La Mente humana es susceptible del más elevado cultivo. La vida dedicada a Dios no debería ser una vida de ignorancia. Muchos hablan contra la educación porque Cristo escogió pescadores incultos para que predicaran su Evangelio. Aseveran que Jesús mostró preferencia por los incultos. Muchos hombres instruidos y honorables creyeron su enseñanza. Si hubiesen obedecido osadamente las convicciones de su conciencia, le habrían seguido. Sus aptitudes habrían sido aceptadas y empleadas en el servicio de Cristo si las hubiesen ofrecido. Pero frente a los ceñudos sacerdotes y celosos gobernantes, carecían de fuerza moral para confesar a Cristo y arriesgar su reputación en relación con el humilde Galileo.
Aquel que conocía los corazones de todos, comprendió esto. Si los educados y los nobles no querían hacer la obra para la cual tenían condiciones, Cristo elegiría hombres que fuesen obedientes y fieles en hacer su voluntad. Eligió hombres humildes, y los puso en contacto consigo, a fin de educarlos para que llevasen a cabo la gran obra en la tierra cuando él partiese.
Cristo, el gran educador
Cristo era la luz del mundo. Era la fuente de todo conocimiento. Era capaz de hacer idóneos a los incultos pescadores para recibir el elevado cometido que quería darles. Las lecciones de verdad impartidas a estos hombres humildes fueron de poderoso significado. Habían de conmover al mundo. Parecía cosa sencilla para Jesús relacionar a estas humildes personas consigo, pero fue un acontecimiento que produjo formidables resultados. Sus palabras y obras habían de revolucionar al mundo.
Jesús no despreciaba la educación. La cultura superior de la mente, si está santificada por el amor y el temor de Dios, recibe su completa aprobación. Los hombres humildes escogidos por Cristo estuvieron tres años con él, sujetos a la refinadora influencia de la Majestad del cielo. Cristo fue el mayor educador que jamás haya conocido el mundo.
Dios aceptará a los jóvenes con sus talentos y su caudal de afecto si quieren consagrarse a él. Pueden alcanzar el más elevado punto de grandeza intelectual, y si están equilibrados por el principio religioso, pueden llevar a cabo la obra que Cristo vino del cielo a realizar, y ser así colaboradores con el Maestro.
Los estudiantes de nuestros colegios tienen valiosos privilegios, no sólo para obtener el conocimiento de las ciencias, sino también para aprender a cultivar y practicar virtudes que les darán caracteres simétricos. Son los responsables agentes morales de Dios. Dios confía al hombre los talentos de la riqueza, la posición social y el intelecto, para que los aproveche sabiamente. Ha distribuido estos diversos dones proporcionalmente a la capacidad y las facultades conocidas de sus siervos, encomendando a cada uno su obra (Review and Herald, junio 21, 1887).