Mensajes para los Jóvenes (1967)

Capítulo 31

La unión con Cristo

La Union con Cristo por la fe viviente es duradera; cualquier otra unión debe perecer. Cristo nos escogió primero, pagando un precio infinito por nuestra redención, y el verdadero creyente escoge a Cristo como lo primero, lo último y lo mejor en todo. Pero esta unión nos cuesta algo. Es una unión de completa dependencia, de la cual ha de entrar a formar parte un ser orgulloso. Todos los que forman esta unión deben sentir la necesidad de la sangre expiatoria de Cristo. Necesitan un cambio de corazón. Deben someter su propia voluntad a la de Dios. Habrá una lucha con obstáculos internos y externos. Debe haber una obra dolorosa de separación así como de unión. Deben ser vencidos el orgullo, la vanidad, la mundanalidad, el pecado en todas sus formas, si queremos unirnos con Cristo. La razón por la cual muchos encuentran la vida cristiana tan deplorablemente dura, la razón porque son tan inconstantes, tan variables, es que tratan de unirse a Cristo sin haberse separado primero de estos ídolos acariciados.

Una vez formada la unión con Cristo, sólo puede ser conservada mediante la oración ferviente y un esfuerzo incansable. Debemos resistir, debemos negarnos a nosotros mismos, debemos vencer el yo. Mediante la gracia de Cristo, por el valor, la fe y la vigilancia, podemos ganar la victoria.--Testimonios para la Iglesia 5:231.