Sigamos el objetivo
No debe perderse de vista el objetivo de la escuela sabática a causa de la organización mecánica, ocupando en ello el tiémpo que se debería dedicar a otros asuntos importantes. Siempre debemos rehuir las formas y ceremonias que eclipsarían el verdadero objeto por el cual estamos trabajando. Hay peligro de que lleguemos a ser tan sistemáticos que la escuela sabática se convierta en algo cansador, cuando por lo contrario, debería ser un descanso, un refrigerio y una bendición.
No debe permitirse que la pureza y la sencillez de la escuela sabática sean absorbidas por una interminable variedad de formas que no permitan dedicar suficiente tiempo a los intereses religiosos. La hermosura y el buen éxito de la escuela consisten en su simplicidad y fervor para servir a Dios. Nada puede hacerse sin orden y reglamentación, pero es posible arreglar éstos de tal manera que excluyan los mayores y más importantes deberes. Debería decirse menos a los alumnos en cuanto a los preliminares y al sistema externo, y mucho más acerca de la salvación de sus almas. Hay que hacer de éste el principio predominante de la escuela.
El peligro de la formalidad fría
La antiquísima historia del amor de Jesús, repetida por los maestros y el director, con el amor de Jesús en el corazón, tendrá un poder que convencerá y convertirá a las almas. Si el amor y la ternura de Jesús han tocado vuestro corazón, podréis trabajar por vuestros discípulos. Es preciso tener en vista siempre la simplicidad del Evangelio. Con la ayuda de lo alto podemos hacer una obra fiel para el Maestro. Continuamente debería mantenerse delante de los alumnos el hecho de que sin que haya sinceridad de corazón todos nuestros esfuerzos serán vanos.
El cariño y el amor deben verse en cada movimiento de los maestros y directores de la escuela. La fría formalidad debe ser reemplazada por el celo fervoroso y la energía. El amor de Jesús debe llenar de tal manera toda la escuela, que los alumnos lleguen a considerar esto como la educación más elevada. La severidad o la crítica no deben hallar lugar en la escuela sabática ni en la escuela diaria. Deben ser alejadas completamente del corazón de los maestros y de todos los que desempeñan una parte prominente en la escuela.
No se debería sentir orgullo por las formas o rutinas mecánicas de la escuela, sino por el bien que se haya logrado al llevar las almas a Jesucristo. Es posible conseguir que las máquinas respondan a la voluntad humana, y trabajen con perfecta exactitud, pero carecen de alma. Lo mismo sucede con las escuelas donde las formalidades ocupan un lugar prominente; son como el mármol, que no tiene vida. Si todos los que se hallan relacionados con la escuela comprenden la responsabilidad de su obra, y sienten que están haciendo esfuerzos, no sólo para lo presente, sino para la eternidad, se verán el orden y la armonía en cada división.--Testimonies on Sabbath-School Work, 89, 90.
Los males del formalismo
El mal no resultará de la organización, sino de hacer que la organización lo absorba todo, reduciendo a algo de poca monta la piedad vital. Cuando la forma y la maquinaria toman la preeminencia, y se efectúa un trabajo laborioso para mantener en marcha la obra que debe ser hecha con sencillez, resultará el mal, y se realizará poco en proporción con el esfuerzo empleado. El objeto de la organización es precisamente el opuesto a éste; y si nos desorganizáramos, ello equivaldría a derribar lo que se ha edificado. Se han visto malos resultados tanto en la escuela sabática como en la sociedad misionera, porque se ha dado mucha importancia a la maquinaria, en tanto que la experiencia vital se ha perdido de vista. En muchas de las mejoras imaginadas que se han introducido, se ha colocado sobre la obra el molde del hombre. En la escuela sabática se han aceptado como dirigentes y maestros a hombres y mujeres que no tenían una disposición espiritual, y que no tenían un interés vivo en la obra encomendada a su cuidado; pero los asuntos pueden ponerse en orden únicamente por medio de la ayuda del Espíritu Santo...
Podríamos ver un orden diferente de cosas si una cantidad de personas se consagrara completamente a Dios, y dedicara sus talentos a la obra de la escuela sabática, siempre progresando en conocimiento y educándose para ser aptas para instruir a otros sobre los mejores métodos que pueden emplearse en la obra; pero no les corresponde a los obreros buscar métodos que les permitan hacer ostentación, gastando el tiempo en representaciones teatrales y despliegues musicales, porque esto no beneficia a nadie. No hace ningún bien educar a los hijos a hacer discursos para ocasiones especiales. Ellos deben ser ganados para Cristo, y en vez de invertir el tiempo, el dinero y el esfuerzo en la ostentación, que todo el esfuerzo sea empleado para juntar gavillas para la cosecha.
Muchos parecen pensar que todo lo que es esencial en la obra de la escuela sabática es organizar la escuela y enseñar a los alumnos a actuar en armonía con ceremonias y formas establecidas; y que si pueden conseguirse algunas personas como maestros, la escuela sabática funcionará por sí misma. A menudo se consiguen maestros que no pueden guiar a las almas a Cristo, porque ellos no saben lo que es hallar lo precioso para sus propias almas; pero todos los que no avalúan el alma de manera que trabajen como Cristo quisiera que trabajaran, desparramarán. "El que [notad estas palabras] conmigo no recoge, desparrama." Si los maestros no tienen la preocupación de conducir a las almas a Jesús, se volverán indiferentes a la verdad; llegarán a ser descuidados y la atmósfera con la cual rodean sus almas obrará para apartarlas de Cristo. Y con tales elementos en la escuela sabática, se tropezará perpetuamente con dificultades; porque cuando los maestros se ocupan en la obra y no tienen interés en ella, los alumnos participarán del mismo espíritu.--Fundamentals of Christian Education, 253, 254.
La necesidad de consagración que tienen los obreros de la Escuela Sabática
Aquellos que se ocupan en la obra de la escuela sabática deberían ser personas que se hayan consagrado a Dios. Deberían ser hombres y mujeres de fe robusta y de ardorosa simpatía, fervientes de espíritu, e interesados en todo lo que concierne a la causa de Cristo. Deberían entregarse a la obra con esfuerzo desinteresado, cualquiera sea el sacrificio requerido, poniéndose sobre el altar y suplicando con vehemente clamor y lágrimas por la conversión de la juventud que ha sido confiada a su cuidado. Entre aquellos que quieren trabajar para el Señor en la escuela sabática, debe ser crucificada toda ambición egoísta, y "nada hagáis por contienda o por vanagloria, antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos a los otros." Sea la primera ambición del obrero de la escuela sabática educar a la juventud para cumplir con su deber en el temor de Dios y con sencillez.
