A la sombra de la condenación inminente
Millones en las ciudades pronto deberán decidirse--Las tinieblas espirituales que cubren la tierra actualmente, se ven agravadas en los densos centros de población. Es en las ciudades de las naciones donde el obrero evangélico encuentra la mayor impenitencia y la mayor necesidad...
Los crímenes y la iniquidad que campean en las ciudades populosas han alcanzado un nivel abrumador. La perversidad de los impíos casi escapa a toda comprensión. Muchas ciudades se están convirtiendo en otras tantas Sodomas ante la vista del cielo. El aumento de la maldad es tan grande que las masas se aproximan rápidamente a un punto en su experiencia personal más allá del cual resultará sumamente difícil alcanzar a los individuos con el conocimiento salvador del mensaje del tercer ángel. El enemigo de las almas trabaja con toda pericia para obtener un pleno dominio de la mente. Y lo que los siervos de Dios realicen para amonestar y preparar a esa gente para el día del juicio deben hacerlo prestamente.
Las condiciones a que hacen frente los obreros cristianos en las grandes ciudades, constituyen una solemne exhortación a un esfuerzo incansable en favor de los millones que viven a la sombra de la condenación inminente. Los hombres pronto se verán obligados a efectuar grandes decisiones, y deben tener oportunidad de oír y de comprender la verdad bíblica, a fin de que puedan decidirse inteligentemente por el camino recto. Dios pide ahora a sus mensajeros, en términos definidos, que amonesten a las ciudades mientras la misericordia todavía perdura y mientras las multitudes son aún susceptibles a la influencia convertidora de la verdad bíblica.--The Review and Herald, 7 de abril de 1910.
En la marcha de la muerte--Satanás trabaja laboriosamente en nuestras ciudades populosas. El resultado de su trabajo se advierte en la confusión reinante, en las luchas y las discordias entre las fuerzas trabajadoras y el capital, y en la hipocresía que ha entrado en las iglesias. Con el fin de lograr su propósito de que los hombres no tengan tiempo para meditar, Satanás los mantiene oeupados en la búsqueda de la alegría y el placer, y dedicados a beber y comer. Los llena de ambición por llevar a cabo empresas que exalten su propia personalidad. El mundo se está aproximando paso a paso a la condición que existía en los días de Noé. Se perpetran todos los crímenes imaginables. Los instrumentos satánicos desempeñan su parte en la estimulación de la concupiscencia de la carne, los deseos de los ojos, la manifestación de egoísmo, la extralimitación en el poder, la crueldad y la fuerza empleadas para unir a los hombres en confederaciones y sindicatos, disponiéndolos en atados para el terrible fuego de los últimos días. Los hombres llaman "vida" a esta sucesión de crímenes y locuras...
El mundo, que actúa como si no hubiera Dios, absorto en propósitos egoístas, experimentará pronto una súbita destrucción, y no escapará. Muchos continúan en una complacencia descuidada del yo hasta que llegan a estar tan disgustados con la vida que terminan con su existencia. Bailando y parrandeando, bebiendo y fumando, complaciendo sus pasiones animales, marchan como bueyes al matadero. Satanás está trabajando con todo su arte y encantos para mantener a los hombres marchando a ciegas, hasta que el Señor se levante de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por sus iniquidades, cuando la tierra devolverá su sangre y no cubrirá más sus muertos. El mundo entero parece empeñado en la marcha de la muerte.--Manuscrito 139, 1903.
Proyectos ambiciosos--En las ciudades viven hombres y mujeres que cada vez se enredan más en sus asuntos comerciales. Trabajan desesperadamente en la construcción de edificios cuyas torres se elevan hacia el cielo. Tienen sus mentes llenas de planes y proyectos ambiciosos.--Manuscrito 154, 1902.
Si las amonestaciones celestiales no son escuchadas--Se me pide que declare el mensaje de que las ciudades llenas de transgresión y pecaminosas en extremo, serán destruidas por terremotos, incendios e inundaciones. Todo el mundo será advertido de que existe un Dios que hará notoria su autoridad como Dios. Sus agentes invisibles causarán destrucción, devastación y muerte. Todas las riquezas acumuladas serán como la nada...
Acontecerán calamidades, calamidades de lo más pavorosas, de lo más inesperadas; y estas destrucciones se seguirán la una a la otra. Si se presta atención a las amonestaciones que Dios ha dado, y si las iglesias se arrepienten y regresan a la lealtad, entonces otras ciudades serán perdonadas por un tiempo. Pero si los hombres que han sido engañados continúan en el mismo camino en el cual han estado andando, sin prestar atención a la ley de Dios y presentando falsedades ante el pueblo, Dios les permite sufrir calamidades, para que sus sentidos sean despertados...
