En la actualidad, la palabra "misionero" ha sido mayormente reemplazada por expresiones tales como "obrero interdivisión" u "obrero de ultramar". En las declaraciones que siguen, la palabra "misionero" se refiere a todos los que hablan a otros acerca de Jesús y de su amor, ya sea que trabajen en lugares lejanos o en su propia comunidad.
Las mujeres deben ser educadas para realizar labor misionera--Es trabajo duro desarraigar el error y la falsa doctrina de la mente para que la verdad bíblica encuentre lugar en el corazón. Y los colegios fueron el medio ordenado por Dios para educar a los jóvenes y señoritas en las diferentes líneas de labor misionera. Era la voluntad de Dios que se enviara, no a unos pocos, sino a muchos obreros. Pero Satanás, deseoso de perjudicar este propósito, ha conquistado a muchos de aquellos a quienes Dios podría haber calificado para ser de utilidad en su obra. Sin embargo hay muchos que si fueran urgidos a hacerlo, prestarían su servicio y salvarían sus almas. La iglesia debe ser cuidadosa de no impedir que la luz de la verdad brille y que la gracia de Dios fluya, por tener planes limitados. El dinero y la influencia debieran ser empleados libremente para enviar personas competentes al campo misionero.--The Review and Herald, 17 de julio de 1883.
Mujeres de diversas nacionalidades deben ser entrenadas--Se están estableciendo muchas misiones, y si la juventud experimentara el poder convertidor de la verdad, muchos se alistarían en las filas de los obreros. Si desde el principio de su experiencia religiosa hubiesen sido educados a ser fieles a la verdad; a ser fervientes en piedad y simpatía, y a tener el deseo que Cristo tiene por la salvación de las almas, tendríamos centenares de misioneros donde ahora hay sólo uno. Cada misión debiera contar con un colegio para la educación de los obreros. Deberían conseguirse los mejores talentos alemanes, franceses y escandinavos para entrenar jóvenes y señoritas de esas nacionalidades que sean promisorios. Este aspecto tan esencial ha sido descuidado. En Battle Creek [Estados Unidos], en Basilea [Suiza], y en Cristianía [ahora Oslo], hay una gran necesidad de traductores en estos idiomas... Queremos ver cien obreros donde ahora hay sólo uno.
Las pesadas responsabilidades en cualquier ramo de la obra, no debieran descansar sobre un solo hombre; debiera haber dos o tres que estén capacitados para hacerlo. De esa manera, si uno de ellos recibe un llamado para otro puesto, otro puede venir a tomar su lugar. No se ha hecho ni la mitd de la provisión que debiera hacerse para enfrentar las emergencias. Debiera hacerse un fondo para educar misioneros que se entreguen sin reservas a Dios y a su causa, y que estén dispuestos a trabajar, no porque quieran recibir grandes sueldos, sino porque aman a Cristo y desean salvar a las almas por las cuales él murió.--The Review and Herald, 12 de octubre de 1886.
Debe proveerse educación de calidad--Si como pueblo consideramos que tenemos luz avanzada, debemos idear medios y formas para tener un cuerpo de bien educados obreros en los diferentes departamentos de la obra de Dios. Necesitamos una clase culta y disciplinada de jóvenes y señoritas que trabajen en el sanatorio, en la obra médica, en las oficinas editoriales, en las diversas asociaciones y en el campo misionero en general. Necesitamos jóvenes y señoritas de elevado intelecto que puedan hacer el mejor trabajo para el Señor. Hemos hecho algo para alcanzar este nivel, pero todavía estamos lejos de lo que el Señor ha designado.--The Review and Herald, 28 de abril de 1896.
Damas que trabajen en las grandes ciudades del mundo--La ciudad de Londres me ha sido presentada una y otra vez como un lugar donde debe hacerse una gran obra. He presentado este plan a nuestro pueblo. Cuando estuve en Europa por dos años, visité tres veces ese territorio. En cada ocasión se habían realizado progresos en la obra, especialmente la última vez que estuve allí. Aun así, mi corazón ardía por el deseo de ver este territorio, especialmente Londres, trabajado como debiera hacerse. ¿Por qué es que no hemos llevado allí a hombres y mujeres que pudieran planear el avance de la obra? Me he preguntado por qué aquellos que no son ministros ordenados, pero que tienen buen conocimiento de las Escrituras y están en comunión con Dios, no abren la Palabra ante otros. Si lo hicieran, sus propias almas recibirían una gran bendición. Dios quiere que su pueblo trabaje; que cada hombre--y eso significa también cada mujer--, realice la tarea que le ha sido encomendada, de acuerdo a su capacidad.--The General Conference Bulletin, 22 de abril de 1901.
