Las instrucciones que dio el Salvador a sus discípulos estaban destinadas a beneficiar a sus seguidores de toda época. Cuando dijo: “Mirad por vosotros” (Lucas 21:34) tenía en vista a los que vivirían cerca del fin del tiempo. A cada uno le toca apreciar por su cuenta en su corazón las gracias preciosas del Espíritu Santo.
La gran crisis está por sobrecogernos. Para hacer frente a sus pruebas y tentaciones, para cumplir sus deberes, se necesitará una fe perseverante. Pero podemos triunfar gloriosamente; nadie que vele, ore y crea será entrampado por el enemigo.
Hermanos, vosotros a quienes han sido reveladas las verdades de la Palabra de Dios, ¿qué papel desempeñaréis en las escenas finales de la historia de este mundo? ¿Comprendéis estas solemnes realidades? ¿Os percatáis de la gran obra de preparación que se está realizando en el cielo y en la tierra? Presten atención a las cosas que están escritas en las profecías todos los que han recibido la luz y que han tenido la oportunidad de leerlas y oírlas; “porque el tiempo está cerca”. Nadie juegue ahora con el pecado, fuente de toda desgracia en nuestro mundo. Nadie permanezca ya en letargo y en el estupor de la indiferencia y deje que el destino de su alma dependa de una incertidumbre. Aseguraos de que estáis plenamente de parte del Señor. Preguntaos con corazones sinceros y labios temblorosos: “¿Quién podrá subsistir?” En estas últimas preciosas horas del tiempo de gracia, ¿habéis estado colocando el mejor material posible en el edificio de vuestro carácter? ¿Habéis estado purificando vuestras almas de toda mancha? ¿Habéis seguido la luz? ¿Habéis hecho obras correspondientes a vuestra profesión de fe?
Es posible ser un creyente parcial y formalista, y sin embargo ser hallado falto y perder la vida eterna. Es posible practicar algunas de las órdenes bíblicas y ser considerado como cristiano, y sin embargo perecer por carecer de las cualidades esenciales para el carácter cristiano. Si descuidáis o tratáis con indiferencia las amonestaciones que Dios os ha dado, si albergáis o excusáis el pecado, estáis sellando el destino de vuestra alma. Seréis pesados en la balanza, y hallados faltos. Os serán retirados para siempre la gracia, la paz y el perdón; Jesús habrá pasado para nunca más estar al alcance de vuestras oraciones y súplicas. Mientras dura la misericordia, mientras el Salvador sigue intercediendo, hagamos una obra cabal para la eternidad.
Satanás no duerme, sino que vela para evitar que la segura palabra profética se cumpla. Con su astucia y poder engañador, se esfuerza por contrarrestar la voluntad de Dios revelada expresamente en su Palabra. Durante años, Satanás ha obrado para llegar a dominar las mentes de los hombres por medio de sofismas con los cuales ha querido substituir la verdad. En este tiempo de peligro, los que practican el bien en el temor de Dios glorifican su nombre repitiendo las palabras de David: “Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley”. Salmos 119:126.
Nosotros, como pueblo, profesamos tener más luz que cualquier otro pueblo de la tierra. Entonces nuestra vida y nuestro carácter debieran armonizar con una fe tal. Está por sobrecogernos el día en que los justos serán atados como trigo precioso en gavillas para el alfolí celestial, mientras que los perversos serán, como cizaña, recogidos para los fuegos del postrer gran día. Pero, crecen “juntamente lo uno y lo otro hasta la siega”. Mateo 13:30.
Al cumplir con los deberes de la vida, los justos se verán hasta el último día en contacto con los impíos. Los hijos de la luz están diseminados entre los hijos de las tinieblas, para que todos puedan ver el contraste. Así han de demostrar los hijos de Dios “las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9. El amor divino, al resplandecer en el corazón, y la armonía cristiana manifestada en la vida, serán como una vislumbre del cielo concedida a los hombres del mundo para que vean y aprecien su excelencia.
Nadie puede servir a Dios sin unir contra sí a los malos hombres y los malos ángeles. Los malos espíritus serán enviados a perseguir a toda alma que procure unirse a las filas de Cristo; pues Satanás desea recuperar la presa que le fue arrebatada. Los hombres malos se rendirán ante grandes engaños, creerán en ellos y se perderán. Estos hombres se cubrirán con vestiduras de sinceridad, y engañarán, si fuese posible, a los mismos escogidos.