El Señor no desechará repentinamente a los transgresores o destruirá a naciones enteras; sino que castigará a ciudades y lugares donde los hombres se han prestado para ser poseídos por los agentes satánicos. Las ciudades de las naciones serán tratadas con estrictez, y sin embargo, no serán visitadas con la extrema indignación de Dios, porque algunas almas renunciarán a los engaños del enemigo, y se arrepentirán y convertirán, mientras que las masas estarán atesorando ira para el día de la ira.--Manuscrito 35, 1906.
Hay que despertar a la gente--Estando en Loma Linda, California, el 16 de abril de 1906, pasó delante de mí una de las más asombrosas escenas. En una visión de la noche, yo estaba sobre una altura desde donde veía las casas sacudirse como el viento sacude los juncos. Los edificios, grandes y pequeños, se derrumbaban. Los sitios de recreo, los teatros, hoteles, y palacios suntuosos eran conmovidos y derribados. Muchas vidas eran destruidas y los lamentos de los heridos y aterrorizados llenaban el espacio.
Los ángeles destructores, enviados por Dios, estaban obrando. Un simple toque, y los edificios construidos tan sólidamente que los hombres los tenían por resguardados de todo peligro quedaban reducidos a un montón de escombros. Ninguna seguridad había en parte alguna. Personalmente, no me sentía en peligro, pero no puedo describir las escenas terribles que se desarrollaron ante mi vista. Era como si la paciencia de Dios se hubiese agotado y hubiese llegado el día del juicio.
Entonces el ángel que estaba a mi lado me dijo que muy pocas personas se dan cuenta de la maldad que reina en el mundo hoy, especialmente en las ciudades grandes. Declaró que el Señor ha fijado un tiempo cuando su ira castigará a los transgresores por su persistente menoscabo de su ley.
Aunque terrible, la escena que pasó ante mis ojos no me hizo tanta impresión como las instrucciones que recibí en esa ocasión. El ángel que estaba a mi lado declaró que la soberanía de Dios, el carácter sagrado de su ley, deben ser manifestados a los que rehúsan obstinadamente obedecer al Rey de reyes. Los que prefieran quedar infieles habrán de ser heridos por los juicios misericordiosos, a fin de que, si posible fuere, lleguen a percatarse de la culpabilidad de su conducta.--Joyas de los Testimonios 3:329, 330 (1909).
Visión de una terrible destrucción--En la mañana del viernes pasado, justamente antes de despertar, se me presentó una escena sumamente impresionante. Tuve la sensación de que despertaba del sueño en un lugar que no era mi casa. Desde las ventanas veía una terrible conflagración. Grandes bolas de fuego caían sobre las casas, y de ellas salían dardos encendidos que volaban en todas direcciones. Era imposible apagar los incendios que se producían, y muchos lugares estaban siendo destruidos. El terror de la gente era indescriptible. Desperté después de cierto tiempo y descubrí que estaba en mi hogar.--Carta 278, 1906.
Las ciudades populosas serán barridas--En todas partes hay hombres que deberían ocuparse en el ministerio activo y dar el último mensaje de amonestación a un mundo caído. Aún no se ha realizado la obra que desde hace mucho tiempo ha debido llevarse a cabo para ganar almas para Cristo. Se ha descuidado cruelmente a los habitantes de las ciudades impías que dentro de tan poco tiempo serán visitadas por calamidades. Falta poco para que las grandes ciudades sean barridas, de manera que todos deben ser amonestados acerca de la inminencia de estas calamidades. ¿Pero quién pone en el cumplimiento de esta obra el celo sincero que Dios requiere?...
Actualmente no se realiza ni la milésima parte de lo que debería efectuarse en la tarea de trabajar en las ciudades, y de lo que se haría si los hombres y las mujeres cumplieran cabalmente con su deber.--Manuscrito 53, 1910.
Destrucción de millares de ciudades--¡Ojalá que el pueblo de Dios tuviera una noción de la destrucción inminente de millares de ciudades, ahora casi entregadas a la idolatría!--The Review and Herald, 10 de septiembre de 1903.
Apresurad la obra--Mientras considero las condiciones reinantes en las ciudades, que tan manifiestamente se hallan bajo el poder de Satanás, me hago la pregunta: ¿Cuál será el fin de estas cosas? La maldad en muchas ciudades está creciendo. El crimen y la iniquidad dominan por doquiera. Nuevas especies de idolatría se introducen continuamente en la sociedad. En toda nación, la mente de los hombres es atraída por la invención de alguna cosa nueva. La temeridad en los hechos y la confusión de los pensamientos aumentan en todas partes. Ciertamente las ciudades de la tierra están llegando a ser como Sodoma y Gomorra.
