Estos jóvenes pasan por alto los deberes que tienen que desempeñar en sus hogares. No han aprendido a encargarse de los deberes y a llevar las responsabilidades que les corresponden en el hogar. Tienen una madre fiel y práctica que ha llevado muchas cargas que sus hijos no le debían haber permitido llevar. En esto han dejado de honrar a su madre. No han compartido como les correspondía las cargas del padre, y han descuidado honrarlo como debían. Siguen la inclinación más bien que el deber.
Han seguido una conducta egoísta al esquivar las cargas y la tarea dura, y no han llegado a obtener una experiencia valiosa de la que no deberían privarse si quieren tener éxito en la vida. No han sentido la importancia de ser fieles en las cosas pequeñas, ni han experimentado hacia sus padres la obligación de ser honrados, cabales y fieles en el desempeño de los deberes humildes de la vida que encuentran en su camino. Pasan por alto los ramos comunes del conocimiento, que son tan necesarios para la vida práctica.
Cómo hacer feliz el hogar
Si en alguna parte quieren ser una bendición estos jóvenes, debiera ser en el hogar. Si ceden a la inclinación, en vez de ser guiados por la decisión prudente de la razón serena, del juicio sano y de la conciencia iluminada, no pueden ser una bendición para la sociedad o su familia, y pueden peligrar sus perspectivas para este mundo y para el mundo mejor.
Muchos jóvenes reciben la impresión de que sus primeros años no han de ser para llevar responsabilidades, sino para desperdiciarlos en deportes ociosos, en bromas y en placeres necios. Algunos no piensan más que en la satisfacción momentánea que va ligada a las necedades y a la complacencia de los sentidos a que están entregados en ese momento. Su deseo de diversión, su amor a las compañías, la charla y las risas, van en aumento a medida que se dedican a esas cosas y van perdiendo todo placer en las realidades serias de la vida y todo interés en los deberes del hogar. No hallan bastante variación para sus mentes y se ponen inquietos, quisquillosos e irritables. Estos jóvenes deberían considerar un deber el hacer feliz y alegre el hogar [...].
Quizá convenga por un tiempo un cambio en la labor física que ha pesado severamente sobre sus fuerzas, para que reanuden el trabajo haciendo esfuerzos que tengan más éxito. Pero puede ser que no sea necesario un reposo absoluto, o que este no vaya acompañado de los mejores resultados en lo que a su fuerza física concierne.
No necesitan desperdiciar sus preciosos momentos, aun cuando estén cansados de una clase de trabajo. Más bien deben buscar algo que no sea tan agotador, pero que sea una bendición para su madre y sus hermanas. Al aligerar los cuidados de ellas tomando a su cargo los trabajos más rudos, pueden hallar esa distracción que brota de los principios y que les producirá verdadera felicidad, y no pasarán el tiempo en bagatelas o en placeres egoístas.--Testimonies for the Church 3:221-223.