Me han sido dadas instrucciones especiales para el pueblo de Dios; porque nos esperan tiempos peligrosos. El espíritu de destrucción y de violencia aumenta en el mundo. Y en la iglesia, el poder humano se vuelve predominante; aquellos a quienes se han confiado posiciones de confianza piensan que tienen derecho a dominar.
Los hombres a quienes el Señor llama para ocupar cargos importantes en su obra deben cultivar un sentimiento de humilde dependencia de él. No deben tratar de abarcar demasiada autoridad; porque Dios no los ha llamado a dominar, sino a hacer planes en cooperación con sus compañeros de labor. Todo obrero debe considerarse sujeto a los requerimientos y las instrucciones de Dios.
Consejeros sabios
En vista de la importancia que tiene la obra en el sur de California y las inquietudes que origina, debieran elegirse por lo menos cinco hombres dotados de sabiduría y experiencia para consultar con los presidentes de las asociaciones locales y de las uniones en cuanto a los planes y métodos. El Señor no aprueba la tendencia manifestada por algunos, de querer regentar a aquellos que tienen una experiencia mayor que la suya propia. Por esta manera de proceder, algunos han demostrado que no son aptos para ocupar el puesto importante en que están. Todo ser humano que procura asumir atribuciones desmedidas y dominar a sus semejantes demuestra que sería peligroso confiarle responsabilidades religiosas.
Nadie se aferre a la idea de que no debiera emprenderse actividad alguna que exija recursos a menos de tener disponible el dinero necesario. Si en lo pasado hubiésemos seguido siempre este método, a menudo habríamos perdido ventajas considerables, tales como las obtenidas al comprar la propiedad de la escuela de San Fernando, o las de los sanatorios de Paradise Valley, de Glendale y de Loma Linda.
Hay que ir adelante
No siempre es lo más juicioso negarse a emprender algo que demande grandes gastos porque no se dispone del dinero necesario para terminar el negocio. En la edificación de su obra, el Señor no allana siempre el camino delante de sus siervos. A veces prueba la confianza de su pueblo haciéndole avanzar por fe. A menudo lo pone en situaciones difíciles y críticas, y le ordena avanzar cuando ya sus pies parecen tocar las aguas del mar Rojo. Es en ocasiones semejantes, mientras sus siervos elevan oraciones a él con fervor y fe, cuando él abre la vía delante de ellos y los conduce a lugares espaciosos.
El Señor quiere que su pueblo actual esté convencido de que hará por él cosas tan grandes como las que hizo en favor de los hijos de Israel durante su viaje de Egipto a Canaán. Debemos tener una fe educada, que no vacile en seguir las instrucciones del Señor en los momentos difíciles. "¡Adelante!" Tal es la orden que Dios da a su pueblo.
La ejecución de los planes del Señor exige fe y gozosa obediencia. Cuando él señala la necesidad de establecer la obra en lugares donde podrá ejercer influencia, se debe andar y obrar por la fe. Por su conducta piadosa, su humildad, sus oraciones y esfuerzos fervientes, los hermanos deben luchar por inducir a la gente a apreciar la buena obra que el Señor ha establecido en su medio. Era propósito del Señor que el sanatorio de Loma Linda pasase a ser propiedad de nuestro pueblo; y lo realizó en un momento cuando los torrentes de las dificultades desbordaban de su cauce.
Cuando se trata de atender a los intereses personales, los hombres pueden seguir su propio juicio. Pero el llevar adelante la obra del Señor en la tierra es asunto enteramente distinto. Cuando él indica que la compra de una propiedad determinada es necesaria para el progreso de su causa y la edificación de su obra, ya se trate de un sanatorio, de una escuela o de cualquier otra institución, él hará su adquisición posible si los que tienen experiencia muestran su fe y su confianza en sus planes, y obran con prontitud para aprovechar las ventajas que Dios les señala. Si bien no debemos procurar arrebatar la propiedad de nadie, debemos, sin embargo, ver y aprovechar con prontitud las ventajas cuando ellas se nos ofrecen, a fin de poder hacer planes para la edificación de la obra. Después de esto, debemos dedicar todas nuestras energías a obtener del pueblo de Dios ofrendas voluntarias para sostener esas nuevas instituciones.
A menudo, el Señor ve a sus siervos en la incertidumbre con respecto a lo que deben hacer. En tales momentos, les revelará su voluntad si ponen en él su confianza. De aquí en adelante, la obra de Dios debe avanzar rápidamente; y si su pueblo quiere responder a su llamamiento, él hará a las personas pudientes voluntarias para dar de sus recursos, a fin de facilitar la terminación de su obra en la tierra. "Es pues la fe la substancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven." Hebreos 11:1. Si su pueblo confía en su Palabra, Dios lo pondrá en posesión de propiedades que le permitirán trabajar en las grandes ciudades que están esperando el mensaje de la verdad.
