Hijas de Dios

Capítulo 16

Salud, ejercicio y vida saludable

El ejercicio aumenta la energía vital y favorece un sueño más dulce--Las damas descuidan el ejercicio de sus piernas al no caminar. El transporte nunca puede tomar el lugar de una caminata. Muchas que se sienten débiles podrían caminar si quisieran, pero no tienen la disposición para hacerlo. Las escucharéis diciendo: "¡Oh, no puedo caminar; me fatigo enseguida; me duele el costado; me duele la espalda!" Queridas hermanas, me gustaría que no tuvierais esas enfermedades, pero el abandonar una vida activa no os librará de ellas. Intentad comenzar con un ejercicio moderado y poned las normas que lo controlen; pero, ¡caminad! sí, ¡caminad! Si os es posible, ¡caminad! Aquellas que piensen que no pueden hacerlo, comiencen con una corta distancia. Se cansarán; sentirán dolores en la espalda y el costado, pero no se asusten. Las extremidades parecerán débiles, y no es de extrañarse, puesto que casi nunca se han usado [...].

Si podéis caminar y perseverar en hacerlo, estaréis en camino a vuestra recuperación. Vuestro sueño será más dulce. Cada sucesiva caminata tratad de hacerla un poco más larga que la anterior. Y no caminéis como si se le hubiera agregado un peso a vuestras piernas [...]. Que el movimiento de los brazos os asista al caminar. Caminad con un espíritu alegre, admirando las bellezas de la naturaleza, escuchando el trino de los dulces cantores en sus alabanzas al Creador. Inspiraos con una buena actitud, mirando todo lo hermoso, todo lo bueno, todo lo alegre que pueda alivianar vuestros pasos y acompañar vuestros pensamientos durante todo el día.

Continuad este ejercicio y no permitáis que nadie se interponga. Usad las extremidades que Dios os ha dado y pedidle a él fuerzas para hacerlo. Pero las fuerzas que pidáis debéis ejercitarlas cada día, puesto que no veréis ningún cambio a menos que lo experimentéis día a día. Dadle al Señor la oportunidad de hacer algo por vosotras, dando vosotras mismas el primer paso. Y cada día, aunque tengáis una sensación de cansancio, en verdad habrá progreso. El sueño os recuperará. Y aquellas que incrementen sus esfuerzos notarán que, si ahora no pueden dar más que unos pocos pasos; que no pueden trasladarse ni siquiera de la casa a la iglesia, después estarán en condiciones de caminar dos o tres kilómetros sin resentirse.

Algunas, después de haberme escuchado acerca de la necesidad de caminar, recibieron mis ideas y decidieron inmediatamente ponerlas en práctica. Comenzaron su primera práctica caminando cerca de un kilómetro, y se sintieron tan cansadas y exhaustas, que consideraron que no era lo mejor para ellas. Se fueron a un extremo; no podían caminar tanto sin resentirse. Y algunas tienen la tendencia a irse a los extremos. No pueden fijar una regla y estar contentas con cumplirla; tienen que hacer más. Fallan en hacer un buen uso de la razón que el cielo les ha concedido.--The Health Reformer, 1 de julio de 1868.

El ejercicio es esencial

La siguiente, es parte de una carta que Elena G. de White escribió a Edith Andrews, hija de J.N. Andrews, el primer misionero adventista enviado al extranjero.

La atención de la salud es uno de los deberes más importantes. Nos debemos a nosotros mismos, a la sociedad y a Dios. Los jóvenes y las señoritas son notoriamente descuidados con relación a su salud. Cientos mueren en su juventud, no por acción de la Providencia sino por su propio descuido. Muchas jóvenes salen vestidas livianamente en tiempo de invierno. Otras eligen sentarse a leer o escribir, cuando deberían estar haciendo ejercicio físico. Dios nos ha dado los órganos para utilizarlos; la maquinaria viviente no debe ser dejada inactiva para que se oxide. Se requiere dominio propio para mantener en forma todo el potencial del cuerpo. Muchos que podrían haber tenido larga vida han sufrido una muerte prematura por no haber actuado inteligentemente.

La enfermedad y la muerte han llegado a ser comunes debido a nuestra imperdonable ignorancia de cosas que deberíamos saber. El ejercicio es indispensable para la salud de todos los órganos. Si un grupo de músculos es usado en desmedro de otros, entonces la maquinaria viviente no se está usando con inteligencia.