Como pueblo, necesitamos acelerar la obra en las ciudades, que ha sido obstaculizada por la falta de obreros, medios y espíritu de consagración. En este tiempo, el pueblo de Dios necesita volver el corazón plenamente a él, pues el fin de todas las cosas está cerca. Necesitan humillar sus mentes, y estar atentos a la voluntad del Señor, trabajando con fervoroso deseo, en aquello que Dios ha mostrado que debe ser hecho, a fin de amonestar a las ciudades con respecto a su ruina inminente.--The Review and Herald, 25 de enero de 1912.
Dificultades crecientes
Avancemos con esfuerzo creciente--Estamos acercándonos al gran conflicto final. Todo movimiento de avance que se efectúe ahora debe ser hecho con esfuerzo creciente; pues Satanás está obrando con todo su poder para aumentar las dificultades de nuestro camino. El trabaja con todo engaño de iniquidad para asegurar las almas de los hombres. Se me ha encargado que diga a los ministros del Evangelio y a nuestros médicos misioneros: Avanzad. La obra que debe hacerse exige abnegación a cada paso, pero avanzad.--Carta 38, 1908.
No hay tiempo que perder--No tenemos tiempo que perder. El fin está cerca. El viajar de lugar en lugar para difundir la verdad quedará pronto rodeado de peligros a diestra y siniestra. Se pondra todo obstáculo en el camino de los mensajeros del Señor, para que no puedan hacer lo que les es posible hacer ahora. Debemos mirar bien de frente nuestra obra y avanzar tan rápidamente como sea posible en una guerra agresiva. Por la luz que Dios me ha dado, sé que las potestades de las tinieblas están obrando con intensa energía desde abajo, y con paso furtivo Satanás está avanzando para sorprender a los que duermen ahora, como un lobo que se apodera de su presa. Tenemos amonestaciones que podemos dar ahora, una obra que podemos hacer ahora; pero pronto ello será más difícil de lo que podemos imaginarnos. Dios nos ayude a mantenernos donde brilla la luz, a obrar con nuestros ojos fijos en Jesús nuestro Caudillo, y a avanzar paciente y perseverantemente hasta ganar la victoria.--Joyas de los Testimonios 2:376 (1900).
La evangelización de las ciudades se torna más difícil--No nos damos cuenta hasta qué grado las agencias satánicas están trabajando en estas grandes ciudades. La obra de colocar el mensaje de la verdad presente ante el pueblo está llegando a ser cada vez más difícil. Es esencial que talentos nuevos y variados se unan en una labor inteligente en favor del pueblo.--Medical Ministry, 300 (1909).
Se ha desaprovechado el tiempo oportuno--Hay que llevar a cabo una obra grandiosa. El Espíritu Santo me ha instado a decir a los que se dedican a la obra del Señor, que se ha desaprovechado el tiempo favorable para predicar nuestro mensaje en las ciudades, y que esta obra no se ha realizado. Me siento preocupadísima por la idea de que ahora debemos redimir el tiempo.--Manuscrito 62, 1903.
La obra que la iglesia no ha hecho en tiempos de paz y prosperidad, tendrá que hacerla durante una terrible crisis, en las circunstancias más desalentadoras y prohibitivas.--Joyas de los Testimonios 2:164 (1885).
El Espíritu de Dios se está retirando gradualmente--Estamos viviendo en el tiempo del fin. El presto cumplimiento de las señales de los tiempos proclama la inminencia de la venida de nuestro Señor. La época en que vivimos es importante y solemne. El Espíritu de Dios se está retirando gradual pero ciertamente de la tierra. Ya están cayendo juicios y plagas sobre los que menosprecian la gracia de Dios. Las calamidades en tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como portentosos presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad.
Los agentes del mal se coligan y acrecen sus fuerzas para la gran crisis final. Grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos finales serán rápidos.--Joyas de los Testimonios 3:280 (1909).
El espíritu de guerra agita las naciones--Pruebas terribles esperan al pueblo de Dios. El espíritu de guerra agita las naciones desde un cabo de la tierra hasta el otro.--Joyas de los Testimonios 3:285 (1909).
