La adquisición de morada y el ahorro
El Hno. y la Hna. B. no han aprendido la lección de la economía.... Lo gastaban todo a medida que avanzaban, por mucho que fuera. Gozaban de la vida mientras procedían adelante, luego cuando les alcanzaba la aflicción, no tenían preparación alguna.... Si los Hnos. B. hubiesen manejado sus asuntos con economía y abnegación, ya habrían obtenido una casa propia y tendrían, además, recursos con que hacer frente a la adversidad. Pero no quieren ahorrar como lo han hecho otros, de quienes ellos han dependido a veces. Si no aprenden estas lecciones, su carácter no será hallado perfecto en el día de Dios.Consejos útiles
Vd. se ha dedicado a un negocio que en ocasiones le rendía grandes ganancias de una vez. Después de haber obtenido recursos, Vd. no aprendió a economizar para el tiempo en que no fuese tan fácil ganar dinero, sino que gastó mucho en necesidades imaginarias. Si Vd. y su esposa hubiesen comprendido que Dios les imponía el deber de sacrificar sus gustos y deseos a fin de proveer para lo futuro en vez de vivir meramente para lo presente, podría tener ahora lo suficiente y su familia podría gozar de las comodidades de la vida. Vd. tiene que aprender una lección. . . . Es la de sacar el mejor provecho posible de lo poco.Debieran ahorrar sistemáticamente
Si Vd. hubiese economizado debidamente podría disponer hoy de un capital para los casos de emergencia y para ayudar a la causa de Dios. Cada semana debiera poner en reserva una porción de su sueldo, y no tocarla a menos que fuera para hacer frente a una necesidad real o para devolverla al Dador en ofrenda a Dios...Acerca de una cuenta de ahorros
Cada semana Vd. debiera colocar en lugar seguro cinco o diez dólares que no se habrían de usar sino en caso de enfermedad. Obrando con economía puede invertir algo que le reporte interés. Mediante una administración sabia puede ahorrar algo después de pagar sus deudas.La propiedad asegurada por un testamento
Los que son fieles mayordomos de los recursos del Señor, conocerán exactamente la situación de sus negocios, y como hombres prudentes estarán preparados para cualquier emergencia. Si hubiese de terminar repentinamente su tiempo de gracia, no dejarían en una perplejidad tan grande a aquellos que se viesen en la necesidad de ordenar sus bienes.Recuerde la causa de Dios a tiempo
Nadie piense que cumplirá con el sentir de Cristo si retiene avariciosamente su propiedad durante su vida y luego al morir lega una porción de ella a alguna causa benevolente.La transferencia de bienes a los hijos
Los padres debieran experimentar gran temor al confiar a sus hijos los talentos de recursos que Dios puso en sus manos, a menos que tengan la máxima seguridad de que sus hijos tienen mayor amor e interés por la causa de Dios de los que ellos mismos manifiestan, y de que esos hijos serán más fervientes y celosos que ellos para hacer progresar la obra de Dios y tendrán mejor voluntad para llevar adelante las diversas empresas relacionadas con ella que requieren recursos. Son muchos empero los que ponen sus medios en las manos de sus hijos y les imponen así la responsabilidad de su mayordomía porque Satanás los impulsa a ello. Al hacerlo ponen efectivamente aquellos recursos en las filas del enemigo. Satanás ordena el asunto de acuerdo con sus propios fines y priva a la causa de Dios de los recursos que ella necesita para estar abundantemente sostenida.La maldición de la riqueza acumulada
Los que adquieren riquezas con el propósito de guardarlas dejan a sus hijos la maldición de ellas. Hacer esto es un pecado, un terrible pecado que pone en peligro el alma de padres y madres, y se extiende a su posteridad. Con frecuencia los hijos gastan sus medios con insensata prodigalidad, en una vida desenfrenada, al punto de trocarse en mendigos. No conocen el valor de la herencia que derrocharon. Si sus padres y madres les hubiesen dado un buen ejemplo, al distribuir sus riquezas en vez de acumularlas, se habrían asegurado tesoros en los cielos y aun en este mundo habrían recibido en recompensa paz y felicidad y en la vida futura riquezas eternas.