Cuando se realiza ejercicio físico se acelera la circulación; el corazón recibe la sangre más rápidamente y de la misma manera la envía a los pulmones. Los pulmones trabajan más vigorosamente y la provisión de sangre es enviada a todo el cuerpo con mayor energía. El ejercicio da nueva vida y fuerza a cada parte del cuerpo.

Los nervios ganan o pierden fuerza de acuerdo a la forma en que son tratados; si se los usa por mucho tiempo y con tensión, se sobrecargan y debilitan. Si se los usa correctamente, se fortalecen.

El equilibrio es esencial para mantener la salud, y la mente debe entender sus beneficios. Si el ejercicio es considerado un trabajo penoso, la mente no se interesará en la ejercitación de las diversas partes del cuerpo. La mente debe mostrar interés por el ejercicio de los músculos.

En la educación de la juventud, el ejercicio físico debe ser combinado con el trabajo mental. Las jóvenes que cuentan con buena salud no aprecian su valor. Si su trabajo es sedentario, desprecian otras ramas de labor. Se quejan de cansancio si tienen que hacer ejercicio, cuando eso debiera convencerlas de la necesidad de entrenar sus músculos.--Carta 6, 1885.

Las leyes de la salud deben ser estrictamente obedecidas--Se podría evitar una gran parte del sufrimiento si todos nos esforzáramos por prevenir la enfermedad obedeciendo las leyes de la salud. Debe observarse una estricta limpieza. Muchos que se sienten bien, no se toman el trabajo de mantenerse saludables. Descuidan su aseo personal y no se preocupan en mantener su ropa limpia. Las impurezas salen constantemente del cuerpo por los poros, y si la piel no se mantiene en condición saludable, todo el sistema será cargado con impurezas.

Si la ropa que se usa no se lava y ventila frecuentemente, se ensucia con impurezas que provienen de la transpiración. Y si la ropa no es higienizada frecuentemente, los poros de la piel absorben nuevamente las impurezas. Esas impurezas, si no se las quita, son llevadas nuevamente a la corriente sanguínea y distribuidas en los órganos internos.

La naturaleza trata de liberarse a sí misma de esas impurezas tóxicas. En su esfuerzo por liberarse de ellas produce fiebre y enfermedad. El uso de agua pura y suave puede ayudar a la naturaleza y evitar mucho sufrimiento. Sin embargo muchos, en lugar de eliminar esos venenos del sistema, toman venenos más poderosos que los que ya están allí.--The Review and Herald, 12 de diciembre de 1899.

Verdaderos remedios--El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios. Todos debieran conocer los agentes que la naturaleza provee como remedios, y saber aplicarlos. Es de suma importancia darse cuenta exacta de los principios implicados en el tratamiento de los enfermos, y recibir una instrucción práctica que lo habilite a uno para hacer uso correcto de esos conocimientos.--El Ministerio de Curación, 89 (1905).

Influencia del aire fresco--El aire, ese aire que es una preciosa bendición del cielo, y que todos pueden obtener, los bendecirá con su influencia vigorizadora, si no le impiden la entrada. Denle la bienvenida, cultiven una gran atracción por él, y verán cómo actúa en calidad de precioso calmante de los nervios. Para que se mantenga puro, el aire debe mantenerse en constante circulación. La influencia del aire puro y fresco es hacer que la sangre circule saludablemente a través del sistema. Refresca el cuerpo y tiende a impartirle fuerza y salud, mientras que al mismo tiempo su influencia se deja sentir marcadamente sobre la mente, impartiéndole cierto grado de calma y serenidad. Excita el apetito, hace más perfecta la digestión del alimento, e induce un sueño profundo y reparador.--Testimonies for the Church 1:607 (1868).

Es necesaria la luz del sol--Son pocos los que comprenden que para gozar de buena salud y alegría, deben tener abundancia de luz solar, aire puro y ejercicio físico [...].

Ningún cuarto de la casa debiera considerarse totalmente amueblado y adornado sin la alegre y vivificadora presencia de la luz del sol, que es el don gratuito del cielo para el hombre.--The Health Reformer, 1 de abril de 1871.

La bendición del agua pura--Estando sanos o enfermos, el agua pura es para nosotros una de las más exquisitas bendiciones del cielo. Su empleo conveniente favorece la salud. Es la bebida que Dios proveyó para apagar la sed de los animales y del hombre. Ingerida en cantidades suficientes, el agua suple las necesidades del organismo y ayuda a la naturaleza a resistir la enfermedad. Aplicada externamente, es uno de los medios más sencillos y eficaces para regularizar la circulación de la sangre.--El Ministerio de Curación, 181 (1905).

