La necesidad de la obra personal
El esfuerzo público y la obra personal--De igual importancia que el esfuerzo público es la obra de casa en casa en los hogares de la gente...
Además, como resultado de la presentación de la verdad en grandes congregaciones, se despierta un espíritu de indagación, y es especialmente importante que este interés vaya seguido por la labor personal. Los que desean investigar la verdad necesitan ser enseñados a estudiar diligentemente la Palabra de Dios. Alguno debe ayudarles a edificar sobre un fundamento seguro. En este momento crítico de su experiencia religiosa, ¡cuán importante es que acudan en su auxilio obreros bíblicos sabiamente dirigidos, para abrir a su entendimiento el alfolí de la Palabra de Dios!--Obreros Evangélicos, 377 (1915).
Cultivad el terreno--Cuando se pronuncia un discurso, se siembra simiente preciosa. Pero si no se hace un esfuerzo personal para cultivar el terreno, la semilla no se arraiga. A menos que el corazón sea ablandado y subyugado por el Espíritu de Dios, se pierde gran parte del discurso. Observad en la congregación a aquellas personas que parecen interesarse, y habladles después de la reunión. Unas pocas palabras habladas en privado a menudo harán más bien que todo lo que ha hecho el discurso. Averiguad cómo apelan los temas presentados a los oyentes, y si el asunto es claro para sus mentes. Con bondad y cortesía mostrad que tenéis un verdadero interés en ellos y cuidado por sus almas.--Testimonies for the Church 6:68 (1900).
Acercaos individualmente--Con una simpatía como la de Cristo, el predicador debe acercarse a los hombres individualmente y tratar de despertar su interés por las grandes cosas de la vida eterna. Sus corazones pueden ser tan duros como el camino trillado, y aparentemente puede ser inútil el esfuerzo de presentarles al Salvador; pero aunque la lógica no los conmueva, ni pueda convencerlos, el amor de Cristo, revelado en el ministerio personal, puede ablandar el terreno pedregoso del corazón, de modo que puedan arraigarse en él las semillas de verdad.--Obreros Evangélicos, 193 (1915).
Lugares para ser trabajados y no meramente para predicar--Las ciudades han de ser trabajadas y no ha de predicárseles meramente; ha de hacerse trabajo de casa en casa. Después que se ha dado la amonestación, después que se ha presentado la verdad de las Escrituras, muchas almas serán convencidas.--The Review and Herald, 14 de octubre de 1902.
Menos sermones y más obra personal--Si se sermoneara la mitad de lo que ahora se hace, y se duplicara la cantidad de trabajo personal dedicado a las almas en sus hogares y en las congregaciones, se vería un resultado que sería sorprendente.--Manuscrito 139, 1897.
Oportunidades perdidas--Cuando se descuida la obra personal, se pierden muchas oportunidades preciosas, que, si se aprovechasen, harían progresar decididamente la obra.--Obreros Evangélicos, 377 (1915).
Almas que perecen por falta de trabajo personal--Podemos hablar palabras de ánimo a las personas con quienes nos encontramos. "Una palabra hablada a su tiempo, ¡cuán buena es!" Las almas perecen por falta de trabajo personal.--Carta 151, 1903.
Instando a tiempo y fuera de tiempo--El predicador debe instar a tiempo y fuera de tiempo, y debe estar listo para aprovechar cada oportunidad de promover la obra de Dios. "Instar a tiempo" significa estar alerta a los privilegios de la casa de culto y de la hora del culto, y a las oportunidades cuando los hombres conversan sobre temas religiosos. "Instar fuera de tiempo" significa estar listos cuando se está junto al fogón, en el campo, junto al camino, y en el mercado, para dirigir las mentes de los hombres, en forma conveniente, a los grandes temas de la Biblia, y con un espíritu tierno y fervoroso presentarles los derechos de Dios. Se permite que muchísimas oportunidades similares se pierdan sin aprovecharlas, porque los hombres están persuadidos de que éstas se presentan fuera de tiempo. ¿Pero quién sabe cuál podría ser el efecto de una exhortación adecuada a la conciencia?--Obreros Evangélicos, 194, 195 (1915).
Amad a las almas como Cristo las amó--Se nos pide que amemos a las almas como Cristo las amó, que sintamos un anhelo del alma por que los pecadores se conviertan. Presentad el incomparable amor de Cristo. Ocultad el yo de la vista.--Manuscrito 42, 1898.
Las visitas de casa en casa
La obra de casa en casa--No solamente ha de presentarse la verdad en las asambleas públicas; ha de hacerse obra de casa en casa. Efectúese este trabajo en el nombre del Señor.--The Review and Herald, 11 de agosto de 1903.
Esta labor de casa en casa, para buscar a las almas, para recoger a las almas perdidas, es la obra más esencial que pueda realizarse.--Carta 137, 1898.
El propósito del trabajo de casa en casa--Nuestros miembros cometen un gran error cuando, después de celebrar una serie de reuniones al aire libre y de ganar a unas pocas almas, desarman las carpas y piensan que ya han cumplido con su deber. Su obra tan sólo ha comenzado. Han predicado doctrinas que son nuevas y extrañas para la gente que las ha oído, y luego dejan que los pájaros se coman la semilla sembrada, o bien que la plantita se marchite por falta de humedad...
Después de haber presentado la verdad a las almas, hay ministros, amigos y conocidos que están dispuestos a recoger las semillas si es posible. Estas aves humanas hacen que la verdad aparezca como error y no dan reposo a la persona convencida de culpa hasta que han devorado la semilla mediante declaraciones falsas.
¿Qué debería hacerse? Después de terminadas las reuniones campestres hay que establecer una misión. Hay que organizar en un equipo a los mejores obreros que sea posible encontrar para que vendan nuestras publicaciones y también regalen revistas y folletos a los que no pueden comprar. La obra preparatoria que se realiza no tiene ni la mitad del valor de la obra que debe realizarse después de las conferencias.
