Elena G. de White a menudo usó la palabra "intemperancia" para referirse al desequilibrio, o la falta de balance en la vida. Los principios que se encuentran en los siguientes consejos, pueden ser aplicados indistintamente a cualquier aspecto de la vida. La "intemperancia" o desequilibrio puede manifestarse al desconocer nuestras limitaciones y aceptar responsabilidades que nos superan; al vivir con las tensiones de la vida moderna en lugar de buscar un estilo de vida más simple, o fallar en dedicar el tiempo apropiado a las cosas más importantes. La mayor parte de estas declaraciones fueron dirigidas genéricamente al hombre, pero se aplican igualmente a la mujer.
El equilibrio es necesario en cada aspecto de la vida
El equilibrio es un principio de la vida religiosa--Se debe enseñar y practicar la temperancia en todas las cosas de la vida. La temperancia en el comer, en el beber, en el dormir y en el vestirse, es uno de los grandes principios de la vida religiosa. Cuando la verdad es recibida en el santuario del alma, también nos dirige en el tratamiento del cuerpo. Nada que sea importante para la salud del agente humano, debe ser tratado con indiferencia. Nuestro bienestar eterno depende del uso que demos en esta vida a nuestro tiempo, fuerzas e influencia.--Testimonies for the Church 6:375 (1900).
La falta de equilibrio desgasta las fuerzas vitales--Por todas partes se ve la intemperancia en el comer, en el beber, en el trabajo y en casi cualquier cosa. Las personas que se esfuerzan por realizar una gran cantidad de trabajo en un tiempo limitado, y continúan trabajando cuando su mejor criterio les indica que deberían descansar, no son nunca ganadores. Viven con capital prestado, porque gastan en el presente las fuerzas vitales que necesitarán en el futuro. Y cuando quieran echar mano de la energía que gastaron tan irresponsablemente, fracasarán en su intento, porque no la hallarán. La fuerza física ha desaparecido y ya no existen las energías mentales. Entonces se dan cuenta de su pérdida, aunque no comprenden su verdadera naturaleza. Ha llegado el momento de necesidad, pero sus fuerzas vitales se han agotado. Todo el que viola las leyes de la salud, tarde o temprano, experimentará sufrimientos, en mayor o menor grado. Dios ha dotado a nuestras constituciones con energías que necesitaremos en diversos períodos de nuestra vida. Pero si las agotamos imprudentemente en los excesos de nuestro trabajo, el tiempo nos declarará perdedores. Nuestra utilidad disminuirá y nuestra vida misma correrá el peligro de arruinarse.
Como norma, el trabajo del día no debe extenderse hasta las horas de la noche. Si se trabaja a conciencia durante todo el día, el trabajo extra que se haga en la noche constituirá una carga adicional impuesta al organismo, por lo cual pagará las consecuencias. Se me ha mostrado que los que se comportan a menudo de esta manera, pierden más de lo que ganan, porque agotan sus energías y trabajan a base de nervios sobreexcitados. Tal vez no se percaten de consecuencias negativas inmediatas, pero con toda seguridad están menoscabando su organismo.--Consejos sobre la salud, 98-99 (1890).
Cautela acerca del exceso de trabajo--Recuerden que el hombre debe preservar el talento de la inteligencia, dado por Dios, mediante la conservación de la maquinaria física en actividad armoniosa. Se necesita ejercicio físico diario para disfrutar de salud. No es el trabajo, sino el exceso de trabajo, sin períodos de descanso, lo que quebranta a la gente, y pone en peligro las fuerzas vitales. Los que trabajan en exceso pronto llegan a la situación de trabajar en forma desesperada.
La obra que se hace para el Señor debe hacerse con alegría y valor. Dios quiere que pongamos espíritu, vida y esperanza en nuestra obra. Los obreros intelectuales deberían prestar la debida atención a cada parte de la maquinaria humana, distribuyendo equitativamente la presión. El esfuerzo físico y mental, combinado con sabiduría, conservará al hombre entero en una condición tal que lo hará acepto ante Dios...
Introduzcan en la tarea diaria esperanza, valor y amabilidad. No trabajen en exceso. Es mejor dejar de hacer algunas cosas que se habían planeado para el día de trabajo, que excederse y tensionarse, con la consiguiente pérdida del valor necesario para llevar a cabo las tareas del día siguiente. No violen hoy las leyes de la naturaleza, no sea que pierdan la fortaleza que necesitan para el día siguiente.--Mente, Carácter y Personalidad 2:22 (1903).