Lo que más falta hace en la escuela sabática no es maquinaria, sino conocimiento de las cosas espirituales. ¡Cuán grandemente necesitan los obreros un bautismo del Espíritu Santo, para llegar a ser verdaderos misioneros para Dios! Deberían aprender a esforzar cuanto fuese posible sus mentes, a fin de adquirir un conocimiento mejor de las verdades de la Biblia. Los maestros de la escuela sabática deberían orar diariamente por la iluminación del cielo, a fin de poder revelar a la mente de la juventud los tesoros de la sagrada Palabra. ¿Por qué no humillaros delante del Señor y permitir que la impresión del Espíritu Santo se manifieste en vuestro carácter y obra? Existe demasiada complacencia propia entre aquellos que se ocupan de la obra de la escuela sabática, demasiada maquinaria y rutina, y todo esto tiende a alejar al alma de la Fuente del agua viva.--Testimonies on Sabbath-School Work, 73, 74.
Preparación para la obra de la Escuela Sabática
Existe una escasez de personas aptas y educadas entre nosotros, y no tenemos hombres que sean lo suficientemente preparados para hacer justicia a la obra de manejar nuestras escuelas sabáticas e iglesias. Muchos que conocen la verdad todavía no la entienden de una manera tal como para encargarse por sí mismos de su presentación. No se hallan preparados para presentarla de una manera tal que su carácter sagrado y majestuoso resulte claro a la gente. En vez de aminorar la disciplina, necesitan acrecentarla por medio de la preparación. Es imposible que alguien prevea a qué cosa ha sido llamado. Puede ser colocado en situaciones en que necesite rápido discernimiento, y argumentos bien equilibrados, y por lo tanto deben multiplicarse los obreros bien educados entre nosotros para la gloria de Cristo; deben ser más capaces de comunicar la verdad de una manera clara e inteligente, y la verdad debe ser presentada en una forma tan libre de defectos como sea posible.--Fundamentals of Christian Education, 256, 257.
Dependencia de Dios
Nuestras escuelas sabáticas no son lo que el Señor quiere que sean, pues se depende demasiado de las formas y la maquinaria, mientras que el poder vivificador de Dios no se manifiesta para la conversión de las almas por las cuales Cristo murió. Si nuestras escuelas cumplen el propósito de su existencia, este estado de cosas tiene que cambiar... Cuando los directores y maestros se entreguen sin reserva a Dios, no sólo harán resoluciones, sino que las pondrán por obra. Tan pronto como los obreros de las escuelas sabáticas y de las escuelas diarias emprendan su obra debida con pleno reconocimiento de su dependencia de Dios, la gracia de Cristo será provista para unirse con sus esfuerzos humanos. Es importante que cada obrero comprenda que la convicción y conversión de las almas siguen a la cooperación del esfuerzo humano con el poder divino.
Un ministerio ganador de almas
Una entera consagración del alma tiene que mantenerse tanto por parte de los maestros y directores de nuestras escuelas sabáticas, como por parte de los ministros en nuestros púlpitos, porque todos igualmente están empeñados en la obra de traer almas a Cristo. Cada uno debe trabajar en su lugar como lo hizo Cristo, con espíritu de amor por los errados e impenitentes. Esto es lo que Cristo quisiera ver en la obra de la escuela sabática...
Los ángeles de Dios, que ven el rostro del Padre que está en los cielos, están contemplando a los niños y jóvenes a quienes vosotros, como agentes vivos de Dios, estáis enseñando el camino de la salvación. Pensad en esto, directores y maestros. Os halláis ante los ángeles celestiales, haciendo la obra cuyo carácter dará testimonio de vuestra fidelidad o infidelidad a Cristo...
Auxiliados por el Espíritu Santo
Los directores y maestros de nuestras escuelas sabáticas tienen que ser convertidos--rescatados de su habitual insensibilidad. No han de enseñar las preciosas lecciones de verdad de una manera insípida y sin vida; sino que por la comunión diaria con el Señor, por la recepción de los rayos resplandecientes del Sol de justicia, debe ser añadido poder vivificante a sus esfuerzos para ganar almas para Cristo. De continuo deben tener la mente fija en Cristo, para que los pensamientos e impulsos sean de carácter espiritual, y su manera y método de enseñar estén sujetos a los dictados del Espíritu Santo. El Espíritu Santo, en su más elevada manifestación a los hombres, los capacita para emplear sus mejores energías, mientras Dios obra en ellos el querer y el hacer según su propio beneplácito.
"Sin mí--dice Cristo,--nada podéis hacer." El obrero no será dejado solo. Se le da el Espíritu de Dios para que pueda poseer el querer y el hacer el beneplácito del Señor, a fin de que no haga provisión para satisfacer las concupiscencias de la carne. Entonces, maestros, seguid la dirección del Espíritu. A medida que el Espíritu de Dios atrae el corazón de los niños y jóvenes, atraedlos vosotros con ternura y amor, invitándolos y rogándoles que entreguen su corazón a Dios.
Los niños y jóvenes son la posesión adquirida de Cristo; él los ha comprado a precio infinito. Jesús ama a los niñitos. El mira con compasión a los de tierna edad, porque sabe cómo Satanás procurará atraerlos al camino ancho, haciéndolo aparecer encantador a sus ojos; y manda a los ángeles que tomen cargo especial de estas almas inexpertas, en sus hogares, en su vida escolar y en la escuela sabática. Continuamente contiende con ellos el Espíritu, procurando atraerlos a Dios; y aquel que colabora con Dios sentirá su responsabilidad, y trabajarán fervientemente por ganar almas para Cristo.--Testimonies on Sabbath-School Work, 41-44.
Se necesita fidelidad perseverante
Una fidelidad tal, paciente, perseverante, y acompañada de oración, como la que poseyeron esos santos de Dios [Caleb, Ana y Dorcas] es rara; sin embargo, la iglesia no puede prosperar sin ella. Se la necesita en la iglesia, en la escuela sabática y en la sociedad.--Testimonies on Sabbath-School Work, 109.
Cooperación coronada de éxito
Los obreros de nuestras escuelas sabáticas necesitan estar imbuídos especialmente del Espíritu de Cristo. No pueden ser colaboradores con Cristo, a menos que lo tengan morando en sus corazones por la fe... Los niños necesitan que se haga por su cultura religiosa un esfuerzo más decidido. Los obreros principales y los maestros deberían trabajar porque haya armonía perfecta. Debería haber cooperación de parte de padres, niños y maestros. Que cada obrero se afane por adquirir sabiduría y tacto, a fin de poder hacer ese esfuerzo bien dirigido que Dios requiere. Debemos cultivar tacto y vivo discernimiento, y ser prontos para ver las oportunidades de hacer el bien y para aprovecharlas y utilizarlas cuanto se pueda.--Testimonies on Sabbath-School Work, 20.
