Me alegro juntamente con Ud. ante la perspectiva de sanear de toda deuda los edificios de la iglesia. Cuánto habría podido ahorrarse si cada año se hubiesen realizado esfuerzos extraordinarios para hacer esto. Nuestras casas de culto no necesitan continuar endeudadas año tras año. Si cada miembro de la iglesia cumpliera su deber, practicara abnegación y espíritu de sacrificio, por el Señor Jesús, cuya posesión adquirida él es, para que su iglesia esté libre de deudas, así honraría a Dios.
Los grandes centros de Dios, sus propios instrumentos, deberían estar libres de deudas. Cada año muchas libras están siendo tragadas por los intereses pagados sobre las deudas. Si todo ese dinero se hubiera destinado para pagar la deuda principal, ésta no estaría consumiendo, consumiendo y siempre consumiendo. El endeudarse es un procedimiento erróneo y detestable. Sería mucho mejor si pudiera reunirse anticipadamente el dinero necesario para edificar, aunque esto requiera esfuerzos enérgicos, porque en esta forma la iglesia podría dedicarse libre de deudas. Ojalá que cuando edificamos una casa para el Señor pudiésemos adoptar como regla el llevar a cabo esfuerzos fervorosos y perseverantes para dedicárselos a Dios sin deuda alguna...
El Señor me ha mostrado que no tenemos necesidad de dejar endeudadas nuestras casas de culto de Australia o Nueva Zelandia. Una deuda en cada caso significa un descuido de las cosas especiales y sagradas de Dios, porque en ese caso se da egoístamente el primer lugar a las cosas comunes... Hay que tributar al tabernáculo de Dios el honor más elevado. Toda otra consideración debería supeditarse a ésta. Nuestras ideas deben ser elevadas, ennoblecidas y santificadas. Los padres han manifestado mundanalidad y ambición con respecto a sus hijos, sus parientes y amigos. Han utilizado el dinero en una forma tal que no ha honrado a Dios, y que en cambio ha causado un daño definido. Han dado liberalmente regalos a sus hijos, parientes y amigos, en tanto que los obsequios que han dedicado a los que el Señor honra, han sido escasos y limitados tanto en su valor como en la frecuencia con que se los ha ofrecido...
La abnegación y la hipoteca de la iglesia
Cada cristiano debe formularse estas preguntas inquisidoras: ¿Tengo, en la intimidad de mi alma, amor por Jesús? ¿Amo su tabernáculo?... ¿Es mi amor hacia Dios y mi Redentor bastante fuerte como para inducirme a negarme a mí mismo? Cuando sea tentado a gratificar el placer y los goces egoístas, ¿no diré: no, no gastaré ni un chelín, y ni siquiera medio chelín, para mi propia gratificación, mientras la casa de Dios esté hipotecada o soporte la presión de las deudas?
¿No debería recibir Cristo nuestra primera y más elevada consideración? ¿No debería él exigir esta señal de nuestro respeto y lealtad? Estas son las cosas que revelan nuestro amor tanto en el hogar como en la iglesia. Si entregamos enteramente a Dios el corazón, el alma, la fuerza y la vida, y si le sometemos plenamente nuestros afectos, entonces daremos el lugar supremo a Dios en todo nuestro servicio. El resultado será que sabremos lo que significa ser socios con Jesucristo en la firma sagrada. El edificio levantado para rendir culto a Dios no quedará baldado por la deuda. Permitir que esto suceda casi parecería una negación de nuestra fe.--Carta 52, 1897.
Las deudas de la iglesia deshonran a Dios
Dios es deshonrado cuando nuestras iglesias están cargadas por las deudas. No es necesario que exista este estado de cosas. Revela una mala administración de principio a fin, y es una deshonra para el Dios de los cielos. Leed y estudiad con oración el capítulo 4 de Zacarías. Leed a continuación el primer capítulo de Hageo, y ved si lo que allí se dice no se aplica a vosotros. Mientras os habéis preocupado mucho de vosotros mismos y de vuestros intereses egoístas, no os habéis aprestado a edificar o bien habéis edificado con dinero prestado y no habéis hecho donaciones para librar de deuda la construcción de la iglesia. ¿No consideraréis cuál es vuestro deber? Transcurre un año tras otro y se realiza poquísimo sacrificio para disminuir la deuda. Los intereses tragan los recursos que deberían utilizarse para amortizar la deuda.