Antes de que se cierren las puertas que ahora están abiertas--Repetidas veces se me ha indicado que presente a nuestras iglesias la obra que debería realizarse en las ciudades populosas. Debe efectuarse una gran obra, no solamente donde tenemos iglesias establecidas sino también en los lugares donde la verdad no ha sido presentada plenamente. En el mismo lugar donde vivimos hay paganos tan ciertamente como en los países lejanos. Hay que tomar las disposiciones necesarias para llegar hasta ellos con la verdad para este tiempo; y esas disposiciones hay que adoptarlas de inmediato...
Con frecuencia se nos ha dicho que nuestras ciudades deben escuchar el mensaje, pero somos sumamente lentos en obedecer esa instrucción. Vi a Uno que estaba en pie con los brazos extendidos en una plataforma elevada. Se volvió y señaló en todas direcciones diciendo: "Hay un mundo que perece en la ignorancia de la santa ley de Dios, y los adventistas del séptimo día están durmiendo. El Señor pide más obreros, porque hay una gran obra que debe realizarse. Deben efectuarse conversiones que añadirán a la iglesia a los que serán salvos. Hay que llegar hasta los hombres y las mujeres que viven a lo largo de las rutas principales y de los caminos menos transitados...
Estamos muy lejos de seguir la luz que Dios nos ha dado concerniente a la obra en las ciudades populosas. Se está aproximando el tiempo cuando se dictarán leyes que cerrarán puertas que ahora están abiertas al mensaje. Debemos levantarnos para realizar un esfuerzo ferviente ahora cuando los ángeles de Dios están esperando para asistir con su ayuda maravillosa a todos los que deseen trabajar para despertar las conciencias en lo que atañe a la justicia, la temperancia y el juicio que está por sobrevenir.--Manuscrito 7, 1908.
Trabajad mientras podáis hacerlo--Hermanos míos, entrad en las ciudades mientras podáis hacerlo. En las ciudades donde ya se ha predicado hay muchos que nunca han oído el mensaje de la verdad. Algunas personas que lo han escuchado se han convertido, y otras han muerto en la fe. Sin embargo, hay muchas otras que escucharían y aceptarían el mensaje de salvación si se les ofreciera la oportunidad de hacerlo... Estos, que constituyen nuestros últimos esfuerzos en favor de la obra de Dios aquí en la tierra, deben llevar con toda claridad el sello de lo divino.--Manuscrito 7, 1908.
Exhortación a realizar la obra con premura
Queda poco tiempo--Se me ha pedido que presente a nuestro pueblo el mensaje que sigue: Trabajad sin tardanza en las ciudades, porque queda poco tiempo. El Señor ha insistido, durante los últimos veinte años, en que realicemos esta obra. En unos pocos lugares se ha efectuado un trabajo reducido, pero debe realizarse mucho más aún.--Carta 168, 1909.
¿Dónde está vuestra fe?--Cuando pienso en las muchas ciudades que todavía no han sido amonestadas, no puedo descansar. Es aflictivo pensar que éstas han sido descuidadas por tanto tiempo. Durante muchos, muchos años, las ciudades de Norteamérica, incluyendo las ciudades del sur, han sido colocadas delante de nuestros hermanos, como lugares que necesitan atención especial. Unos pocos han llevado la carga de trabajar en estas ciudades; pero, en comparación con las grandes necesidades y las muchas oportunidades, muy poco se ha hecho. ¿Dónde está vuestra fe, mis hermanos? ¿Dónde están los obreros?...
¿No haremos planes para enviar mensajeros a todos esos campos, y para sostenerlos liberalmente? ¿No irán los ministros de Dios a esos centros densamente poblados, y allí elevarán sus voces para amonestar a las multitudes? En un tiempo como éste, han de emplearse todos los medios.--The Review and Herald, 25 de noviembre de 1909.
Las masas están desprevenidas--En Nueva York, y en muchas otras ciudades, las masas están desprevenidas... Debemos emprender esta obra [de amonestarlas] con todo entusiasmo y no descansar hasta terminarla. Debemos predicar la verdad bíblica y dejar de lado nuestras peculiaridades y nuestras propias ideas. Hay que enviar a hombres consagrados y talentosos a esas ciudades para que establezcan la obra.--Manuscrito 25, 1910.
Es tiempo de despertar a los guardianes--Nuestras ciudades deben ser trabajadas... Se necesita dinero para proseguir la obra en Nueva York, Boston, Portland, Filadelfia, Búffalo, Chicago, San Luis, Nueva Orleáns, y en muchas otras ciudades. En algunas de ellas la gente fue poderosamente conmovida por el mensaje que se dio de 1842 a 1844, pero en los últimos años se ha hecho muy poco en comparación con la obra grandiosa que debería estarse llevando a cabo. Y parece que es difícil lograr que nuestro pueblo experimente una preocupación especial por la obra en las ciudades populosas.