El Espíritu Santo es esencial para el éxito
Los dirigentes y maestros de la escuela sabática necesitan la dirección e instrucción del Espíritu Santo, para poder ser verdaderos educadores, aptos para inspirar el pensamiento y hacer recordar las cosas que han enseñado a sus alumnos. Es oficio del Espíritu Santo traer a la memoria, de una manera clara y distinta, las palabras y obras de Cristo, para que aquellos que enseñan acerca del Redentor del mundo, tengan el poder de levantar a Cristo ante el entendimiento de sus clases. En todos los arreglos de la escuela sabática se necesita la ayuda del Espíritu Santo, a fin de que sean elegidos hombres y mujeres de Dios para ocupar los puestos de responsabilidad en calidad de dirigentes y maestros.
No es lo mejor tener la escuela siempre bajo la dirección del mismo hombre; porque le dará el molde de su propia mente y de sus ideas personales; debería en cambio haber en la escuela obreros que puedan impartir nuevos pensamientos, y hacer adelantar la escuela en la vida espiritual. Puede ser que la escuela esté apegada a uno que ha servido durante mucho tiempo y fielmente, pero hay que tomar en cuenta el bien de la escuela, antes que las preferencias personales de los maestros o alumnos. Cuando es evidente que un cambio sería provechoso para la escuela, por el advenimiento de obreros que saben lo que es sentir una preocupación por las almas, no se permita que cosa alguna lo impida. Aquellos que no ambicionan ensalzarse a sí mismos, aunque por este arreglo se los cambie de sus puestos, echarán ávidamente mano de todo recurso por el cual se pueda elevar y adelantar a los alumnos de la escuela sabática. Aquellos que son antiguos y expertos en la obra, han aprendido las cosas que ayudarán a fomentar la causa de Dios, y los hombres más jóvenes, que no están adaptados enteramente a la obra, deberían seguir el ejemplo de los hermanos mayores, que han sido fieles en lo que les fué encomendado, y adquirir de esta manera sabiduría y tacto, a fin de poder lograr el éxito esencial para toda buena obra...
Preguntas importantes
¿Por qué razón hay muchos en nuestras iglesias que no están firmes, arraigados y fundados en la verdad? ¿Por qué hay en la iglesia quienes andan en tinieblas y sin luz, cuyos testimonios son faltos de ánimo, fríos y llenos de quejas? ¿Por qué hay personas cuyos pies parecen estar a punto de desviarse por sendas prohibidas, quienes siempre tienen una triste historia que relatar de tentaciones y derrotas? ¿Han sentido los miembros de la iglesia su responsabilidad? ¿Han cuidado los ancianos y diáconos de la iglesia a los débiles y extraviados? ¿Se han dado cuenta de que los vacilantes están en peligro de perder sus almas? ¿Habéis procurado por medio del precepto y del ejemplo, colocar sobre la Roca eterna los pies de los descarriados? ¿Han reconocido los maestros y dirigentes de la escuela sabática que tienen que hacer algo para guiar los pies de los jóvenes a las sendas seguras, y que deberían renunciar a todo interés egoísta, para poder ser ganadores de almas para el Maestro? Se necesita decididamente una reforma en todos los ramos de la obra.
Un poder vivificador
Maravillosas oportunidades pasan sin ser aprovechadas en nuestra obra de la escuela sabática. Que los hombres y mujeres que poseen dones variados entren en la obra y, en el temor de Dios, hagan lo mejor que puedan por salvar a la juventud. No se permita que aquellos que tienen un modo mecánico de hacer las cosas, tomen completamente a su cargo la escuela y la sometan a formas ceremoniosas; a costumbres rigurosamente exactas, y con todo, sofoquen su vida con un sinnúmero de reglamentos. Es esencial que haya orden, pero juntamente con nuestras leyes y reglamentos necesitamos mucho más conocimiento espiritual. Necesitamos un poder vivificador, un entusiasmo celoso, una verdadera animación, para que nuestras escuelas sean llenadas de un ambiente de verdadera piedad y pureza; para que haya verdadero progreso religioso; para que el temor de Dios llene la escuela, y el director y los encargados no se den por satisfechos con procedimientos muertos y formales, sino que pongan en juego todo medio posible para que la escuela llegue a ser la más noble y eficiente del mundo. Este debe ser el objeto y la ambición de cada obrero de la escuela.
Se necesitan verdaderos directores
Los directores de nuestras escuelas deberían ser hombres y mujeres de intuición aguda, que tengan el Espíritu de Dios para ayudarles a leer el carácter, que tengan aptitud para dirigir, que puedan entender las diferentes fases del carácter, y ejerzan tino y sabiduría en su trabajo en favor de las diversas mentes. Muchos pueden ocupar nominalmente el puesto de director, pero se necesitan hombres capaces de desempeñarlo en todo el sentido de la palabra. Muchos hay que con bastante habilidad pueden seguir la rutina; pero no pueden impartir valor y esperanza, inspirar pensamientos, avivar la energía, e impartir tal vida, que la escuela llegue a ser un poder vivo y creciente para el bien.
Hay un gran campo abierto también para los maestros, y ellos deberían tratar de aprender cómo trabajar de manera que puedan dirigir y desarrollar la mente y el corazón de los niños. Deberían poseer la sabiduría que viene de lo alto, para que puedan tener buen éxito en su trato con los jóvenes y niños. Muchos maestros son cortos de vista, y proceden para con los jóvenes de un modo que no tiende a producir buenos resultados; y en lugar de adelanto, se ve retroceso. Lo que necesitan, tanto los obreros como los alumnos, es el don del Espíritu Santo, para que no haya reformas espasmódicas, sino un firme crecimiento en la gracia, un constante aumento de vida y poder espirituales.--Testimonies on Sabbath-School Work, 91-94.
Echados a perder para la verdadera dirección
Nuestras escuelas sabáticas, que están destinadas a la instrucción de nuestros niños y jóvenes, son demasiado superficiales. Los directores de ellas deben arar más profundamente. Necesitan dedicar más atención y más arduo trabajo a la obra que están haciendo. Necesitan estudiar más cabalmente la Biblia, y tener una experiencia religiosa más honda, a fin de saber cómo dirigir las escuelas sabáticas según la orden de Dios, y cómo guiar a los niños y jóvenes a su Salvador. Este es un ramo de la obra, que ha venido sufriendo por falta de hombres y mujeres eficientes y perspicaces, que sientan la responsabilidad delante de Dios de usar sus facultades, no para llamar la atención a sí mismos, ni para vanagloriarse, sino para hacer bien.--Testimonies on Sabbath-School Work, 111.
