Mensajes para los Jóvenes

Capítulo 86

La reverencia

Es privilegio de ustedes, queridos jóvenes amigos, glorificar a Dios en la tierra. Para hacerlo, deben desviar la mente de las cosas superficiales, frívolas y sin importancia, hacia las que son de valor eterno.

Vivimos en una época en que todos deberían prestar especial atención al mandato del Salvador: "Velad y orad, para que no entréis en tentación".1 Una de nuestras más fuertes tentaciones es la de la irreverencia. Dios es superior y santo; y para el ser humilde y creyente, su casa en la tierra, el lugar donde su pueblo se reúne para adorarle, es como la puerta del cielo. Los himnos de alabanza y las palabras habladas por los ministros de Cristo son los instrumentos designados por Dios para preparar a un pueblo para la iglesia de lo alto, para ese culto superior en el que no puede penetrar nada que sea impuro o profano [...].

La conducta en la casa de Dios

La reverencia es muy necesaria en la juventud de hoy en día. Me alarma ver a niños y a jóvenes, de padres religiosos, tan descuidados con el orden y la corrección que deberían observarse en la casa de Dios. Mientras los siervos de Dios presentan las palabras de vida a la gente, algunos están leyendo, otros cuchicheando y riendo. Pecan con los ojos al desviar la atención de los que los rodean. Este hábito, si no es reprimido, crecerá e influirá en otros.

Tanto los niños como los jóvenes nunca deben sentir que es motivo de orgullo ser indiferentes y descuidados en las reuniones donde se adora a Dios. Dios ve todo pensamiento o acto irreverente, y es registrado en los libros del cielo. Él dice: "Conozco tus obras".2 Nada escapa a su mirada escrutadora. Si han formado en cualquier grado el hábito de la desatención e indiferencia en la casa de Dios, esfuércense por corregirlo y muestren que tienen respeto propio. Practiquen la reverencia hasta que llegue a ser una parte de ustedes mismos.

No tengan tan poca reverencia hacia la casa y el culto de Dios que conversen con otros durante el sermón. Si los que cometen esta falta pudieran ver a los ángeles de Dios que los miran y toman en cuenta su acción, se llenarían de vergüenza y de aborrecimiento propio. Dios quiere oyentes atentos. El enemigo sembró la cizaña mientras el hombre dormía.

No debería tratarse con descuido e indiferencia nada que sea sagrado, que pertenezca al culto de Dios. Cuando se habla la palabra de vida, deberían recordar que están escuchando la voz de Dios a través de su siervo delegado. No pierdan esas palabras por falta de atención; si las atienden, impedirán que sus pies se extravíen por senderos equivocados.

La liviandad con las cosas religiosas

Me duele ver que muchos jóvenes que profesan la religión no saben lo que es un cambio de corazón. No experimentan una transformación del carácter. No se dan cuenta de que es una cosa solemne profesar ser cristianos. Su vida es enteramente inconsecuente con una actitud mental religiosa. Si pertenecieran al número de los que son realmente hijos e hijas de Dios, no estarían llenos de necedad, de broma y frivolidad; en ellos ni hallarían eco las observaciones y la conducta necias de otros. La mente que está resuelta a obtener el premio, a lograr el cielo, rechazará con propósito firme y determinado toda tentativa de bromear con las cosas religiosas.

La indiferencia respecto a este asunto encierra gran peligro; ninguna insensatez es tan sutil como la ligereza y la liviandad. Por todos lados vemos a jóvenes de carácter frívolo. Debería eludirse el trato con los jóvenes de tal clase, pues son peligrosos. Si profesan ser cristianos, deben ser aún más temidos. Sus mentes han sido formadas en un molde inferior y será mucho más fácil para ellos hacerlos descender a su nivel, que para ustedes conducirlos a pensamientos elevados y ennoblecedores y a una conducta correcta. Elijan como compañeros a quienes observan el decoro en sus palabras y en su comportamiento.

Si quieren esforzarse en alto grado por manifestar las alabanzas de Dios, sus compañeros deben ser personas que les ayuden a tener presente la distinción entre lo sagrado y lo común. Si quieren tener puntos de vista amplios, aspiraciones y pensamientos nobles, escojan a compañeros que fortalezcan los principios rectos. Tienda todo pensamiento y todo propósito a obtener la vida futura, que va acompañada de eterna felicidad.--The Youth's Instructor, 8 de octubre de 1896.