Después que la gente ha oído las razones de nuestra fe, hay que comenzar el trabajo de casa en casa. Hay que familiarizarse con la gente y leerles las preciosas palabras de Cristo. Hay que destacar entre ellos a Jesús crucificado, y los que han escuchado los mensajes de amonestación de los labios de los ministros de Dios en la carpa, y han sido convencidos de pecado, pronto serán inducidos a inquirir acerca de lo que han oído. Este es el tiempo cuando debemos presentar las razones de nuestra fe con mansedumbre y temor, no un temor esclavizante, sino un temor cauteloso a fin de no hablar imprudentemente. Presentad la verdad tal como se encuentra en Jesús, con toda mansedumbre y humildad, es decir con sencillez y sinceridad, dando el alimento a su debido tiempo, y a cada persona su porción de comida.--Carta 18, 1898.
El trabajo de casa en casa hace eficaz la predicación--Por la experiencia de los obreros en---, vemos que los esfuerzos realizados después de las reuniones campestres tienen mucho más importancia que la obra hecha antes. Durante años se me ha mostrado que el trabajo de casa en casa es el que hará que la predicación de la Palabra tenga éxito. Si los interesados no son visitados por nuestros obreros, otros ministros van en pos de ellos y los confunden citando falsamente y distorsionando las Escrituras. Esta gente no está familiarizada con la Palabra; piensan que sus ministros deben ser hombres veraces y sin prejuicios, y abandonan sus convicciones. Pero si nuestros obreros pudiesen visitar a esos simpatizantes para explicarles más plenamente la Palabra de verdad, para revelarles la verdad en contraste con el error, éstos se afirmarían.
Si esta obra se hubiese hecho con fervor y con vigilancia si los obreros hubiesen velado perseverantemente por sus almas como quienes han de rendir cuenta, muchas más gavillas habrían sido el fruto de la semilla sembrada en nuestras reuniones campestres.
Esta obra también se ha llevado a cabo en---. Ahora hay no menos de cincuenta nuevos observadores del sábado como resultado de este trabajo personal, esta búsqueda de las almas. A menos que los obreros designados por Dios lleven a cabo la búsqueda más dedicada de las ovejas perdidas, Satanás tendrá buen éxito en su obra destructiva y se perderán almas que habrían podido encontrarse y restaurarse.--Carta 18, 1898.
Algunos no se alcanzan mediante el esfuerzo público--En las ciudades grandes hay ciertas clases que no pueden ser alcanzadas por las reuniones públicas. Hay que buscarlas como el pastor busca a su oveja perdida. Deben hacerse diligentes esfuerzos personales en favor de ellas.--Obreros Evangélicos, 377 (1915).
A los que no vengan a la fiesta--Si no vienen a la fiesta del Evangelio a la cual los invita el llamado de Cristo, los mensajeros de Dios deben acomodarse a las circunstancias y llevarles el mensaje por medio de una labor de casa en casa extendiendo así su ministerio por los caminos y los vallados para dar el último mensaje al mundo.--Carta 164, 1899.
Aun a los que no tienen interés--Id aun a las casas de las personas que no manifiestan ningún interés. Mientras la dulce voz de la misericordia invita al pecador, trabajad con toda la energía del corazón y del cerebro, como lo hizo Pablo, quien no cesaba "de amonestar con lágrimas a cada uno". En el día de Dios, cuántos nos enfrentarán y dirán: "¡Estoy perdido! ¡Estoy perdido! Y tú nunca me amonestaste; nunca me rogaste que viniera a Jesús. Si yo hubiera creído como tú lo hiciste, hubiera seguido a toda alma sujeta al juicio que estuviera a mi alcance, con oraciones y lágrimas y amonestaciones".--The Review and Herald, 24 de junio de 1884.
Llevad la Palabra de Dios a la puerta de todo hombre--La prensa es un instrumento por el cual son alcanzadas muchas personas a quienes sería imposible llegar por el esfuerzo ministerial. Puede realizarse una gran obra presentando a la gente la Biblia tal como es. Llevad la Palabra de Dios a la puerta de todo hombre, presentad con instancias sus sencillas declaraciones ante la conciencia de todo hombre, repetid a todos el mandamiento del Salvador: "Escudriñad las Escrituras". Amonestadlos a tomar la Biblia tal como es, e implorad la iluminación divina, y luego, cuando brilla la luz, aceptad alegremente cada rayo de la misma, y sobrellevad intrépidamente las consecuencias.--The Review and Herald, 10 de julio de 1883.
Dios los guiará a los hogares--Luz, luz de la Palabra de Dios: esto es lo que la gente necesita. Si los maestros de la Palabra están dispuestos, el Señor los guiará a una estrecha relación con la gente. El los llevará a los hogares de los que necesitan y desean la verdad; y a medida que los siervos de Dios se empeñan en la obra de buscar las ovejas perdidas, las facultades espirituales son despertadas y vigorizadas. Sabiendo que están en armonía con Dios, se sienten gozosos y contentos. Bajo la dirección del Espíritu Santo, obtienen una experiencia que es inapreciable para ellos. Sus facultades intelectuales y morales obtendrán su más alto desarrollo; porque se concede gracia en respuesta a la demanda.--The Review and Herald, 29 de diciembre de 1904.
Ganemos a las familias
Orad y estudiad con las familias--Mientras la mente de muchas personas está conmovida por la verdad y convencida de ella, debe cultivarse el interés por medio de un trabajo sabio, fervoroso y perseverante... Se necesitan hombres que salgan imbuidos del Espíritu de Cristo y trabajen por las almas. El ministro no debe limitar sus labores al púlpito, ni debe establecerse en algún cómodo hogar, entre los hermanos. Debe velar por las almas. Debe visitar a la gente en sus hogares, y por medio de esfuerzos personales tratar de impresionar la verdad sobre los corazones y las conciencias. Debe orar con las familias y tener estudios bíblicos con ellas. Mientras con tacto y sabiduría presenta con fuerza a sus semejantes su deber de obedecer la Palabra de Dios, su relación diaria con ellos revelará que todo lo que hay en su carácter es bueno y puro, excelente y amable, bondadoso y cortés.
En los mensajes del primero y segundo ángeles, la obra fue hecha de esta manera. Los hombres y mujeres eran inducidos a escudriñar las Escrituras, y llamaban la atención de los demás a las verdades reveladas. Fue el trabajo personal por los individuos y las familias lo que dio a estos mensajes su éxito sorprendente.--The Review and Herald, 27 de enero de 1885.
