El Señor pide que su pueblo emprenda distintos ramos de obra misionera, que siembre junto a todas las aguas. Hacemos sólo una pequeña parte de la obra que él desea que hagamos entre nuestros vecinos y amigos. Mediante actos de bondad para con los pobres, los enfermos y los enlutados, podemos ejercer influencia sobre ellos de modo que la verdad divina halle acceso a sus corazones. No se debería dejar de aprovechar ninguna oportunidad de servir. Es la más elevada obra misionera que podamos hacer. La presentación de la verdad con amor y simpatía, de casa en casa, está en armonía con la instrucción dada por Cristo a sus discípulos cuando los envió en ocasión de su primera gira misionera.
El don del canto
Se necesitan personas que tengan el don del canto. El canto es uno de los medios más eficaces para impresionar el corazón con la verdad espiritual. Los manantiales del arrepentimiento y la fe han sido abiertos con frecuencia por las palabras del canto sagrado. Debería educarse a los miembros de la iglesia, tanto jóvenes como adultos, para que salgan a proclamar este último mensaje al mundo. Si van con humildad, los ángeles de Dios irán con ellos enseñándoles cómo elevar la voz en canto y oración y cómo proclamar el mensaje evangélico para este tiempo.
Jóvenes y señoritas, emprended la obra a la cual Dios os llama. Cristo os enseñará a usar vuestras aptitudes para un buen propósito. Al recibir la influencia vivificadora del Espíritu Santo y tratar de enseñar a otros, vuestras mentes serán refrescadas y estaréis en condición de decir palabras que sean nuevas y extrañamente bellas para vuestros oyentes. . .
La obra médico-misionera
La obra médico-misionera presenta muchas oportunidades para servir. La intemperancia en el comer y la ignorancia de las leyes de la naturaleza son causa de gran parte de las enfermedades que existen y están robando a Dios la gloria que se le debe. La falta de negación de sí mismos incapacita a muchos del pueblo de Dios para alcanzar la elevada norma de espiritualidad que Dios pone delante de ellos. Enseñad a la gente que es mejor saber cómo mantenerse sano que cómo curar la enfermedad. Deberíamos ser educadores sabios, y amonestar a todos contra la complacencia propia. Al ver la desgracia, la deformidad y la enfermedad que se han extendido por el mundo como resultado de la ignorancia, ¿cómo podemos contenernos de hacer nuestra parte para alumbrar al ignorante y aliviar al doliente?
Muchos ignoran los principios del sano vivir porque las avenidas del alma han sido cerradas por el tirano Prejuicio. Se puede prestar un buen servicio enseñando a la gente cómo preparar alimentos sanos. Este ramo de la obra es tan esencial como cualquier otro que se emprenda. Se deberían establecer más escuelas de cocina, y algunos deberán trabajar de casa en casa, dando instrucciones en el arte de cocinar alimentos sanos. Muchos, muchos serán rescatados de la degeneración física, mental y moral mediante la influencia de la reforma pro salud (Review and Herald, junio 6, 1912).