Las mujeres deben recibir entrenamiento médico--En una manera señalada, Dios nos ha permitido poseer algunas instituciones que han de constituirse en agentes para cumplir la obra de reforma a la que como pueblo hemos sido llamados. En este tiempo, el talento de cada obrero debe considerarse un sagrado legado para extender la obra de reforma. El Señor me ha instruido que nuestras hermanas que han recibido entrenamiento que las capacita para asumir posiciones de responsabilidad, deben servir con fidelidad y discernimiento para ejercer una sabia influencia. Junto con sus hermanos en la fe deben obtener una experiencia que las capacite para responsabilidades aun mayores...
En tiempos antiguos, el Señor realizó maravillas mediante mujeres consagradas que unieron sus esfuerzos con aquellos hombres que habían sido llamados a ser los representantes de Dios. Hubo mujeres que ganaron grandes y decisivas victorias. Más de una vez en tiempos de crisis, fueron colocadas en posiciones importantes que les permitieron salvar muchas vidas...
Hay muchas mujeres que tienen la habilidad de acompañar a sus esposos en la obra de salud; pueden dar tratamientos a los enfermos y hablar palabras de ánimo y consuelo. Algunas de ellas pueden buscar la educación que las capacite para actuar como médicos.
Debe hacerse una obra positiva en esta línea de servicio. Tanto las mujeres como los hombres deben recibir entrenamiento médico adecuado. Las mujeres debieran especialmente estudiar las enfermedades comunes al sexo femenino para aprender a tratarlas. Se considera esencial que los hombres que desean practicar medicina reciban el más amplio entrenamiento posible. De igual manera, es esencial que las mujeres reciban el mismo entrenamiento, y obtengan sus diplomas que les permita ejercer la ciencia médica.--Special Testimonies, Serie B 15:1-2 (1911).
Se necesita un gran número de mujeres médicas--En nuestras instituciones médicas siempre debiera haber mujeres de edad madura y buena experiencia que hayan recibido entrenamiento especial para tratar a las pacientes. Su educación y calificaciones debieran ser tan completas como sea posible, de tal manera que puedan tratar las delicadas enfermedades que afectan a las mujeres, sin que éstas tengan que exponer sus órganos privados a la vista de un hombre. Debiera haber un número mayor de mujeres en la obra médica, no sólo para actuar como enfermeras, sino como médicas. Es una de las prácticas más terribles que las mujeres tengan que exponerse ante los hombres, y los hombres ante las mujeres para ser tratados.--Special Testimonies, Serie B 15:13-14 (1911).
Una pareja de médicos puede actuar eficientemente--En la obra médica misionera que debe ser hecha, las mujeres debieran tratar a las mujeres. Un matrimonio de médicos pueden hacer mucho bien trabajando juntos. La esposa puede visitar a las mujeres, y cuando encuentra enfermedad y sufrimiento puede consultar con su esposo acerca del mejor método de ayudarlas. Debiéramos tener más mujeres de las que tenemos ejerciendo la medicina. Cuando las mujeres enfermas son tratadas por una mujer, se cierra una puerta por la que Satanás intenta entrar. Se me han presentado muchos casos en los que Satanás usó esa puerta para arruinar a las familias. No permitamos que él tenga ventajas en ningún punto.
Desearía que todos entendieran este asunto. En nuestros sanatorios debiera haber doctoras que estén junto a sus esposos médicos para examinar a las mujeres y darles los tratamientos. Muchas otras mujeres sensibles, plenamente convertidas, debieran llegar a ser doctoras inteligentes.
Se me ha dado la instrucción de que nuestros sanatorios debieran tener médicos de ambos sexos.--Medical Ministry, 140 (1910).
Las mujeres tratando a las mujeres y los hombres a los hombres
Mujeres bien entrenadas en la ciencia médica--Las doctoras debieran rehusar tratar los órganos privados de los hombres. Ellas debieran dedicarse a tratar a las mujeres, y los hombres a los hombres. Enseñemos a la gente a buscar médicos de su propio sexo. Que los hombres no soliciten consulta con mujeres o viceversa. Dios aborrece este tipo de cosas.--Special Testimonies, Serie B 15:14 (1911).
No mezclar los sexos--El Señor desea que nuestro curso de acción sea un ejemplo para otros. Estamos en los últimos días. Las mujeres debieran hacerse cargo de las mujeres, y los hombres de los hombres que tienen enfermedades privadas. Que no se mezclen los sexos. Tratemos de evitar toda tentación. No podría decir cuántos han llegado hasta mí con sus quejas y frustraciones, intentando una solución para este problema, pero no me sentía preparada para aconsejar. Recientemente, sin embargo, he recibido luz sobre el descuido que se ha tenido en este asunto. Las mujeres deben tratar a las mujeres, y los hombres a los hombres. Por supuesto, hay algunas cosas que deben hacerse conjuntamente. Pero debe evitarse toda vulgaridad. Aunque este tema se me ha presentado en varias ocasiones, no me he sentido cómoda en presentar este asunto.--Manuscript Releases 13:114 (1911).