Algunas familias pueden alcanzarse tan sólo en sus hogares--Hay familias que nunca serán alcanzadas por la verdad de la Palabra de Dios a menos que los siervos del Señor entren en sus hogares, y por medio de un ministerio fervoroso, santificado por el apoyo del Espíritu Santo, quebranten las barreras. Cuando las personas ven que estos obreros son mensajeros de misericordia, ministros de gracia, se disponen a escuchar las palabras habladas por ellos...
Cuando un obrero tal ofrece orar a Dios en el seno de la familia que está visitando, los corazones de los miembros son tocados como no lo serían por la oración ofrecida en una reunión pública. Los ángeles de Dios entran en el círculo de la familia juntamente con él, y la mente de los que escuchan es preparada para recibir la Palabra de Dios; pues si el mensajero es humilde y contrito, si tiene una relación viva con Dios, el Espíritu Santo toma la Palabra, y la muestra a aquellas personas por quienes está trabajando...
El Señor desea que la verdad llegue a la gente, y esto puede realizarse únicamente por medio del trabajo personal. Mucho es lo que abarca el mandamiento: "Ve por los caminos y por los vallados y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa". Hay una obra que debe ser hecha en este ramo de trabajo que hasta ahora no se ha realizado. Enseñen los obreros de Dios la verdad en el seno de las familias, acercándose a aquellos por quienes trabajan. Si así cooperan con Dios, el los revestirá de poder espiritual. Cristo los guiará en su obra, entrando en las casas de la gente con ellos y dándoles palabras que penetrarán muy profundamente en los corazones de los oyentes. El Espíritu Santo abrirá los corazones y las mentes para recibir los rayos que provienen de la Fuente de toda luz.--The Review and Herald, 29 de diciembre de 1904.
Hallad el camino al corazón--A todos los que trabajan con Cristo quiero decir: Cuandoquiera que podáis encontrar acceso a la gente en su hogar, aprovechad la oportunidad. Tomad vuestra Biblia, y abrid ante las personas sus grandes verdades. Vuestro éxito no dependerá tanto de vuestro saber y talento, como de vuestra capacidad para conquistar corazones. Siendo sociables y acercándoos a la gente, podréis atraer la corriente de sus pensamientos más fácilmente que por el discurso más capaz. La presentación de Cristo en la familia, en el hogar, o en pequeñas reuniones en casas particulares, gana a menudo más almas para Jesús que los sermones predicados al aire libre a la muchedumbre agitada, o aun en salones o capillas.
Todos los que se dedican a esta labor personal deber tener tanto cuidado de no volverse mecánicos en su manera de obrar como el ministro que predica la Palabra. Deber aprender constantemente. Deben tener un celo concienzudo para obtener las calificaciones más elevadas, para llegar a ser hombres capaces en las Escrituras. Deben cultivar hábitos de actividad mental, y dedicarse especialmente a la oración y al estudio diligente de las Escrituras.--Obreros Evangélicos, 201, 202 (1915).
De dos en dos en la obra personal--Nuestros hermanos deben ir siempre de dos en dos, y entonces doble cantidad de personas puede alistarse para ocuparse en la obra de visitar y buscar a las familias interesadas, haciendo esfuerzos personales.--Carta 34, 1886.
El ministro y su esposa--Vigilad el rastro de las almas. Manifestad tacto y habilidad cuando visitáis a las familias. Orad con ellas y por ellas. Llevadles la verdad con gran ternura y amor, y seguramente tendréis recompensas. Si el ministro y su esposa pueden ocuparse juntamente en esta obra, debieran hacerlo.--Carta 18, 1898.
Visitas evangélicas
Atended el interés--Un ministro puede gozarse en sermonear; porque es la parte placentera del trabajo y es comparativamente fácil; pero ningún ministro debe ser aquilatado por su habilidad como predicador. La parte más dura viene después que deja el púlpito, al regar la semilla sembrada. El interés despertado debe ser cultivado por un esfuerzo personal: visitando, realizando estudios bíblicos, enseñando cómo investigar las Escrituras, orando con las familias y personas interesadas, tratando de profundizar la impresión hecha en los corazones y las conciencias.--Testimonies for the Church 5:255 (1885).
Las respuestas a las preguntas--Ningún pastor está suficientemente equipado para su obra si no sabe cómo hacer frente a la gente en sus hogares y relacionarse estrechamente con sus necesidades. Debe permitirse a la gente hacer preguntas con respecto a los temas presentados que parecen serle oscuros. La luz de Dios ha de ser traída ante su visión. Cuán a menudo, cuando esto se ha hecho, y el ministro ha podido contestar sus preguntas, un diluvio de luz inunda una mente entenebrecida, y los corazones resultan consolados juntamente con la fe del Evangelio. Esta es la manera en que hemos de trabajar para proyectar la luz en las mentes de los que buscan un conocimiento del camino de salvación.--The Review and Herald, 19 de abril de 1892.
Preparemos obreros que atiendan el interés--Algunos deben estar preparándose ahora, mientras se hallan relacionados con vosotros, de manera que si fuerais llamados a algún otro lugar, pudieran continuar ejerciendo una influencia que atraiga a las personas. Oremos sobre este asunto. Debemos orar, trabajar y creer. El Señor es nuestra eficiencia.--Carta 376, 1906.
Métodos eficaces para hombres de talentos comunes--Los hombres de talentos comunes pueden realizar más por el trabajo personal de casa en casa que instalándose en lugares populares a gran costo, o alquilando salones y tratando de llamar a las multitudes. La influencia personal es un poder. Cuanto más directa sea nuestra obra en favor de nuestros semejantes, tanto mayor bien realizará... Debéis acercaros a las personas por quienes trabajáis, para que no solamente oigan vuestra voz, sino os estrechen la mano, aprendan vuestros principios y comprendan vuestra simpatía.--The Review and Herald, 8 de diciembre de 1885.