La frialdad, el formalismo y la incredulidad con que algunos obreros hacen su trabajo constituye una grave ofensa contra el Espíritu de Dios. El apóstol Pablo dice: "Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de la nación maligna y perversa, entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo; reteniendo la palabra de vida para que yo pueda gloriarme en el día de Cristo, que no he corrido en vano, ni trabajado en vano. Y aun si soy derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y congratulo por todos vosotros." Filipenses 2:14-17.
Debemos animarnos mutuamente en esa fe viva que Cristo ha hecho accesible a todo creyente. La obra debe hacerse a medida que el Señor prepara el camino. Cuando conduce a los suyos por lugares difíciles, tienen la ventaja de poder reunirse para orar, recordando que todas las cosas vienen de Dios. Aquellos a quienes no les ha tocado todavía su parte en las vicisitudes que acompañan a la obra en estos últimos días, pronto tendrán que pasar por escenas que probarán fuertemente su confianza en Dios. Cuando su pueblo no percibe ninguna salida, y tiene delante de sí el mar Rojo y a sus espaldas un ejército que lo persigue, el Señor le dice: "¡Adelante!" Obra así para probar su fe. Cuando os confronten tales circunstancias, id adelante, confiando en Jesús. Andad paso a paso en el camino que os señala. Os sobrevendrán pruebas, pero id adelante. Adquiriréis así una experiencia que confirmará vuestra fe en Dios y os hará idóneos para servirle más fielmente.
El ejemplo de Cristo
El pueblo de Dios debe adquirir una experiencia más profunda y más vasta en las cosas religiosas. Jesús es nuestro Ejemplo. Si, mediante una fe viva y una santificada obediencia a la Palabra de Dios, manifestamos el amor y la gracia de Cristo, si mostramos que tenemos un concepto correcto de las dispensaciones providenciales por cuyo medio Dios dirige su obra, manifestaremos al mundo un poder convincente. No es un puesto destacado lo que nos da valor a los ojos de Dios. El hombre se mide por su consagración y fidelidad en el cumplimiento de la voluntad divina. Si el pueblo remanente de Dios quiere andar en humildad y fe, Dios ejecutará por medio de él su plan eterno, haciéndole capaz de trabajar en armonía, para dar al mundo la verdad tal cual es en Jesús. El se valdrá de todos--hombres, mujeres y niños--para hacer brillar la luz sobre el mundo y sacar de su medio un pueblo fiel a sus mandamientos. Por medio de la fe que su pueblo deposita en él, Dios mostrará al mundo que él es el Dios verdadero, el Dios de Israel.
"Solamente que converséis como es digno del evangelio de Cristo--nos exhorta el apóstol Pablo;--para que, o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, unánimes combatiendo juntamente por la fe del evangelio, y en nada intimidados de los que se oponen: que a ellos ciertamente es indicio de perdición, mas a vosotros de salud; y esto de Dios; porque a vosotros es concedido por Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él."
"Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo; si algún refrigerio de amor; si alguna comunión del Espíritu; si algunas entrañas y misericordias, cumplid mi gozo; que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa." Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos a los otros: no mirando cado uno a lo suyo propio, sino cada cual también a lo de los otros.
"Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios: sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le ensalzó a lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, a la gloria de Dios Padre. Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad." Filipenses 1:27-29; 2:1-13.
Se me ha encargado que dirija estas palabras a nuestros hermanos y hermanas del sur de California. Se las necesita en todo lugar donde haya una iglesia establecida, porque un espíritu extraño se ha introducido en nuestro medio.
Tiempo es de que los hombres humillen su corazón delante de Dios y aprendan a trabajar según los métodos de él. Los que han procurado dominar a sus compañeros de labor deben darse cuenta de qué espíritu están animados. Con el alma humillada, deberían buscar al Señor con ayuno y oración.
En el curso de su vida terrenal, Cristo dió un ejemplo que cada uno puede seguir con toda seguridad. El ama a su rebaño y no quiere que señoree sobre él poder alguno que restrinja su libertad en el servicio que le rinde. Nunca comisionó él a nadie para dominar su heredad. La verdadera religión bíblica da por fruto el dominio propio y no el dominio de uno por el otro. Como pueblo, necesitamos una medida mayor del Espíritu Santo, a fin de que podamos, sin orgullo, anunciar el mensaje solemne que Dios nos ha confiado.
Hermanos, reservad para vosotros mismos vuestras palabras de censura. Enseñad al rebaño de Dios a mirar a Cristo, y no al hombre falible. Toda alma que llega a enseñar la verdad debe llevar en su propia vida los frutos de la santidad. Al mirar a Jesús y al seguirle, presentará a las almas que le son confiadas un ejemplo de lo que debe ser un cristiano verdadero, dispuesto a aprender. Dejad a Dios enseñaros sus caminos. Inquirid de él cada día para conocer su voluntad. El dará consejos infalibles a cuantos le busquen con corazón sincero. Andad de una manera digna de la vocación a la que habéis sido llamados, alabando a Dios, tanto por vuestra conducta diaria, como por vuestras oraciones. De esta manera, enalteciendo la Palabra de vida, constreñiréis a otras almas a seguir a Cristo.