Me dirijo a nuestros hermanos que han oído el mensaje durante muchos años. Ya es tiempo de despertar a los guardianes. He gastado mis fuerzas en la tarea de dar los mensajes que Dios me ha confiado. La carga de las necesidades de nuestras ciudades ha descansado tan pesadamente sobre mí que en ciertas oportunidades me he sentido morir. Quiera el Señor conceder sabiduría a nuestros hermanos para que sepan llevar a cabo la obra en armonía con la voluntad del Señor.--Manuscrito 13, 1910.
Millones han de oír el mensaje--Debe trabajarse en las ciudades. Los millones que viven en estos centros congestionados han de oír el mensaje del tercer ángel. Esta obra debiera haberse desarrollado rápidamente durante los últimos pocos años.--The Review and Herald, 5 de julio de 1906.
Oportunidades especiales para la evangelización
En acontecimientos que congregan a mucha gente--Se me ha dicho que a medida que nos aproximemos al fin habrá gran hacinamiento de gente en nuestras ciudades, tal como ha ocurrido recientemente en San Luis, y que en vista de eso hay que hacer preparativos para presentar la verdad a esas muchedumbres. Cuando Cristo estuvo en el mundo aprovechó tales oportunidades. Dondequiera que la gente se reunía en grupos numerosos con cualquier propósito, allí se escuchaba su voz, clara y distinta, dando su mensaje. Y como resultado de esto, después de su crucifixión y ascensión, miles de personas se convirtieron en un solo día. La semilla sembrada por Cristo penetró profundamente en sus corazones y germinó, y cuando los discípulos recibieron el don del Espíritu Santo, entonces reunieron la cosecha.
Los discípulos predicaron la Palabra en todas partes con un poder tan grande que sus enemigos quedaron sobrecogidos de temor, y no se atrevieron a realizar lo que habrían hecho si no hubieran tenido una evidencia tan clara de que Dios estaba obrando.
Algunos de nuestros ministros deberían asistir a cada reunión que congregue a mucha gente. Deberían actuar sabiamente para conseguir que la gente los escuche y para presentar la luz de la verdad al mayor número posible de personas...
Deberíamos aprovechar cada oportunidad que nos presentan ciertos acontecimientos, tales como la feria de San Luis. A todas esas reuniones deberían asistir hombres a quienes Dios pueda utilizar. Deberían distribuirse con la abundancia de las hojas de otoño folletos que expongan la verdad presente. Para muchas personas que asisten a esas reuniones, estos folletos serán como las hojas del árbol de la vida, que son para la sanidad de las naciones.
Le envío esto, hermano mío, para que lo comparta con otros. Los que salen a proclamar la verdad deben recibir la bendición de Aquel que les ha dado la preocupación de proclamar esta verdad...
Ha llegado el tiempo cuando los adventistas, como nunca antes, deben levantarse y resplandecer, porque ha venido su luz, y la gloria de Dios ha nacido sobre ellos.--Carta 296, 1904.
Examinemos las necesidades de las grandes ciudades
El trabajo en la ciudad es difícil--Estamos intensamente preocupados con respecto a la obra en nuestras ciudades. Hay unas pocas personas que están listas para empeñarse en esta obra que espera ser hecha. Hay gente de todas las clases a quien encontrar; y la obra es difícil. Pero estimularemos a todos los que tengan tacto y habilidad para comprender la situación a dedicarse a la obra de hacer resonar la última nota de amonestación al mundo.--Carta 82, 1910.
Necesidad de estudio y de recursos--Unos pocos obreros fieles han estado procurando hacer algo en esta populosa y perversa ciudad [Nueva York]. Pero su obra ha tropezado con dificultades porque disponen de tan pocas facilidades. El pastor N y su esposa han trabajado fielmente. ¿Pero quiénes han experimentado la preocupación de sostenerlos en sus esfuerzos? ¿Quiénes entre nuestros dirigentes los han visitado para enterarse de las necesidades de la obra?--The General Conference Bulletin, 7 de abril de 1903.
Dificultades y temores que causan descuido--El tiempo pasa rápidamente a la eternidad, y estas ciudades hasta este momento han sido escasamente tocadas. Existe un poder que el Espíritu de Dios puede impartir a la verdad. Cuando la luz surja en la mente, se posesionará del corazón una convicción que será demasiado poderosa para ser resistida...
Mi deber es decir que Dios está pidiendo con fervor que se realice una gran obra en las ciudades. Han de abrirse nuevos campos. Hombres que conocen el mensaje y que deben sentir las responsabilidades de la obra, han manifestado tan poca fe que, debido a las dificultades o temores, se ha manifestado descuido por mucho tiempo.--Carta 150, 1909.
