La salud de la madre debe apreciarse
Hay que velar con cariño por las fuerzas de la madre. En vez de permitir que las malgaste en tareas agotadoras, hay que reducir sus cuidados y cargas. Muchas veces el esposo y padre desconoce las leyes físicas que el bienestar de su familia exige que conozca. Absorto en la lucha por la vida, o empeñado en labrarse una fortuna y acosado por cuidados y apuros, permite que caigan sobre la esposa y madre cargas que agotan sus fuerzas en el período más crítico de su vida y le causan debilidad y enfermedad.Deben defender la reforma pro salud
La voluntad de Dios ha sido claramente expresada a todas las madres; el quiere que por sus preceptos y su ejemplo defiendan la reforma pro salud. Deben ser firmes en los buenos principios y en ningún caso violar las leyes físicas que Dios implantó en su ser. Con leal propósito y firme integridad, las madres dispondrán del poder y de la gracia del Cielo para dejar brillar su luz en el mundo, tanto por su propia conducta justa como por el carácter noble de sus hijos.Tenga dominio propio en la alimentación
La madre necesita ejercer el más perfecto dominio propio; y para conseguirlo debe tomar toda precaución posible contra cualquier disturbio físico o mental. Debe ordenar su vida de acuerdo con las leyes de Dios y de la salud. Como la alimentación afecta materialmente el intelecto y la disposición, la madre debe ser muy cuidadosa al respecto y comer alimentos nutritivos, pero que no sean estimulantes a fin de tener nervios serenos y genio apacible. Le resultará entonces más fácil manifestar paciencia para tratar con las variables tendencias de sus hijos y para sostener las riendas del gobierno con firmeza y sin embargo afectuosamente.Irradia alegría en toda circunstancia
La madre puede y debe hacer mucho para dominar sus nervios y ánimo cuando esté deprimida. Aun cuando está enferma, puede, si se educa a sí misma, manifestar una disposición agradable y alegre, y puede soportar más ruido de lo que una vez creyera posible. No debiera hacer sentir a los niños su propia flaqueza y nublar sus mentes jóvenes y sensibles por su propia depresión de espíritu, haciéndoles sentir que la casa es una tumba y que la pieza de mamá es el lugar más lúgubre del mundo. La mente y los nervios se entonan y fortalecen por el ejercicio de la voluntad. En muchos casos, la fuerza de voluntad resultará ser un potente calmante de los nervios. No dejéis que vuestros hijos os vean con rostros ceñudos.Aprecie la estima de su esposo y de sus hijos
Cuando hacen su trabajo, las hermanas no deben vestir ropas que les den el aspecto de espantapájaros. A sus esposos e hijos les agradará aun más que a las visitas o a los extraños el verlas vestidas con ropas que les sienten bien. Algunas esposas y madres parecen creer que no tiene importancia el aspecto que ofrecen cuando trabajan y cuando las ven tan sólo sus familiares, pero son muy meticulosas en cuanto a vestirse con gusto si las han de ver personas hacia quienes no tienen obligaciones. ¿No deben apreciarse la estima y el amor del marido y de los hijos antes que los manifestados por extraños o amigos comunes? La felicidad del padre y de los hijos debe ser para toda esposa y madre más sagrada que la de todos los demás.No sea esclava de la opinión pública
Con demasiada frecuencia las madres manifiestan una sensibilidad mórbida con respecto a lo que los demás puedan pensar acerca de sus vestidos y opiniones; y son en gran medida esclavas de lo que piensan acerca de cómo otras personas las consideran. ¿No es lamentable que seres humanos encaminados hacia el juicio divino se rijan más por el pensamiento de lo que sus prójimos se imaginarán acerca de ellos antes que por el recuerdo de su obligación hacia Dios? Demasiado a menudo sacrificamos la verdad a fin de armonizar con las costumbres, para evitar el ridículo....Den lecciones de aseo y pureza
Si las madres se permiten llevar vestidos desaseados en la casa, enseñan a sus hijos a seguir por el mismo camino del desaliño. Muchas madres piensan que en la casa cualquier ropa es bastante buena, por sucia y desaliñada que esté. Pero pronto pierden su influencia en la familia. Los hijos comparan el vestido de la madre con el de quienes visten con aseo, y se debilita el respeto que le tienen.