Enseñando a vivir con salud mediante el trabajo personal--Ningún maestro de la verdad debería pensar que su educación está completa hasta tanto haya estudiado los principios que rigen la salud y que haya aprendido la influencia de las prácticas correctas sobre la vida espiritual. Debería estar calificado para hablar a la gente con un buen conocimiento del tema acerca de estas cosas, y para dar un ejemplo que dé fuerzas a sus palabras. La enseñanza de hábitos correctos forma parte de la obra del ministro evangélico, y el ministro encontrará muchas oportunidades para instruir a las personas con quienes se relaciona.
En sus visitas de casa en casa debería procurar comprender las necesidades de la gente, presentar los principios correctos e impartir instrucción acerca de las cosas que son para su mayor bien. A los que tienen un régimen pobre debería sugerirles que añadan más alimentos, y a los que viven en forma extravagante, que cargan sus mesas con platos innecesarios y perjudiciales, tortas con abundancia de grasa y ázucar, pasteles y condimentos, debería presentarles el régimen que es indispensable para la salud y que contribuye a la espiritualidad.--Carta 19, 1892.
Los ministros deben dar estudios bíblicos
Discursos cortos; más estudios bíblicos--Evitad los sermones largos. La gente no puede retener la mitad de los discursos que escuchan. Dad discursos cortos y más estudios bíblicos. Este es el tiempo para hacer que cada punto sea tan claro como un hito.--Carta 102a, 1897.
No debe confiarse a los ayudantes--Debemos echar mano de toda oportunidad para hacer trabajo personal. La labor personal debe efectuarse, aun a costa de reducir la obra de predicación...
Esta parte de la obra pastoral no ha de descuidarse o confiarse a la esposa o a alguna otra persona. Debéis educaros y enseñaros a vosotros mismos a visitar cada familia a la cual podáis tener acceso. Los resultados de esta obra testificarán de que es el trabajo más provechoso que un ministro del Evangelio puede hacer.
Si descuida esta obra, el visitar a la gente en sus hogares, es un pastor infiel, y la reprobación divina lo alcanza. Su obra no está hecha ni a medias. Si se hubiera dedicado al trabajo personal, se habría hecho una gran obra y muchas almas se hubieran reunido.
Dios no aceptará ninguna excusa por descuidar de esta manera la parte más esencial del ministerio, que es precisamente la consolidación de la obra, y el vínculo que une al mensajero portador de la verdad con el rebaño, la oveja y los corderos de praderas del Señor. El Señor mismo convierte en un canal de luz para la gente al instrumento humano, por medio de sus esfuerzos personales, cuando se identifica con la gente por la cual trabaja.
Los débiles del rebaño necesitan ser fortalecidos a su debido tiempo: necesitan que se hablen palabras de consuelo, que los fortalezcan y confirmen, a fin de que lleguen a arraigarse, fundamentarse y afirmarse en la fe. Esta es la manera y el medio que Dios ha ordenado para encontrar a la gente donde está. Reconozco que los lugares donde yo misma he trabajado, son precisamente los que se han perdido para la causa de Dios, porque los mensajeros que nos sucedieron, y que les llevaron la verdad, no ejercieron su ministerio, porque no era tarea agradable dedicarse a esta obra.
Una obra que no puede verificarse por apoderados--Allegaos a la gente dondequiera que se halle, por medio de la obra personal. Relacionaos con ella. Esta obra no puede verificarse por apoderado. El dinero prestado o dado no puede hacerla, como tampoco los sermones predicados desde el púlpito. La enseñanza de las Escrituras en las familias es la obra del evangelista, y ha de ir unida a la predicación. Si se llega a omitir, la predicación fracasará en extenso grado.
Los que buscan la verdad necesitan que se les digan palabras en sazón; porque Satanás les está hablando por sus tentaciones. Si os sentís repelidos al tratar de ayudar a las almas, no hagáis caso. Si parece resultar poco bien de vuestra obra, no os desalentéis. Seguid trabajando; sed discretos; sabed cuándo hablar, y cuándo callar; velad por las almas como quienes han de dar cuenta; y vigilad las trampas de Satanás, para que no seáis apartados del deber. No permitáis que las dificultades os descorazonen o intimiden. Con fuerte fe, con propósito intrépido, arrostrad y venced estas dificultades. Sembrad la semilla con fe y con mano generosa.--Obreros Evangélicos, 197 (1915).
Enseñad; dad estudios bíblicos--A Ud. le agrada predicar, y debería tener oportunidad de predicar dondequiera que vaya. Puede hacer una buena obra en este sentido, pero esto no constituye toda la obra indispensable que debe realizarse: la gente necesita ser enseñada y ser educada. Muchos de los sermones dados, si se los cortara por la mitad, serían mucho más beneficiosos para los oyentes.
Tome tiempo para enseñar y para dar estudios bíblicos. Haga que los puntos y los textos se fijen en la mente de los oyentes. Permita que éstos hagan preguntas y contéstelas de la manera más sencilla posible, de modo que la mente pueda abarcar las verdades presentadas...
Enseñe como Cristo enseñó, estudie su ejemplo y sus métodos de enseñanza. El predicó pocos sermones, pero dondequiera que iba la gente se reunía a su alrededor para escuchar sus instrucciones. Los ministros deberían ser enseñados a trabajar más de acuerdo con el método divino. Ud. todavía no ha aprendido la tarea de educar. La gente puede escuchar un sermón tras otro, pero puede retener sólo muy pocos puntos del discurso, y éstos pierden su fuerza de acción sobre la mente; esto se debe a que hay otras cosas que ahogan la semilla de la verdad. Por eso el método del Señor es el mejor: grabar en las mentes, punto por punto, las verdades que la gente debe conocer en beneficio de sus intereses eternos. Hay que preparar el terreno del corazón y plantar la semilla de tal manera que ésta brote y lleve fruto.--Carta 29, 1890.
Aprendamos el arte de la obra personal
Todos los que pueden, deben hacer obra bíblica--Todos los que pueden, deben hacer trabajo personal. Al ir ellos de casa en casa, explicando las Escrituras a la gente, de una manera clara y sencilla, Dios hace que la verdad sea poderosa para salvar. El Salvador bendice a aquellos que realizan esta obra.--Carta 108, 1901.