El colportaje
El colportaje es una noble tarea--El colportaje es un trabajo misionero, y debiera realizarse con esto en mente. Los que se elijan como colportores deben ser hombres y mujeres que sientan una responsabilidad de servir, y cuyo objetivo no sea obtener ganancias, sino hacer el trabajo que necesita ser hecho para iluminar al mundo. Todo nuestro servicio debe ser hecho para la gloria de Dios, y para dar la luz de la verdad a los que están en tinieblas. Cosas tales como el amor al dinero, a la posición y a la exhaltación, que son principios egoístas, ni debieran mencionarse entre nosotros.--AUCR, Mayo 1, 1901.
Uno de los trabajos más importantes--Si hay un trabajo más importante que otro, es el de llevar la literatura a la gente para interesarla en investigar las Escrituras. El presentar las publicaciones a las familias y orar con ellas y por ellas, es un trabajo misionero de primera clase. Esta buena obra es ideal para educar hombres y mujeres a hacer trabajo pastoral.--Testimonies for the Church 4:390 (1880).
El trabajo por los ancianos y abandonados
A un kilómetro de nuestro sanatorio [Hinsdale] se encuentra el hogar de los soldados; un lugar donde centenares de veteranos y sus esposas están ubicados. En este lugar debiera hacerse un trabajo misionero especial. Que aquellos que aman al Señor rediman el tiempo y trabajen por estos ancianos descuidados; Cristo ha comprado sus almas con el precio de su propia sangre. Para esta tarea, deben seleccionarse hombres y mujeres discretos que no se frustren ni se desanimen. Y que nadie rebaje sus esfuerzos, porque el Señor estará con aquellos que trabajan con renunciamiento y sacrificio para él. Esta tarea es tan importante como la que se realiza en países extranjeros.--Manuscript Releases 4:377 (1909).
El verdadero espíritu misionero es esencial
La familia Steward había salido de la iglesia por un tiempo, pero había regresado. Sin embargo, María Steward, a quien está dirigida la siguiente carta, llegó a ser una eficiente y valiosa redactora en la casa publicadora Review and Herald. Cuando Elena G. de White regresó de Australia la empleó por varios años como una de sus asistentes. Varios años antes, en 1891, le había escrito esta carta señalándole varios defectos de carácter que le habían impedido llegar a ser una misionera. Seguramente esta carta le ayudó a María a caminar más cerca de Jesús.
Querida Hna. María Steward: He estado orando fervientemente al Señor para tratar de comprender mi deber en cuanto a mi traslado a Australia, y a quién debo llevar conmigo. El Señor me ha mostrado claramente que usted no es la persona indicada para ayudarme en la tarea que él me ha dado. Usted no tiene el espíritu necesario para trabajar en un campo aún no alcanzado. En repetidas ocasiones me fueron presentadas estas palabras: "las cosas espirituales se han de discernir espiritualmente". El carácter de todo aquel que es traído a la luz que el Señor comunica a su pueblo, ha de ser examinado y probado. Si no hay progreso y desarrollo; si no hay un incremento en la fe y en la santidad que sea proporcionado a la luz recibida en su camino... habrá ceguera que no permitirá ver ni discernir las cosas profundas de Dios. En aquellos que aprecian la luz que Dios les ha dado, habrá frescura y poder, y crecimiento en la gracia, que se manifestará al difundir la luz a otros.
