La obligación de desarrollar al máximo el intelecto
Dios requiere el desarrollo de las facultades mentales. Él se propone que sus siervos posean más inteligencia y más discernimiento que los mundanos, y le desagradan aquellos que son demasiado descuidados o indolentes para llegar a ser obreros eficientes, bien informados. El Señor nos manda que lo amemos con todo el corazón, con toda el alma, con toda la fuerza y con toda la mente. Esto nos impone la obligación de desarrollar el intelecto hasta su máxima capacidad, para que podamos conocer y amar a nuestro Creador con todo el entendimiento.--Palabras de Vida del Gran Maestro, 268 (1900).
El hombre encuentra felicidad en el trabajo
Adán tenía temas como motivos de contemplación en las obras de Dios en el Edén, que era el cielo en miniatura. Dios no creó al ser humano meramente para que contemplara las gloriosas obras de Dios. Por eso le dio manos para trabajar así como mente y corazón para meditar. Si la felicidad del hombre consistiera en no hacer nada, el Creador no le hubiera asignado un trabajo a Adán. La humanidad había de encontrar felicidad tanto en el trabajo como en la meditación.--Comentario Bíblico Adventista 1:1096 (1874).
La ociosidad es la mayor maldición
La Biblia no aprueba la ociosidad. Esta es la mayor maldición que aflige a nuestro mundo.--Palabras de Vida del Gran Maestro, 278 (1900).
Hagamos las tareas diarias con alegría
Algunos creen que las riquezas y la ociosidad son bendiciones en sí mismas; pero los que siempre están ocupados y cumplen gozosamente sus tareas cotidianas, son los más dichosos y gozan de mejor salud que nadie. El cansancio que resulta del trabajo bien organizado les asegura los beneficios de un sueño reparador. La sentencia de que el hombre ha de trabajar para ganarse el pan de cada día y la promesa de felicidad y gloria futuras, provienen del mismo trono, y ambas son bendiciones.--MeM 172 (1901).
Felicidad en el cumplimiento de los deberes asignados
La verdadera felicidad se encuentra solamente al ser buenos y al hacer el bien. El gozo más puro y elevado corona a los que cumplen fielmente los deberes que les han sido encomendados.--MeM 172 (1901).
La ociosidad puede conducir al desaliento
El desaliento es con frecuencia resultado del ocio. La ociosidad proporciona tiempo para albergar pesares imaginarios. Muchos que no tienen verdaderas dificultades ni contratiempos en el presente, con seguridad los piden prestados del futuro. Si esas personas tratan de aliviar las cargas de los demás, deben olvidar las propias. Un trabajo enérgico que invite a la acción, tanto de las facultades mentales como de las físicas, es una bendición inestimable para la mente y el cuerpo.--The Signs of the Times, 15 de junio de 1882.
El desarrollo del carácter
Recuerden que en cualquier puesto en que les toque servir, revelan qué móvil los inspira y desarrolla su carácter. Hagan todo con exactitud y diligencia; dominen la propensión de buscar tareas fáciles.--El Ministerio de Curación, 399 (1905).
Adiestremos la mente para que no mire al yo
Debe adiestrarse la mente para que no mire al yo, para que se espacie en temas elevados y ennoblecedores. No permitamos que las preciosas horas de la vida se malgasten en soñar con realizar alguna gran obra en el futuro, mientras se descuidan los pequeños deberes de la actualidad.--The Signs of the Times, 15 de junio de 1882.
La inactividad es perjudicial para la salud
Los discapacitados no deberían resignarse a la inactividad. Esto es sumamente perjudicial para la salud. Hay que ejercer fuerza de voluntad; hay que vencer la aversión al ejercicio activo y el temor a asumir toda clase de responsabilidades. Nunca recuperarán la salud a menos que se desembaracen de esa condición mental de indiferencia y somnolencia, y se levanten para ponerse en acción.--The Signs of the Times, 15 de junio de 1882.
Demasiado indolentes para usar sus facultades
Los que sean demasiado indolentes para asumir sus responsabilidades y ejercitar sus facultades, no recibirán la bendición de Dios, y la habilidad que tenían les será quitada y dada a los obreros activos y celosos que aumentan sus talentos como consecuencia del uso constante.--Testimonies for the Church 4:458, 459 (1880).
El trabajo bien regulado es esencial para el éxito
Algunos jóvenes creen que si pudieran pasar toda la vida sin hacer nada serían extremadamente felices. Ellos cultivan el odio hacia el trabajo útil. Envidian a los hijos del placer que dedican sus vidas a la diversión y la alegría [...]. La infelicidad y la angustia son el resultado de tales pensamientos y conducta. "No hacer nada" ha hundido en la perdición a más de un joven.
El trabajo bien regulado es esencial para el éxito de cada joven. Dios no habría podido infligir una maldición mayor sobre los hombres y las mujeres que condenarlos a una vida de inacción. La ociosidad destruirá el alma y el cuerpo. Se debilitan el corazón, el carácter moral y las energías físicas. El intelecto sufre y el corazón queda expuesto a la tentación como una avenida abierta para hundirse en todo vicio. La persona indolente tienta al diablo a que lo tiente.--Nuestra Elavada Vocacion, 224 (1871).
El hábito de la indolencia perjudica (consejo a los padres)
Ustedes han sido ciegos a la influencia que el enemigo ha ejercido sobre sus hijos. Las tareas del hogar, inclusive el cansancio, no los habrían perjudicado ni en la quincuagésima parte de lo que lo ha hecho la indolencia habitual. Habrían escapado de muchos peligros si se los hubiera instruido para que ocuparan su tiempo en una tarea útil. No habrían contraído esa disposición inquieta, ese deseo de cambios y de sociabilidad. Se habrían evitado muchas tentaciones a la vanidad y a entregarse a entretenimientos que no aprovechan, a la lectura liviana, a la conversación ociosa y a la insensatez. Habrían ocupado el tiempo en tareas más satisfactorias y evitado esa gran tentación de buscar la compañía del sexo opuesto y de disculpar su mala conducta. La vanidad y el afecto, la inutilidad y el pecado, definidamente han sido los resultados de esa indolencia.--Testimonies for the Church 4:97, 98 (1876).
Para tensar cada músculo
Al ser humano se le concede un papel en la gran lucha por la vida eterna; debe responder a la obra del Espíritu Santo. Se requiere una lucha para quebrantar los poderes de las tinieblas y el Espíritu trabaja en él para lograrlo. Pero el hombre no es un ser pasivo, que deba ser salvado en la indiferencia. Se lo llama a tensar cada músculo y a ejercer cada facultad en la lucha por la inmortalidad; pero es Dios quien completa la eficiencia.
No hay ser humano que pueda recibir la salvación siendo indiferente a ella. El Señor nos exhorta diciendo: "Esforzaos por entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán". Lucas 13:24. "Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan". Mateo 7:13, 14.--Manuscrito 16, 1896.