Mecánica, pero carente de espíritu
Tenemos que llegar a un plano de acción más elevado. Vivifique el Espíritu de Dios las almas de los obreros. Entonces sus planes y métodos de labor serán de carácter tal que ganarán almas para Cristo Jesús. En nuestras iglesias grandes, donde hay muchos niños y jóvenes, existe gran peligro de que la escuela sabática sea conducida de manera tal que llegue a ser una mera forma, mecánica pero sin espíritu. Le hace falta Jesús.--Testimonies on Sabbath-School Work, 14.
La elección de dirigentes
Las mujeres cristianas pueden ejercer una buena influencia sobre los jóvenes y niños. Sus aptitudes son talentos que Dios les ha confiado, y deberían ser consagradas enteramente al servicio del Maestro. Muchas son de entendimiento despierto para discernir, y eficientes para poner por obra lo que se ha ideado, pero necesitan estar estrechamente unidas a Dios. Ellas buscarán nuevos métodos y maneras para desarrollar el carácter y educar a la juventud a usar los talentos que Dios le ha dado.
Al elegirse dirigentes de cuando en cuando, cuídese de que no dominen las preferencias personales, sino colóquense en los puestos de responsabilidad a aquellos que estáis convencidos de que aman y temen a Dios y de que lo tomarán por consejero. Sin el amor y el temor de Dios, sólo se fracasará, por muy brillante que sea el intelecto. Jesús dice: "Sin mí, nada podéis hacer." Este asunto de elegir dirigentes no debe dejarse en las manos de los alumnos de la escuela sabática. Será de beneficio para la escuela cambiar con frecuencia los dirigentes; porque la mente de un solo hombre no debe amoldar todas las demás. Puede ser que tenga él algunas cualidades excelentes, y que sin embargo sea deficiente en algunos respectos. Puede ser que otro que se elija posea las cualidades que al primero le faltaban. Diferentes mentes, y cualidades contribuirán con ideas frescas, con nuevas formas de pensar, y esto es esencial. Pero, sobre todo, elíjase a aquellos que, en la sencillez de su alma, están caminando en la verdad, aman y temen a Dios, y reciben sus lecciones en la escuela divina. Los tales llevarán hacia adelante y hacia arriba a los alumnos. Bajo la dirección de maestros sabios, los discípulos irán adquiriendo mayor interés en la Palabra de Dios, y obtendrán un conocimiento más profundo de las Escrituras. Sea Cristo el tema de toda lección. Las lecciones que Cristo ha dado a sus discípulos son de la más alta importancia.--Testimonies on Sabbath-School Work, 83, 84.
Consejos a los directores
Hay obra ferviente que hacer en nuestras escuelas sabáticas, y los que las dirigen deberían tratar de proceder con sabiduría y tacto. Es una obra delicada e importante la de tratar con las mentes, dejar una impresión correcta, dar al carácter el molde debido. Es instructor sabio el que procura poner en acción la habilidad y las facultades del alumno en lugar de tratar constantemente de dar instrucción.
En diferentes ocasiones he recibido cartas en las que se me preguntaba acerca de los deberes del director de la escuela sabática. Uno que se sentía apenado porque no podía despertar un interés más profundo de parte de los maestros y alumnos, dijo que él ocupaba mucho tiempo hablando con ellos, explicándoles todo lo que le parecía que necesitaban entender, y que sin embargo, parecía haber una gran falta de interés. No sentían impulsos religiosos. Yo quisiera decir aquí a este sincero hermano, y a cualesquiera otros que se hallen trabajando bajo dificultades parecidas: Examinaos para ver si no sois responsables en gran parte por esta falta de interés religioso.
Observaciones tediosas
Muchos tratan de hacer demasiado, y dejan de animar a sus maestros y alumnos a hacer lo que pueden. Necesitan gran sencillez y fervor religioso. Hacen largas y secas pláticas en la escuela sabática y en la reunión de maestros, cansando así la mente de los maestros como la de los estudiantes. Tales observaciones están muy fuera de lugar. No adaptan su instrucción a las verdaderas necesidades de la escuela, y dejan de atraerse los corazones porque su propio corazón no está lleno de simpatía espiritual. No se dan cuenta de que por medio de sus largas y tediosas pláticas están matando el interés en la escuela y el amor a ella...
Cuando los corazones de los obreros lleguen a estar en armonía con Cristo; cuando él, mediante una fe viviente, habite en ellos, no hablarán ni la mitad de lo que hablan ahora, ni manifestarán la mitad de la perspicacia que algunos manifiestan ahora; pero lo que dirán, con amor y sencillez, llegará al corazón, y ellos llegarán a simpatizar estrechamente con los maestros, alumnos y miembros de la iglesia.
Poder en la sencillez
El verdadero maestro llevará consigo la mente de sus oyentes. Sus palabras serán pocas, pero fervientes. Como vendrán del corazón, estarán llenas de simpatía e inflamadas de amor por las preciosas almas. Puede ser que su nivel cultural sea limitado, y que tenga sólo poca habilidad natural, pero el amor a la obra y la voluntad de trabajar con humildad lo harán capaz de despertar un interés profundo, tanto en los maestros como en los alumnos. El corazón de los jóvenes será atraído hacia él. Su trabajo no será mera forma. Puede adquirir la habilidad de arrancar de los maestros y alumnos preciosas joyas de verdades espirituales e intelectuales, y así, al mismo tiempo que eduque a otros, será educado él mismo. Los alumnos no quedarán asombrados por su despliegue de profundos conocimientos, y con palabras sencillas dirán qué impresión ha hecho la lección sobre sus mentes. El resultado será un profundo y vivo interés en la escuela. Por la sencillez del Evangelio de Cristo, él los habrá alcanzado donde se hallan. Sus corazones se derriten, y ahora él puede amoldarlos a la imagen de su Maestro.
Un entendimiento vivo y agudo puede ser una ventaja, pero el poder del educador reside en la relación que existe en su corazón con la Luz y la Vida del mundo. Amará a la humanidad y siempre procurará llevarla a un nivel más elevado. No estará siempre culpando a otros, sino que su corazón estará lleno de compasión. No será grande en su propia estimación, ni tampoco tratará constantemente de sostener y fortificar su propia dignidad; sino que en su vida será personificada la humildad de Cristo. Sentirá la verdad de las palabras de Cristo: "Sin mí nada podéis hacer." Se necesitan en gran manera maestros como éstos. Dios obrará juntamente con ellos. "Aprended de mí," dice Cristo; "que soy manso y humilde de corazón." Muchos de los que están ocupados en la obra de la escuela sabática, necesitan iluminación divina. Les falta el discernimiento espiritual que los haga capaces de comprender las necesidades de aquellos para quienes están trabajando...
