Las Escrituras hablan de un grupo numeroso de profesantes que no son hacedores. Muchos que pretenden creer en Dios lo niegan con sus obras. Su adoración del dinero, las casas y los terrenos los señalan como idólatras y apóstatas. Todo egoísmo es codicia, y por lo tanto es idolatría. Muchos que han hecho inscribir sus nombres en los libros de la iglesia como creyentes en Dios y en la Biblia, están adorando los bienes que el Señor les ha confiado para que ellos fuesen sus administradores. No se inclinan literalmente ante su riqueza terrenal, pero ésta de todos modos es su dios. Son adoradores de Mammón. Honran las cosas de este mundo con un homenaje que pertenece al Creador. El que ve y conoce todas las cosas registra la falsedad de su profesión de piedad.
Dios queda excluido del templo del alma de un cristiano mundano, a fin de que la política mundanal tenga abundante lugar. El dinero es su dios. Pertenece a Jehová, pero aquel a quien ha sido confiado rehúsa dejarlo fluir en términos de obras de benevolencia. Si lo hubiese utilizado de acuerdo con el propósito de Dios, el incienso de sus buenas obras habría ascendido al cielo, y de miles de almas convertidas se habrían oído los himnos de alabanza y agradecimiento.
Nuestro dinero debería ser empleado para promover el reino de Dios, para despertar a los que están muertos en sus faltas y pecados y para hablar a los pecadores acerca del bálsamo sanador del amor del Salvador. Pero con demasiada frecuencia se emplea el dinero para la glorificación del yo. En vez de constituir el medio para llevar a las almas al conocimiento de Dios y de Cristo, provocando en esta forma alabanza y gratitud al Dador de todo bien, las posesiones terrenales han sido el medio para eclipsar la gloria de Dios y oscurecer la vista del cielo. Mediante el uso equivocado del dinero el mundo se ha llenado de prácticas impías. La puerta de la mente ha sido cerrada contra el Redentor.
Dios declara: "Tu plata y tu oro son míos". 1 Reyes 20:3. El mantiene una estricta cuenta con cada hijo e hija de Adán a fin de saber en qué formas utilizan sus recursos. Los mundanos podrán decir: "Pero yo no soy cristiano. No profeso servir a Dios". ¿Pero los hace esto menos culpables por enterrar sus medios y recursos económicos en empresas mundanales, a fin de promover sus intereses egoístas?
Hablo a los que no conocen a Dios, que lleguen a leer estas líneas, porque en su providencia pueden ser llevadas a su atención. ¿Qué estáis haciendo con los bienes de vuestro Señor? ¿Qué estáis haciendo con las facultades físicas y mentales que él os ha dado? ¿Podéis por vosotros mismos mantener en movimiento la maquinaria humana? Si Dios pronunciara una sola palabra para indicar que debéis morir, de inmediato caeríais en el reposo de la muerte. Día a día, hora a hora, minuto a minuto, Dios obra mediante su poder infinito para manteneros vivos. Él es quien proporciona el aliento que mantiene la vida en vuestro cuerpo. Si Dios descuidara al hombre así como éste descuida a Dios, ¿qué ocurriría con la humanidad?
El gran Médico misionero se interesa en la obra de sus manos. Presenta a los hombres el peligro que hay en cerrar la puerta del corazón contra el Salvador, diciéndoles: "Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis?". Ezequiel 33:11.--The Review and Herald, 23 de mayo de 1907.
Un título de las posesiones celestiales
Llegará un día cuando "arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase, y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad". Isaías 2:20, 21. Las riquezas del mundo no servirán de nada en el día de la ira, pero la fe y la obediencia serán las que proporcionarán la victoria.
Tendremos que echar mano de toda la fe que poseamos. Debemos acostumbrarnos a hablar de la fe y prepararnos para la vida futura. ¡Qué esfuerzos diligentes realizan los hombres para conseguir un título legal de sus tierras! Deben tener escrituras que resistan la prueba de la ley. El dueño no queda satisfecho hasta que se asegura que su título no tiene ninguna falla. Ojalá que los hombres fuesen tan diligentes para obtener un título de sus posesiones celestiales que resista la prueba de la ley. El apóstol exhorta a los seguidores de Dios a actuar con diligencia para asegurarse de su llamamiento y elección. No debe haber error ni falla en vuestro título a la inmortalidad. El Salvador dice: "Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad". Apocalipsis 22:14.--The Review and Herald, 30 de abril de 1899.
Las riquezas eternas son despreciadas
El Señor mira con lástima a los que se dejan recargar con preocupaciones domésticas y perplejidades comerciales. Se enredan con demasiado servicio y descuidan lo que es esencial. El Salvador dice: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Mateo 6:33. Esto significa que hay que apartar la vista de este mundo para dirigirla hacia lo que es eterno. Realizad vuestros esfuerzos más diligentes para obtener las cosas que Dios estima de valor y por las cuales Cristo dio su vida preciosa a fin de que vosotros podáis obtenerlas. Su sacrificio ha abierto de par en par las puertas del comercio celestial. Depositad vuestro tesoro junto al trono de Dios haciendo con el capital que os ha confiado la obra que él desea que se realice en la ganancia de almas al conocimiento de la verdad. Esto os asegurará las riquezas eternas...
Cuando pensamos en el gran don hecho por el cielo para la salvación de un mundo pecador, y luego consideramos las ofrendas que podemos dar, nos resistimos a compararlos. Los recursos que pudieran exigirse a todo el universo no podrían compararse con ese único don. Se puso de manifiesto un amor inconmensurable cuando Aquel que es igual con el Padre vino para pagar el precio de las almas de los hombres, a fin de llevarlos a la vida eterna. ¿Podrán los que profesan el nombre de Cristo no ver ninguna atracción en el Redentor del mundo, ser indiferentes a la posesión de la verdad y la justicia, y apartarse de las riquezas eternas para dedicarse a las terrenales?
"Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que práctica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios". Juan 3:19-21.
Este mensaje evangélico constituye uno de los pasajes más preciosos del Nuevo Testamento. Cuando es aceptado produce en las vidas de los que lo reciben buenas obras cuyo valor sobrepasa en mucho al de los diamantes y el oro. Tiene poder para producir alegría y consuelo en la vida terrenal y para derramar la vida eterna sobre el creyente. Ojalá que la gracia ilumine de tal manera nuestro entendimiento para que comprendamos plenamente su significado. El Padre nos está diciendo: Derramé sobre vosotros un tesoro más precioso que cualquier posesión terrenal, un tesoro que os enriquecerá y os hará felices para siempre.--The Review and Herald, 5 de marzo de 1908.
¡Cuán contradictorio! ¡Cuán indigno!
Cristo declara: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame". Mateo 16:24. Los que están vestidos con el traje de bodas, el manto de la justicia de Cristo, no dudarán acerca de si deben levantar la cruz y seguir en las pisadas del Salvador. Voluntariamente y con gozo obedecerán sus mandamientos. Las almas perecen lejos de Cristo. Cuán contradictorio, entonces, es todo esfuerzo que se realiza para conseguir puestos y riquezas. ¡Cuán débiles son los motivos que Satanás puede presentar, que el egoísmo y la ambición pueden proporcionar, en comparación con las lecciones que Cristo ha dado en su Palabra! ¡Cuán indigna es la recompensa que el mundo ofrece comparada con la que nos promete nuestro Padre celestial!--The Review and Herald, 19 de septiembre de 1899.
Dios proveerá
Si bien es cierto que los hombres deben velar para que ninguno de los bienes dados por la Providencia se malgaste innecesariamente, también lo es que un espíritu mezquino y acumulador debe ser vencido. De lo contrario esta tendencia llevará a realizar tratos con falta de honradez, e injustos, lo cual Dios aborrece. Los cristianos no deberían permitir ser perturbados por preocupaciones ansiosas por las necesidades de la vida. Si los hombres aman y obedecen a Dios, y cumplen su parte, Dios satisfará todas sus necesidades. Aunque los recursos para subvenir a las necesidades de la vida diaria deben obtenerse con el sudor de la frente, no debemos desconfiar de Dios, porque en el gran plan de su providencia él suplirá lo que se necesite cada día. Esta lección de Cristo constituye un reproche para los pensamientos ansiosos, las perplejidades y las dudas del corazón infiel. Nadie puede añadir un palmo a su estatura, no importa cuánto se esfuerce por conseguirlo. No es menos irrazonable angustiarse por el día de mañana y sus necesidades. Cumplid con vuestro deber y confiad en Dios, porque él sabe de qué cosas tenéis necesidad.--The Review and Herald, 18 de septiembre de 1888.
Para un estudio adicional
El amor al mundo.--Joyas de los Testimonios 1:405-410. La mundanalidad en la iglesia.--Testimonies for the Church 2:196-199. La visión de las dos coronas.--Joyas de los Testimonios 1:125-130. Idea engañosa de adquirir riqueza para ayudar a la causa de Dios.--Testimonies for the Church 1:476, 477. El engaño de las riquezas (una experiencia personal).--Testimonies for the Church 2:275-283. Cuanto más aman los hombres las riquezas terrenales, tanto más se apartan de Dios.--Joyas de los Testimonios 1:405, 406. Mediante el amor a las riquezas Satanás conquista la adoración.--Joyas de los Testimonios 1:407. Enriqueciéndose en cosas terrenales, pero no en los asuntos de Dios.--Testimonies for the Church 2:196. Es alarmante que tantos sean engañados por Satanás.--Joyas de los Testimonios 1:407. La búsqueda de riquezas es una especie de locura.--Testimonies for the Church 5:261. La conversación revela dónde está el tesoro.--Testimonies for the Church 2:59. Adquisición de riquezas por medios no honrados.--Testimonies for the Church 4:489-491. Los ángeles se asombran ante el egoísmo de los cristianos.--Testimonies for the Church 4:475. El engaño de las riquezas.--Testimonies for the Church 1:476-478. Trabajo inmoderado para adquirir riquezas.--Testimonies for the Church 1:476. El egoísmo ata a muchos como con bandas de hierro.--Testimonies for the Church 2:197. Una razón por la que estamos enfermos como pueblo.--Testimonies for the Church 2:199. La prosperidad está cegando los ojos y engañando el alma.--Testimonies for the Church 2:183, 184. Los cuidados de la vida afectan en la forma como la bebida afecta al borracho.--Testimonies for the Church 5:258, 259. Los mezquinos y codiciosos deberían alarmarse por su suerte.--Testimonies for the Church 1:494. La acumulación de propiedades implica un gran peligro.--Testimonies for the Church 1:492. Las transacciones de negocios temporales son necesarias, pero no deben ser absorbentes.--Joyas de los Testimonios 2:160. Ambición de riquezas y honores entre los miembros de la iglesia.--Joyas de los Testimonios 2:157. La estrategia de Satanás para derrotar a la iglesia.--Primeros Escritos, 265-269. Primeras advertencias de los Testimonios.--Joyas de los Testimonios 1:30-32. Manifestación de falta de fe en el cuidado de Dios.--Testimonies for the Church 2:656-658.