Es Vuestro privilegio, queridos jóvenes amigos, glorificar a Dios en la tierra. Para hacerlo, debéis desviar la mente de las cosas superficiales, frívolas y sin importancia, hacia las que son de valor eterno.
Vivimos en una época en que todos deberían prestar especial atención al mandato del Salvador: "Velad y orad, para que no entréis en tentación".1 Una de nuestras más fuertes tentaciones es la de la irreverencia. Dios es superior y santo; y para el alma humilde y creyente su casa en la tierra, el lugar donde su pueblo se reúne para adorarle, es como la puerta del cielo. Los himnos de alabanza, las palabras habladas por los ministros de Cristo, son los instrumentos designados por Dios para preparar un pueblo para la iglesia de lo Alto, para ese culto superior en el que no puede penetrar nada que sea impuro o profano...
La conducta en la casa de Dios
La reverencia es muy necesaria en la juventud de hoy en día. Me alarma ver niños y jóvenes de padres religiosos, tan descuidados con el orden y la corrección que deberían observarse en la casa de Dios. Mientras los siervos de Dios presentan las palabras de vida a la gente, algunos están leyendo, otros cuchicheando y riendo. Pecan con los ojos al desviar la atención de los que los rodean. Este hábito, si no es reprimido, crecerá e influirá en otros.
Tanto los niños como los jóvenes nunca deben sentir que es motivo de orgullo ser indiferentes y descuidados en las reuniones donde se adora a Dios. Dios ve todo pensamiento o acto irreverente, y es registrado en los libros del cielo. "Yo conozco tus obras".2 dice. Nada escapa a su mirada escrutadora. Si habéis formado en cualquier grado el hábito de la desatención e indiferencia en la casa de Dios, esforzaos por corregirlo y mostrad que tenéis respeto propio. Practicad la reverencia hasta que llegue a ser una parte de vosotros mismos.
No tengáis tan poca reverencia hacia la casa y el culto de Dios que converséis con otros durante el sermón. Si los que cometen esta falta pudiesen ver a los ángeles de Dios que los miran y toman en cuenta su acción se llenarían de vergüenza y de aborrecimiento propio. Dios quiere oidores atentos. El enemigo sembró la cizaña mientras el hombre dormía.
No debería tratarse con descuido e indiferencia nada que sea sagrado, que pertenezca al culto de Dios. Cuando se habla la palabra de vida, deberíais recordar que estáis escuchando la voz de Dios a través de su siervo delegado. No perdáis esas palabras por falta de atención; si las atendéis, impedirán que vuestros pies se extravíen por senderos equivocados.
La liviandad con las cosas religiosas
Me duele ver que muchos jóvenes que profesan la religión no saben lo que es un cambio de corazón. No experimentan una transformación del carácter. No se dan cuenta de que es una cosa solemne profesar ser cristianos. Su vida es enteramente inconsecuente con una actitud mental religiosa. Si pertenecieran al número de los que son realmente hijos e hijas de Dios, no estarían llenos de necedad, de broma y frivolidad; ni hallarían eco en ellos las observaciones y la conducta necias de otros. La mente que está resuelta a obtener el premio, a lograr el cielo, rechazará con propósito firme y determinado toda tentativa de bromear con las cosas religiosas.
La indiferencia respecto a este asunto encierra gran peligro; ninguna insensatez es tan sutil como la ligereza y la liviandad. Por todos lados vemos jóvenes de carácter frívolo. Deberían esquivarse los jóvenes de tal clase, pues son peligrosos. Si profesan ser cristianos, deben ser aún más temidos. Sus mentes han sido formadas en un molde inferior y será mucho más fácil para ellos haceros descender a su nivel, que para vosotros conducirlos a pensamientos elevados y ennoblecedores y a una conducta correcta. Elegid como compañeros a aquellos que observan el decoro en sus palabras y en su comportamiento.
Si queréis esforzaros en alto grado para manifestar las alabanzas de Dios, vuestros compañeros deben ser personas que os ayuden a tener presente la distinción entre lo sagrado y lo común. Si queréis tener puntos de vista amplios, aspiraciones y pensamientos nobles, escoged compañeros que fortalezcan los principios rectos. Tienda todo pensamiento y todo propósito a obtener la vida futura, que va acompañada de eterna felicidad (Youth's Instructor, octubre 8, 1896).