Han de evitarse la crítica y la mordacidad
Directores, no regañéis ni os quejéis nunca delante de vuestros maestros o alumnos. Si queréis influir para bien en la escuela, dejad a un lado el látigo y ejerced una influencia inspiradora, celestial, que hará que las mentes de todos os sigan. Al formular planes y reglamentos para la escuela, haced que ellos representen, hasta donde sea posible, la voz de la escuela. En algunas escuelas reina un espíritu mordaz y criticón. Se presta mucha atención a las formas y reglamentos, al paso que se descuidan los asuntos más importantes: la misericordia y el amor de Dios. Estén todos alegres. Si algunos tienen sus almas envueltas en nubes, salgan a la luz del sol antes de entrar en la escuela sabática. Una madre que está continuamente dando expresión a su desaliento, y quejándose delante de sus hijos de la falta de aprecio de los mismos, no puede tener dominio sobre ellos. Así será con vosotros, directores y maestros. Si veis una falta en este sentido, no aminoréis vuestra influencia hablando de ella; antes bien, de una manera sosegada, poned en juego influencias que corrijan el mal. Haced planes, estudiad cómo lograr una escuela bien organizada y disciplinada.--Testimonies on Sabbath-School Work, 16-19.
La observación de un niño
Hubo una vez un director general de escuelas sabáticas, que al dirigir la palabra a una escuela sabática en cierta ocasión, hizo observaciones muy secas, largas y faltas de interés. Una madre le preguntó a su hijita, de diez años de edad, si le había gustado el discurso, y agregó: "¿Qué dijo el pastor?" La niñita repuso: "Habló, y habló, y habló, y no dijo nada." No queremos que se dé semejante informe de nuestro trabajo. Queremos la mejor preparación que nos sea posible obtener para esta obra, de manera que tengamos éxito en enseñar a otros las cosas que nosotros hemos aprendido.--Testimonies on Sabbath-School Work, 111, 112.
Puntualidad
Muchas personas cometen una triste falta porque siempre están atrasadas en la mañana del sábado. Son muy minuciosas con respecto a su propio tiempo, y no pueden tolerar perder una hora del mismo; pero con respecto al tiempo del Señor, el único día de los siete que el Señor reclama como suyo, y que exige que se lo dediquemos a él, una buena porción del mismo es malgastada durmiendo hasta tarde en la mañana. En esto están robando a Dios. Esto les produce atraso en todas las cosas; acarrea confusión en la familia; y finalmente resulta en la tardanza de toda la familia para llegar a la escuela sabática, y tal vez a la reunión. ¿Por qué no podemos levantarnos temprano junto con los pájaros y ofrecer alabanza y acción de gracias a Dios? Probadlo, hermanos y hermanas. Que todos vuestros preparativos sean hechos el día anterior, y llegad con prontitud a la escuela sabática y a la reunión; por ello no solamente beneficiaréis a otros, sino que vosotros mismos obtendréis una rica cosecha de bendiciones.--The Youth's Instructor, 19 de marzo de 1879.
La puntualidad y la decisión en la obra y en la causa de Dios son altamente esenciales.--Testimonies for the Church 3:500.
Empezad a la hora fijada
Las reuniones de junta y de oración no deben ser tediosas. Si es posible, todos deberían ser puntuales en llegar a la hora señalada; y si hay personas que no llegan a tiempo, que se atrasan una media hora o aun quince minutos, no se las debe esperar. Si hay solamente dos personas presentes, ellas pueden reclamar el cumplimiento de la promesa. La reunión debe empezar a la hora fijada, si es posible, haya presentes pocos o muchos.--The Review and Herald, 30 de mayo de 1871.
El tratamiento de los alumnos que yerran
En la obra de la escuela sabática se nos pedirá a veces que corrijamos a los que hacen equivocaciones y caen en el pecado y el error. Cristo nos ha dado en su Palabra lecciones muy claras respecto a la manera de tratar a los que yerran, pero muchos no las han puesto en práctica. No las han estudiado y atesorado en el corazón de manera que el Espíritu Santo pudiera iluminar el oscurecido entendimiento y enternecer y quebrantar el empedernido corazón, tanto del maestro como del alumno. El Espíritu Santo hará sensible y lleno de simpatía el corazón, y lo librará del orgullo y el egoísmo.
Es probable que algunos de los alumnos de la escuela sabática se porten mal y hagan cosas que molesten al maestro. Pero éste no debe usar palabras mordaces, ni manifestar un espíritu irrefrenado, porque en tal caso no estaría usando la espada del Espíritu, sino las armas de Satanás. Aunque la mala conducta del discípulo es difícil de soportar, aunque es preciso corregir el mal, observar los reglamentos y respetar la justicia, guarde el maestro, no obstante, el camino del Señor, y mezcle con la justicia la misericordia. Mire la cruz del Calvario, y vea cómo allí la misericordia y la verdad se encontraron, cómo la justicia y la paz se besaron. Allí, por medio del sacrificio divino, el hombre puede ser reconciliado con Dios. Al contemplar el amor de Cristo, vuestro corazón se ablandará para tratar a los niños como a los miembros menores de la familia del Señor. Recordaréis que son propiedad de Cristo, y estaréis dispuestos a tratarlos del mismo modo que Cristo os ha tratado a vosotros.
El trato áspero no ayudará nunca al niño a reconocer sus errores ni a reformarse. Llévense a la práctica, con el espíritu de Cristo, los reglamentos de la escuela, y cuando sea necesario dar una reprensión, hágase esta desagradable tarea con tristeza y amor. No creáis que es vuestro deber reprender públicamente al alumno, y humillarlo así delante de toda la escuela. Con esto no se presentaría un ejemplo digno a los niños, porque sería semilla productora de una siega idéntica. Nunca publiquéis los errores de ningún alumno fuera del círculo en que tienen que conocerse; porque si lo hacéis, se creará un sentimiento de simpatía para con el culpable, dejando en las mentes la impresión de que se lo ha tratado de una manera injusta. Al exponer la mala conducta del alumno, puede ser que se lo arroje al campo de batalla de Satanás, y que desde ese mismo momento vaya constantemente hacia abajo. Cristo tiene mucha paciencia con nosotros, y nosotros debemos ser como Cristo. El no nos rechaza a causa de nuestros errores, sino que nos reprende con ternura y por medio del amor nos atrae a sí.
Se necesitan sabiduría y paciencia
Si los maestros ven que es imposible conseguir que cierto alumno se someta a la disciplina en la clase en que está, póngaselo en otra, porque puede ser que otro maestro logre suplir la deficiencia. Puede ser que otro tenga lo que a un maestro le falta; pero si podéis conseguir la confianza del niño, si lo podéis ligar a vuestro corazón con los vínculos de la simpatía y el amor, quizá ganéis un alma para Cristo. Puede ser que el muchacho travieso, voluntarioso e independiente, cambie de carácter.
