Mensajes para los Jóvenes

Capítulo 131

La recreación cristiana

Mientras estamos procurando refrescar nuestro ánimo y vigorizar nuestro cuerpo, Dios requiere de nosotros que empleemos todas nuestras facultades en todo momento con el mejor propósito. Podemos y debemos dirigir nuestras recreaciones de tal manera que nos dejen en mejores condiciones para desempeñar con éxito los deberes que nos incumben, y que se acreciente el beneficio de nuestra influencia sobre aquellos con quienes tratamos. Podemos volver de esas ocasiones a nuestros hogares con mejor ánimo, refrigerados físicamente, y preparados para reanudar nuestro trabajo con más esperanza y valor [...].

Estamos aquí para beneficiar a la humanidad y a la sociedad; pero si permitimos que nuestra mente vaya por el cauce bajo, por el cual muchos buscan solamente la vanidad y la insensatez, ¿cómo podremos beneficiar a nuestra especie y a nuestra generación? ¿Cómo podemos ser una bendición para la sociedad que nos rodea? [...].

Principios en contraste

Entre las compañías frecuentadas por los seguidores de Cristo para obtener recreación cristiana, y las reuniones mundanas para obtener placer y diversión, existirá un notable contraste. En vez de la oración y mención del nombre de Cristo y de temas espirituales, se oirá de los labios de los mundanos la risa insensata y la conversación trivial. El objetivo es divertirse en forma general. Sus diversiones comienzan con insensatez y terminan con vanidad. Debemos conducirnos y dirigir nuestras reuniones de tal manera que, al volver a nuestros hogares, podamos tener una conciencia libre de ofensa hacia Dios y los hombres; una seguridad de que no hemos herido ni perjudicado en nada a aquellos con quienes nos hemos relacionado, ni hemos ejercido una influencia perjudicial sobre ellos.

La mente natural se inclina hacia el placer y la complacencia propia. Es política de Satanás fabricarlos en abundancia. Él procura llenar la mente de los hombres con un deseo de diversión mundanal, para que no tengan tiempo de hacerse la pregunta: "¿Cómo está mi ser?" El amor a los placeres es infeccioso. Entregada a él, la mente vuela de un punto a otro, buscando siempre una diversión. La obediencia a la ley de Dios contrarresta esa inclinación y construye barreras contra la impiedad.

Los jóvenes deben recordar que son responsables por todos los privilegios que han disfrutado, por el aprovechamiento de su tiempo y el debido uso de sus capacidades. Pueden preguntar: "¿No tendremos diversión o recreación?" "¿Trabajaremos y trabajaremos y trabajaremos, sin ninguna variación?"

No será peligrosa cualquier diversión a la cual puedan dedicarse y pedir con fe la bendición de Dios. Pero cualquier diversión que los descalifique para la oración secreta, para la devoción ante el altar de la oración, o para tomar parte en la reunión de oración, no solo no es segura, sino también peligrosa.--Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 320, 321.