El enseñar la doctrina no es el objeto inicial de la obra personal--Hay muchas almas que albergan anhelos indecibles de luz, de seguridad y fuerza, más allá de lo que les ha sido posible comprender. Necesitan que se las busque y se trabaje por ellas, con paciencia y perseverancia. Buscad al Señor con fervorosa oración por ayuda. Presentad a Jesús porque lo conocéis como a vuestro Salvador personal. Fluya de los labios humanos su amor subyugador, su rica gracia. No necesitáis presentar puntos doctrinales a menos que se os pregunte. Mas tomad la Palabra y con amor tierno y anheloso por las almas, mostradles la preciosa justicia de Cristo, a quien vosotros y ellos deben acudir para ser salvos.--Manuscrito 27, 1895.
Aprended a recoger la cosecha--Se necesita educación: la preparación de cada obrero que entre en el campo evangélico, no sólo para usar la hoz y segar la cosecha, sino también para recogerla con rastrillo, para juntarla, y para cuidarla en la forma debida. Esta siega se ha llevado a cabo en todas partes, pero sus resultados han sido muy escasos, porque se ha realizado un trabajo insuficiente mediante el esfuerzo personal para separar el trigo de la paja y guardarlo en bolsas en el granero.--Carta 16e, 1892.
Aprended el arte de manejar la red del Evangelio--La mente debe ser activa para idear las mejores formas y medios para alcanzar a la gente que nos rodea. No debemos ser muy abarcantes, incurriendo en grandes gastos. Hay individuos y familias que nos rodean por los cuales debemos hacer esfuerzos personales. A menudo permitimos que se nos escapen oportunidades que están a nuestro alcance, para hacer una obra a gran distancia de nosotros, que entraña menos esperanza, y así nuestro tiempo y nuestros medios pueden perderse en ambos lugares. El estudio de los obreros ahora debe ser aprender el oficio de reunir a las almas en la red del Evangelio.--The Review and Herald, 8 de diciembre de 1885.
La sencillez natural en la tarea de ganar almas--La obra de Cristo se componía mayormente de entrevistas personales. El manifestaba una fiel consideración hacia el auditorio de una sola alma; y esa única alma ha llevado a millares a la comprensión recibida.
Educad a los jóvenes para que ayuden a los jóvenes; y al tratar de hacer esta obra, todos obtendrán una experiencia que los calificará para llegar a ser obreros consagrados en una esfera más amplia. Millares de corazones pueden ser alcanzados de la manera más sencilla. Los más intelectuales, aquellos que son buscados y alabados como los hombres y mujeres más grandes y dotados del mundo, son a menudo refrigerados por las palabras más humildes y sencillas habladas por alguien que ama a Dios, que puede hablar de ese amor tan naturalmente como los mundanos hablan de las cosas que sus mentes contemplan y de las cuales se alimentan. Las palabras, aun cuando sean bien preparadas y estudiadas, tienen poca influencia; pero la obra verdadera y honesta de un hijo o una hija de Dios, en palabras o en un servicio de cosas pequeñas, hecha con una sencillez natural, abrirá la puerta a muchas almas, que por largo tiempo ha estado cerrada.--The Review and Herald, 9 de mayo de 1899.
Cómo acercarse: persuasiva y bondadosamente--Acercaos a la gente de una manera persuasiva y bondadosa, llenos de gozo y amor por Cristo... Ninguna lengua humana puede expresar lo precioso que es el ministerio de la Palabra y del Espíritu Santo. Ninguna expresión humana puede describir, para la mente finita, el valor de comprender, y por medio de una fe viviente, recibir la bendición que se nos da cuando Jesús de Nazaret pasa a nuestro lado.--Carta 60, 1903.
La importancia de dar la mano--Mucho depende de la manera en que saludáis a aquellos a quienes visitáis. Podéis estrechar la mano de la persona a quien saludáis de tal manera que ganéis su confianza en seguida, o de una manera tan fría que piense que no tenéis ningún interés en ella.--Gospel Workers, 189 (1915).
Jóvenes para la obra bíblica en las ciudades--Debe instruirse a jóvenes para que trabajen en estas ciudades. Puede ser que nunca lleguen a ser capaces de presentar la verdad desde el púlpito, pero ellos podrían ir de casa en casa, y señalar a la gente el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El polvo y la basura del error han enterrado las preciosas joyas de la verdad; pero los obreros del Señor pueden descubrir estos tesoros, de manera que muchos los miren con deleite y asombro. Hay una gran variedad de trabajo, adaptado a diferentes mentes y a capacidades variadas.--Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 182 (1886).
Como quebrantar el prejuicio
Los estudios y las visitas como preparación para el esfuerzo público--La obra ha de comenzar silenciosamente, sin ruido ni sonido de trompeta. Ha de empezar dándose estudios bíblicos y educando a la gente. Este plan será de mucho mayor eficacia que comenzar con sermones.--Carta 89a, 1895.
La obra personal elimina la oposición--En el servicio de Dios han de encontrarse obstáculos y dificultades. Los acontecimientos pertenecen a Dios; y sus siervos deben hacer frente a las dificultades y a la oposición, porque ellos son sus métodos escogidos de disciplina y la condición que él ha señalado para un seguro progreso, para el avance y el éxito. Pero ruego a los siervos del Señor Jesús que recuerden que hay una obra que debe ser hecha silenciosamente, sin despertar esa fuerte oposición que cierra los corazones a la verdad.--Carta 95, 1896.
Las visitas determinan la conveniencia del esfuerzo público--Os digo en el nombre del Señor que con vuestra fuerza actual de obreros, no estáis preparados para empeñaros en la obra en un lugar difícil donde el prejuicio es fuerte. Si la mitad del tiempo usualmente dedicado a hacer un esfuerzo público fuera consagrado a la enseñanza de casa en casa, hasta que la gente llegara a familiarizarse con la sinceridad religiosa de los obreros y con las razones de su fe, sería mucho mejor. Después que esta obra se ha hecho, podría decidirse si resulta aconsejable un esfuerzo más costoso.
Se han realizado esfuerzos públicos que han hecho bien. Algunos han respondido y han recibido la verdad, pero, ¡oh! cuán pocos han sido. El Señor desea que la verdad llegue intimamente a la gente, y esto puede lograrse tan sólo por una labor personal.--Carta 95, 1896.