Una comisión que estudie las necesidades especiales--Siete hombres debieran haber sido elegidos para que se unieran con el presidente y pusieran en marcha la obra en las grandes ciudades en favor de los que perecen sin la verdad, mientras ningún esfuerzo determinado se realiza para salvarlos. Estos siete deben ser hombres que tengan una amplia comprensión, hombres que sean humildes y modestos de corazón. Nunca debieran las ciudades haber sido descuidadas como lo son; pues ha llegado de la manera más decidida mensaje tras mensaje instando a una labor fervorosa.
No menos de siete hombres deben ser elegidos para llevar las grandes responsabilidades de la obra de Dios en las ciudades populosas. Y estos hombres deben humillarse a sí mismos diariamente y buscar al Señor en forma fervorosa para obtener sabiduría santificada. Deben relacionarse con Dios como hombres deseosos de ser enseñados. Deben ser hombres de oración, que se den cuenta del peligro en que están sus propias almas. ¿Cuál debe ser la tarea de estos siete hombres? Deben investigar las necesidades de las ciudades y empeñar esfuerzos fervorosos y decididos para hacer avanzar la obra.--Carta 58, 1910.
Veamos las necesidades como Dios las ve--El Señor desea que proclamemos el mensaje del tercer ángel con poder en estas ciudades... Mientras trabajemos con toda la fuerza que el Señor nos concede, y con humildad de corazón, colocando nuestra entera confianza en él, nuestras labores no serán infructíferas. Nuestros resueltos esfuerzos para traer a las almas al conocimiento de la verdad para este tiempo serán secundados por los santos ángeles, y muchas almas serán salvadas. El Señor nunca olvida a sus fieles mensajeros. El manda en su auxilio los agentes celestiales y acompaña sus labores con el poder de su Espíritu Santo para convencer y convertir. Todo el cielo respaldará vuestras súplicas a la gente.
¡Ojalá viéramos las necesidades de estas grandes ciudades como Dios las ve! Debemos hacer planes para colocar en esas urbes a hombres capaces que puedan presentar el mensaje del tercer ángel de una manera tan poderosa que conmueva el corazón. No podemos contentarnos con reunir a los hombres que son capaces de realizar esto en un solo lugar, para que hagan la obra que otros debieran hacer.--Manuscrito 53, 1909.
Problemas peculiares del evangelismo metropolitano
Los más grandes y mejores salones--Ha sido un problema difícil saber cómo alcanzar a la gente en los grandes centros de población. No se nos permite entrar en las iglesias. En las ciudades, los grandes salones son costosos, y en la mayor parte de los casos sólo unos pocos concurrirán a los mejores salones. Los que no nos conocían han hablado contra nosotros. Las razones de nuestra fe no son entendidas por el pueblo, y hemos sido considerados como fanáticos, que han estado ignorantemente observando el sábado en vez del domingo. En nuestra obra nos hemos visto perplejos por saber cómo quebrantar las barreras de la mundanalidad y el prejuicio, y presentar ante la gente la preciosa verdad que significa tanto para ella.--Testimonies for the Church 6:31, 32 (1900).
El problema práctico de encontrar un salón--Las dificultades mencionadas son las que hay que enfrentar en casi cada lugar, pero no de una manera tan manifiesta como en -----. Creemos que Satanás ha establecido su asiento en ese lugar, para desarrollar sus hechos, a fin de desanimar a los obreros y hacerles abandonar la obra...
Debemos buscar la sabiduría de Dios, pues por la fe veo una iglesia poderosa en esa ciudad. Nuestra obra debe ser velar y orar, buscar consejo de Aquel que es maravilloso y poderoso en consejo. Uno más poderoso que los más fuertes poderes del infierno es capaz de arrebatar la presa de Satanás, y bajo su dirección los ángeles del cielo conducirán la batalla contra las potencias de las tinieblas e implantarán el estandarte de la verdad y la justicia en esa ciudad...
Nuestros hermanos han estado buscando un lugar para realizar las reuniones. Los teatros y salones presentan tantos aspectos objetables que hemos pensado usar la pista de patinaje, la cual recientemente fue usada para reuniones religiosas y de temperancia... Si encontramos un lugar donde establecer la Palabra de vida, nos costará dinero. Dios hará que se presente a su pueblo un lugar para su propia verdad, pues ésta es la forma en que él ha obrado.--Carta 79, 1893.