Se necesitan períodos de descanso--Hay peligro de que a las mujeres relacionadas con la obra se les exija trabajar demasiado duramente sin los períodos adecuados de descanso. No debe imponérseles a los obreros una exigencia tan severa. Algunos no se perjudicarán, pero otros, que son concienzudos, trabajarán en exceso. Todos, especialmente las mujeres, necesitan períodos de descanso.--El Evangelismo, 360 (1896).
Mentes bien balanceadas--Todas las facultades cerebrales deber ser desarrolladas a fin de que los hombres y las mujeres tengan mentes bien balanceadas. El mundo está lleno de hombres y mujeres de mentes obtusas, que han llegado a esa condición debido a que desarrollaron sólo un grupo de sus facultades, mientras que las demás se atrofiaron por falta de uso. La educación de la mayoría de los jóvenes es un fracaso. Estudian demasiado mientras descuidan los aspectos prácticos de la vida. Los hombres y las mujeres se convierten en padres sin considerar las responsabilidades y su descendencia humana. Así la raza se está degenerando rápidamente.--Consejos sobre la salud, 176 (1872).
Es una bendición desarrollar los talentos--Los talentos no deben ser enterrados para corroerse por la inactividad. Un persistente rechazo a ejercitar las habilidades dadas por Dios, y la indulgencia propia, causarán la eterna separación de Dios y la pérdida de la gloria eternal. Estos dones nos son concedidos de acuerdo a nuestra habilidad para usarlos, y el sabio desarrollo de los mismos resultará en bendición y traerá gloria a Dios. Cada don recibido con gratitud, es un eslabón en la cadena que nos une con el cielo.--The Signs of the Times, 18 de agosto de 1898.
Equilibrio en el uso de nuestro tiempo
Debemos dar cuenta estricta de nuestro tiempo--Nuestro tiempo pertenece a Dios. Cada momento es suyo, y nos hallamos bajo la más solemne obligación de aprovecharlo para su gloria. De ningún otro talento que él nos haya dado requerirá más estricta cuenta que de nuestro tiempo.--Palabras de Vida del Gran Maestro, 277 (1900).
Equilibrio entre el trabajo y la espera por la venida--Cuando nos entregamos sin reservas al Señor, los deberes comunes de la vida serán vistos en su verdadera importancia, y los realizaremos de acuerdo con la voluntad de Dios. Mientras esperamos vigilantes la venida del Hijo del Hombre, también debemos trabajar diligentemente. Trabajar y esperar; las dos cosas deben estar unidas. Esto mantendrá el desarrollo del carácter cristiano en forma equilibrada, simétrica. Por una parte, no podemos pensar que debemos descuidar todo lo demás y dedicarnos exclusivamente a la meditación, el estudio y la oración. Por otra parte, no podemos estar tan llenos de ocupaciones y de trabajo que descuidemos la piedad personal. La espera, la vigilancia y el trabajo deben estar combinados. "En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor". Romanos 12:11.--The Review and Herald, 15 de septiembre de 1891.
Mejoramiento personal
No descuidar las oportunidades de mejorar--Si el obrero se ha consagrado plenamente a Dios y es diligente en la oración para obtener fuerza y sabiduría celestiales, la gracia de Cristo le enseñará, el vencerá sus defectos y llegará a ser cada vez más inteligente en las cosas de Dios. Pero nadie debe basarse en esto para ser indolente, malgastar el tiempo y las oportunidades, y descuidar la preparación que es esencial para llegar a ser eficiente. Al Señor no le agradan los que, teniendo ocasión de adquirir conocimientos, dejan de aprovechar las oportunidades que tienen.--Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 392 (1893).
Las "cosas pequeñas" traen el éxito en la vida--Es la atención consciente a lo que el mundo llama "cosas pequeñas" lo que hace de la vida un éxito. Pequeñas obras de caridad; pequeños actos de renunciamiento; pequeñas palabras de ánimo; y la atención de los pequeños pecadillos, eso es el cristianismo. Un reconocimiento agradecido por las bendiciones de cada día; un sabio aprovechamiento de cada oportunidad; un diligente cultivo de los talentos que se nos ha confiado, eso es lo que el Maestro requiere de nosotros.--The Youth's Instructor, 17 de enero de 1901.
