Principios guiadores para los padres
En el mundo, muchos dedican sus afectos a cosas que en sí son tal vez buenas, pero se satisfacen con ellas y no procuran el bien mayor y más elevado que Cristo desea darles. No debemos tratar ahora de privarlos bruscamente de lo que consideran estimable. Revelémosles lo bello y precioso de la verdad. Induzcámoslos a contemplar a Cristo y su amabilidad. Entonces se apartarán de todo lo que desvíe de él sus afectos. Tal es el principio que debe regir la actuación de los padres en la educación de sus hijos. Por vuestra manera de obrar con los pequeñuelos podéis, mediante la gracia de Cristo, amoldar su carácter para la vida eterna.Se necesitan reglas para gobernar el hogar
Todo hogar cristiano debe tener reglas; y los padres deben, en sus palabras y su comportamiento mutuo, dar a los niños un precioso ejemplo vivo de lo que desean que lleguen a ser. Enseñad a los niños y jóvenes a ser fieles a Dios y a los buenos principios; enseñadles a respetar y obedecer la ley de Dios. Entonces esos principios regirán su vida y se cumplirán en sus relaciones con los demás.Deben seguirse los principios de la Biblia
Es necesario velar constantemente para que los principios en que se basa el gobierno de la familia no sean despreciados. El Señor quiere que las familias de la tierra sean símbolos de la familia celestial. Y cuando las familias terrenales sean dirigidas correctamente, la misma santificación del Espíritu se comunicará a la iglesiaEl respeto por los derechos de los niños
Recordad que los hijos tienen derechos que deben ser respetados.A un padre cegado por el afecto
El afecto ciego, manifestación de amor de poco valor, le lleva muy lejos. Es fácil echar los brazos alrededor del cuello; pero Vd. no debe alentar tales manifestaciones a menos que una obediencia perfecta compruebe que tiene un valor real. Su indulgencia, su desprecio de lo requerido por Dios, es una verdadera crueldad. Vd. fomenta y disculpa la desobediencia diciendo: "Mi hijo me quiere." Un amor tal es de poco valor y engañoso. Ni siquiera es amor. Este, el amor verdadero que se ha de cultivar en la familia, tiene valor porque es atestiguado por la obediencia....Ni afecto ciego ni severidad indebida
Si bien no hemos de ceder al afecto ciego, tampoco debemos manifestar indebida severidad. Los niños no pueden ser llevados al Señor por la fuerza. Pueden ser conducidos, mas no arreados. Cristo declara: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen." No dice: Mis ovejas oyen mi voz y se las fuerza a seguir la senda de la obediencia. En el gobierno de los hijos, debe manifestarse amor. Nunca deben los padres causar pena a sus hijos por manifestaciones de dureza o exigencias que no sean razonables. La dureza empuja a las almas a la red de Satanás.La obediencia no requiere dureza
Nadie se imagine... que la dureza y la severidad sean necesarias para obtener obediencia. He visto casos en que se mantenía el gobierno familiar más eficaz sin una palabra o mirada dura. He estado con otras familias donde se daban constantemente órdenes en tono autoritario, y con frecuencia se administraban reprensiones y castigos severos. En el primer caso, los hijos seguían la conducta de los padres y rara vez se hablaban unos a otros en tono áspero. En el segundo, los hijos imitaban también el ejemplo paterno; y de la mañana hasta la noche se oían palabras de ira, críticas y disputas.Se necesita firmeza uniforme y desapasionada
Los niños son por naturaleza sensibles y amantes. Es fácil complacerlos, o hacerles sentirse desdichados. Mediante una disciplina suave de palabras y actos amables, las madres pueden ligar a sus hijos con su propio corazón. Es un grave error manifestar severidad y ser autoritario con los niños. La firmeza uniforme y un gobierno sereno son necesarios para la disciplina de toda familia. Decid con calma lo que queréis decir; obrad con consideración, y cumplid sin desviación lo que decís.No bastan la restricción ni la cautela
Amados hermanos, como iglesia habéis descuidado tristemente vuestro deber hacia los niños y jóvenes. Mientras les imponéis reglamentos y restricciones, debéis tener gran cuidado de revelarles la fase cristiana de vuestro carácter y no la satánica. Los niños necesitan constantemente cuidado vigilante y tierno amor. Vinculadlos con vuestro corazón, y recordadles siempre el amor tanto como el temor de Dios. Los padres y las madres no dominan su propio espíritu y por lo tanto no son aptos para gobernar a otros. Refrenar y precaver a los niños no es todo lo que se requiere. Aún tenéis que aprender a obrar con justicia y a amar la misericordia, así como a andar humildemente con Dios.Consejos a la madre de una niña de voluntad fuerte
Su hija no le pertenece; Vd. no puede hacer con ella lo que le agrade, porque es propiedad del Señor. Diríjala con firme perseverancia; enséñele que pertenece a Dios. Con tal preparación se desarrollará y será una bendición para quienes la rodeen. Pero Vd. necesitará un discernimiento claro y agudo para reprimir la inclinación de ella a gobernarlas a ambas, a salir con la suya y a obrar como le agrade.Un gobierno firme y sereno
He visto a muchas familias naufragar por exceso de gobierno de parte de su cabeza, mientras que mediante consultas y acuerdo todos podrían haber progresado bien y armoniosamente.Una ley para los padres y los hijos
Dios es nuestro Legislador y Rey, y los padres han de sujetarse a su gobierno. Este prohibe toda opresión de parte de los padres y toda desobediencia de parte de los hijos. El Señor abunda en bondad, misericordia y verdad. Su ley es santa, justa y buena, y debe ser acatada por padres e hijos. Los preceptos que han de regir la vida de padres e hijos proceden de un corazón rebosante de amor, y la rica bendición de Dios descansará sobre los padres que apliquen su ley en sus hogares y sobre los hijos que la acaten. Se ha de sentir la influencia combinada de la misericordia y la justicia. "La misericordia y la verdad se encontraron: la justicia y la paz se besaron." Las familias así disciplinadas andarán en el camino del Señor, para obrar justicia y juicio.