Mensajes para los Jóvenes (1967)

Capítulo 69

Un servicio aceptable

Dios, en su amor y misericordia infinitos, nos ha iluminado con su Palabra, y Cristo nos dice: "De gracia recibisteis, dad de gracia".1 Dejad que la luz que Dios os ha dado alumbre a los que están en tinieblas. Mientras lo hagáis, los ángeles de Dios estarán a vuestro lado ayudándoos a ganar almas para Cristo. . .

Queridos jóvenes amigos, recordad que para servir al Señor no es necesario ser un ministro ordenado. Hay muchos modos de trabajar para Cristo. Quizá nunca os hayan sido impuestas las manos para ordenaros, pero Dios puede daros preparación para su servicio. El puede obrar por medio de vosotros para la salvación de las almas. Si habiendo aprendido en la escuela de Cristo, sois mansos y humildes de corazón, él os dará palabras para hablar por él. . .

Nuestra actitud hacia los errores

Haced cuanto podáis para alcanzar la perfección, pero no penséis que porque cometéis errores estáis excluidos del servicio de Dios. El Señor conoce nuestra hechura; recuerda que somos polvo. Mientras uséis fielmente los talentos que Dios os ha dado, obtendréis conocimientos que no os dejarán sentir satisfechos con vosotros mismos. Veréis la necesidad de abandonar hábitos dañinos, no sea que por un mal ejemplo ofendáis a otros.

Trabajad diligentemente, dando a otros la verdad tan preciosa para vosotros. Luego, cuando haya vacantes que llenar, oiréis las palabras: "Subid más arriba". Quizá no respondáis de buena gana, pero avanzad por fe, aportando a la obra de Dios un celo renovado, sincero.

Únicamente del gran Maestro puede aprenderse el secreto de ganar almas. Así como el rocío y las lluvias mansas caen suavemente sobre la planta marchita nuestras palabras han de caer suave y amorosamente sobre las almas que tratamos de ganar. No hemos de esperar hasta que se presenten las oportunidades; hemos de buscarlas manteniendo el corazón elevado en oración para que Dios nos ayude a hablar las palabras debidas en el debido momento. Cuando se presenta una oportunidad, ninguna excusa debe induciros a descuidarla, pues su aprovechamiento puede significar la salvación de un alma de la muerte (Youth's Instructor, febrero 6, 1902).

La obra más elevada

La obra de salvar a las almas por las cuales Cristo murió, es superior a todas, es el asunto que debería atraer y ocupar las energías del alma. Haced de ésta la obra principal y más importante de vuestra vida. Haced de ella la obra especial de vuestra vida. Cooperad con Cristo en esta grande y noble obra, y haceos misioneros en vuestro propio país y en el extranjero. Estad listos y preparados para trabajar por la salvación de las almas en vuestro país o en climas lejanos. Obrad las obras de Dios y mostrad vuestra fe en vuestro Salvador trabajando por otros. ¡Ojalá tanto los jóvenes como los viejos se convirtiesen enteramente a Dios y aceptasen el deber más cercano, trabajando de acuerdo con sus oportunidades y haciéndose obreros juntamente con Dios! (Youth's Instructor, mayo 4, 1893).