Se requiere tacto para quebrantar el prejuicio--Natanael estaba orando para saber si éste era en verdad el Cristo del cual Moisés y los profetas habían hablado. Mientras continuaba orando, uno de aquellos que habían sido atraídos a Cristo, de nombre Felipe, lo llamó y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret". Notad cuán rápidamente se levanta el prejuicio. Natanael dice: "¿De Nazaret puede haber algo de bueno?" Felipe sabía del fuerte prejuicio que existía en la mente de muchas personas contra Nazaret, y no trató de argüir con él, por temor de suscitar un espíritu combativo, sino que sencillamente le dijo: "Ven y ve".
He aquí una lección para todos nuestros ministros, colportores y obreros misioneros. Cuando os encontráis con personas que, como Natanael, tienen prejuicios contra la verdad, no presentéis con insistencia y con mucha fuerza vuestros puntos de vista peculiares. Hablad con ellos al principio de temas acerca de los cuales tenéis unanimidad. Arrodillaos con ellos en oración, y con fe humilde presentad vuestras peticiones al trono de la gracia. Tanto vosotros como ellos alcanzaréis una relación aún más estrecha con el cielo, el prejuicio se debilitará y será más fácil alcanzar el corazón.--Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 149 (1886).
La obra en favor de los ancianos
La espera de la verdad--Es admirable ver cuánta gente de edad encuentran los obreros que necesita poquísimo trabajo para conducirla a la aceptación de la verdad, incluyendo la observancia del sábado y todo lo demás. ¡Pero si hemos estado orando por esto! Dicen ellos. Sabíamos que las Escrituras tienen mucho que decir acerca de temas que los clérigos no nos explicaron ni pudieron explicarlo cuando se lo preguntamos. Esas personas se regocijan en la luz y la verdad. Parecen disfrutar de un gozo pleno.--Carta 18, 1898.
La vida comienza con la conversión--Acabo de leer el siguiente incidente:
"Una vez me trajeron a un anciano de unos setenta u ochenta años de edad, que era un monumento a la misericordia de Dios. Le pregunté qué edad tenía. Me miró durante un momento, y luego me dijo con voz emocionada mientras las lágrimas corrían por sus mejillas: Tengo dos años de edad'. Cuando le manifesté mi sorpresa, me explicó: 'Hasta hace poco, dos años atrás, había vivido la vida de un hombre muerto. Nunca supe lo que era vivir hasta que encontré la vida que está oculta con Cristo en Dios'."--Carta 160, 1903.
La actuación y los métodos de Elena G. de White para trabajar por las personas
Una experiencia temprana--La realidad de una verdadera conversión parecía tan sencilla que creía estar ayudando a mis jóvenes amigas a venir a la luz, y en toda oportunidad ejercía mi influencia en esa dirección.
Hice planes para realizar reuniones con mis jóvenes amigas, algunas de las cuales eran considerablemente mayores que yo, y unas pocas eran personas casadas. Algunas de ellas eran vanas y frívolas; mi experiencia les sonaba como un cuento ocioso, y no prestaban oído a mis ruegos. Pero yo resolví que mis esfuerzos no cesarían nunca hasta que estas amadas almas por las cuales tenía un interés tan grande, se entregaran a Dios. Varias noches enteras las pasé en fervorosa oración por aquellas personas a quienes había buscado y reunido con el propósito de trabajar y orar con ellas.
Algunas de éstas se habían unido a nosotras por la curiosidad de escuchar lo que yo tenía que decir; otras pensaron que yo estaba fuera de mí al ser tan persistente en mis esfuerzos, especialmente cuando no manifestaron preocupación alguna de su parte. Pero continué exhortando a cada una de las que concurrían a nuestras pequeñas reuniones, y orando con cada una por separado, hasta que todas se hubieron entregado a Jesús, reconociendo los méritos de su amor perdonador. Cada una se convirtió a Dios.
Noche tras noche, en mis sueños, me parecía estar trabajando por la salvación de las almas. En tales ocasiones se presentaban a mi mente casos especiales; después trataba de buscar a estas personas y orar con ellas. En todos los casos, salvo en uno, estas personas se entregaron al Señor.--Life Sketches of Ellen G. White, 41, 42 (1915).
Veintidós años después de sembrar la semilla--Después de haber terminado la reunión [uno de los cultos del congreso de Míchigan], una hermana me tomó sinceramente de la mano, expresando gran regocijo por encontrarse de nuevo con la Hna. White. Preguntó si yo recordaba haber visitado una vez una casa de madera en los bosques, veintidós años atrás. Ella nos sirvió un refrigerio, y yo le dejé un librito titulado: Experience and Views.
Declaró que había prestado ese librito a sus vecinos, a medida que nuevas familias se establecían en su vecindario, hasta que el librito se gastó casi completamente; expresó su gran deseo de obtener otro ejemplar del mismo libro. Sus vecinos estaban profundamente interesados en él, y se sentían anhelosos de ver a la autora. Dijo que cuando la visité, le hablé de Jesús y de las hermosuras del cielo, y que las palabras fueron habladas con tal fervor, que quedó encantada y que nunca las había olvidado. Desde ese tiempo el Señor había enviado a pastores para predicarles la verdad, y ahora había todo un grupo de observadores del sábado. La influencia de ese librito, ahora gastado por el uso, se había extendido de uno a otro, realizando su obra silenciosa, hasta que el terreno estaba listo para la simiente de la verdad.
Bien recuerdo el largo viaje que realizamos hace veintidós años, en Míchigan. Estábamos de viaje para realizar una reunión en Vergennes. Nos encontrábamos a veinte kilómetros de nuestro destino. Nuestro conductor había recorrido repetidamente ese camino, y lo conocía bien, pero se vio obligado a reconocer que se había perdido. Viajamos sesenta y cinco kilómetros ese día, por los bosques, sobre troncos y árboles caídos, donde apenas había un rastro de camino...
