultado, éste puede ser muy dadivoso con él; esto complace al ministro y él a su vez amontona alabanzas sobre la dadivosidad del donante. Su nombre puede aparecer impreso, y sin embargo ese donante generoso puede ser completamente indigno del elogio que se le tributa.

Su dadivosidad no nace de principios profundos y dinámicos que lo impulsan a hacer el bien con sus recursos, y a promover la causa de Dios porque la aprecia; en cambio, da movido por motivos egoístas y porque desea que se piense que él es generoso. Puede haber dado por impulso, sin que su dadivosidad tenga la profundidad de los principios. Puede haber obrado escuchando una verdad conmovedora que en ese momento afloja las cuerdas de su bolsa; pero su generosidad carece de motivos profundos. Da en forma espasmódica; su bolsa se abre sin regularidad, y se cierra herméticamente también en forma espasmódica. No merece alabanza alguna, porque en todo el sentido de la palabra es un hombre avaro; y a menos que se convierta cabalmente, incluyendo su bolsa, oirá la avergonzante acusación: "¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla". Santiago 5:1, 2.

Tales personas despertarán por fin del horrible engaño en que han incurrido voluntariamente. Los que alabaron su liberalidad irregular, ayudaron a Satanás a engañarlos, y les hicieron pensar que eran muy generosos, y que tenían mucho espíritu de sacrificio, cuando en realidad no conocían los rudimentos de la dadivosidad ni la abnegación.--Testimonies for the Church 1:475, 476.

Para un estudio adicional

La obediencia voluntaria y el amor puro deben caracterizar cada ofrenda que se lleva al altar.--Testimonies for the Church 5:269, 270. Las ofrendas pequeñas dadas con alegría reciben una gran bendición.--Testimonies for the Church 7:295. No hay ninguna virtud en dar más a regañadientes.--Testimonies for the Church 5:285. A nadie se obliga a sacrificarse; las ofrendas deben ser voluntarias.--Primeros Escritos, 49, 51. Los que dan deben considerar que es un privilegio hacerlo.--Joyas de los Testimonios 1:59. Antiguamente, las ofrendas debían ser perfectas y abundantes.--Testimonies for the Church 1:221. El egoísmo es la razón por la cual no se dan ofrendas voluntarias.--Testimonies for the Church 1:225. La responsabilidad de dar donaciones grandes o pequeñas es individual.--Testimonies for the Church 1:237, 238. Hay que llevar a los congresos ofrendas voluntarias y de gratitud.--Testimonies for the Church 2:573, 576. Las ofrendas voluntarias no enriquecen a Dios sino al que las da.--Testimonies for the Church 2:653. Cuando el corazón está lleno de amor agradecido hacia Dios no necesita exhortaciones conmovedoras.--Joyas de los Testimonios 1:376; Testimonies for the Church 3:413.