Carta a una mujer egocéntrica
La siguiente carta fue escrita a la Sra. Sidney Florida Brownsberger, una pobre mujer cuya vida estaba desequilibrada debido a su egoísmo y falta de dominio propio.
Querida hermana Brownsberger: Había escrito algunas cosas para usted mientras estaba en el congreso, pero como algunas de estas cosas ya se las había mencionado, no las escribí. Sin embargo, tengo nuevamente una preocupación por usted. Siento la más profunda lástima y simpatía por su caso, porque usted piensa que se conoce a sí misma, y que nadie puede entenderla pues tiene un temperamento peculiar. Sin embargo, debe admitir que el Señor la conoce mejor que usted misma. Durante el congreso sentí que debía fortalecerla y confortarla y pedir una bendición para usted, lo cual le daría felicidad, paz, y verdadero gozo cristiano cada día.
Para que esto ocurriera, yo sabía que usted debía tener un concepto más claro de sí misma y de sus deberes, de lo que hasta aquí había tenido. Usted debe llegar a ser una mujer verdaderamente convertida, y eso es a lo que usted se opone porque considera que no necesita ningún cambio. Eso es un engaño. A menos que ocurra un gran cambio en su vida; a menos que pueda vencer el orgullo y el egoísmo; a menos que esos rasgos peculiares de carácter que han sido acariciados sean vencidos, usted mantendrá un carácter defectuoso y manchado que no tendrá lugar en el puro, perfecto y santo reino de Cristo. Esa obra está delante de usted y de mí. Todos los que lleguen a la vida eterna, deben haber vencido cada falta, cada error, cada defecto de carácter.
¿Se da cuenta de que usted es egoísta, que todos sus pensamientos giran alrededor de usted misma? Usted se siente miserable si no se hacen las cosas a su manera. Su esposo ha sido más atento con usted que la mayoría de los esposos. Le ha hecho las cosas que usted debería haber hecho como parte de su tarea. Pero como no eran cosas placenteras y agradables, usted permitió que él las hiciera, cuando hubiera sido muy beneficioso para usted el hacerlas. Temo grandemente por usted.
Su condición presente es una excusa para depender mayormente de su esposo. Sus rasgos de carácter aparecen nuevamente: sentimientos y simpatías que giran alrededor de usted misma. Su situación no es diferente a la de una inmensa mayoría de las mujeres, sin embargo, debido a que su imaginación es muy activa y a que sus pensamientos giran sobre el mismo tema, usted se olvida que otras pasan por las mismas situaciones sin quejarse, y sin recibir simpatía y ayuda.
Mi hermana, usted tiene poco dominio propio y no ejerce su fuerza de voluntad para mantener en control sus pensamientos y sentimientos. Usted se pone histérica cuando las cosas no se hacen a su manera; ¿acaso es esto necesario? Se me mostró que no, pero que usted no hace lo posible por evitarlo. Tiene que mantener en control sus sentimientos y poner toda su fuerza de voluntad para no permitir que estos espasmos nerviosos la venzan. Usted se preguntará, ¿cómo puedo lograrlo? Ejerciendo su dominio propio. Sus sentimientos se irritan terriblemente si las cosas no se hacen de acuerdo a su manera de pensar, sin darse cuenta que está creando perplejidad, ansiedad y tensión en su esposo. Usted considera casi un privilegio y un deber colocar todas las cargas sobre él, cuando sería necesario que usted se educase a sí misma para ser autosuficiente y pensar en los demás como piensa en usted misma. Esta es una lección que usted debe de aprender.
Usted no necesita tener uno solo de esos espasmos nerviosos. Se está acostumbrando a ellos y se transformarán en una temible realidad, parte de una segunda naturaleza. Y cuando llegue el tiempo del alumbramiento le sobrevendrán sin que pueda controlarlos. Ahora es el tiempo adecuado para controlar sus sentimientos y no permitir que estas manifestaciones ocurran. Depende de usted misma si será una mujer feliz o infeliz.
Debe llegar a ser lo que Dios quiere que sea: una mujer que depende de sí misma. En el temor de Dios le pido que llegue a ser menos dependiente. Usted parece no poder soportar ninguna carga por sí misma, cuando otras mujeres con menor fortaleza que la suya, y a quienes los deberes domésticos les resultan tan desagradables como a usted, los cumplen con valentía y sin quejas porque los consideran su deber. Los actos de bondad y caridad, y el amor manifestado hacia otros, la harán una con Cristo y quitarán su mente de usted misma.