Agua pura para beber y aire fresco para respirar [...] da vigor a los órganos vitales, purifica la sangre y ayuda a la naturaleza a vencer las malas condiciones del sistema.--The Review and Herald, 5 de diciembre de 1899.

Elena G. de White insistía en seguir los principios de salud en su hogar

Esta carta fue escrita por Elena G. de White desde Reno, Nevada, Estados Unidos. Fue dirigida a todas sus colaboradoras que habían permanecido en su hogar, mientras ella participaba de un congreso allí. Los nombres de los esposos Lockwood, Fannie Bolton, Marian Davis y May Walling, sus asistentes, se mencionan indistintamente en la carta.

Llegamos aquí en buenas condiciones esta mañana alrededor de las siete. Hubiera sido preferible demorarnos un día más, ya que todavía se está preparando la carpa. Ya se ha colocado el piso, pero deben buscar una alfombra para completar el trabajo. La hermana que trabajaba para la Sra. Leinenger ha decidido trabajar en casa o ir a Santa Helena [California]. Se desilusionó con su visita y quiere regresar, así que pienso que es mejor que vuelva. Le puedo ofrecer doce dólares por mes por ahora, y cuando yo vuelva y le dé más responsabilidades puedo aumentarle el sueldo.

Inicialmente, cuando supe que no podía contar con ella, cambié mis planes materiales. Eso nos deja con un pequeño grupo en Santa Helena y otro en Healdsburg que May puede manejar. Si May va a buscar un lugar para trabajar y aprender un oficio, va a necesitar nuevas prendas de vestir. Ella tiene el material y debe hacerse vestidos respetables. El vestido negro que traje de Europa debiera finalizarse y deben hacerse otros vestidos. Si Fannie no ha empleado una modista, esta joven puede hacer las costuras. Si ella no sabe cortar los moldes, otra modista puede hacerlo, pero hay que darle las indicaciones precisas en cuanto a las mangas y la cintura que no sean tan ajustadas que el cuerpo se comprima. Cada músculo debe quedar libre para trabajar sin tener que estirar la tela para que los brazos trabajen libremente.

Los vestidos ajustados son la moda, pero no han de ser hechos en mi casa, puesto que trato de cuidar la salud de mis colaboradoras. Que el corazón y los pulmones tengan amplio espacio para trabajar sin estar apretados. No tengo respeto por las creaciones de la moda, y no quiero practicar estos nuevos diseños. Quiero estar libre de cualquier cosa que sea perjudicial para la respiración o para la libertad de movimientos. Que Fannie le provea a esta hermana las costuras que debe hacer. Si ella no sabe cortar la tela a medida, que otra persona la ayude. Pero estoy decidida a que no se usen esas mangas apretadas a la piel que no son saludables. Sea esto a la moda o no, mi consejo es que no se las use así. Léanle esto a la modista.

Me gustaría que May tenga lista su ropa para ir a donde sea necesario para aprender un oficio, o para radicarse en Santa Helena. Quiero que tenga buena ropa. Necesita una chaqueta. Quizá con el sacón de piel de castor que está en el baúl puede hacerse una chaqueta. Nuevamente, mi recomendación es que se lo haga suficientemente amplio como para no estar haciendo fuerza al tener que sacárselo. Si esta joven del hermano Leinenger puede hacer costuras, May puede hacerse la ropa con ella [...].

Si May hace su trabajo sistemáticamente, y en la mañana anota en una hoja de papel todo lo que intenta cumplir con su trabajo, no perderá tiempo. La loza no debe dejarse sin limpiar para ir a hacer otro trabajo. Primero deben atenderse los menesteres de la cocina, y mientras tanto las camas pueden ventilarse antes de que sean arregladas [...].

Es un mal hábito dejarse controlar por el trabajo en lugar de tomar control sobre el mismo. Uno debe organizarse para no tener que desanimarse. También es malo guiarse por impulsos. Si se encuentra un libro que se desea leer, y en lugar de ocupar las preciosas horas del día para hacer el trabajo se sienta a leerlo, el trabajo será descuidado. Por otra parte, que nadie se habitúe a estar levantado después de las nueve de la noche, pues el cambiar las horas de la noche por las horas del día es un hábito destructivo de la salud. Cada lámpara debiera apagarse a una hora prudente. Cuando los obreros que hacen trabajo intelectual se dedican a leer durante las horas que debieran ser dedicadas al sueño, están perjudicando su salud. La sangre vuelve al cerebro produciendo un estado de desvelo y nerviosismo, y el precioso sueño, que traería descanso al cuerpo, no se puede conciliar.

