Si cada uno comprendiese que tiene que rendir cuenta ante Dios por su influencia personal, en ningún caso estaría ocioso, sino que cultivaría sus aptitudes y adiestraría todas sus facultades para servir a Aquel que lo ha comprado con su propia sangre.
Los jóvenes, especialmente, deben sentir la necesidad de educar su mente y aprovechar toda oportunidad de adquirir conocimientos, para prestar un servicio aceptable a Aquel que ha dado su preciosa vida por ellos. Y nadie cometa el error de considerarse tan bien educado que no necesite estudiar más los libros o la naturaleza. Aproveche cada uno toda oportunidad con la cual ha sido favorecido por la providencia de Dios, para adquirir todo lo que sea posible en la revelación o la ciencia.
Deberíamos aprender a apreciar debidamente las facultades que Dios nos ha dado. Si un joven tiene que empezar por el peldaño más bajo de una escalera, no se debiera desanimar, sino resolverse a subir escalón tras escalón hasta oír la voz de Cristo, diciendo: "Hijo, ven más arriba. Bien hecho, siervo bueno y fiel; has sido fiel en unas pocas cosas: yo te haré señor sobre muchas; entra en el gozo de tu Señor".--Fundamentals of Christian Education, 213.