La Educación Cristiana

Capítulo 43

La finca del colegio de avondale

Existen algunas cosas referentes a la disposición y el empleo de las tierras próximas a nuestro colegio y capilla que han sido expuestas ante mí y que, por la instrucción que he recibido, debo presentaros. Hasta hace poco no me sentí en libertad para hablar de ellas y aun ahora no me atrevo a revelarlo todo, debido a que nuestro pueblo no está preparado todavía para comprender todo lo que en la providencia de Dios se desarrollará en Avondale.

En visiones de la noche algunas cosas me fueron presentadas claramente. Había personas que escogían parcelas de tierra cercanas a la escuela, en las que se proponían edificar casas y establecer hogares. Pero Uno se puso en medio de nosotros y dijo: "Estáis cometiendo una gran equivocación, la cual tendréis que lamentar." Este terreno no tiene que ser ocupado con edificios, excepto en lo tocante a proveer las comodidades necesarias para los maestros y alumnos de la escuela. El terreno que rodea la escuela tiene que ser reservado como hacienda de la escuela. Tiene que convertirse en una parábola viva para los estudiantes, quienes no han de considerar el terreno de la escuela como cosa común, sino como un libro de texto abierto ante ellos y que el Señor quiere que estudien. Sus lecciones impartirán conocimiento con respecto a la cultura del alma.

"Si consentís en que el terreno próximo a la escuela sea ocupado por domicilios privados y luego os véis obligados a escoger para el cultivo otro terreno distante de la escuela, será una gran equivocación, que siempre lamentaréis." Todo el terreno próximo al edificio ha de considerarse como labranza de la escuela, donde los alumnos puedan educarse bajo directores bien preparados. Los jóvenes que asistan a nuestras escuelas necesitarán todo el terreno cercano. Han de poner en él plantas de adorno y árboles frutales y cultivar la huerta.

"La finca de la escuela ha de considerarse como un libro de texto de la naturaleza, del cual los maestros saquen lecciones prácticas. Se ha de enseñar a nuestros alumnos que Cristo, quien creó el mundo y todas las cosas que hay en él, es la vida y la luz de cada cosa viviente. La vida de cada niño y joven dispuesto a aprovechar las oportunidades de recibir una educación apropiada, será grata y feliz, mientras estén en la escuela, por las cosas sobre las cuales se posen sus ojos".

La obra que nos espera

Necesitamos más maestros y más talento para educar a los alumnos en diversos sentidos, a fin de que muchos salgan de ese lugar dispuestos y preparados para comunicar a otros el conocimiento que han obtenido. Los jóvenes y niñas huérfanos han de encontrar aquí un hogar. Se han de levantar edificios para un hospital y debieran habilitarse embarcaciones para la comodidad de la escuela. Debiera emplearse a un competente administrador de la finca y también a hombres entendidos y enérgicos para actuar de directores en los diversos ramos industriales, hombres que hagan uso de sus talentos individuales para enseñar a los alumnos a trabajar.

Vendrán a la escuela muchos jóvenes que desearán una preparación en ramos industriales. La enseñanza industrial debe incluir la contabilidad, la carpintería y todo lo que sea agricultura. Se debieran tomar medidas también para la enseñanza de trabajos de herrería, pintura, zapatería, cocina, panadería, lavandería, composturas, dactilografía e imprenta. Toda facultad que esté a nuestra disposición ha de ponerse a contribución en esta obra de preparación, a fin de que los alumnos salgan de la escuela equipados para los deberes de la vida práctica.

Viviendas y construcciones esenciales para la obra de la escuela tienen que ser erigidas por los mismos alumnos, y no ser aglomeradas ni colocadas cerca de los edificios de la escuela propiamente dicha. Al dirigir este trabajo, se deben formar pequeños grupos, a los cuales, por medio de directores competentes, se enseñará a tener pleno sentido de su responsabilidad. Todas estas cosas no pueden llevarse a término de un golpe, pero debemos empezar a trabajar por fe.