Es preciso cuidar el cuerpo, estudiar sus necesidades, y preservarlo de un desgaste innecesario. Es un pecado desconocer la forma de cuidar la habitación terrena que Dios nos ha proporcionado. Especialmente los obreros que hacen trabajo mental, deben comenzar a decrecer su actividad cerebral en lugar de excitarla, cuando se acercan las horas del reposo. Si es necesario, que la sangre se remueva del cerebro por alguna clase de ejercicio. Que el cerebro no se cargue con lectura y menos aún con trabajo literario. Especialmente Marian y Fannie debieran tomarse una o dos horas durante el día, para no estar tan ansiosas de alimento intelectual, que tengan que tomar las horas de la noche para leer. El Señor designó las horas de la noche para dormir.

Bueno, creo que ya he dicho bastante sobre este punto. Si no despertamos a la necesidad de obedecer las leyes que Dios ha establecido para nuestro ser, no podemos esperar que el Señor haga un milagro para modificar nuestra manera de actuar errada. Tenemos que hacer trabajar la razón y hacer todo lo que esté de nuestra parte para aprender lo necesario para no formar hábitos solo porque es nuestra inclinación natural. Por el contrario, debemos quebrar cada hábito que pueda ser perjudicial para la salud, porque eso es lo que Dios requiere de nosotros. Entonces, cuando sea necesario, podremos pedir ayuda a Dios con fe, y él la brindará.

Especialmente me preocupa Fannie. Quisiera que ella se recobrase de ese estado nervioso y de sus desvelos. Para ello, debe tomar tiempo para descansar el cerebro, a fin de que los nervios no queden tan desentonados como nuestro viejo órgano. Cuando Fannie se tome su tiempo, verá que puede mejorar su salud. Me aflige Fannie. Tiene una buena estructura y huesos grandes, y debiera tener nervios y músculos sanos. Pero no los tiene, porque ha abusado de su cerebro y de sus nervios, manteniéndolos tensos y excitados, cuando la razón tendría que haber mostrado que debe obedecer las leyes de Dios que controlan el sistema humano. Me hubiera gustado que Fannie escuchara las charlas que se dieron en el retiro de salud. Su mente y su conciencia necesitan ser despertadas para usar todo el poder que Dios le ha dado para recuperarse, y para poder ejercitar saludablemente ese poder en su trabajo.

Fannie, usted necesita hacer ejercicio físico todos los días, ya sea en el interior de la casa o al aire libre. Si está cansada, el ejercicio aflojará su cerebro. Usted puede determinar qué clase de ejercicio diario quiere hacer; use su tacto y su cerebro para decidir lo que es mejor para usted. Deseo que se despierte en cuanto a este asunto. No sea una criatura de impulsos; fije sus reglas y cúmplalas. Ponga tiempo y cuidado en usted misma. Y cuando el Señor vea que está haciendo todo lo que puede para cuidar su salud, él hará la parte que usted no pueda hacer.

Desearía que todas vosotras pusierais vuestros cuerpos y vuestras almas al cuidado de una conciencia iluminada y del poder de Dios que obrará juntamente con vuestros esfuerzos inteligentes para hacer lo correcto, a fin de brindarle a Dios un mejor servicio, y no una ofrenda débil o enferma.

Quisiera que May también cuide su salud y no se exponga a resfríos innecesariamente. Quisiera que todas vosotras toméis como un solemne deber cuidar de vuestra salud. No actuéis por impulso o circunstancias sino por la razón. Se debe estudiar la relación de causa a efecto. No quiero que ninguna de vosotras se exceda en el trabajo, sino que se organice sistemáticamente a fin de que pueda cumplir el trabajo que debe hacerse sin fricción y desgaste. Dios quiere que así sea y os ayudará para lograrlo. Pero sed honestas con vosotras mismas.

Levantaos temprano en la mañana e id a descansar temprano en la noche, y veréis que muchas de las tensiones y dolores de la mente que causan sentimientos sombríos, desánimo y fricciones, y que incapacitan para hacer las cosas sin desgaste, serán vencidos.

Espero que estas palabras no sean fábulas inútiles para vosotras, sino que podáis ponerlas en práctica. Especialmente May debe considerar su trabajo, y tratar de no ser lenta ni pusilánime, sino actuar con prontitud y alegría como haciéndolo para Jesús.--Carta 76, 1888.