Debemos encontrar evangelistas para las ciudades--Ahora bien, cuando el Señor nos pide que proclamemos el mensaje una vez más con poder en la región del este, cuando nos pide que entremos en las ciudades del este y del sur, del norte y del oeste, ¿no responderemos como un solo hombre y haremos lo que nos pide? ¿No haremos planes para enviar mensajeros por todos estos campos y los sostendremos liberalmente?... Todas nuestras ciudades han de ser trabajadas. El Señor viene. ¡El fin está cerca; sí, se apresura rápidamente! Dentro de poco tiempo nos será imposible trabajar con la libertad que ahora gozamos. Escenas terribles están delante de nosotros, y lo que ahora hagamos debemos hacerlo rápidamente. Debemos edificar la obra ahora en todos los lugares posibles. Y para la realización de esta labor, necesitamos grandemente en el campo la ayuda que puedan prestar nuestros pastores de experiencia que son capaces de retener la atención de grandes auditorios...
El Señor desea que proclamemos el mensaje del tercer ángel con poder en estas ciudades. No podemos ejercer este poder nosotros mismos. Todo lo que podemos hacer es elegir hombres de capacidad y urgirlos a ir a esas avenidas de oportunidad y allí proclamar el mensaje con el poder del Espíritu Santo. A medida que presenten la verdad, vivan la verdad y oren la verdad, Dios conmoverá los corazones.--Manuscrito 53, 1909.
Evangelistas de las zonas urbanas--La habilidad de orador que posee el pastor L se necesita para presentar la verdad en las zonas urbanas. Cuando la verdad sea presentada en las zonas urbanas, las zonas rurales se tornarán receptivas y podrá realizarse una obra extensa.--Carta 168, 1909.
Se requieren esfuerzos extraordinarios--En las ciudades de la actualidad, donde existen tantas cosas que atraen y que agradan, no puede lograrse interesar a la gente por los esfuerzos comunes. Pastores señalados por Dios hallarán que es necesario poner a contribución esfuerzos extraordinarios a fin de cautivar la atención de las multitudes. Y cuando tienen éxito en reunir a una gran cantidad de público, deben presentar mensajes de un carácter tan ajeno a lo acostumbrado que la gente despierte y se sienta amonestada. Deben usar todos los medios que sea posible ingeniar para presentar la verdad en forma clara y distinta. El mensaje de prueba para este tiempo ha de ser dado en forma tan sencilla y decidida que sobrecoja a los oyentes y los induzca a desear el estudio de las Escrituras.--Testimonies for the Church 9:109 (1909).
Oposición, gastos y auditorios cambiantes--He visto en sueños a varios de nuestros hermanos reunidos en comisión considerando los planes de trabajo para la próxima estación [1874]. Pensaban que era mejor no entrar en las grandes ciudades, sino empezar más bien la obra en pequeñas localidades alejadas de las ciudades. Allí, pensaban ellos, se encontrará menos oposición de parte del clero, y se podrán evitar grandes gastos. Estimaban que nuestros predicadores, siendo pocos, no podían ocuparse en instruir y cuidar a aquellos que aceptaran la verdad en las grandes ciudades, los que, a causa de la oposición más fuerte que se manifestaría allí, tendrían mayor necesidad de ayuda que si estuviesen en los pueblos. El fruto de una serie de conferencias en las ciudades grandes se perdería así. Se hizo notar también que nuestros recursos eran limitados, y que siendo los miembros de una iglesia situada en una ciudad grande susceptibles de mudarse con frecuencia, sería difícil organizar una iglesia que fortaleciese la causa. Por el contrario, mi esposo insistía ante estos hermanos para que hiciesen sin tardanza planes más amplios y realizasen en las ciudades esfuerzos prolongados y concienzudos, más en armonía con el carácter de nuestro mensaje. Un obrero relató incidentes que le habían sucedido en las ciudades, para demostrar que su trabajo había tenido muy poco éxito, mientras que había tenido mejor éxito en las localidades pequeñas.
El personaje celestial que, revestido de dignidad y autoridad, asiste a todas nuestras reuniones de junta, escuchaba cada palabra con el más profundo interés. Habló con firmeza y completa seguridad: "El mundo entero--dijo--, es la gran viña de Dios. Las ciudades y los pueblos son las partes que la constituyen. Es necesario que se trabaje en todos los lugares".--Joyas de los Testimonios 3:88 (1902).
Una obra costosa--Casi pareciera como que apenas se atreve alguien a pedir a un obrero que vaya a las ciudades, debido a los medios económicos que se necesitan para realizar una obra poderosa y sólida. Es cierto que se requerirán muchos medios para realizar nuestro deber hacia las personas no amonestadas de esos lugares. Pero Dios quiere que elevemos nuestras voces y nuestra influencia en favor del empleo de medios en forma sabia en este ramo especial de esfuerzo.--Manuscrito 45, 1910.