Debe reservarse el terreno

El Señor quiere que los terrenos que rodean la escuela se le dediquen a él como aula suya. Estamos situados donde hay abundancia de tierra, por lo que los terrenos cercanos a la escuela y la iglesia no deben ser ocupados por domicilios privados. Los que creen la verdad para este tiempo no han sido todos transformados en su carácter. No todos constituyen lecciones prácticas adecuadas, por cuanto no representan el carácter de Cristo. Muchos de aquellos a quienes les gustaría acercarse a la iglesia y la escuela, no prestarían ayuda, sino que serían estorbos. Creen que ellos deben ser ayudados y favorecidos. No aprecian ni el carácter ni la situación de la obra en que estamos empeñados. No comprenden que todo lo hecho en Avondale se ha llevado a cabo con penoso trabajo y mediante el empleo de dinero dado con sacrificio o que ha de devolverse a aquellos de quienes se lo tomó prestado.

Entre aquellos que querrán establecerse cerca de nuestras escuelas habrá algunos que están llenos de un alto concepto de sí mismos y se preocupan mucho de su propia reputación. Son quisquillosos y facciosos. Necesitan convertirse, por cuanto están lejos de hallarse en condición de recibir la bendición del Señor. Satanás los tienta a que pidan favores que, si les son concedidos, sólo los perjudicarán y de este modo acarrearán ansiedad a sus hermanos. Los principios vivos de la Palabra de Dios tienen que ser introducidos en la vida de muchos que ahora no encuentran lugar para ellos. Los que están aprendiendo en la escuela de Cristo, considerarán cada favor proveniente de Dios como demasiado bueno para ellos. Reconocerán que no merecen todo lo bueno que reciben y se tendrán por dichosos. Sus rostros manifestarán paz y descanso en el Señor por cuanto tienen la promesa de que Dios cuida de ellos.

"Jehová dijo así: El cielo es mi solio, y la tierra estrado de mis pies: ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde este lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová: mas a aquél miraré que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra". Isaías 66:1, 2. Durante los últimos días del año 1898 ocurrieron muchos incidentes que nos enseñaron lo que estas palabras significan. Mi corazón estaba grandemente abrumado y entonces me fueron expuestos asuntos relativos a los males que habrían de surgir de la entrega del terreno próximo a la escuela para que fuese ocupado por viviendas. Parecía que estábamos en una reunión de consulta y entre nosotros había Uno de quien se esperaba que nos ayudase a salir de nuestras dificultades. Las palabras que pronunció fueron sencillas y terminantes. Dijo:

"Por designio de Dios, este terreno es para beneficio de la escuela. Habéis tenido pruebas de cómo obra la naturaleza humana y de lo que ella revelará al ser tentada. Cuanto mayor sea el número de familias que se establezcan alrededor de la escuela, tanto más numerosas serán las dificultades que surgirán en el camino de maestros y alumnos. El egoísmo natural de los hijos de los hombres está siempre listo para manifestarse si alguna cosa no les conviene. Este terreno que rodea la escuela ha de ser la labranza de la escuela y dicha labranza ha de ocupar mucho más espacio que lo que vosotros habéis pensado. Aquí se ha de hacer trabajo relacionado con el estudio, de acuerdo con los consejos dados. Avondale ha de ser un centro filantrópico. El pueblo de Dios residente en Australia ha de ser movido por el Espíritu del Señor a ofrecer simpatía y recursos para el sostén y fomento de muchas iniciativas de caridad y benevolencia que constituirán medios de enseñar a los pobres, los desamparados e ignorantes para que sepan valerse a sí mismos".

Un panorama

En varias ocasiones se me ha indicado que el terreno que rodea nuestra escuela ha de usarse como labranza del Señor. En un sentido especial, ciertas porciones de dicha labranza debieran cultivarse intensivamente. Extendiéndose delante de mí, vi terrenos en que se había plantado toda clase de árboles frutales que pueden fructificar en la localidad; había también huertas de verduras donde la semilla se sembraba y cultivaba.

Si los dirigentes de esta labranza y los maestros de la escuela quieren recibir el Espíritu Santo a fin de que colabore con ellos, tendrán sabiduría en su administración y Dios bendecirá sus tareas. El cuidado de los árboles, la plantación, y la siembra y recolección de la cosecha, serán lecciones maravillosas para todos los estudiantes. Los eslabones invisibles que conectan la siembra y la siega han de ser estudiados, e indicadas y apreciadas las bondades de Dios. El Señor es el que da virtud y poder al suelo y a la semilla. Si no fuera por la mediación divina combinada con el tacto y la habilidad de los humanos, la semilla sembrada sería inútil. Existe un poder invisible que obra constantemente en pro del hombre para alimentarlo y vestirlo. Mientras se la estudie en la experiencia diaria del maestro y del alumno, la parábola de la simiente revelará que Dios obra en la naturaleza y aclarará las cosas del reino de los cielos.--Joyas de los Testimonios 2:447-451.