Los médicos deben respetar el pudor de sus pacientes--La luz que me ha sido dada con relación a este asunto es que, tanto como sea posible, las damas deben tratar a las damas, y los caballeros a los caballeros. Cada médico debiera respetar el pudor de sus pacientes. Cualquier exposición innecesaria de una dama ante un médico varón, es incorrecta. Tiene una influencia perjudicial.--Special Testimonies, Serie B 15:13 (1911).
Nacimientos
Las damas a cargo de las que dan a luz--El tiempo ha llegado para que se realicen algunos cambios. En realidad debieran haberse realizado hace tiempo. Los hombres deben ser responsables por el cuidado de los pacientes varones, y las damas por el de las mujeres. Y cuando hablamos del alumbramiento, no se justifica ni es correcto que se asocien hombres y mujeres. En tiempos bíblicos las mujeres cuidaban de esta tarea, y se consideraba que era la forma correcta de hacerlo. Y aun ahora es la forma en que debiera hacerse. Que las damas sean plenamente entrenadas como lo son los hombres, y que se hagan cargo de esta especialidad. Sé de lo que estoy hablando; lo hago con inteligencia pues sé que hay demasiada vulgaridad.--Manuscript Releases 13:113 (1911).
No abrir la puerta a la tentación--Se me ha presentado este tema una y otra vez, y lo he escrito por temor a que mi vida termine. Quisiera decir que debemos trabajar en un plano más alto de acción; y si lo hacemos, el Señor hará reposar sus bendiciones sobre nosotros. Tengo muchas cartas de mujeres y de hombres que me han escrito acerca de las tentaciones satánicas relacionadas con el proceso del embarazo y el alumbramiento. Y no necesito argumentar sobre esto; nuestro propio sentido común nos indica que vivimos en un mundo de tentación y pruebas, y debemos purificarnos de tales cosas. Que Dios nos ayude. No quisiera tener que tratar más este tema. La luz que me ha sido dada es que en este asunto se puede abrir la puerta a la tentación y la transgresión. Permitamos que, tanto como sea posible, sean mujeres las que se responsabilicen por el embarazo y el parto. Esto es lo que se me ha presentado como correcto.--Manuscript Releases 13:116 (1911).
En tiempos bíblicos, las mujeres cuidaban de las mujeres--Recientemente he sentido... que debieran hacerse los arreglos para que las mujeres tengan mayores responsabilidades. Es su privilegio educarse en algunas líneas de trabajo tan plenamente como lo hacen los hombres. En tiempos bíblicos, las mujeres cuidaban de las mujeres, y Dios obraba con ellas. Muchos individuos me han hablado de sus tentaciones, y me he guardado de aconsejar sobre el tema; no he dicho nada. Pero sé que han existido tentaciones y pecados con relación a este asunto. Conozco las mujeres personalmente. Y las mujeres están exentas de censura. Si quisiéramos censurarlas sería solamente por no haber tomado una posición firme en este aspecto, y no permitir que hombres y mujeres participen juntos en sus tratamientos.--Manuscript Releases 13:114 (1911).
Las parteras pueden actuar como en tiempos bíblicos--Quiero escribir acerca de la instrucción que se me ha dado en relación al trabajo de las doctoras en nuestros sanatorios. Es el plan del Señor que los hombres se entrenen para tratar a los hombres y las mujeres a las mujeres. Con relación a los aspectos propios de la mujer, las parteras pueden asumir la responsabilidad. En tiempos bíblicos no se consideraba apropiado que los hombres actuaran en esa línea, y la voluntad de Dios sigue siendo la misma para el presente. Mucho mal ha resultado de la práctica en la que los hombres tratan a las mujeres, y las mujeres a los hombres. Es una práctica de origen humano, y no está de acuerdo con el plan divino. Este mal ha estado avanzando por mucho tiempo, pero ahora debemos levantar nuestra voz en protesta por aquello que desagrada a Dios.--Special Testimonies, Serie B 17b:15-16 (1911).
Dra. Paciencia Bourdeau
La Dra. Paciencia Bourdeau era la hija del pastor D. T. Bourdeau. En el tiempo en que esta carta fue escrita, ella dirigía su propio sanatorio en Grand Rapids, Míchigan, EUA. También actuó como directora del departamento médico de la Asociación del Oeste de Míchigan. Posteriormente se casó, y fue conocida como la Dra. Bourdeau Sisco.