Pero aunque es necesario manifestar amor y simpatía para con vuestros alumnos, es debilidad manifiesta mostrar parcialidad y despertar así la suspicacia y los recelos. Los niños son muy prontos para descubrir si el maestro prefiere a alguno, y a menudo el alumno favorito mide su fuerza, su aptitud y destreza con las del maestro en el manejo de la clase. Puede ser que se decida a ser jefe; y a menos que el maestro posea la gracia de Cristo, manifestará debilidad, se volverá impaciente, exigente y severo. El alumno más prominente de la clase generalmente transmitirá su propósito a los demás alumnos, y habrá un esfuerzo combinado para obtener el dominio. Si el maestro sabe dominarse mediante la gracia de Cristo, si sujeta las riendas con mano firme y paciente, subyugará el elemento turbulento y se conquistará el respeto de sus alumnos. Una vez que esté restablecido el orden, manifiéstese bondad, paciencia y amor. Puede ser que la rebelión vuelva a levantarse muchas veces, pero no debe mostrarse un genio irascible. No habléis ásperamente al que ha hecho el mal, desanimando así a un alma que está luchando con las potestades de las tinieblas. Callad, y elevad vuestro corazón en oración a Dios por ayuda. Los ángeles acudirán a vuestro lado, y os ayudarán a levantar bandera contra el enemigo; y así, en lugar de separar al errado, podréis lograr ganar un alma para Cristo.--Testimonies on Sabbath-School Work, 77-80.
Cómo lograr respeto
Sientan los maestros que, cualquiera fuere la naturaleza de la dificultad, deben hacerle frente con el espíritu de Jesús. No hagáis frente a la combatividad con la combatividad. Tendréis que afrontar la terquedad, la obstinación, la indolencia y la frivolidad; pero en todas las emergencias debéis manifestar benevolencia y amor, y, por medio de la paciencia y el dominio propio, retener los afectos de vuestros discípulos, y hacer que tengan motivos para creer que todo vuestro deseo es hacerles bien. Hacedles ver que tenéis confianza en ellos. Visitadlos en sus casas, e invitadlos a la vuestra. Dejadles ver que los amáis, no sólo de palabra, sino de obra y en verdad.
No hay necesidad de que el maestro se arrogue una dignidad especial, ya que no puede granjearse el respeto de sus alumnos de ninguna otra manera que por un comportamiento cristiano, manifestando bondad y cortesía cristianas. El maestro ha de educar a sus discípulos como Cristo educó a los suyos. Tiene que hacer impresiones que el tiempo no pueda borrar. Su influencia debe amoldar a sus alumnos según el Modelo divino; y si hace esto, sólo la eternidad dará a conocer el valor de su obra. El maestro debe despertar en sus alumnos la naturaleza moral, e inspirar en ellos el deseo de responder a los instrumentos divinos.
El quebrantar la voluntad
Aquellos que son egoístas, irritables, imperiosos, groseros y ásperos, y que no tienen mucha consideración para con los sentimientos ajenos, nunca deberían ser empleados como maestros. Tendrían una influencia desastrosa sobre sus alumnos, amoldándolos según su propio carácter y perpetuando así el mal. Las personas de este genio harán un esfuerzo para quebrantar la voluntad de un niño, si se muestra ingobernable; pero Cristo no ha autorizado semejante manera de tratar a los que yerran. Mediante la sabiduría celestial, la mansedumbre y humildad de corazón, los maestros pueden ser capaces de dirigir la voluntad y guiar a sus alumnos en el camino de la obediencia; pero nadie se imagine que con amenazas podrá ganar sus afectos. Tenemos que trabajar como Cristo.
Hay muchos que subestiman el mal que causa un error cuando se manifiesta en ellos mismos, pero que reconocen plenamente su influencia cuando se revela en otros. En todas partes nos encontramos con personas que ignoran enteramente que poseen características que es necesario modificar. Otros pueden ver sus rasgos de carácter censurables, pero cuando se los reprende, se imaginan que se los ha juzgado mal. El maestro debería examinar cuidadosamente su propio corazón a la luz de la eternidad, para poder representar delante de sus discípulos aquello que él desea que sean. Debería aprender diariamente en la escuela de Cristo, permaneciendo en Cristo como permanece el pámpano en la vid, para poder comunicar a otros lo que él mismo ha recibido de Cristo.
Autodisciplina
El maestro que quiere sujetar a sus alumnos a la disciplina, tiene que llegar a estar él mismo primero bajo el dominio de Cristo. Jesús dijo: "El que me sigue no andará en tinieblas; mas tendrá la lumbre de la vida." Con iluminación divina, podéis trabajar como trabajó Cristo; porque su luz puede alumbrar por medio de vosotros la senda de todo pecador impenitente con quien os relacionéis. ¿Sois en verdad maestros que enseñan los caminos de Dios? Si sois maestros convertidos podréis conquistar, no arrear; atraer, no ahuyentar a las almas por las cuales Cristo murió. Cuidaréis y velaréis por las ovejas y los corderitos del redil de Cristo. Si se extravían, no los dejaréis perecer, sino que saldréis a buscar y salvar lo que se ha perdido. Todo el cielo estará pronto para ayudaros en esta buena obra. Los ángeles os secundarán en vuestro esfuerzo de hallar la llave del corazón del más incorregible y desobediente. Recibiréis gracia especial, y fuerza por medio de Cristo, el cual puede proveeros de su plenitud inconmensurable. Se os hará aptos para ser colaboradores de Dios, uno con Cristo en vuestro esfuerzo para salvar a los perdidos, y el resultado de vuestro trabajo de amor será visto no sólo en el tiempo presente, sino durante la eternidad.--Testimonies on Sabbath-School Work, 80-82.
Recordemos la experiencia de nuestra propia niñez
Algunos padres--y algunos maestros también,--parecen olvidar que ellos mismos fueron niños una vez. Tienen una actitud de dignidad, de frialdad y falta de simpatía. Cuandoquiera que se relacionan con los jóvenes--en el hogar, en la escuela, en la escuela sabática o en la iglesia,--mantienen el mismo aire de autoridad, y sus rostros a menudo tienen una expresión solemne y reprobatoria. La alegría o la indocilidad infantil, la inquieta actividad de la vida joven, no tiene excusa a sus ojos. Faltas pequeñas son tratadas como graves pecados. Tal disciplina no es semejante a la de Cristo. Los niños educados de esta manera temen a sus padres o maestros, pero no los aman; no les confían sus experiencias infantiles. Algunas de las más valiosas cualidades de la mente y del corazón mueren por congelación, como una tierna planta ante el cierzo invernal.
