Dedique tiempo a sus hijos
Por lo general, el padre pierde muchas áureas oportunidades de atraer a sus hijos y de vincularlos consigo. Al volver de su trabajo a casa, debe considerar como cambio placentero el pasar algún tiempo con sus hijos.Interésese especialmente en los varones
El padre de niños varones debe tratar íntimamente con sus hijos, darles el beneficio de su experiencia mayor, y hablar con ellos con tanta sencillez y ternura, que los vincule con su corazón. Debe dejarles ver que todo el tiempo busca sus mejores intereses y su felicidad.Edúquelos para que sean útiles
Como cabeza de su familia, el padre debe entender como ha de educar a sus hijos para que sean útiles y cumplan su deber. Tal es la obra especial de él, la que supera toda otra labor. Durante los primeros años del niño la tarea de modelar su disposición incumbe principalmente a la madre; pero ella debe sentir en todo momento que en su obra tiene la cooperación del padre. Si los negocios a los cuales se consagra él le impiden casi totalmente ser útil a su familia, debe procurar otro empleo que no le prive de dedicar algún tiempo a sus hijos. Si los descuida, resulta infiel al cometido que Dios le confió.Conozca sus variadas disposiciones
El padre no debe dejarse absorber tanto por sus negocios o el estudio de los libros, que no pueda tomar tiempo para estudiar la naturaleza de sus hijos y sus necesidades. Debe ayudar a idear maneras para mantenerlos atareados en trabajos útiles que concuerden con sus diversas disposiciones.Participe en sus trabajos y juegos
Padres, . . . combinad el cariño con la autoridad, la bondad y la simpatía con la firme represión. Dedicad a vuestros hijos algunas de vuestras horas de ocio; intimad con ellos; asociaos con ellos en sus trabajos y juegos, y ganad su confianza. Cultivad su amistad, especialmente la de vuestros hijos varones. De este modo ejerceréis sobre ellos una poderosa influencia para el bien.Enséñeles lecciones de la naturaleza
Procure el padre aligerar la tarea de la madre. . . . Hábleles de las hermosas flores y los frondosos árboles, en cuyas hojas pueden notar la obra de Dios y su amor. Debe enseñarles que el Dios que hizo todas estas cosas ama lo bello y lo bueno. Cristo aconsejó a sus discípulos que reparasen en las flores del campo y en las aves del aire, les indicó cómo Dios cuida de ellas y presentó este hecho como prueba de que cuidará del hombre, que es más importante que las aves o las flores. Explique a los niños que por mucho tiempo que se desperdicie en atavíos, nuestro aspecto no podrá compararse en gracia y belleza con el de las flores más sencillas del campo. Esto desviará su atención de lo artificial a lo natural. Aprenderán que Dios les dio todas estas bellezas para que las disfruten y quiere que ellos le concedan los afectos mejores y más santos de su corazón. Puede llevarlos al jardín y mostrarles los capullos que se abren y los variados matices de las flores. Por tales medios puede inculcarles las lecciones más importantes acerca del