El fin está cerca
El regreso de Cristo a nuestro mundo no se demorará mucho. Sea ésta la nota tónica de todo mensaje.El peligro de pensar que se demora la venida de Cristo
Aquel siervo malo que dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir” (Mateo 24:48), profesa estar aguardando a Cristo. Es un “siervo” exteriormente dedicado al servicio de Dios, mientras que en su corazón ha cedido a Satanás. No niega abiertamente la verdad, como el escarnecedor, sino que revela en su vida el sentir de su corazón, a saber, que la venida del Señor se tarda. La presunción lo vuelve negligente respecto de los intereses eternos. Acepta las máximas del mundo y se conforma a sus costumbres y prácticas. En él predominan el egoísmo, el orgullo mundanal y las ambiciones. Temiendo que sus hermanos ocupen un puesto más elevado que él mismo, empieza a hablar despectivamente de sus esfuerzos y a impugnar sus motivos. Así hiere a sus consiervos. A medida que se aparta del pueblo de Dios, se une más y más con los impíos. Se lo encuentra comiendo y bebiendo “con los borrachos” (vers. 49), uniéndose con los mundanos y participando de su espíritu. Así queda adormecido en una seguridad carnal y vencido por la indiferencia y la pereza.La así llamada nueva luz engañará a muchos
Satanás espera envolver al pueblo remanente de Dios en la ruina general que está por sobrevenir a la tierra. A medida que la venida de Cristo se acerque, será más resuelto y decidido en sus esfuerzos para vencerlo. Se levantarán hombres y mujeres, profesando tener alguna nueva luz o alguna nueva revelación que tenderá a conmover la fe en los antiguos hitos. Sus doctrinas no soportarán la prueba de la Palabra de Dios, pero habrá almas que serán engañadas. Harán circular falsos informes, y algunos serán prendidos en esta trampa. Creerán estos rumores, y a su vez los repetirán, y así se formará un vínculo que los ligue con el gran engañador. Ese espíritu no se manifestará siempre desafiando abiertamente los mensajes que Dios envía; pero un decidido descreimiento se expresa de muchas maneras. Cada declaración falsa alimenta y fortalece ese descreimiento, y por este medio muchas almas serán inclinadas en la dirección errónea.Importancia de la devoción personal
Si la oración secreta y la lectura de las Escrituras se descuidan hoy, se podrán omitir mañana con menos remordimiento de conciencia. Habrá una larga lista de omisiones por un solo grano sembrado en el terreno del corazón. Por otro lado, cada rayo de luz apreciado dará una mies de luz. Las tentaciones resistidas una vez darán poder para resistir más firmemente la segunda vez; y cada nueva victoria obtenida sobre el yo preparará el camino para alcanzar triunfos más elevados y más nobles. Cada victoria es una semilla sembrada para la vida eterna.A los cristianos les gusta pensar y hablar de cosas celestiales
En el cielo, Dios es todo en todos. Allí reina suprema la santidad; allí no hay nada que estropee la perfecta armonía con Dios. Si estamos a la verdad en viaje hacia allá, el espíritu del cielo morará en nuestro corazón aquí. Pero si no hallamos placer ahora en la contemplación de las cosas celestiales; si no tenemos interés en tratar de conocer a Dios, ningún deleite en contemplar el carácter de Cristo; si la santidad no tiene atractivo para nosotros, podemos estar seguros de que nuestra esperanza del cielo es vana. La perfecta conformidad a la voluntad de Dios es el alto blanco que debe estar constantemente delante del cristiano. El se deleitará en hablar de Dios, de Jesús, del hogar de felicidad y pureza que Cristo ha preparado para los que le aman. La contemplación de estos temas, cuando el alma se regocija en las bienaventuradas seguridades de Dios, es comparada por el apóstol al goce de “las virtudes del siglo venidero”.El pueblo de Dios avanza a pesar de la duda y el temor
El Señor trata ahora con su pueblo que cree en la verdad presente. Quiere producir resultados portentosos, y mientras que su providencia obra con ese fin, dice a sus hijos: “¡Marchad!” Es cierto que el camino no está todavía abierto, pero cuando ellos avancen con la fuerza de la fe y el valor, Dios despejará el camino delante de sus ojos. Siempre hay quienes se quejan, como el antiguo Israel, y atribuyen las dificultades de su situación a aquellos a quienes Dios suscitó con el propósito especial de hacer progresar su causa. No alcanzan a ver que Dios los está probando mediante estrecheces, de las cuales sólo su mano puede librarlos.