Hay necesidad de que todos los que se conecten con la tarea que se me ha pedido hacer, tengan un espíritu misionero de renunciamiento y sacrificio; de otra manera, la influencia no sería la que Dios espera que sea. A menos que usted avance en el conocimiento de Dios y de su amor, le será difícil aun mantener la luz que tiene. Porque la luz que no brilla más y más, tiende a disminuir y a perderse en las tinieblas. Si el trabajo resulta manchado y mezclado con el yo, Dios no lo aceptará. Sería imposible para mí, o para aquellos conectados conmigo, ser canales de luz y realizar los deberes que esta obra requiere, si no estuviéramos creciendo en la gracia y en el conocimiento del Señor Jesucristo. Todos los que trabajan en esta solemne obra que se me ha dado, deben representarla correctamente. Deben ser ejemplo de humildad, de fidelidad, de renunciamiento. Deben mostrar acción vigorosa y una fidelidad no fluctuante a la santificadora influencia de la verdad, y deben estar dispuestos a sacrificarse y trabajar para bendecir a otros. Para lograrlo, debe existir una experiencia cristiana siempre creciente; una fe fuerte y una consagración completa; y la simpatía, la ternura y el amor deben permear el alma. Debe manifestarse paciencia en la tribulación y una similitud con Jesús en la conversación. Aun los pensamientos deben ser puestos en cautividad con Cristo.
Aún debe ganar experiencia. No puede centrarse en sí misma y estar preparada para cualquier responsabilidad en la causa de Cristo, por más difícil o peligrosa que sea. Si busca la gloria de Dios, su crecimiento será manifiesto a todos. Al emplear cada recurso de la gracia divina, su amor por Dios y por quienes trabajan con usted, será tan puro como el amor de Cristo. Entonces será llena de los frutos de justicia y de todo aquello que es excelente para la gloria de Jesucristo y la alabanza a Dios. Si quiere ver el reino de los cielos, su vida cristiana debe moldearse en forma diferente.
Se me ha presentado la vida de muchos en la iglesia como si fueran personas que se están ahogando y que luchan desesperadamente por mantener su cabeza fuera del agua. En su vida religiosa no han muerto al yo; el yo es su ídolo y lo adoran. Una experiencia débil y fluctuante abre el camino para las tentaciones de Satanás y para el fracaso espiritual. En cambio, aquellos que esperan fielmente en el Señor, recibirán nuevas fuerzas. Cuando lleguen las pruebas, entonces la fe, el amor, la paciencia y la constancia serán pesados en las balanzas doradas del santuario celestial.
En la escuela de Cristo usted debe aprender la mansedumbre y la humildad de corazón; debe ser entrenada, disciplinada y educada para ser de utilidad en esta tierra, y para la vida inmortal. Que estas palabras puedan tener el efecto correcto sobre su mente. Tengo interés en su salvación. Que nada pueda atraer, desviar, o distraer su mente de la gran obra que debe hacer. Por su bienestar presente y eterno, debe ver que el presente estado de cosas no continúe. Que no se diga de usted en el futuro como se dijo de los cristianos hebreos: "Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido". Hebreos 5:12. Usted necesita una buena religión en el hogar. Traiga toda la luz y la alegría a su vida hogareña; que se vea en cada palabra, en cada acción. Use diligentemente todos los dones celestiales y la luz que Dios le ha dado, y haga uso práctico de esa luz; entonces el Señor hará una gran demostración de su misericordia y su bondad. Alcance en esta tierra un destino que sea digno del cielo.--Carta 26a, 1891.
Los misioneros deben estar consagrados a la obra
La carta que sigue fue escrita al pastor Isaac Van Horn y su esposa Adelia, quienes habían sido enviados a Oregón como misioneros. Adelia había vivido en el hogar de los esposos White por varios años antes de casarse, y la llegaron a considerar como una hija. Tenían muchas esperanzas de que esta pareja se transformara en un equipo misionero poderoso. Pero sus expectativas fueron de corta duración.
Mis queridos hijos, tan apreciados y cercanos a mí: Es con dolor que les escribo esta carta. Cuando fueron enviados al campo de labor en Oregón, fue con la idea de que trabajaran con interés por la causa de Dios. Me fue mostrado que esa era la voluntad de Dios para ustedes.
Sin embargo, al seguir vuestro propio curso de acción, el orden de las cosas fue cambiado. Si hubieran dedicado vuestro poder y las habilidades que Dios les ha dado para realizar el trabajo teniendo en vista sólo su gloria, hubiesen hecho únicamente lo que era vuestro deber hacer. La importancia de una labor sacrificada en la obra de Dios debiera ser considerada con mayor cuidado de lo que ha sido. Entonces se manifestaría un mayor espíritu de renunciamiento. El amor y la piedad por las almas por las que Cristo murió, debiera alejar los pensamientos de cualquier deseo o plan con fines egoístas.