No podíamos entender por qué debíamos ser abandonados en este extraordinario errar por el desierto. Nunca nos sentimos más satisfechos que cuando distinguí un pequeño claro en el cual había una cabaña, donde encontramos a la hermana que mencioné. Bondadosamente nos dio la bienvenida a su hogar, y nos proporcionó un refrigerio, que fue recibido con agradecimiento. Mientras descansábamos, hablé con la familia y les dejé un librito. Ella lo aceptó alegremente, y lo ha conservado hasta el día de hoy.
Durante veintidós años, las idas y venidas que caracterizaron ese viaje nos han parecido misteriosas, pero aquí encontramos todo un grupo que ahora está compuesto por creyentes en la verdad, y que atribuyen su primer conocimiento a la influencia de ese librito. La hermana que tan bondadosamente atendió nuestras necesidades se regocija ahora en la luz de la verdad presente, juntamente con muchos de sus vecinos.--The Signs of the Times, 19 de octubre de 1876.
Algo interesante de Nimes, Francia--Cuando trabajaba en Nimes, Francia, hicimos de la tarea de ganar almas nuestra obra. Había un joven que se había desanimado por las tentaciones de Satanás y por algunos errores de nuestros hermanos que no sabían tratar con la mente de la juventud. Abandonó el sábado y comenzó a trabajar en un establecimiento manufacturero para perfeccionarse en su oficio de relojero. Era un joven muy promisorio. Mi reloj necesitaba ser arreglado, lo cual nos puso en relación.
Fui presentada a él, y tan pronto como miré su rostro, me di cuenta de que era la persona a quien el Señor me había mostrado en visión. Todas las circunstancias se presentaron nítidamente ante mí...
Asistía a la reunión cuando pensaba que yo iba a hablar y se sentaba con sus ojos fijos en mí durante todo el discurso, que era traducido al francés por el Hno. Bourdeau. Sentí el deber de trabajar por este joven. Hablé dos horas con él, y le presenté con instancia el peligro de su situación. Le dije que el hecho de que sus hermanos habían cometido un error no era razón para que él entristeciera el corazón de Cristo, que lo había amado tanto, que había muerto para redimirlo...
Le dije que conocía la historia de su vida y sus errores (que eran los sencillos errores de la indiscreción juvenil), los cuales no eran de un carácter que debieran haber sido tratados con tan grande severidad. Le rogué entonces con lágrimas que cambiara el rumbo de su vida, que dejara el servicio de Satanás y el pecado, pues había llegado a ser un completo apóstata, que regresara como el hijo pródigo a la casa de su Padre, al servicio de su Padre. Estaba en un buen negocio aprendiendo su oficio. Si guardaba el sábado perdía su posición... Unos pocos meses más tarde, finalizaría su aprendizaje, y entonces podría tener un buen oficio. Pero lo insté a que hiciera una decisión inmediata.
Oramos con él muy fervientemente, y le dije que no me atrevía a que él cruzara el umbral de la puerta hasta que, ante Dios, los ángeles y las personas presentes, dijera: "Desde este día seré cristiano". ¡Cómo se regocijó mi corazón cuando él lo dijo! No durmió aquella noche. Dijo que tan pronto como había hecho la promesa, parecía estar en una nueva corriente. Sus pensamientos parecían purificados, sus propósitos cambiados, y la responsabilidad que había asumido parecía tan solemne que no podía dormir. El próximo día notificó a su empleador que no podía trabajar más para él. Durmió tan sólo poco durante tres noches. Estaba feliz, muy agradecido de que el Señor le hubiera dado evidencias de su perdón y amor.--Carta 59, 1886.
Uso eficaz de las publicaciones--Había un hombre a quien apreciábamos mucho, juntamente con su familia. Le gustaba leer y poseía una granja grande donde cultivaba las naranjas más escogidas y los mejores limones, y también otras frutas. Pero no se afirmó en la verdad en el comienzo, de modo que llegó el momento cuando la abandonó. Me hablaron de esto. Durante la noche el ángel del Señor parecía estar junto a mí, diciéndome: "Ve a ver al Hno.--; llévale tus libros porque esto salvará su alma". Lo visité llevando algunos de mis libros grandes. Hablé con él como si él estuviera con nosotros. Le hablé acerca de sus responsabilidades. Le dije: "Hermano mío, Ud. tiene grandes responsabilidades. Considere a todos sus vecinos. Ud. es responsable de cada uno de ellos. Ud. conoce la verdad, y si la ama y la vive con integridad ganará almas para Cristo".
Me miró en forma extraña, como si quisiera decirme: "Yo no creo que Ud. sabe que he abandonado la verdad, que he permitido a mis hijas asistir a los bailes y a la escuela dominical, y que no guardamos el sábado". Pero yo lo sabía. Sin embargo, le hablé como si él estuviera con nosotros. Le dije: "Le ayudaremos a comenzar a trabajar por sus vecinos. Deseo obsequiarle algunos libros". Dijo: "Tenemos una biblioteca donde conseguimos los libros". Le contesté: "No veo ningún libro aquí. Tal vez sus escrúpulos no le permiten pedir los libros prestados en la biblioteca. He venido para obsequiarle estos libros, para que sus hijos puedan leerlos, y porque esto los fortalecerá".
Nos arrodillamos y oramos, y cuando nos levantamos, él dijo mientras las lágrimas corrían por su cara: "Me alegro porque Ud. ha venido a verme. Le agradezco por los libros".
La próxima vez que lo visité, me contó que había leído una parte de Patriarcas y Profetas. Dijo: "Yo no podría cambiar ni una sola sílaba. Cada párrafo habla directamente al alma".
Pregunté al Hno.---cuál de mis libros grandes consideraba él el más importante. Contestó: "Los presté todos a mis vecinos, y el hotelero piensa que el Conflicto de los Siglos es el mejor. Pero--añadió con labios temblorosos--, yo creo que Patriarcas y Profetas es el mejor. Ese libro fue el que me sacó del fango".
Solamente resta añadir que el hermano se puso firmemente de parte de la verdad. Toda su familia se unió a él, y han sido los instrumentos para salvar a otras familias.--The General Conference Bulletin, 5 de abril de 1901.
