Consejos sobre Mayordomía Cristiana

Capítulo 52

Hay que evitar las deudas en las instituciones

Dios no desea que su obra se vea continuamente estorbada por las deudas. Cuando parezca deseable ampliar los edificios u otras dependencias de una institución, cuidad de no excederos en los gastos más allá de los recursos con que contáis. Es mejor postergar las mejoras hasta que la Providencia abra el camino para que se lleven a cabo sin contraer deudas pesadas y sin tener que pagar intereses.

Las casas editoras han sido convertidas en lugares de depósito por nuestro pueblo, y en esta forma han podido proporcionar recursos para sostener la obra en diferentes campos, y han ayudado a llevar a cabo otras empresas. Esto está bien. No se ha hecho demasiado en este sentido. El Señor lo ve todo. Pero por la luz que él me ha dado debería realizarse todo esfuerzo posible para estar libres de deudas.

En la casa editora

La obra de publicaciones se fundó con abnegación y debería dirigirse mediante principios de estricta economía. El asunto de las finanzas puede controlarse, si cuando hay exigencia de recursos, los obreros consienten en que se haga una reducción de los sueldos. Este fue el principio que el Señor me reveló que debía introducirse en nuestras instituciones. Cuando el dinero escasea, deberíamos estar dispuestos a restringir nuestras necesidades.

Hágase un cálculo correcto en relación con las publicaciones, y luego que todos en nuestras casas editoras procuren economizar en toda forma posible, aun cuando esto implique inconvenientes considerables. Vigílense los gastos pequeños. Deténgase toda fuga. Son las pequeñas pérdidas las que significan mucho al final de cuentas. Reunid los fragmentos; que nada se pierda. No desperdiciéis los minutos en conversaciones; los minutos perdidos echan a perder las horas. La diligencia perseverante y la fe que obra siempre serán coronadas por el éxito.

Algunos piensan que ocuparse de las cosas pequeñas está por debajo de su dignidad. Piensan que esto es evidencia de una mente estrecha y de un espíritu mezquino. Pero las vías de aguas pequeñas han hecho naufragar a más de un barco. No debería permitirse que se pierda nada que pueda ser utilizado por alguien. La falta de economía con seguridad acarreará deudas sobre nuestras instituciones. Aunque se reciba mucho dinero, se perderá en los pequeños derroches que ocurren en todos los ramos de la obra. La economía no significa tacañería.

Cada hombre y mujer empleados en la casa editora deberían ser centinelas fieles que vigilen para que nada se desperdicie. Todos deberían precaverse contra las necesidades supuestas que requieren gasto de dinero. Algunos hombres viven mejor con una entrada de cuatrocientos dólares al año que otros con ochocientos. Así también ocurre con nuestras instituciones; algunas personas pueden administrarlas con mucho menos capital que otras. Dios desea que todos los obreros practiquen la economía, y especialmente que sean contadores fieles.--Testimonies for the Church 7:206, 207.

Ahorro mediante una administración cuidadosa del sanatorio

Los que están relacionados con nuestras instituciones necesitan estudiar cómo ahorrar en los gastos, de modo que las instituciones no entren en deudas. Hay que manifestar prudencia en las compras. Debe tratarse que el dinero alcance para lo más posible. Mediante una administración cuidadosa es posible ahorrar muchos dólares.

No hay que efectuar gastos a menos que se disponga del dinero para sufragarlos. Hay personas relacionadas con nuestras instituciones que incurren en deudas que podrían evitarse. Tal vez se incurre en gastos innecesarios para hermosear el edificio. Con frecuencia se usa el dinero para complacer el gusto y la inclinación.

Cada obrero debe ser un productor

Que todos se esfuercen valerosa y activamente por ahorrar antes que por gastar. Decid a los que están dispuestos a consumir sin producir: Es mi deber economizar en todo sentido. No puedo estimular la extravagancia. No puedo permitir que el dinero salga de mis manos para adquirir lo que no necesito.

