Comprados por la sangre de Cristo
Cristo asignaba a los niños un valor tan elevado que dio su vida por ellos. Tratadlos como a quienes fueron comprados por su sangre. Con paciencia y firmeza educadlos para él. Disciplinadlos con amor y paciencia. Mientras hagáis esto, llegarán a ser para vosotros una corona de regocijo y resplandecerán como luces en el mundo."De los tales es el reino de Dios."
El alma del pequeñuelo que cree en Cristo es tan preciosa a sus ojos como los ángeles que rodean su trono. Los niños deben ser llevados a Cristo y educados para él. Debe guiárselos en la senda de la obediencia, y no favorecer la satisfacción de su apetito o su vanidad.Son propiedad de Dios confiada a los padres
Los niños reciben la vida y el ser de sus padres, y sin embargo es al poder creador de Dios al que vuestros hijos deben la vida, porque Dios es el Dador de ella. Recuérdese que los niños no han de ser tratados como si fuesen nuestra propiedad personal. Los hijos son herencia del Señor, y el plan de redención incluye la salvación de ellos tanto como la nuestra. Han sido confiados a sus padres para que éstos los críen en la disciplina y admonición del Señor, a fin de que sean preparados para hacer su obra en este tiempo y en la eternidad.La senda del cielo es adecuada a su capacidad
Vi que Jesús conoce nuestras flaquezas, y ha experimentado lo mismo que nosotros en todo, menos en el pecado. Por lo tanto, nos ha preparado una senda adecuada a nuestra fuerza y capacidad, y como Jacob, ha andado suavemente y con serenidad con los niños según lo que ellos pudieran soportar, a fin de sostenernos por el consuelo de su compañía y servirnos de guía perpetuamente. El no desprecia, descuida ni deja atrás a los niños del rebaño. El no nos ha ordenado que avancemos y los dejemos. El no ha viajado tan apresuradamente como para dejarnos rezagados juntamente con nuestros hijos. ¡Oh, no; sino que ha emparejado la senda de la vida, aun para los niños! Y requiere que los padres, los conduzcan por el camino estrecho. Dios nos ha señalado una senda adecuada a la fuerza y capacidad de los niños.