¿Por qué permanecen las deudas?
Siervos perezosos, es el cargo que Dios hace contra los que están en las iglesias. No se cumple su voluntad cuando se permite que las cosas sagradas permanezcan en un estado marchito y descuidado. Si en cada iglesia se manifestara sacrificio personal y abnegación, cambiaría este estado de las cosas. "Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos". Hageo 2:8. Se deshonra a Dios cuando ese oro y esa plata se utilizan con propósitos egoístas, para gratificar la ambición, el orgullo o la complacencia de sí mismo, tal como se ha hecho.
Los hombres que ocupan posiciones representativas ¿pueden estar tan profundamente dormidos que no comprendan que el estado actual de las cosas es el resultado del descuido de su parte? Cuando el pueblo elegido por Dios embellece sus propias casas, e invierte el dinero de Dios en... diversas cosas destinadas a la gratificación egoísta, sabiendo que los recursos que utilizan en esa forma deberían utilizarlos para mantener la casa de Dios en la mejor condición posible, a fin de que no se utilicen los recursos de la tesorería para sufragar los gastos corrientes, no puede ser bendecido.
Tengo un mensaje del Señor. Las iglesias deben despertar de su letargo y pensar en estas cosas. "Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos". Hageo 2:8. ¿Nos estamos apropiando, como familias, de la plata y el oro del Señor con fines egoístas? ¿No estamos haciendo nada para aliviar la deuda que pesa sobre su causa? Las iglesias están cargadas con deudas, no porque les sea imposible librarse de ellas, sino debido a la complacencia egoísta manifestada por sus miembros. Dios es deshonrado por ese descuido, y si él traba vuestros recursos, no desconozcáis cuál es la causa. Cuando deis el primer lugar al Señor, y cuando comprendáis que la casa del Señor es deshonrada por las deudas, Dios os bendecirá.--Manuscrito 116, 1897.
Necesidad de consejo y colaboración
Estimado hermano: En cada paso que Ud. dé necesita estar seguro que al avanzar no está siguiendo su propio juicio sino el consejo unánime de sus hermanos. Ud. ha fallado en esto, porque ha trabajado con demasiada independencia... Puede pedir prestado dinero. ¿Pero ha tomado el parecer de sus hermanos en sus planes de construcción? ¿Se ha unido con ellos, y ellos con Ud.?... No debe permitirse que las ideas y el juicio de una sola persona se conviertan en la norma en ningún caso en que se trate de la edificación de una iglesia. Esto requiere la actuación de cada miembro de la iglesia que pueda llevar responsabilidades, y por lo tanto el pastor no es quien debe llevar solo el peso de esta obra... Esta es una lección que Ud. debe aprender: consultar los pensamientos y el juicio de sus hermanos, y no avanzar sin su consejo y cooperación.--Carta 49, 1900.
Un descuido inexcusable
Me ha sido presentada la forma descuidada en que muchas iglesias incurren en deudas y se mantienen endeudadas. En algunos casos, continuamente pesa una deuda sobre la casa de Dios y se paga interés constantemente. Estas cosas no deberían ocurrir y no tienen por qué ocurrir. Si cada uno de sus siervos manifestara esa sabiduría en relación con el Maestro, ese tacto y ese celo que él requiere de ellos, ocurriría un cambio en estas cosas. Las deudas serían pagadas. La abnegación y el sacrificio personal realizarán maravillas en la promoción de la espiritualidad de la iglesia. Que cada miembro de iglesia haga algo. Incúlquese definidamente en los adoradores la idea de que cada uno debe llevar a cabo su parte.