No podrá gozar la plenitud de carácter que es la verdadera santificación, a menos que se autodiscipline con fervor. De otra manera, su educación será perjudicial. Nadie se rebaja por hacer las labores domésticas que usted no quiere hacer. Dios quiere que usted sienta la responsabilidad de ser una ayuda y bendición para su esposo así como él es una ayuda y bendición para usted.
Deje de pensar en usted misma; deje de quejarse; sea alegre. No hay razón para no estar alegre y agradecida en su condición. No es una desgracia tener hijos; y la madre, por su conducta y manera de actuar, puede estar determinando la salud y la disposición de los hijos.
Escóndase en Jesús para ser su verdadera hija, y para caminar en amor y obediencia a sus requerimientos. Ejemplifique en su vida el carácter de Jesús: tierna y considerada hacia otros, pensando que ellos tienen el mismo derecho que usted de gozar de las conveniencias, de la comodidad y de la felicidad. Y usted no ha hecho esto; ha puesto primero el yo, y el placer, el gusto y la felicidad de otros han sido puestos en segundo lugar. Aunque parezca natural, esto no debe ser así.
Si desea entrar al cielo, Florida, tiene un trabajo que hacer que nadie puede hacer por usted. ¿Qué clase de cielo sería si usted entrase con esas características que usted dice que le es imposible cambiar? ¿Será necesario que el Señor le quite a su esposo por medio de la muerte; que le envíe adversidades y le quite a sus hijos; que la prive de las bendiciones que ha recibido, para que usted vuelva a la razón y decida ser refinada, paciente, agradecida y perdonadora? Le escribo estas cosas porque se me ha mostrado que muchas mujeres embarazadas presentan su condición como excusa para manifestar un temperamento perverso. Pero esto es una tentación satánica. Dios le dará su gracia para actuar como una verdadera cristiana que tiene su base en la Biblia.
Sé que se va a sentir mal con esta carta, pero no me animaría a retenerla. Su obra ahora es amar a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí misma. Sea tan considerada con el prójimo como lo es con usted. No podemos envolvernos en nosotros mismos de tal manera que no podamos colocarnos en la situación de otros y considerar su caso como si fuera el nuestro. Hay otros que son tan sensibles como usted, que también tienen gustos refinados y un excelente intelecto, y que les disgusta cumplir con los deberes comunes y desagradables de la vida. Comparta esas responsabilidades con ellos, y olvídese de usted misma mientras se preocupa por la felicidad de otros. Haga todo lo que pueda por aliviar las cargas de otros y no se encierre egoístamente en usted misma.
Quizá piense que esta carta es muy severa, pero es lo que Dios me ha presentado acerca de su caso. Por alguna razón el Espíritu me movió a levantarme a las tres de la mañana y escribirle. Mediante su fe en Cristo, debe tornarse fuerte, confiable y útil. Florida, en el nombre de Jesús, no necesita tener esos espasmos que complican el trabajo de su esposo y le traen tanto temor, ansiedad y tensión. El no puede soportar todo; es mortal como usted. Y Dios le pedirá cuenta de los talentos que le ha dado. Su esposo no podrá lograr el éxito en su trabajo y gozar de salud y vigor mental, a menos que usted asuma sus responsabilidades de esposa y le ayude. Usted puede transformarse en la peor carga que un hombre tenga que soportar, o puede ser una bendición para él. Con sus acciones puede quebrantar y destruir el valor de su esposo, o puede fortalecerlo y apoyarlo. Si Jesús mora supremo en el templo del alma, se harán las cosas de acuerdo a la voluntad de Dios.
Le escribo estas cosas, no porque no la ame sino porque la amo. Ha sido comprada por la sangre de Cristo, y quiero que pueda perfeccionar un carácter cristiano. El amor que siente por su propio yo está creando una deformidad moral. Y no podrá perfeccionar un carácter cristiano hasta que logre pensar menos en usted misma y más en los demás. No debe buscar excusas para no enfrentar los obstáculos y vencerlos. Sus nervios y músculos espirituales se fortalecerán al asumir responsabilidades. Si se considera demasiado débil para enfrentarlas, estará despreciando justamente aquello que podría fortalecerla.
