Los niños son socios de la firma
Tanto los hijos como los padres tienen importantes deberes que cumplir en el hogar. Se les ha de enseñar a los primeros que también forman parte de la sociedad del hogar. Se les da de comer, se les viste, se les ama y se les cuida; y ellos a su vez, deben corresponder a todos estos favores compartiendo las responsabilidades domésticas y proporcionando toda la felicidad posible a su familia.Padres e hijos tienen obligaciones
Los padres tienen la obligación de alimentar, vestir y educar a sus hijos, y los niños tienen la obligación de servir a sus padres con fidelidad alegre y fervorosa. Cuando los hijos dejan de sentir su obligación de compartir el trabajo y las cargas con sus padres, ¿les convendría que sus padres dejasen de sentir su obligación de proveer para ellos? Al cesar de cumplir su deber de ser útiles a sus padres y de aliviar sus cargas haciendo lo que es tal vez desagradable y trabajoso, los hijos pierden la oportunidad de obtener una educación muy valiosa que los haría idóneos para su utilidad futura.La bondad equivocada les enseña a ser indolentes
Desde muy temprano se debe enseñar a los niños a ser útiles, a ayudarse a si mismos y a ayudar a otros. En nuestra época, muchas hijas pueden, sin remordimiento de conciencia, ver a sus madres trabajar, cocinar, lavar o planchar, mientras ellas permanecen en la sala leyendo cuentos, o haciendo crochet o bordados. Sus corazones son tan insensibles como una piedra.Peligros de la ociosidad
Se me ha mostrado que mucho pecado es resultado de la ociosidad. Las manos y las mentes activas no hallan tiempo para ceder a toda tentación que enemigo sugiere; pero las manos y los cerebros ociosos están totalmente preparados para ser dominados por Satanás. Cuando la mente no está debidamente ocupada, se espacia en cosas impropias. Los padres deben enseñar a sus hijos que la ociosidad es pecado.La ocupación útil es una salvaguardia
Una de las salvaguardias más seguras para los jóvenes es la ocupación útil. Si se les hubiese inculcado hábitos de laboriosidad, de manera que todas sus horas estuviesen empleadas en algo útil, no tendrían tiempo para lamentar su suerte o entregarse a fantasías ociosas. Correrían poco peligro de adquirir hábitos viciosos ni de frecuentar malas compañías.Deben aprender a llevar cargas
Los padres deben reconocer que la lección más importante para sus hijos es aprender que deben cumplir su parte en cuanto a llevar las cargas del hogar.... Los padres deben enseñar a sus hijos a mirar la vida con sentido común, a darse cuenta de que deben ser útiles en el mundo. En el hogar, bajo la dirección de una madre sabia, niños y niñas deben recibir su primera instrucción en cuanto a llevar las cargas de la vida.Compartir las cargas da satisfacción
Padres, ayudad a vuestros hijos a hacer la voluntad de Dios cumpliendo fielmente los deberes que les tocan realmente como miembros de la familia. Esto les comunicará una experiencia muy valiosa. Les enseñará que no han de concentrar sus pensamientos en sí mismos para hacer lo que les plazca o divertirse. Educadlos pacientemente para que desempeñen su papel en el círculo familiar, para que tengan éxito en sus esfuerzos por compartir las cargas de sus padres y hermanos. Así tendrán la satisfacción de saber que son realmente útiles.Asegura el equilibrio mental
En el cumplimiento de las tareas que se les hayan asignado pueden fortalecer la memoria y obtener un equilibrio mental correcto, así como estabilidad de carácter y prontitud. El día, con su ciclo de deberes menudos, exige reflexión, cálculos y un plan de acción. A medida que los niños van creciendo, se les debe pedir algo más. No debe ser una labor agotadora, ni debe ser su trabajo tan prolongado que los canse y desanime; sino algo escogido juiciosamente con respecto al desarrollo físico más deseable y al debido cultivo de la mente y del carácter.Los vincula con los obreros del cielo
