Mensajes para los Jóvenes (1967)

Capítulo 83

El esfuerzo perseverante en el estudio de la Biblia

"Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna".1 Escudriñar significa buscar diligentemente algo que se ha perdido. Investigad los tesoros escondidos en la Palabra de Dios. No podéis pasar sin ellos. Estudiad los pasajes difíciles, comparando versículo con versículo, y hallaréis que la Escritura es la llave que abre la Escritura.

Los que estudian la Biblia con oración, salen de cada investigación más sabios que antes. Algunas de sus dificultades han sido resueltas porque el Espíritu Santo ha hecho la obra de la cual se habla en el capítulo catorce de Juan: "El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho".2

Sin esfuerzo ferviente, perseverante, no se obtiene nada que valga la pena. En asuntos de negocios, sólo aquellos que tienen voluntad de hacer una cosa, tienen buen éxito. No podemos esperar obtener un conocimiento de las cosas espirituales sin trabajo afanoso y ferviente. Los que obtienen las joyas de la verdad tienen que cavar por ellas como el minero cava para sacar el oro precioso oculto en la tierra.

Nunca tendrán éxito los que trabajan indiferentemente y sin entusiasmo. Tanto los jóvenes como los ancianos debieran leer la Palabra de Dios, y no sólo debieran leerla sino estudiarla con diligente fervor, orando, creyendo e investigando. De este modo hallarán el tesoro escondido, pues el Señor avivará su entendimiento.

La amplitud de espíritu

En el estudio de la Palabra, dejad en la puerta de la investigación vuestras opiniones preconcebidas y vuestras ideas heredadas del ambiente y cultivadas individualmente. Nunca descubriréis la verdad si estudiáis las Escrituras para vindicar vuestras propias ideas. Dejad estas ideas a la puerta y acercaos con el corazón compungido para oír lo que el Señor tiene que deciros. Al sentarse el humilde indagador de la verdad a los pies de Jesús para aprender de él, la Palabra le da entendimiento. Cristo dice a los que son demasiado sabios en su propio concepto para estudiar la Biblia: Si queréis haceros sabios para la salvación, debéis haceros mansos y humildes de corazón.

No leáis la Palabra a la luz de opiniones anteriores; investigadla, en cambio, cuidadosamente y con oración, con una mente libre de prejuicios. Si al leerla, se produce la convicción y veis que las opiniones que habíais acariciado no están en armonía con la Palabra, no tratéis de hacer concordar la Palabra con esas opiniones. Haced concordar vuestras opiniones con la Palabra. No permitáis que lo que habéis creído o practicado en lo pasado gobierne vuestro entendimiento. Abrid los ojos de vuestra mente para contemplar maravillas en la ley. Descubrid lo que está escrito y afirmad después vuestros pies en la Roca eterna.

El conocimiento de la voluntad de Dios

Nuestra salvación depende del conocimiento de la voluntad de Dios, tal cual ésta se halla contenida en su Palabra. No ceséis de indagar y escudriñar la verdad. Necesitáis conocer vuestro deber. Necesitáis saber qué tenéis que hacer para ser salvos. Y la voluntad de Dios es ésta: que sepáis lo que él os ha dicho. Pero debéis ejercer la fe. Al escudriñar las Escrituras debéis creer que Dios existe y que recompensa a los que diligentemente lo buscan.

¡Oh, escudriñad la Biblia con un corazón hambriento de alimento espiritual! Cavad en la Palabra como el minero cava la tierra para encontrar las vetas de oro. No abandonéis vuestra búsqueda hasta que hayáis conocido cuál es vuestra relación con Dios y su voluntad con respecto a vosotros (Youth's Instructor, julio 24, 1902).

La reverencia en el estudio de la Biblia

Hemos de abordar el estudio de la Biblia con reverencia, sintiendo que estamos en la presencia de Dios. Toda liviandad y frivolidad debe ser dejada a un lado. Aunque algunas porciones de la Palabra se entienden con facilidad, el verdadero sentido de otras partes no se discierne con rapidez. Debe haber paciente estudio y meditación y ferviente oración. Todo estudioso, al abrir las Escrituras, debe solicitar la iluminación del Espíritu Santo; y la promesa segura es que será dado.

El espíritu con el cual os aboquéis a la investigación de las Escrituras determinará el carácter de los que os asistan. Angeles del mundo de la luz estarán con los que con humildad de corazón buscan dirección divina. Pero si la Biblia se abre con irreverencia, con un sentimiento de suficiencia propia, si el corazón está lleno de prejuicio, Satanás está a vuestro lado, y él colocará las declaraciones sencillas de la Palabra de Dios en una luz pervertida.--Testimonios para los Ministros, 105.