Hablando de la obra con una nueva creyente--En Canterbury me presentaron a una señora de unos cuarenta años quien recientemente había decidido obedecer la verdad. Su esposo simpatiza plenamente con ella y hace todo lo posible para llevarla a las reuniones. Tienen una linda casa de campo, que ya han terminado de pagar. Ella vino al coche y habló conmigo. Dijo que la gente de Canterbury no acostumbra ir a la iglesia, pero la carpa levantada en---ha servido de propaganda, de modo que sienten curiosidad por ver de qué se trata. En esta forma han sido inducidos a asistir a las reuniones, y muchos están interesados. Ud. no podría llevarlos a una iglesia o a un salón, pero están dispuestos a asistir a la carpa...
Esta hermana mencionada, que habló conmigo en el coche donde yo estaba, dijo: "Estas cosas preciosas de la Biblia son admirables para mí. Es extraño que no hayamos podido verlas antes. La Biblia está llena de riquezas, y quiero tener toda oportunidad posible de escuchar y aprender, a fin de ayudar a otros. La gente aquí en Canterbury necesita esta clase de trabajo. Si Uds. levantan la carpa, ellos vendrán".--Carta 89a, 1895.
Extractos del diario de E. G. de White del año 1892. 26 de octubre.--Habíamos convenido visitar a los Hnos. H, de modo que hoy después de la comida el pastor Daniells, May Walling y yo fuimos a cumplir con este compromiso. La Hna. H ha abandonado su fe como resultado de las tentaciones del enemigo... Después de una corta conversación todos nos arrodillamos para orar, y el Señor nos dio su Espíritu Santo. Sentimos la presencia de Dios, y esperamos definidamente que este esfuerzo no haya sido en vano.
5 de noviembre. Hoy ha sido un día agradable, pero he estado casi sin fuerzas. Asistimos a la reunión e invitamos a nuestra vecina de la casa contigua a ir con nosotros. Accedió de buena gana y pareció quedar muy impresionada. Habló espontáneamente mientras nos dirigíamos en el coche al lugar de reunión, pero a nuestro regreso estuvo muy seria y no dijo nada. Yo hablé acerca de la parábola del hombre sin un traje de bodas, y tuvimos una reunión muy solemne. Esta dama posteriormente le dijo a mi sobrina, May Walling, que sentía no haber asistido a todas las reuniones celebradas desde cuando nosotros habíamos llegado. Declaró que no perdería ni una sola mientras estuviéramos allí.
6 de noviembre. Habíamos planeado ir en coche a las montañas... pero yo estaba muy preocupada por los Hnos. H, y pensé que no debía postergar los asuntos del Señor por querer ir a las montañas. May Walling y yo no teníamos datos precisos acerca de la dirección del Hno. H, pero de todos modos salimos en busca de su casa... Finalmente la encontramos. Dije a los esposos H que habíamos ido para hablar con ellos. Empezamos a hablar a las 2.30 de la tarde, y seguimos conversando hasta las 5.00... Procuré hacer todo lo posible para ayudar a la Hna. H. Ella lloró casi todo el tiempo mientras conversábamos. Creo que el Espíritu del Señor conmovió su corazón. Oré con ellos y los encomendé al cuidado de Dios.
7 de noviembre. Descansé bien durante la noche. Me levanté a las 4.30 de la madrugada y comencé a escribir. A las 10.00 May Walling y yo fuimos en coche a visitar a la Hna. E.
8 de noviembre. Dormí bien en la noche. Durante el día fui a la casa donde la Hna. F está hospedada con sus hijos. La llevamos en el coche con nosotros y dimos un buen paseo. Ella es una mujer que ha pasado por muchas vicisitudes.
9 de noviembre. En respuesta a una vehemente invitación, nos dirigimos a un agradable bosquecillo, donde los padres y los niños miembros de la escuela sabática celebraban un picnic... Hablé durante una media hora. Había presentes varias personas no creyentes.
10 de noviembre. Escribí hasta el mediodía, y después de almorzar fuimos en coche a Bourdon, para cumplir con el compromiso de reunirnos con unas hermanas en ese lugar. Tuvimos una preciosa reunión de oración, creyendo la promesa de Cristo según la cual donde hay dos o tres reunidos en su nombre él los acompaña para bendecirlos. Leí acerca de un asunto importante a los presentes, y hablé con ellos. Trabajé con más intensidad que cuando hablo en los días sábados, porque pasé con ellos durante unas dos horas. Casi estaba oscuro cuando llegamos a casa; pero me sentí bendecida por el Señor y estábamos felices en su amor.
11 de noviembre. Temo que he estado haciendo demasiado. Desde el sábado he escrito 86 páginas de tamaño carta, además de realizar varias visitas a la gente en sus hogares. Esta tarde visité a los Hnos. H, y les dejé algunos libros.
21 de noviembre. Hoy a las dos de la tarde visité a los Hnos. H y les leí algunas cosas que había estado escribiendo a fin de contrarrestar dificultades existentes en la mente de la Hna. H.
27 de noviembre. Hoy visité a la Hna. K y a su hija. La hija recientemente tuyo un accidente... Hablamos y oramos con ella, y el Señor estuvo muy cerca de nosotras mientras le rogábamos que bendijera a la madre y a la hija.
Luego visitamos a la Hna. G, quien es una viuda... Oramos con esta hermana y el tierno Espíritu del Señor descansó sobre nosotros. Hablamos con la hija de la Hna. G, una niña de unos 16 años, acerca del amor de Jesús, y la instamos a entregar su corazón al Salvador. Le dije que si ella aceptaba a Cristo como su Salvador, él sería su apoyo en cada prueba y le proporcionaría paz y descanso en su amor. Al parecer nuestras palabras hicieron alguna influencia sobre ella. Luego fuimos a ver a los Hnos. H.--Manuscrito 21, 1892.
El obrero se encariña con el campo--Las localidades de Dora Creek y Martinsville, y otros poblados que hay en los bosques, donde hemos trabajado, son muy queridos para nosotros. Espero que se manifieste la solicitud más tierna hacia las almas que viven en estos lugares, y espero que se lleven a cabo esfuerzos fervorosos para atraerlas hacia Cristo. Se ha hecho mucho en estos, lugares, y se necesitará hacer mucho más aún.--Carta 113, 1902.