Si se les enseñara a los niños a considerar el humilde ciclo de deberes diarios como la conducta que el Señor les ha trazado, como una escuela en la cual han de prepararse para prestar un servicio fiel y eficiente, ¡cuánto más agradable y honorable les parecería su trabajo! El cumplimiento de todo deber como para el Señor rodea de un encanto especial aun los menesteres más humildes, y vincula a los que trabajan en la tierra con los seres santos que hacen la voluntad de Dios en el cielo.Fortalece los lazos familiares
En la educación que reciben los jóvenes en el hogar, el principio de la cooperación es valiosísimo.... Los mayores deberían ser los ayudantes de sus padres, y participar en sus planes, sus responsabilidades y preocupaciones. Dediquen los padres tiempo a la enseñanza de sus hijos, háganles ver que aprecian su ayuda, desean su confianza y se gozan en su compañía, y los niños no serán tardos en responder.Contribuye a la excelencia mental, moral y espiritual
Tanto los niños como los jóvenes deben hallar placer en aliviar la carga de sus padres mostrando un interés abnegado por las cosas del hogar. Mientras llevan animosamente las cargas que les corresponden reciben una educación que los hará aptos para ocupar puestos de confianza y utilidad. Cada año han de hacer progresos constantes, dejando gradual pero seguramente a un lado la inexperiencia de la infancia a cambio de la experiencia de la madurez. En el desempeño fiel de los sencillos deberes del hogar, los muchachos y las niñas ponen el cimiento de la excelencia mental, moral y espiritual.Da salud al cuerpo y paz al espíritu
La aprobación de Dios descansa con amante seguridad sobre los hijos que alegremente asumen su parte en los deberes de la vida doméstica, compartiendo las cargas de sus padres. En recompensa tendrán salud del cuerpo y paz mental, y disfrutarán del placer de ver a sus padres obtener su parte del placer social y recreación sana, lo cual prolongará su vida. Los niños educados en el cumplimiento de los deberes prácticos de la vida saldrán del hogar para ser miembros útiles de la sociedad con una educación muy superior a la que se obtiene por estar encerrados en el aula desde edad temprana, cuando ni la mente ni el cuerpo son bastante fuertes para soportar la tensión. En algunos casos sería mejor que los hijos trabajasen menos en la escuela y recibiesen más preparación en el cumplimiento de los deberes domésticos. Sobre todo lo demás se les debiera enseñar a ser serviciales. Muchas cosas que se aprenden de los libros son mucho menos esenciales que las lecciones prácticas de laboriosidad y disciplina .Asegura sueño y descanso
Las madres deben llevar a sus hijas consigo a la cocina y educarlas pacientemente. Su constitución se beneficiará con este trabajo; sus músculos adquirirán tono y fortaleza, y sus meditaciones serán más sanas y elevadas al fin del día. Tal vez se cansen; pero ¡cuán dulce es el reposo después de trabajar como es debido! El sueño, dulce restaurador natural, vigoriza el cuerpo cansado y lo prepara para los deberes del día siguiente. No dejéis creer a vuestros hijos que no importa que trabajen o no. Enseñadles que se necesita su ayuda, que su tiempo es valioso, y que dependéis de su trabajo.No digáis: "Mis hijos me molestan
"¡Oh! -dicen algunas madres- mis hijos me molestan cuando procuran ayudarme." Así me pasaba a mí con los míos, pero ¿pensáis que se lo dejaba saber? Alabad a vuestros hijos. Enseñadles, renglón tras renglón, precepto sobre precepto. Esto es mejor que leer novelas, hacer visitas, o seguir las modas del mundo.Una visión del Modelo
Durante un tiempo la Majestad del cielo, el Rey de gloria, no era sino el Niño de Belén y sólo podía representar al bebé en los brazos de su madre. En su infancia sólo podía hacer el trabajo de un niño obediente mientras cumplía los deseos de sus padres y los deberes que correspondían a su capacidad de niño. Esto es todo lo que los niños pueden hacer, y debe educárselos para que puedan seguir el ejemplo de Cristo. El actuaba de una manera que beneficiaba a la familia en la cual se encontraba, porque estaba sujeto a sus padres y así realizaba obra misionera en la vida del hogar. Escrito está: "Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él." "Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres."