Mensajes para los Jóvenes

Capítulo 69

Un servicio aceptable

Dios, en su amor y misericordia infinitos, nos ha iluminado con su Palabra, y Cristo nos dice: "De gracia recibisteis, dad de gracia".1 Dejen que la luz que Dios les ha dado alumbre a los que están en tinieblas. Mientras lo hagan, los ángeles de Dios estarán al lado de ustedes ayudándoles a ganar a otros para Cristo [...].

Queridos jóvenes amigos, recuerden que para servir al Señor no es necesario ser un ministro ordenado. Hay muchos modos de trabajar para Cristo. Quizá nunca les hayan sido impuestas las manos para ordenarlos, pero Dios puede darles preparación para su servicio. Él puede obrar por medio de ustedes para la salvación de las almas. Si, habiendo aprendido en la escuela de Cristo, son mansos y humildes de corazón, él les dará palabras para hablar por él [...].

Nuestra actitud hacia los errores

Hagan cuanto puedan para alcanzar la perfección, pero no piensen que porque cometen errores están excluidos del servicio de Dios. El Señor conoce nuestra hechura; recuerda que somos polvo. Mientras usen fielmente los talentos que Dios les ha dado, obtendrán conocimientos que no los dejarán sentirse satisfechos con ustedes mismos. Verán la necesidad de abandonar hábitos dañinos, no sea que por un mal ejemplo ofendan a otros.

Trabajen diligentemente, dando a otros la verdad tan preciosa para ustedes. Luego, cuando haya vacantes que llenar, oirán las palabras: "Suban más arriba". Quizá no respondan de buena gana, pero avancen por fe, aportando a la obra de Dios un celo renovado, sincero.

Únicamente del gran Maestro puede aprenderse el secreto de ganar almas. Así como el rocío y las lluvias mansas caen suavemente sobre la planta marchita, nuestras palabras han de caer suave y amorosamente sobre los seres que tratamos de ganar. No hemos de esperar hasta que se presenten las oportunidades; hemos de buscarlas, manteniendo el corazón elevado en oración para que Dios nos ayude a usar las palabras correctas en el momento preciso. Cuando se presenta una oportunidad, ninguna excusa debe inducirlos a descuidarla, pues su aprovechamiento puede significar la salvación de un alma de la muerte.--The Youth's Instructor, 6 de febrero de 1902.

La obra más elevada

La obra de salvar a las almas por las cuales Cristo murió es superior a todas, es el asunto que debería atraer y ocupar las energías del ser. Hagan de esta la obra principal y más importante de su vida. Hagan de ella la obra especial de su vida. Cooperen con Cristo en esta grande y noble obra, y conviértanse en misioneros en su propio país y en el extranjero. Estén listos y preparados para trabajar por la salvación de los seres humanos en su país o en climas lejanos. Realicen las obras de Dios y muestren su fe en el Salvador trabajando por otros. ¡Ojalá que tanto los jóvenes como los ancianos se entregaran enteramente a Dios y aceptaran el deber más cercano, trabajando de acuerdo con sus oportunidades y haciéndose obreros juntamente con Dios!--The Youth's Instructor, 4 de mayo de 1893.