"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más será fiel".1
Es la atención concienzuda de lo que el mundo denomina "cosas pequeñas" lo que hace de la vida un éxito. Los pequeños actos de bondad, las pequeñas acciones abnegadas, el hablar palabras sencillas, útiles, la vigilancia contra los pequeños pecados, todo esto es cristianismo. El reconocimiento agradecido de las bendiciones diarias, un aprovechamiento sabio de las oportunidades cotidianas, el cultivo diligente de los talentos confiados, esto es lo que el Maestro espera.
El que cumple fielmente los pequeños deberes, estará preparado para responder a la demanda de mayores responsabilidades. El hombre que es bondadoso y cortés en la vida diaria, que es generoso y tolerante en su relación con su familia, cuyo constante propósito es hacer feliz su hogar, será el primero en negarse a sí mismo y hacer sacrificios cuando el Maestro lo demande.
Un carácter bien equilibrado
Podemos estar dispuestos a dar nuestra propiedad a la causa de Dios, pero esto no valdrá a menos que le demos también un corazón amante y agradecido. Los que quieren ser verdaderos misioneros en los campos extranjeros, deben primero ser verdaderos misioneros en el hogar. Los que desean trabajar en la viña del Maestro, deben prepararse para eso mediante el cultivo cuidadoso del pedacito de viñedo que él ha confiado a su cuidado.
El hombre, "tal como piensa en su corazón, así es él".2 Muchos pensamientos forman la historia no escrita de un solo día, y estos pensamientos tienen mucho que ver con la formación del carácter. Debemos vigilar estrictamente nuestros pensamientos, pues un pensamiento impuro hace profunda impresión en el ser. Un pensamiento malo deja una mala impresión en la mente. Si los pensamientos son puros y santos, el hombre mejora por haberlos acariciado. Aceleran el pulso espiritual y aumentan el poder para hacer el bien. Y así como una gota de lluvia prepara el camino para otra en el humedecimiento de la tierra, un buen pensamiento prepara el camino para otro.
El viaje más largo se efectúa dando un paso a la vez. La sucesión de pasos nos lleva al final del camino. La cadena más larga se compone de eslabones distintos. Si uno de estos eslabones es defectuoso, la cadena no sirve. Lo mismo ocurre con el carácter. Un carácter bien equilibrado se forma por la buena ejecución de actos pequeños. Un defecto, cultivado en vez de vencido, hace imperfecto al hombre y le cierra la puerta de la Santa Ciudad. El que entre en el cielo tendrá que tener un carácter sin mancha, arruga ni cosa semejante. Nada que corrompa podrá entrar allí. En toda la hueste redimida no se verá un defecto.
La fidelidad en la vida diaria
La obra de Dios es perfecta como un todo, porque es perfecta en cada una de sus partes, por pequeñas que sean. Dios forma la hojita de pasto con el mismo cuidado con que haría un mundo. Si deseamos ser perfectos, como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto, debemos ser fieles en hacer las cosas pequeñas. Lo que es digno de ser hecho, es digno de ser bien hecho. Sea cual fuere tu trabajo, hazlo fielmente. Habla la verdad en cuanto a los más pequeños asuntos. Realiza diariamente actos de amor y habla palabras de ánimo. Esparce sonrisas por el sendero de la vida. Al trabajar en esta forma, Dios te dará su aprobación, y Cristo te dirá un día: "¡Bien, siervo bueno y fiel!"3
En el día del juicio, quienes han sido fieles en su vida diaria, que han estado listos para ver lo que debían hacer, y lo han hecho, sin pensar en el provecho o la alabanza, oirán las palabras: "¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo".4 Cristo no los elogia por las elocuentes oraciones que han pronunciado, por el poder intelectual que han desplegado o las donaciones liberales que han hecho. Los recompensa por haber hecho cosas pequeñas que generalmente son pasadas por alto. Dice: "Tuve hambre, y me disteis de comer [...]. Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis".5--The Youth's Instructor, 17 de enero de 1901.