Dios y la naturaleza

Después de la Biblia, la naturaleza tiene que ser nuestro gran libro de texto. Pero no hay virtud en el hecho de deificar a la naturaleza, por cuanto esto es exaltar la hechura por encima del gran Arquitecto que trazó la obra y que a cada hora la mantiene en acción según su designio. Al sembrar la simiente y cultivar la planta, tenemos que recordar que Dios creó la semilla y la dió a la tierra. Por medio de su poder divino, cuida de esa semilla. En virtud de su mandato la semilla, al morir, da su vida al tallo y a la espiga que contiene en sí misma otras semillas que han de recogerse y ponerse nuevamente en la tierra para que rindan su fruto. Podemos estudiar también cómo la cooperación del hombre desempeña una parte. El agente humano tiene su parte que desempeñar, su trabajo que hacer. Esta es una de las lecciones que la naturaleza enseña, y nosotros hemos de ver en ella una obra solemne y hermosa.

Mucho se habla en cuanto a que Dios está en la naturaleza, como si el Señor estuviese limitado por las leyes de aquélla, al extremo de ser su esclavo. Muchas teorías pueden inducir a las inteligencias a suponer que la naturaleza sea una fuerza estable por sí misma con exclusión de la Deidad, que tenga su propio poder inherente con el cual obrar. En este respecto, los hombres no saben lo que dicen. ¿Supondrán que la naturaleza tenga el poder de existir por sí misma sin la mediación constante de Jehová? El Señor no obra por medio de sus leyes para invalidar las leyes de la naturaleza. El ejecuta su obra por medio de las leyes y propiedades de sus instrumentos, por lo que la naturaleza obedece a un "Así dice Jehová".

El Dios de la naturaleza obra continuamente. Su poder infinito obra inadvertido, pero se manifiesta en los efectos que produce su obra. El mismo Dios que dirige los planetas, obra en el plantío de frutales y en el huerto de verduras. Jamás hizo una espina, un cardo o una cizaña. Estas cosas son obra de Satanás, el resultado de la degeneración, introducida por éste entre las cosas preciosas; pero por la inmediata mediación de Dios cada pimpollo se abre para convertirse en flor. Cuando Cristo se hallaba en el mundo, revestido de humanidad, dijo: "Mi padre hasta ahora obra, y yo obro". Juan 5:17. De modo que cuando los alumnos emplean su tiempo y vigor en trabajos de agricultura, se dice de ellos en el cielo: Sois coadjutores de Dios. 1 Corintios 3:9.

Reténganse los terrenos próximos al colegio y la iglesia. Los que vienen a establecerse en Cooranbong pueden, si lo desean, buscar para sí casas en la vecindad o en partes de la propiedad de Avondale. Pero según la luz que se me ha dado, toda esa porción de tierra, desde el plantío del colegio hasta la carretera de Maitland y que se extiende hacia ambos lados de ella, desde la capilla hasta la escuela, debe convertirse en chacra y parque, embellecidos con fragantes flores y árboles de adorno. Debe haber plantíos de frutales, y se debe cultivar toda clase de productos que se adapten al terreno, a fin de que este lugar llegue a ser una lección objetiva para aquellos que vivan cerca y lejos de él.

Manténgase, pues, a distancia todo aquello que no sea esencial a la obra del colegio, para que el carácter sagrado del lugar no sea perturbado por la proximidad de familias y edificios. Permanezca el colegio aislado. Será mejor para las familias particulares, no importa cuán devotas sean en el servicio del Señor, que se sitúen a alguna distancia del colegio. El colegio es propiedad del Señor y los terrenos que lo rodean son su labranza, donde el gran Sembrador podrá hacer de su huerto un libro de texto. Los resultados de las labores se verán en este orden: "Primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga". Marcos 4:28. La tierra entregará sus tesoros trayéndonos el gozo de una abundante cosecha; el producto cosechado por la bendición de Dios ha de usarse como libro de texto de la naturaleza, mediante el cual pueden explicarse las lecciones espirituales y ser aplicadas a las necesidades del alma.