Una colaboración entusiasta es indispensable--Hay que realizar un esfuerzo decidido para trabajar mancomunadamente en las ciudades populosas. Los obreros deberían unirse como un solo hombre, en el espíritu y el poder de Dios, para trabajar con poder y con celo fervientes. No debería haber esfuerzos sensacionales ni rivalidades. Los obreros deben manifestar arrepentimiento práctico, verdadera simpatía, colaboración entusiasta y decidida emulación mutua en el esfuerzo importante y grandioso de aprender lecciones de abnegación y sacrificio personal salvando de la muerte a las almas que perecen.--Manuscrito 128, 1901.
Demos gracias al Señor porque hay unos pocos obreros que están efectuando todo lo posible por levantar algunos monumentos que honren a Dios en nuestras ciudades descuidadas. Recordemos que tenemos el deber de animar a esos obreros. A Dios le desagrada la falta de aprecio y de apoyo manifestada hacia nuestros fieles obreros que trabajan en las ciudades populosas.--Manuscrito 154, 1902.
Permanezcamos en el trabajo hasta su cabal terminación--En los esfuerzos que se realizan en las grandes ciudades, la mitad del trabajo se pierde porque ellos [los obreros] clausuran su trabajo demasiado pronto y van a un nuevo campo. Pablo trabajaba durante mucho tiempo en sus territorios, continuando con su obra por un año entero en cierto lugar, y por un año y medio en otro sitio. El apresuramiento por terminar una serie de reuniones de evangelización ha resultado frecuentemente en una gran pérdida.--Carta 48, 1886.
La promesa de una cosecha abundante
Una escena impresionante--Una escena muy impresionante pasó ante mí en visiones nocturnas. Vi una inmensa bola de fuego que caía en medio de un grupo de hermosas casas que fueron destruidas instantáneamente. Oí a alguien decir: "Sabíamos que los juicios de Dios visitarían la tierra, mas no pensábamos que vendrían tan pronto". Otros dijeron en tono de reproche: "Vosotros que sabíais estas cosas, ¿por qué no dijisteis nada? ¡Nosotros no lo sabíamos!" Y por todas partes oía reproches parecidos.
Me desperté angustiada. Volví a dormirme y me pareció encontrarme en una gran asamblea. Un Ser de autoridad hablaba al auditorio, señalando un mapamundi. Decía que aquel mapa representaba la viña de Dios que debemos cultivar. Cuando la luz celestial brillaba sobre alguno, debía transmitirla. Debían encenderse luces en los diferentes lugares y de estas luces se encenderían otras aún...
Vi focos de luz que brillaban desde las ciudades y los pueblos, en las montañas y los llanos. La Palabra de Dios era obedecida y como resultado en cada ciudad y cada pueblo se levantaban monumentos a su gloria. Su verdad era proclamada en todo el mundo.--Joyas de los Testimonios 3:296, 297 (1909).
Amonestaciones solemnes conmueven a millares--Habrá hombres de fe y de oración que se sentirán impelidos a declarar con santo celo las palabras que Dios les inspire. Los pecados de Babilonia serán denunciados. Los resultados funestos y espantosos de la imposición de las observancias de la iglesia por parte de la autoridad civil, las invasiones del espiritismo, los progresos secretos pero rápidos del poder papal, todo será desenmascarado. Estas solemnes amonestaciones conmoverán al pueblo. Miles y miles de personas que nunca habrán oído palabras semejantes, las escucharán. Asombrados oirán el testimonio de que Babilonia es la iglesia, caída a causa de sus errores y de sus pecados, porque ha rechazado la verdad que le fue enviada del cielo.--El Conflicto de los Siglos, 664, 665 (1888).
Muchos vendrán a la luz--Por la gracia de Cristo, los ministros de Dios son hechos mensajeros de luz y bendición. Cuando por oración ferviente y perseverante sean dotados por el Espíritu Santo y avancen cargados con la preocupación de la salvación de las almas, con sus corazones llenos de celo por extender los triunfos de la cruz, verán el fruto de sus labores. Rehusando resueltamente desplegar sabiduría humana o exaltarse a sí mismos, realizarán una obra que soportará los asaltos de Satanás. Muchas almas se volverán de las tinieblas a la luz, y se establecerán muchas iglesias. Los hombres se convertirán, no al instrumento humano, sino a Cristo.--Los Hechos de los Apóstoles, 225 (1911).