Consejos sobre Mayordomía Cristiana

Capítulo 67

Bendiciones temporales para los generosos

Cuando la simpatía humana está mezclada con amor y generosidad, y santificada por el Espíritu de Jesús constituye un elemento que puede producir un gran bien. Los que cultivan la generosidad no sólo están haciendo una obra buena en favor de otros, y bendiciendo a los que reciben esas buenas acciones, sino también se están beneficiando a sí mismos al abrir sus corazones a la influencia benigna de la verdadera dadivosidad.

Cada rayo de luz derramado sobre otros se reflejará en nuestros propios corazones. Cada palabra bondadosa y de simpatía hablada a los afligidos, cada acto que alivia a los oprimidos, cada donativo hecho para satisfacer las necesidades de nuestros semejantes, dados o hechos teniendo en consideración la gloria de Dios, resultarán en una bendición para el dador. Los que trabajan de este modo están obedeciendo la ley del cielo y recibirán la aprobación de Dios. El placer de hacer el bien a otros imparte calor a los sentimientos, el que se propaga a los nervios, activa la circulación de la sangre e induce salud mental y física.--Testimonies for the Church 4:56.

Una bendición sanadora

La simpatía que existe entre la mente y el cuerpo es muy grande. Cuando uno es afectado, el otro reacciona. La condición de la mente tiene mucho que ver con la salud del organismo físico. Si la mente está libre y feliz, si está bajo la convicción de que se está obrando bien y si experimenta un sentido de satisfacción al hacer felices a otros, creará un gozo que afectará a todo el organismo facilitando la circulación de la sangre y tonificando todo el cuerpo. La bendición de Dios tiene un efecto sanador; y los que benefician abundantemente a otros experimentarán esa maravillosa bendición en sus corazones y sus vidas.--Testimonies for the Church 4:60, 61.

La obra de beneficencia tiene una doble bendición

La sabiduría divina ha señalado, en el plan de salvación, la ley de la acción y la reacción, lo que hace que la obra de beneficencia sea en todos sus aspectos una doble bendición. Dios podría haber cumplido su objetivo en la salvación de los pecadores sin la ayuda del hombre. Pero él sabía que el hombre no podría ser feliz sin desempeñar una parte en la gran obra de redención. Nuestro Redentor trazó el plan de utilizar al hombre como su colaborador para que éste no perdiese los benditos resultados de la benevolencia.--The Review and Herald, 23 de marzo de 1897.

El poder de la tierra es quebrantado

Cristo vino para dar a los hombres la riqueza de la eternidad; y nosotros debemos recibir e impartir esta riqueza mediante nuestra conexión con él. Cristo ha dicho, no sólo a los ministros sino a todos: El mundo está rodeado por las tinieblas. Haced brillar vuestra luz para los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Todos los que verdaderamente aman a Dios serán una luz en el mundo.

El que es un ciudadano del reino celestial contemplará constantemente las cosas invisibles. El poder de la tierra sobre la mente y el carácter es quebrantado. Tiene la presencia permanente del Huésped celestial, de acuerdo con esta promesa: "Yo le amaré, y me manifestaré a él" Juan 14:21. El anda con Dios tal como anduvo Enoc, en una constante comunión.--The Review and Herald, 10 de noviembre de 1910.

La vida terrena es enriquecida

No puede ser perfecto o completo ningún proyecto de negocios o plan de vida que abarque únicamente los breves años de la vida actual y no haga provisión para el futuro eterno. Enséñese a los jóvenes a considerar la eternidad en sus cálculos. Enséñeseles a escoger los principios y buscar las cosas durables, a acumular para sí aquel "tesoro en los cielos que nunca se agota, donde ladrón no llega, ni polilla consume"; a conquistarse amigos "por medio de las riquezas de injusticia", para que cuando éstas falten, aquéllos los "reciban en las moradas eternas". Lucas 12:33; 16:9.

Todos los que hacen esto, están haciendo la mejor preparación posible para la vida en este mundo. Ningún hombre puede acumular tesoro en el cielo, sin hallar que por ese medio se enriquece y ennoblece su vida en la tierra.

"La piedad para todo es provechosa teniendo la promesa de la vida que ahora es, y de la que ha de ser". 1 Timoteo 4:8.--La Educación, 140.

El corazón del dador se expande

Las ofrendas de los pobres, dadas mediante la abnegación para ayudar a extender la preciosa luz de la verdad salvadora, no sólo constituirán un aroma delicioso para Dios, y serán plenamente aceptables para él como dones consagrados, sino también el acto mismo de dar expande el corazón del dador y lo une más plenamente con el Redentor del mundo.--The Review and Herald, 31 de octubre de 1878.

La promesa permanente de Dios

Cuandoquiera que los hijos de Dios, en cualquier época de la historia del mundo, ejecutaron alegre y voluntariamente el plan de la benevolencia sistemática y de los dones y ofrendas, han visto cumplirse la permanente promesa de que la prosperidad acompañaría todas sus labores en la misma proporción en que le obedeciesen. Siempre que reconocieron los derechos de Dios y cumplieron con sus requerimientos, honrándole con su sustancia, sus alfolíes rebosaron.--Joyas de los Testimonios 1:375.