El amor por Aquel que murió por el hombre, ejercerá un poder limitador sobre nuestra imaginación, nuestros planes y propósitos. No planearemos sólo por placer o para gratificar nuestros deseos, sino que nos colocaremos sobre el altar del servicio a Dios para que él nos use para su gloria. La mente de Cristo debe estar en nosotros controlando cada pensamiento, cada propósito en nuestras vidas. Esta es la actitud que nuestras almas debieran mantener siempre ante Dios. Y lo haremos, si comprendemos el valor de las almas, y si la verdad tal como es en Jesús está grabada en nuestras vidas. Esta es la obra a la que fueron llamados: ser misioneros para Dios.
Pero Satanás hace sus planes para hacer fracasar el propósito de Dios. Coloca planes frente a ustedes, que él sabe que tendrán éxito en llenarles de dificultades y perjudicar el trabajo misionero, especialmente de Adelia, y en cierto grado del Hno. Van Horn. El cuidado por los niños será de tanta importancia que el trabajo por Cristo será descuidado. Al despertarse el amor materno, que es el afecto humano más fuerte, la obra de Dios tomará un lugar secundario, y así Satanás estará obstruyendo el camino que el Señor había designado.
¡Oh! ¡Si pudieran haber comprendido que la verdad de Dios, la salvación de las almas, es algo más fuerte, más profundo, más compulsivo aun que el amor de una madre por sus hijos! Ningún deseo egoísta debiera echar a perder el trabajo para Dios. El renunciamiento es una agonía para la carne, pero la religión debiera tomar el timón. La verdad y el amor por Cristo deben ocupar la ciudadela del alma. Si Dios es puesto en el trono, y si la conciencia es obedecida, habrá un lugar preparado en su reino; y eso es mejor que hijos e hijas.
El Señor le ha dado a Adelia talentos superiores. Si hubieran sido ejercidos en ganar almas para Jesús, hubiesen resultado todo un éxito. Su manera suave, dulce y elevadora de enseñar, hubiera traído muchos hijos e hijas a Jesucristo. La luz del trono de Dios se hubiese reflejado en ella y, a través de ella otros hubieran sido iluminados.
Pero siguiendo las sugerencias del enemigo han entrado en un plan que Dios no podía, ni aun ahora puede aprobar. El enemigo consiguió bloquear el camino de ambos. Adelia era un alma tímida, sensible al dolor y fácilmente desanimada. Si sus sentimientos e imaginación se hubieran dedicado y ejercitado en la verdad, hubiesen llegado a ser un poder para Dios. Ahora, en cambio, son una carga; se excitan fácilmente en la dirección incorrecta; ven las cosas con una luz distorsionada; sienten peligros donde no los hay, y la llevan a desconfiar de Dios y de su esposo.
Adelia ha tenido sus propias ideas acerca de cómo manejarse y no ha admitido otras ideas salvo las de su esposo. Ha habido poca fe y poca confianza en Dios. Satanás ha controlado sus sentimientos de tal manera que se siente agraviada si su esposo no está constantemente a su lado. Su imaginación la lleva a ver las pequeñas dificultades como terribles y agudos sufrimientos. Con esta nueva experiencia, la mente de ambos ha estado totalmente absorbida. Se ha descuidado el trabajo en la Asociación, y la obra ministerial se ha limitado casi totalmente al púlpito. Ha habido tiempos en que el descuido ha sido mayor que en otros y Satanás parecía estar dirigiendo a su manera. Ninguno de los dos tiene un sentido de su descuido del deber. Y justamente en el momento en que se podría haber logrado una cosecha de almas para Cristo, otras preocupaciones han estado ocupando el tiempo y el lugar de la obra.
Realmente no es sabio tener hijos ahora. El tiempo es corto y los peligros de los últimos días están sobre nosotros. Muchos de los niños pequeños serán puestos al descanso antes de que esos peligros ocurran. Si los hombres y mujeres que pueden trabajar para Dios consideraran seriamente la necesidad de enseñar el camino de salvación a las multitudes, para traer muchos hijos e hijas a Cristo, dejarían de pensar en tener hijos y cuidar de ellos, y su recompensa sería grande en el reino de Dios.
Adelia, mi corazón está dolorido por lo que considero un fracaso; un robo a Dios. Su temor natural le acarrea problemas; y no tendrá descanso ni paz si está separada de sus hijos. Esto cierra el camino para que continúe su obra; es más, la obra ya ha sido descuidada.--Carta 48, 1876.