Mensajes para los Jóvenes

Capítulo 71

La ciencia del vivir

¿Qué puede hacerse para detener la marea de enfermedad y crimen que está arrastrando a nuestra especie a la ruina y a la muerte? Como la gran causa del mal se encuentra en la complacencia del apetito y la pasión, la primera y gran obra de reforma debe ser aprender y poner en práctica las lecciones de la temperancia y el dominio propio.

Si ha de efectuarse un cambio permanente para el mejoramiento de la sociedad, la educación de las masas debe empezar en la época temprana de la vida. Es casi seguro que los hábitos formados en la infancia y la juventud, los gustos adquiridos, el dominio propio logrado, los principios inculcados desde la cuna, han de determinar el futuro del hombre o de la mujer. El crimen y la corrupción resultantes de la intemperancia y las costumbres relajadas podrían ser evitados por la debida educación de la juventud.

La salud y el dominio propio

La salud física perfecta es una de las más grandes ayudas para formar en la juventud caracteres puros y nobles, fortaleciéndolos para dominar el apetito y refrenar los excesos degradantes; y, por otra parte, estos mismos hábitos de dominio propio son esenciales para el mantenimiento de la salud.

Es de la mayor importancia que los hombres y las mujeres sean instruidos en la ciencia de la vida humana, y en cuanto a los mejores medios de preservar y adquirir la salud. La juventud es, por excelencia, la época de almacenar los conocimientos que han de ponerse diariamente en práctica durante toda la vida. La juventud es la época para establecer buenos hábitos, para corregir los malos ya contraídos, para lograr y mantener el poder del dominio propio y trazar el plan y acostumbrarse a la práctica de ordenar todos los actos de la vida de acuerdo con la voluntad de Dios y el bienestar de nuestros semejantes [...].

Jesús no ignoraba las exigencias del cuerpo. Respetaba la condición física del hombre y sanaba a los enfermos y restauraba las facultades de quienes sufrían por su pérdida [...].

La vida es un cometido

Es necesario que los jóvenes entiendan que ellos no tienen libertad de hacer lo que quieren con su vida. Ahora han recibido algo en custodia y en el futuro llegará el día en que tendrán que dar cuenta. Dios no los considerará libres de culpa si han tratado ligeramente sus preciosos dones; el Redentor del mundo ha pagado un precio infinito por ellos, y su vida y sus talentos le pertenecen; y serán finalmente juzgados de acuerdo con la fiel o infiel administración del capital que Dios ha confiado a su cuidado. Debería enseñárseles que, cuanto mayores son los medios y las oportunidades que se les dan, más pesadamente descansa sobre ellos la responsabilidad de la obra de Dios y más se requiere que hagan. Si de este modo se consigue que los jóvenes sientan su responsabilidad ante el Creador y la importancia del cometido que representa su propia vida, vacilarán en arrojarse a la vorágine de la disipación y el crimen que traga a tantos de los jóvenes promisorios de nuestra época.--The Review and Herald, 13 de diciembre de 1881.