Sonreíd, padres; sonreíd, maestros. Si vuestro corazón está triste, no lo revele vuestro rostro. Que la luz del sol proveniente de un corazón amante y agradecido ilumine el semblante. Descended de vuestra férrea dignidad, adaptaos a las necesidades de los niños, y haced que ellos os amen. Debéis ganar su afecto si queréis imprimir la verdad religiosa sobre su corazón.--Fundamentals of Christian Education, 68.
El poder del silencio
Los que desean gobernar a otros deben primeramente gobernarse a sí mismos. El tratar en forma apasionada con un niño o un joven, solamente despertará su resentimiento. Cuando un padre o un maestro se vuelve impaciente, y está en peligro de hablar insensatamente, permanezca silencioso. Hay un poder maravilloso en el silencio.
El maestro debe esperar encontrarse con disposiciones perversas y con corazones endurecidos. Pero al tratar con ellos, no debe olvidar nunca que él mismo fué una vez un niño y que necesitó disciplina. Aún ahora, con todas las ventajas que le otorgan la edad, la educación y la experiencia, yerra a menudo y está en necesidad de misericordia y tolerancia. Al educar a la juventud debe considerar que está tratando con personas que tienen inclinaciones al mal similares a las suyas. Tienen que aprenderlo casi todo, y el aprender es mucho más difícil para unos que para otros. Debe tratar pacientemente con el alumno lerdo, no censurando su ignorancia, sino aprovechando toda oportunidad para darle ánimo. Con los alumnos sensibles y nerviosos debe tratar muy tiernamente. Un sentido de sus propias imperfecciones debe inducirlo constantemente a manifestar simpatía y tolerancia hacia aquellos que también están luchando con dificultades.
La regla del Salvador: "Todas las cosas que quisiereis que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos," debería ser la regla de todos aquellos que se encargan de la educación de niños y jóvenes. Ellos son los miembros más jóvenes de la familia del Señor, herederos con nosotros de las gracias de la vida. La regla de Cristo debe ser observada sagradamente en el trato con los más lentos, con los más jóvenes, con los más desatinados, y aun con los que yerran y son rebeldes....
Los brazos extendidos de Cristo
El divino Maestro tiene paciencia con los errantes a pesar de toda su perversidad. Su amor no se enfría; sus esfuerzos para ganarlos no cesan. Con los brazos extendidos espera darles reiteradamente la bienvenida a los errantes, a los rebeldes y aun a los apóstatas. Su corazón es conmovido por la condición indefensa del niñito sujeto a trato rudo. El clamor del sufrimiento humano nunca llega en vano a sus oídos. Aunque todos son preciosos a su vista, la persona tosca, de mal genio, porfiada, despierta más hondamente su simpatía y amor, porque él rastrea de causa a efecto. El que es más fácilmente tentado, el que está más inclinado a errar, es el objeto especial de su solicitud.
Todo padre y todo maestro debe albergar los atributos de Aquel que se identifica con la causa del afligido, el sufriente y el tentado. Debe ser alguien que tenga compasión "de los ignorantes y extraviados, pues que él también está rodeado de flaqueza." Jesús nos trata mucho mejor de lo que merecemos; y de la manera en que él nos ha tratado debemos tratar a los demás. No se justifica la conducta de ningún padre y de ningún maestro cuando es diferente de la que el Salvador manifestaría bajo circunstancias similares.--Testimonies on Sabbath School Work, 119-121.
La disciplina y el orden son esenciales
Debería reinar disciplina y orden en nuestras escuelas sabáticas. Los niños que asisten a ellas deben apreciar los privilegios de que gozan, y se les debe exigir que observen los reglamentos de la escuela.--Testimonies on Sabbath-School Work, 7, 8.
Si Cristo habita por la fe en su corazón [del maestro], el pecado le parecerá repugnante. Al mismo tiempo que tendrá amor, bondad y ternura para con los alumnos que están a su cargo, sentirá que, como siervo fiel, tiene que disciplinar y mantener orden en su clase. Si tiene la verdad en su corazón, se revelará en sus palabras y comportamiento el amor del Salvador. Para él la Palabra de Dios no es letra muerta; no dará solamente servicio de labios, sino de corazón.--Testimonies on Sabbath-School Work, 25, 26.
Mantened el dominio propio
Puede ser que los alumnos de vuestra clase sean perversos, obstinados e inclinados al mal; tal vez prueben severamente vuestra paciencia, y sin embargo, sus corazones son terreno en que podéis sembrar la semilla celestial que dará una cosecha de bien. Si el maestro no se halla imbuído del Espíritu de Dios, se desanimará, perderá el dominio propio, y por una palabra impaciente, por una reprensión severa, puede perder toda su influencia y hacer fracasar su obra.--Testimonies on Sabbath-School Work, 44.
La reprimenda, la acusación y la irritación son inútiles
No aprovechará nada el reprender y acusar a vuestros alumnos y el quejaros cuando manifiestan un espíritu de inquietud y travesura. Recordad que habéis de ser pacientes colaboradores de Dios, y que todo el cielo está interesado en la obra que estáis haciendo; recordad que cualquier parte de la obra de Dios significa esfuerzo y trabajo de alma. "Portaos varonilmente, y esforzaos." Preguntad a vuestro Maestro, el cual se sometió a la humillación y sufrió la muerte de cruz, qué es lo que quiere que hagáis. Llevad con vosotros a la obra todos los talentos que os han sido confiados, y entregadlos a los banqueros. Mediante la gracia de Cristo podréis efectuar una obra preciosa para el Maestro. La riqueza de los recursos divinos está a vuestra disposición, y por medio de la oración y la fe, podréis echar mano de las promesas de Dios, y apropiároslas según vuestra necesidad.
El amor es un poder subyugante
Consagraos vosotros mismos y todo lo que tenéis al servicio de Aquel que os amó, y se dió a sí mismo por vosotros. Jesús dice: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto; y seáis así mis discípulos." Esto tanto vale para la obra de la escuela sabática como para la obra del pastor. Ahora se ofrece la áurea oportunidad de sembrar semilla preciosa que brotará y dará fruto para vida eterna. Ahora podréis ser sabor de vida para vida; porque cuando podéis impartir a otros una verdad que habéis adquirido por una experiencia profunda, ella tiene un poder vivificador que impresionará los corazones y los atraerá a Jesús. Cuando Jesús está atrayendo, y sus colaboradores están trabajando en armonía con él, ha de ser duro el corazón que no se deje impresionar y subyugar por el poder del amor divino.--Testimonies on Sabbath-School Work, 69, 70.