Desde el más encumbrado hasta el más humilde, los obreros de Dios deben aprender a economizar. Que cada uno se diga: Restringiré en mí mismo cualquier inclinación a gastar dinero en forma innecesaria. Que los que trabajan al servicio de Dios sean productores tanto como consumidores. Considerad la grandeza de la obra y restringid la inclinación no cristiana a gastar dinero para la gratificación personal. Tomad en cuenta el costo de aquello que deseáis comprar.

Esto constituye una oportunidad excelente para que cada uno se conforme con su suerte y ocupe su lugar. Que todos traten de producir alguna cosa. Los que trabajan en la obra de Dios deberían estar dispuestos a ayudar cuandoquiera que su ayuda es necesaria. Deberían limitar sus gastos todo lo posible, porque llegará el momento cuando se necesitará cada dólar que se pueda conseguir para llevar adelante la obra del Señor.

El empleo de ayudantes para los trabajos de adentro y de afuera es algo que requiere una cuidadosa consideración. Los administradores de nuestras instituciones deben ser cuidadosos y prudentes. No deberían contratar a un gran número de auxiliares a menos que esto constituya una necesidad real. Con frecuencia se cometen errores en este sentido.

Los empleados forman parte de la firma

Los que colaboran en nuestras instituciones deberían actuar como si formaran parte de la firma. No deberían pensar que deben trabajar tan sólo una cierta cantidad de horas cada día. Cuando se presenta una situación de emergencia que requiere trabajo adicional, deberían responder voluntariamente y con gozo. Deberían sentir un interés intenso en el éxito de la institución para la cual trabajan. En esa forma estimularán a otros a trabajar con interés y concienzudamente.

Cristo dijo: "Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada". Juan 6:12. Los que desempeñan una parte cualquiera en nuestras instituciones deben atender esta instrucción. Deben preocuparse de que no se desperdicie ninguna de las provisiones espirituales y temporales que el Señor proporciona. Los educadores deben aprender la economía y deben enseñarla a sus auxiliares. Y los padres, por precepto y ejemplo deberían enseñar a sus hijos la ciencia de conseguir que una cantidad pequeña alcance para lo más posible. Muchas familias pobres son pobres porque gastan su dinero tan pronto como lo reciben.

El cocinero de un sanatorio debería ser enseñado a adquirir y practicar hábitos de economía. Ha de comprender que ningún alimento debe desperdiciarse.

"En lo que requiere diligencia, no perezosos"

La Palabra inspirada nos dice: "En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor". Romanos 12:11. Que todos los que están relacionados con nuestros sanatorios lleven a cabo su trabajo con interés y fervor. Si los ayudantes no han aprendido la ciencia de ser expeditivos, que comiencen de inmediato a educarse en este sentido, o bien que consientan en recibir un sueldo proporcional a la cantidad de trabajo que realizan. Cada día las enfermeras y los ayudantes deberían adquirir mayor eficiencia, deberían ser más idóneos y útiles. Pueden ayudarse personalmente a alcanzar normas cada vez más elevadas como manos ayudadoras del Señor. Que los que son lentos por naturaleza se preparen cada día para realizar su trabajo con más rapidez y al mismo tiempo cuidadosamente...

Los que reciben pago por su trabajo deberían aprovechar bien su tiempo. Deberían ser productores tanto como consumidores. A medida que se perfeccionen en este sentido serán cada vez más capaces de cumplir perfectamente la tarea que se les ha asignado. Así estarán listos para encargarse de la obra en cualquier lugar.--Carta 87, 1901.

Economía en la administración del colegio

Hay que practicar la economía en todo sentido para mantenerse a flote y no ser ahogados por las deudas; sin embargo hay que aumentar la cuota que se paga por concepto de enseñanza. Esto me fue presentado mientras estaba en Europa, y desde entonces ha sido presentado a vosotros y a nuestros colegios. El problema de: "¿Cómo pueden nuestros colegios mantenerse libres de deudas?" siempre seguirá siendo un problema hasta que se establezca un presupuesto sabio. Aumentad las cuotas que pagan los alumnos por las facilidades educativas, y luego encargad de la cocina a personas que sepan cómo ahorrar y economizar. Consíganse los mejores talentos, aunque haya que pagar sueldos buenos y razonables. Estas medidas son indispensables. Cuando se hayan adoptado estas precauciones las deudas no aumentarán en vuestros colegios...