El colegio y la iglesia de _____ no necesitan estar endeudados como lo están ahora. Esto habla de una mayordomía infiel. Dios pide que haya abnegación. Pide ofrenda de los que puedan darlas, y hasta los miembros más pobres pueden dar un poquito. Dios abre el camino cuando se manifiesta la voluntad de hacer algo por él. Pero a Dios no le agrada la forma actual de manejar los negocios. No es su propósito que su causa sea obstaculizada por las deudas.
La abnegación permitirá a aquellos que no han hecho nada en el pasado que ahora lleven a cabo algo tangible, y que demuestren que creen las enseñanzas de la Palabra y que creen en la verdad para este tiempo. Todos, ancianos y jóvenes, padres e hijos, deben manifestar su fe por medio de sus obras. La fe se perfecciona en las obras. Estamos viviendo en las escenas finales de la historia del mundo, y sin embargo hay tan sólo pocas personas que comprenden esto, porque el mundo se ha interpuesto entre Dios y el alma.--Carta 81, 1897.
Edificación de la iglesia y el colegio en Avondale
Hay veces cuando se puede ganar mucho por medio de un esfuerzo unido, rápido y persistente. Ya se había establecido una fecha para iniciar las clases en nuestro colegio, pero nuestros hermanos en todas las colonias procuraban conseguir una postergación. Habían esperado durante mucho tiempo la apertura del colegio y estaban desanimados. Había mucho trabajo que debía realizarse en los edificios, y nuestros fondos estaban agotados. En vista de esto los constructores anunciaron que el trabajo no podría terminarse en el momento anunciado. Pero nosotros dijimos que no debía haber demora. El colegio debía abrir sus puertas en el tiempo fijado. De modo que sometimos este asunto a consideración delante de la iglesia, y pedimos voluntarios. Treinta hombres y mujeres se ofrecieron para trabajar; y aunque fue difícil para ellos conseguir tiempo disponible, un grupo de obreros enérgicos continuó trabajando día tras día hasta que los edificios quedaron terminados, fueron limpiados y amoblados, y estuvieron listos para ser usados el día establecido para la iniciación de las clases.
Cuando llegó el momento de edificar esta casa de culto, hubo otra prueba de la fe y la lealtad. Celebramos una reunión para considerar lo que debía hacerse. El camino parecía lleno de dificultades. Algunos dijeron: "Pensemos en un edificio pequeño, y cuando tengamos dinero ampliémoslo, porque no nos será posible levantar en esta ocasión una iglesia como la que deseamos". Otros dijeron: "Esperemos hasta tener dinero suficiente para edificar una casa cómoda". Pensamos hacer esto; pero durante la noche recibí esta amonestación del Señor: "Levantaos y edificad sin tardanza".
En vista de esto decidimos emprender la obra y avanzar por fe para establecer un comienzo. A la noche siguiente llegó de Sudáfrica un giro por doscientas libras esterlinas. Era un obsequio de los Hnos. Lindsay, de la ciudad de El Cabo, para ayudar a construir la casa de culto. Nuestra fe había sido probada, habíamos decidido comenzar la obra, y ahora el Señor colocaba en nuestras manos este importante donativo con el cual podíamos empezar.
Este estímulo recibido permitió comenzar la obra con entusiasmo. La junta de la escuela dio el terreno y cien libras esterlinas. La unión proporcionó doscientas libras, y los miembros de la iglesia dieron lo que les fue posible. Algunos amigos que no pertenecían a la iglesia también ayudaron, y los constructores dieron una parte de su tiempo, el que valía tanto como el dinero.
Así se terminó el trabajo, y ahora tenemos este hermoso edificio con capacidad para cuatrocientas personas sentadas. Agradecemos al Señor por esta casa donde podemos adorarlo. El comprende todas las estrecheces por las que hemos pasado. Cuando surgían dificultades, el pastor Haskell, quien dirigía el trabajo, llamaba a los obreros y oraba fervorosamente para que Dios los bendijera a ellos y a la obra. El Señor escuchó las oraciones y la casa quedó terminada en siete semanas.--The Review and Herald, 1 de noviembre de 1898.