Una lección práctica

Grandes cosas hay delante de nosotros que, como vemos, han de ser hechas; por lo que, tan pronto como se puedan obtener los recursos, debemos ir adelante. Un esfuerzo paciente y cuidadoso es necesario en pro del estímulo y elevación de las comunidades adyacentes, y para su educación en los órdenes industrial y sanitario. El colegio y todos sus alrededores deben ser lecciones prácticas, que enseñen las maneras de mejorar y que insten a la gente a reformarse, de modo que el buen gusto, la laboriosidad y el refinamiento reemplacen a la tosquedad, a la inmundicia, al desorden, a la ignorancia y al pecado. Hasta los más pobres pueden mejorar sus alrededores levantándose temprano y trabajando con diligencia. Por medio de nuestra vida y ejemplo, podemos ayudar a otros a que disciernan lo que es repulsivo en su carácter o en sus habitaciones y con cortesía cristiana estimular su mejoramiento.

A menudo se formulará la pregunta: ¿Qué puede hacerse donde la pobreza prevalece y hay que habérselas con ella a cada paso? ¿Cómo podemos, bajo estas circunstancias, impresionar a las personas con ideas correctas de mejoramiento? La tarea es difícil, por cierto, y a no ser que los maestros, los hombres de pensamiento y los que cuentan con medios, hagan uso de sus talentos y contribuyan a la elevación de otros, del mismo modo que Cristo lo haría si estuviese en su lugar, quedará sin hacer una obra importante. La reforma necesaria nunca se llevará a cabo a menos que hombres y mujeres sean ayudados por un poder ajeno a sí mismos. Aquellos que poseen talentos y aptitudes tienen que usar esos dones para bendecir a sus semejantes y trabajar para colocarlos en un nivel que les permita valerse a sí mismos. Es así como se le debe dar mejor aplicación a la educación obtenida en nuestras escuelas.

Los talentos que Dios ha confiado no han de ocultarse debajo de un almud o de una cama. "Vosotros sois la luz del mundo", dijo Cristo. Mateo 5:14. Al ver familias que viven en chozas, con escaso moblaje y vestido, sin herramientas, sin libros u otras muestras de refinamiento del hogar, ¿os interesaréis en ellas y procuraréis enseñarles cómo dar la mejor aplicación a sus energías para que se realicen mejoras y su trabajo progrese? Mediante diligente trabajo, usando de la forma más sabia cada aptitud y aprendiendo a no derrochar el tiempo, prosperarán en el mejoramiento de sus hogares y en el cultivo de su tierra.

El esfuerzo físico y el poder moral han de unirse a nuestra obra de regenerar y reformar. Hemos de tratar de obtener conocimiento tanto temporal como espiritual para que podamos impartirlo a otros. Hemos de tratar de vivir el Evangelio en todos sus aspectos, a fin de que sus bendiciones temporales y espirituales puedan sentirse en todo nuestro alrededor.

El trabajo misionero es la más alta disciplina

Con toda seguridad, el Señor bendecirá a todo aquel que trate de bendecir a otros. La escuela ha de ser dirigida de tal modo que los maestros y alumnos progresen constantemente en poder, en virtud del fiel empleo de los talentos que se les han concedido. Dando una aplicación práctica a lo que han aprendido, crecerán constantemente en sabiduría y conocimiento. Hemos de aprender del Libro de los libros los principios según los cuales vivir y trabajar. Al consagrar todas las aptitudes que Dios nos ha dado a Aquel que tiene el principal derecho a ellas, haríamos valiosos progresos en todo aquello que merezca nuestra atención.

Cuando se emprende con este espíritu, la obra misionera llega a ser dignificante y elevadora tanto para el obrero como para la persona favorecida. Que cada uno de los que invocan el derecho de ser hijos del Rey celestial, procure constantemente representar los principios del reino de Dios. Recuerde cada uno que en espíritu, palabra y hechos ha de ser leal y fiel a todos los preceptos y mandamientos del Señor. Hemos de ser súbditos del reino de Cristo, fieles y dignos de confianza, para representar debidamente ante los mundanamente sabios las riquezas, la bondad, la misericordia, la ternura y la cortesía de los ciudadanos del reino de Dios.

Los alumnos que sacarán más provecho de la vida serán aquellos que vivan la Palabra de Dios en sus relaciones y proceder para con sus semejantes. Aquellos que reciban para dar, experimentarán la mayor satisfacción en esta vida. Los miembros de la familia humana que viven para sí mismos siempre están necesitados, pues jamás se hallan satisfechos. No hay cristianismo en eso de encerrar completamente nuestras simpatías en nuestros propios corazones egoístas. El Señor ha instituido conductos por medio de los cuales pueda derramar su bondad, misericordia y verdad; y hemos de ser colaboradores de Cristo, impartiendo a otros sabiduría y caridad prácticas. Hemos de prestar a sus vidas brillo y bendición, haciendo así una buena y santa obra.