Querida Hna. Paciencia: He tenido una larga conversación con mi hijo, Guillermo White, acerca de la mejor forma de conducir el Sanatorio de Washington, DC. Le mencioné que había tenido una conversación con su padre acerca de la posibilidad de que usted se conectara con el trabajo de dicho sanatorio. Hay una necesidad imperiosa de contar con una doctora inmediatamente. La experiencia que hemos tenido en estos últimos días nos ha hecho decidir que debemos buscar una doctora capaz, que pueda ser la partera del sanatorio, atender a las pacientes, y dar la debida instrucción a las enfermeras. Usted puede dar esta ayuda; las asistentes debieran ser enseñadas a realizar su tarea con inteligencia.
He estado escribiendo mucho acerca de la práctica en la que los caballeros dan tratamientos íntimos a las damas. La luz que me ha sido dada es que esta práctica generalizada no es buena, y que puede tener serias y fatales consecuencias. He estado dando instrucción sobre el tema de pacientes femeninas que son examinadas por médicos varones.
Voy a aconsejar que usted sea llamada a Washington, y que venga tan pronto como usted pueda encontrar una reemplazante para su trabajo. Este es un tiempo muy importante para nuestro trabajo en Washington.
Cuando llegue a casa, le escribiré nuevamente, para enviarle copia de lo que he escrito acerca de este tema.
Se ha alquilado un edificio costoso en Iowa Circle, Washington, en una hermosa ubicación, y ha sido preparado como sanatorio para dar tratamientos. Pero necesitamos un médico residente que también actúe como administrador. La necesitamos a usted. Creemos que usted puede ayudarnos aquí en Washington. Puede dar la instrucción que los enfermeros necesitan y, a la vez, dar charlas médicas a los pacientes en la recepción. ¿Aceptará esta invitación como proveniente del Señor? Tengo la seguridad de que usted puede hacer una obra esencial. El hermano Hare es un excelente médico, pero no es administrador. Necesitamos alguien que pueda planear y administrar. Usted es la persona indicada para ayudarnos en nuestras dificultades. Washington es un lugar muy importante y debemos dar la mejor representación de nuestra obra en el sanatorio.
Voy a estar en Santa Elena, California, la próxima semana. Por favor, escríbame, y escríbale también al pastor Daniells en la Asociación General.--Carta 177, 1905.
Dra. Julia White
La Dra. Julia Ana White se graduó del Colegio Médico Misionero de Chicago en el año 1900. Estuvo asociada con el Sanatorio de Battle Creek hasta el año 1906, cuando fue transferida a Loma Linda. Fue la fundadora de la escuela de enfermería del Sanatorio de Glendale. También fundó la Clínica de la Crescenta en California.
Dra. Julia A. White. Querida hermana: Le escribo para urgirla a aceptar la invitación a trabajar en el Sanatorio de Loma Linda. En la providencia de Dios, esta propiedad ha pasado a nuestras manos. La posibilidad de tener este sanatorio totalmente equipado y amueblado, ha sido una de las más maravillosas providencias que el Señor ha abierto delante de nosotros. Es difícil imaginar lo que esta compra significa.
El Señor nos ha mostrado que ha llegado la hora de trabajar en Redlands, San Bernardino, Riverside, y las ciudades vecinas. Me lleno de un solemne gozo al pensar que pronto nuestros obreros estarán penetrando en estos lugares.
Mi hermana, necesitamos sus servicios, tan pronto como le sea posible. Esperamos que también podamos contar con los servicios del Dr. Holden. La Hna. Sara Peck puede asumir algunas actividades educativas. Estamos ansiosos por ver que se comience la tarea, y esperamos contar con usted tan pronto como le sea posible venir.
Recientemente, estuve dos semanas en Loma Linda. Le estoy enviando un folleto para que tenga una idea de la propiedad. El edificio principal está finamente amueblado. También tiene cinco casas adicionales. Una de ellas tiene nueve habitaciones y las restantes tienen cuatro. Algunas de estas casas tienen terrazas a las que se pueden llevar las camas de los pacientes. Los jardines están hermosamente arreglados y hay caminos pavimentados, rodeados de flores, que comunican los diversos edificios. Hay un buen huerto y terreno suficiente para hacer nuevos jardines. Hay una gran variedad de árboles y arbustos ornamentales, y muchos eucaliptus y molles. Se pueden tener reuniones al aire libre sobre el hermoso césped. Hay otro edificio que ha sido usado como salón de juegos de bolos y de billares, que puede adecuarse para salón de reuniones.
Esperamos que pueda percibir claramente su llamado a conectarse con este sanatorio como doctora. Sus servicios serán altamente apreciados. Deseamos verla muy pronto en este lugar.--Carta 291, 1905.