Competencias y premios
El sábado de mañana [Marshalltown, Iowa, lugar del congreso, agosto 16 de 1884] un gran grupo se reunió para realizar la escuela sabática. Pronto se arreglaron las clases incluyendo a todos excepto unos pocos que escogieron sitios fuera de la carpa. Pero éstos no fueron abandonados a sí mismos; se escogieron maestros y se formaron dos o tres clases interesantes. Todos estaban tan ocupados como abejas, y por todas partes, en la carpa y fuera de ella se oía el murmullo de las voces. La escuela estaba bien dirigida y con orden y los ejercicios me resultaron muy interesantes.*
Se me pidió que hablase durante unos treinta minutos, amonestándoles en contra de dejar que sus escuelas sabáticas degeneren y lleguen a ser una mera rutina mecánica. No deberíamos procurar imitar a las escuelas dominicales, ni tratar de mantener el interés ofreciendo premios. El ofrecer premios creará rivalidad, envidia y celos; y algunos de los más diligentes y dignos recibirán poco crédito. Los alumnos no deberían tratar de ver cuántos versículos pueden aprender y recitar; porque esto causa una tensión demasiado grande para el niño ambicioso, mientras que los demás se desaniman.
No ensayéis ninguno de estos métodos en vuestras escuelas sabáticas; sino esfuércense los directores y maestros para tener vida e interés en sus escuelas. ¡Qué bendición sería, si todos enseñaran como enseñó Jesús! El no trató de ganar la atención por la elocuencia ni por una abrumadora grandeza de sentimiento. Por lo contrario, su lenguaje era claro, y expresaba sus pensamientos con la mayor sencillez; pero hablaba con amante fervor. En vuestra enseñanza sed tan semejantes a él como sea posible. Haced interesantes vuestros programas. Demuestren los maestros que han aprendido a fondo la lección y que están intensamente interesados en ella. No se hagan interpretaciones frívolas o superficiales de las Escrituras; antes esté cada cual preparado para ir al fondo del tema que se presenta.--Testimonies on Sabbath-School Work, 110, 111.
La Escuela Sabática y el servicio de la iglesia
La escuela sabática de ----- fué hecha el tema principal de interés por el hermano E. Absorbía la mente de la juventud, al paso que se descuidaban otros deberes religiosos. A menudo, después de terminarse la escuela sabática, el director, unos cuantos maestros, y un número bastante considerable de los alumnos, solían volver a casa para descansar. Sentían que se había acabado su preocupación para el día y que no tenían más deberes que cumplir. Al sonar la campana anunciando la hora del servicio público, cuando los hermanos salían de sus hogares para ir al local de culto, se encontraban con muchos miembros de la escuela sabática que regresaban a sus casas. Y por importante que fuera la reunión, a un gran número de miembros de la escuela sabática no podía interesárselos para que hallaran placer en la instrucción que daba el pastor sobre importantes temas bíblicos. Al mismo tiempo que muchos de los niños no asistían al culto, algunos que se quedaban no sacaban provecho de la palabra presentada, porque lo consideraban tarea pesada.--Testimonies on Sabbath-School Work, 7.
Escuelas Sabáticas de grupos pequeños
En muchos lugares pueden formarse grupos de observadores del sábado. Frecuentemente no serán grupos grandes; pero no hay que desatenderlos; no hay que dejarlos morir por falta de debido esfuerzo personal e instrucción. No debe abandonarse la obra prematuramente. Cuídese de que todos estén bien instruídos en la verdad, fundados en la fe e interesados en cada ramo de la obra, antes de dejarlos para ir a otro campo....
Se ha demostrado en el campo misionero, que cualquiera que sea el talento para predicar, si se desatiende el trabajo personal, si no se les enseña a los hermanos cómo trabajar, cómo dirigir reuniones, cómo cumplir su parte en la obra misionera, cómo alcanzar con éxito a la gente, la obra casi fracasará. En la escuela sabática hay también mucho que hacer en cuanto a dar a comprender a la gente su obligación, e inducirla a hacer su parte. Dios la llama a trabajar para él, y los pastores deberían dirigir sus esfuerzos.--Testimonies on Sabbath-School Work, 109.
La Escuela Sabática del congreso
Queridos hermanos y hermanas que asistís a nuestros congresos, deseamos dirigiros algunas palabras en interés de nuestras escuelas sabáticas. Este es uno de los ramos importantes de la obra y no debe dejarse a la ventura ni dirigirse en forma desordenada. Si estas escuelas se dirigen como se debe, se podrán ahondar los esfuerzos que se hacen en el púlpito para presentar la verdad de manera tal que gane almas; y si el trabajo hecho es seguido en la escuela sabática por obreros que se interesan, se efectuará mucho bien. Pero no basta que la escuela sabática marche como una máquina bien regulada. Debería haber obreros prácticos; los maestros deberían ser de aquellos que tienen una viva comunión con Dios, que tienen ellos mismos apetito para el estudio, que dedicarán tiempo y diligencia moral a su trabajo, y que no se darán por satisfechos a menos que vean que algo se lleva a cabo....
Es importante que los ejercicios de la escuela sabática de nuestros congresos anuales sean conducidos con orden, prontitud y eficiencia. Entonces se dará el molde debido a las escuelas sabáticas de las diferentes iglesias al volver la gente a sus casas. No permitamos que los negocios y otros intereses ocupen el tiempo hasta el punto de disipar el interés en la escuela sabática, de tal manera que ésta sea considerada como cosa que no tiene importancia especial.--Testimonies on Sabbath-School Work, 12-14.
Se sugieren asambleas locales
Las instrucciones tocante a la manera de dirigir la escuela sabática, deberían darse en gran parte en las iglesias locales; porque cuando la instrucción se da en la localidad misma, el trabajo puede hacerse más directamente, y los resultados son más permanentes. Esta obra no exige la ayuda de los pastores; ellos deben estar libres para atender los intereses espirituales del pueblo. Ellos deben enseñar a otros lo que deben hacer. Deben enseñar a la gente cómo acercarse al Señor y cómo conducir a otros a él.--Testimonies on Sabbath-School Work, 113, 114.
Convenciones de Escuelas Sabáticas
Pregunta*--¿Le parece, Hna. White, que los detalles del trabajo de instruir a los obreros de la escuela sabática caerían bajo la misma categoría? [Se trataba del trabajo de dar instrucción a los colportores y obreros bíblicos, y de dar clases sobre arte culinario en nuestros congresos.]
Respuesta--Exactamente; ése no es el lugar apropiado para ello. Hay que hacerlo, pero tiene su tiempo y lugar.
Pregunta--¿Qué le parece si se convocase una convención de escuelas sabáticas, y se reuniesen para ese propósito?
Respuesta--Eso está bien; y que asistan aquellos que tienen la preocupación por esta obra, y no se obligue a los presentes [en el congreso] a oír esas cosas. Ellos no tienen trabajo especial que hacer en ese ramo. El tiempo es demasiado precioso para ocuparlo de esa manera.--Testimonies on Sabbath-School Work, 114.