Los alumnos deben colaborar

Algunos dirán: "Debemos tener menos alumnos". Esto podría ser; pero los que ahora tenéis deberían apreciar su tiempo y ver la necesidad de realizar un trabajo diligente a fin de estar calificados para las posiciones que deberán ocupar. Sí se mantiene al Señor constantemente delante de los alumnos como Aquel a quien deben acudir en busca de consejo, tal como lo hizo Daniel, recibirán de él conocimiento y sabiduría. Entonces todos se convertirán en canales de luz. Exponed este asunto ante los alumnos. Preguntad quiénes practicarán la abnegación y harán sacrificios para cancelar la deuda en que han incurrido. En el caso de algunos alumnos tan sólo se necesita una mente bien dispuesta.

Que Dios ayude a los administradores de nuestros colegios a no incurrir nunca en gastos que excedan a las entradas, aun cuando el colegio deba ser cerrado. En la administración financiera de nuestros colegios no ha habido el talento que se ha necesitado. Dios pedirá cuenta a los administradores en relación con esto. Debe abandonarse cada hábito innecesario y dispendioso, y debe abandonarse toda complacencia superflua. Cuando los principios revelados tan claramente por la Palabra de Dios para todos los colegios sean tomados en cuenta y practicados con el ahínco con el que deberían practicarse, las deudas no se acumularán.--Carta 137, 1898.

Protegiendo las finanzas del colegio

Especialmente el director de un colegio debería preocuparse cuidadosamente de las finanzas de la institución. Debería comprender los principios básicos de la contabilidad. Debe informar fielmente el empleo de todo dinero que pasa por sus manos destinado a usarse en el colegio. El colegio no debe gastar más allá de los fondos que posee, pero debe realizar todo esfuerzo posible para aumentar su utilidad. Los que han sido encargados con la responsabilidad financiera de nuestras instituciones educativas, no deben permitirse ningún descuido en el desembolso de los recursos. Todo lo que se relaciona con las finanzas de nuestros colegios debería ser perfectamente correcto. Hay que seguir estrictamente el método del Señor, aunque esto no armonice con los métodos del hombre...

Si os sentís tentados a disponer del dinero que llega al colegio en una forma que no produzca un beneficio especial para la institución, vuestras normas necesitan ser criticadas cuidadosamente para que no llegue el tiempo cuando vosotros seáis juzgados y hallados faltos. ¿Quién es vuestro contador? ¿Quién es vuestro tesorero? ¿Quién es vuestro gerente? ¿Son cuidadosos y competentes? Preocupaos de esto. Es posible que se dé un mal destino al dinero sin que nadie comprenda claramente cómo ocurrió tal cosa; y es posible que un colegio pierda continuamente debido a una política imprudente de gastos. Los administradores pueden sentir profundamente esa pérdida y pensar que han hecho su mejor parte. ¿Pero por qué permiten que las deudas se acumulen? Los que están a cargo de un colegio deben establecer cada mes cuál es el estado financiero real de la institución.--Manuscrito 65, 1906.

Apartaos de la deuda como si fuera lepra

Hay que practicar economía en todo lo que se relaciona con el colegio. Los que van al colegio generalmente salen de hogares sencillos, donde han estado acostumbrados a las comidas comunes, sin muchos platos. Están habituados a consumir alimento sencillo y sano al mediodía. Sería mejor para todos si se tuviera una comida liviana al atardecer. Hay que tener estrictamente en cuenta la economía porque en caso contrario se contraerán deudas. Manteneos dentro de los límites. Apartaos de la deuda como os apartaríais de la lepra.--Carta 60, 1896.