Si el colegio de Avondale llega a ser lo que el Señor está tratando de hacerlo, el esfuerzo de maestros y alumnos será fructífero. Del colegio y fuera de él, se hará venir a súbditos voluntarios a la obediencia de Dios. La rebelión que se manifestó en el cielo a raíz de una mentira, y el engaño que indujo a Adán y Eva a desobedecer la ley de Dios, abrieron las compuertas del dolor sobre nuestro mundo; pero todos los que creen en Cristo pueden llegar a ser hijos e hijas de Dios. Mediante el poder de la verdad pueden ser restaurados, y el hombre caído puede llegar a ser leal a su Hacedor. La verdad, la cual es peculiar en su fuerza de acción, se adapta a la mente y el corazón de los descarriados pecadores. En virtud de su influencia, la oveja perdida puede ser vuelta al redil.

Sea cual fuere la posición o posesiones de cualquier individuo que tenga conocimiento de la verdad, la Palabra de Dios le enseña que todo lo que posee lo tiene en calidad de depósito. Se le ha prestado para probar su carácter. De todos sus negocios terrenos, talentos, utilidades, oportunidades, tiene que dar razón a Aquel a quien él mismo pertenece por creación y redención. La bendición de Dios acompaña sus esfuerzos cuando emplea todo talento valioso en promover la gran obra educacional de Dios; cuando procura obtener el mejor conocimiento posible en cuanto a cómo ser de utilidad y a cómo trabajar por la salvación de las almas que están a punto de perecer. Dios nos confiere sus dones a fin de que ministremos a otros y así lleguemos a ser semejantes a él. Los que reciben sus dones para poder dar a otros, llegan a ser semejantes a Cristo. Ayudando y levantando a otros nos ennoblecemos y purificamos. Esta es la obra que hace que la gloria regrese a Dios. Tenemos que hacernos entendidos en estos puntos. Nuestras almas deben ser purificadas de todo egoísmo, pues Dios desea usar a su pueblo como representante de su reino celestial.

Nuestros colegios tienen que ser dirigidos bajo la inspección de Dios. Hay una obra que hacer por los jóvenes de ambos sexos que aun no se ha hecho. Hay Números mayores de jóvenes que necesitan gozar los beneficios de nuestros colegios preparatorios. Necesitan el curso de preparación manual que ha de enseñarles cómo llevar una vida activa y llena de energía. Toda suerte de trabajos deben existir en nuestros colegios. Los alumnos han de ser enseñados por directores doctos, juiciosos y temerosos de Dios. Cada ramo del trabajo se ha de dirigir de la manera más perfecta y sistemática que la larga experiencia y saber nos capaciten para idear y ejecutar.

Despierten los docentes ante la importancia de esto y enseñen agricultura y otras industrias cuya comprensión es esencial para los estudiantes. Procúrese alcanzar, en cada departamento de trabajo, los más excelentes resultados. Aplíquese al trabajo la ciencia de la Palabra de Dios a fin de que los estudiantes entiendan principios correctos y alcancen la norma más elevada posible. Haced uso de las cualidades que Dios os ha dado y dedicad todas vuestras energías al adelanto de la labranza del Señor. Estudiad y trabajad a fin de que puedan obtenerse de la siembra los mejores resultados y los beneficios más grandes, y para que haya una provisión abundante de alimento, tanto temporal como espiritual, para el número mayor de estudiantes que han de ser reunidos para prepararlos como obreros cristianos.

Hemos visto árboles gigantescos derribados y desarraigados y a la reja del arado hundirse en la tierra abriendo profundos surcos para la plantación de árboles y la siembra de la semilla.

Los alumnos están aprendiendo lo que significa arar y que la azada, la pala, el rastrillo y la rastra son todas herramientas de honrosa y lucrativa industria. Se cometerán equivocaciones con frecuencia; pero todo error yace al lado mismo de la verdad. La sabiduría se adquiere con los fracasos y la energía que ha de marcar un comienzo da esperanza de éxito al fin. La indecisión mantendrá las cosas a la zaga; la precipitación, igualmente retrasará; pero todo servirá de lección si el agente humano así lo desea.--Testimonies for the Church 6:185-192.