La religión es un principio activo que provee la energía suficiente para enfrentar las duras realidades de la vida. Brinda el poder del dominio propio, e incluso la fortaleza para vencer las tendencias heredadas. Tiene un verdadero poder transformador de la vida y el carácter. Cristo fue un obrero manual que trabajó en la carpintería para ganarse la vida; con su ejemplo dignificó el trabajo común. Mi hermana, no piense que la educación y la inteligencia transforman los deberes comunes y ordinarios de la vida en algo desagradable, despreciable y aburrido. Aun las labores domésticas más comunes son dignas y elevadoras.
La religión siempre imparte al que la posee el poder controlador del dominio propio, y el equilibrio en el carácter, el intelecto y las emociones. Con su divina autoridad, tiene el poder de persuadir y comandar todos los afectos y habilidades. La religión--¡oh, como me gustaría que todos lo entendieran!--nos coloca frente a solemnes obligaciones. Cuando nos conectamos con Cristo, prometemos solemnemente caminar donde él caminó. Ya sea que comamos, bebamos o hagamos cualquier otra cosa, debemos hacerlo olvidándonos del yo, y teniendo en vista la gloria de Dios. Cada una de nuestras acciones influye sobre otros; por lo tanto cada pensamiento y cada motivo debe ser puesto bajo el control del Espíritu de Dios.
Nuestras peculiaridades e ideas propias son plenamente humanas y no debemos tomarlas con liviandad o con humor. El yo debe ser crucificado, no de vez en cuando, sino diariamente. Y la vida física, mental y espiritual debe ser subordinada a la voluntad de Dios. El blanco y propósito de la vida debe ser la gloria de Dios y el perfeccionamiento de un carácter cristiano. Los seguidores de Cristo deben imitarlo a él; Cristo es el Modelo a seguir, y no hay excusa que Dios pueda aceptar para no hacerlo. Por más que sea contrario a nuestra naturaleza, a nuestras inclinaciones y a nuestros deseos egoístas, debemos buscar la similitud con Cristo; no con nuestro padre o nuestra madre, sino con Cristo. Escondidos en Cristo; vestidos de la justicia de Cristo; imbuídos del Espíritu de Cristo.
Todas las peculiaridades que hemos recibido por herencia, o por complacencia propia, o por una educación equivocada, deben ser resistidas y vencidas. La estima propia y el orgullo deben ser sacrificados, destruidos. No podemos entrar en compromisos con el enemigo de toda justicia.
Este conflicto será duro y agotador, pero Jesús es nuestro ayudador; no importa cuán severo sea el proceso, en él y por él podemos llegar a ser vencedores. Y Dios no le requiere a usted menos que esto. Cada uno de sus hijos debe llegar a ser como Jesús, que no buscaba agradarse a sí mismo. Para estar frente al Hijo del Hombre, tendremos que haber alcanzado la simetría de carácter. Y la gracia de Dios para lograrlo está a su disposición para que la demande; si la pide, él le dará la gracia y la fuerza en la medida de su necesidad.
Aquello que usted llama "sensibilidad", no es más que un orgullo que no acepta oposición. El yo debe ser vigilado, disciplinado, controlado. La mejor dignidad que usted puede poseer, es el dominio propio que soporta la provocación. La religión de Cristo sujetará cualquier pasión no santificada; estimulará la energía, la disciplina propia y la industriosidad en los deberes hogareños para practicar economía, tacto, renunciamiento y aún privaciones, sin murmurar. Cuando el espíritu de Cristo mora en el corazón se revelará en el carácter, y desarrollará las cualidades y virtudes más nobles. "Bástate mi gracia", dice Cristo.
No se desanime si sus deseos y su voluntad se oponen. Jesús la ama y desea que sea feliz en esta vida y que sea una luz para el mundo. Me gustaría que usted, y todo nuestro pueblo, comprendieran lo que debemos ser, y lo que podemos llegar a ser. Cada día tendremos pruebas y desánimo, pero Dios nos ayudará en nuestros esfuerzos y el carácter será desarrollado. Aquellos que no pueden soportar la cruz y las cargas normales de la vida, fracasarán cuando lleguen peores pruebas. Jesús anhela nuestra felicidad, pero no podemos ser felices viviendo a nuestro gusto y siguiendo los impulsos de nuestro propio corazón.
Dios desea que usted y su esposo sean un ejemplo digno de imitarse. Ustedes pueden lograrlo, o él nunca se los habría requerido. Su ayuda está en Dios.--Carta 25, 1882.